Capítulo tres: Es lo que tú seas que quiera






Capítulo tres: Es lo que tú seas que quiera.





22 de febrero, 2016.

Oh, Dios mío.

Estoy anonadada ante las noticias que se reproducen en mi televisor, mi celular recibe un par de notificaciones porque supongo que la noticia ya es totalmente viral. Por costumbre doy una mirada al techo como si pidiera que su alma consiga paz.

Me dejo caer sobre mi enorme cama y comienzo a ponerme los calcetines, mi celular anuncia una llamada y no dudo en responder viendo el identificador de llamadas señalando que se trata de Krista.

— ¿Lo has visto?

—Justo ahora, no puedo creérmelo. Pensé que sus problemas de adicción era algo de muy del pasado, de sus principios en el mundo de la fama.

—Es bastante lamentable, era tan joven. No es que fuera la persona más agradable, pero es triste saber que su vida se apagó —Se lamenta, bajo el volumen de la televisión porque no necesito escuchar más de la triste historia—. Cada vez parece más común encontrar muertes por sobredosis, es tan triste.

—Mi familia solía decir que los vicios son producto del diablo.

—Ni siquiera opinaré al respecto, Val —Apuesto a que rueda sus ojos—. Le envío consuelo a su familia.

—Sí...

Observo como en la pantalla de un programa muy sensacionalista, que viene a ser un poco como el reemplazo de InfoNews producido por Kennedy, reproducen imágenes de Milla Stone y su trayectoria como bailarina y ocasionalmente modelo. Se encargan incluso de pasar todos los hombres con los que se le vincularon en su momento. Nunca llegué a conocerla realmente, Krista y Breana unas pocas veces hablaron sobre sus amoríos en su sección, pero aun así me entristece ver que alguien tan joven murió en manos de los vicios.

— ¿Ya estás lista para vernos en el gym?

—Sí, estaba terminando de arreglarme para ir, ¿Se unirá Derek a nosotras? —Sostengo con mi hombro el teléfono mientras ato las trenzas de mis zapatos —.Me escribió que lo viéramos ahí.

—Sí, Parker y Breana también están yendo ahora. Ejercicio en familia —Ríe.

—Divertido. Te veo en breve, belleza.

—Procuraré verte primero para deleitarme con tu delicioso cuerpo. Te amo, besitos.

No puedo evitar sonreír porque como siempre ella no me deja terminar antes de colgar, termino de atar las trenzas de mi otro zapato y tomo la toalla que seleccioné con anterioridad.  Camino hasta mi sala y la guardo en el bolso que llevo al gimnasio. Me desplazo a mi cocina pulcra y limpia, tomo una manzana junto a un par de uvas que devoro mientras reviso mis recibos, todos pagados y al día. Todo en orden.

Ato mi cabello en una cola alta, tomo mis llaves y me cuelgo al hombro mi bolso, antes de salir me detengo en mi nuevo portarretrato con el dibujo que mi pintor austriaco me ha regalado. Sonrío, de nuevo me hubiese gustado haber sido dibujada luciendo más feliz, pero es el gesto lo que llega a mi corazón. Sí, seguro soy completamente rara aferrándome a un simple detalle de un pintor que admiro y que por alguna razón notó mi existencia, pero no me importa. Muy pocas veces me permito descontrolarme, y esta vez vale la pena.

Llevo dos de mis dedos a mis labios y finjo enviarle un beso, sacudo mi cabeza ante mi niñez y salgo de mi apartamento antes de hacer algo estúpido como besuquear su firma.

Veo a mi auto estacionado que una vez más esta averiado y tengo esta tentación de querer patearlo, pero puesto que sé que solo terminaría haciéndome daño, sigo de largo. No sé qué sucede con mi auto, pero tiene una capacidad impresionante para averiarse o no sé si soy yo la que lo arruina, paso más tiempo yendo en los autos de mis amigos que en el mío.

El gimnasio queda exactamente a cinco cuadras de mi calle por lo que decido que caminar es un perfecto calentamiento. Me pongo la capucha del suéter que llevo sobre mi camisa de lycra, de esa manera evito cualquier posibilidad de ser reconocida. Mis pasos son enérgicos y rápidos para no ser la última en llegar, odio ser impuntual y me molesta las personas que lo son. Ignoro todo a mí alrededor hasta finalmente llegar al gimnasio. Muestro mi credencial y cuando paso por el pasillo hasta los vestidores, percibo la cabellera rubia de Parker junto a la de Breana.

Guardo mi bolso en uno de los casilleros, tomo mi toalla y botella de agua luego de sacarme el suéter. Cuando llego hasta Parker y Breana me encargo de saludarlos. Mientras Parker decide ir por máquinas de brazos en primer lugar, Breana y yo comenzamos con un poco de cardio en la caminadora.

—Es triste lo que sucedió con Milla, ¿Cierto? — cuestiona y asiento en acuerdo—. No creo que Karl nos presione a Kris y a mí para hablar de ello, pero estaría bien mencionarlo con el debido respeto.

—Sin duda Kris y tú sabrán cómo manejarlo —Aumento la velocidad de mi máquina y escucho el escándalo de Krista y Derek al llegar—. ¿Qué tal las cosas con Gabriel?

—Genial —Sonríe, luego hace una mueca—, pero por otra parte hay otras áreas de mi vida muy extrañas últimamente.

Apuesto que se trata de Rayan, pero no pregunto directamente mientras ella me cuenta sobre el hecho de su mamá teniendo un nuevo novio. La madre de Breana, Teressa, es una mujer con las curvas que heredó su hija, es seductora, elegante y tiene un poder impresionante para dominar a cualquiera. Así que no me extraña que haya conseguido un novio empresario que según Breana está loco por ella.

—La verdad no creo que lo amé.

—Quizá queda mucha pasión —comento.

—Pasión —Parece que saborea la palabra—. ¿Crees que el amor va acompañado de la pasión, caramelito de miel?

—Supongo...No lo sé.

Guardamos silencio y nos mantenemos haciendo nuestra rutina hasta que Krista se une en la máquina de al lado. Las escucho conversar pero pienso en la pregunta de Breana.

Me gustaría un amor lleno de pasión.

***

24 de febrero, 2016.

—Oye, cariño, ya estoy yéndome. ¿Todavía necesitas el transporte Holden? —pregunta el susodicho.

—Lo agradecería, solo déjame guardar los cambios en esto que he preparado para mañana.

—Vale, te veo en el estacionamiento. Ya el resto se ha ido.

Por el resto se refiere a nuestros amigos puesto que aún quedan personas de producción ordenando y conversando. Guardo los cambios en mi portátil y la apago antes de guardarla en mi maletín y despedirme de todos de manera general. No sé cuánto tiempo tardé, pero me alarmo cuando no encuentro el auto de Holden por ningún lugar.

Se ha ido.

De inmediato tomo mi celular y marco su número, no me molesta tomar un taxi, pero hace tan solo unos minutos habíamos acordado que me llevaría a casa.

— ¿Si?

— ¿Dónde se supone que estás, Holden Harris?

—Eh, no finjas. No me habías dicho que ya habías quedado para que fueran por ti, no tiene que avergonzarte —Se ríe.

— ¿De qué demonios hablas?

—De que tenías alguna especie de cita y no me dijiste, le escribí a Elise para confirmar que no te dejaba con un loco y ella me dijo "tipo inofensivo".

—No entiendo de qué me hablas. Solo sé que estoy sola en un estacionamiento porque mi amigo me abandonó.

—Claro, Valerie. No es divertida la bromita, voy a colgar, estoy conduciendo. Diviértete.

— ¡Holden!

El muy, muy...Muy...Idiota me ha colgado. Golpeo mi pie contra el suelo. Doy un repaso lento por el estacionamiento vacío. Estoy sola.

Espera.

Devuelvo mi vista a la izquierda notando entonces una camioneta no último modelo, pero sí bonita, moderna y bien conservada; pero esa no es la razón por la que devuelvo mi atención, se trata de la persona que se encuentra recargada contra esa camioneta.

¿Estoy teniendo alucinaciones? Nunca en mi vida he consumido drogas, pero apuesto que esta sería el tipo de cosas que vería si estuviese colocada hasta arriba de alguna droga.

No se mueve, se mantiene observándome con fijeza. Parpadeo un par de veces esperando que desaparezca, pero cuando permanece en el mismo lugar, decido dar pasos tentativos para acercarme. Sus ojos no se despegan de mí mientras me ve acercarme.

Cuando me detengo frente a él, respiro hondo y una de las comisuras de su boca se eleva muy levemente.

—Niña buena —Asiente en señal de reconocimiento.

—Niño malo —Imito su gesto.

Para mi sorpresa él ríe ante mis palabras y contra todo pronóstico yo termino por sonreír aun cuando todo este escenario es un tanto extraño y cuadriculado.

» ¿Qué haces aquí? Y....Espera, ¿Eres la razón por la que mi amigo me ha abandonado?

—Puede ser que le dijera que te llevaría a cenar y puede que Elise por alguna extraña razón decidiera seguirme el juego.

—No soy un juego.

—No es lo que he dicho.

—No has respondido mi pregunta de qué haces aquí.

—Lo hice, te acabo de decir que te llevaré a cenar.

—No tengo hambre.

Mentira y como soy una terrible mentirosa, justo entonces mi estómago se queja. Su mirada es de diversión, a diferencia de sus constantes miradas de burlas, esta vez parece que su intención no es burlarse de mí.

—Si así suena tu estómago cuando no tienes hambre, puede imaginarme cuando estás hambrienta. Dime una cosa, niña buena.

— ¿Qué?

— ¿Así saludas a todas las personas que amablemente se ofrecen a llevarte a tu hogar?

—Estás jugando conmigo.

—Para nada, conozco unas maneras más interesantes de jugar, si gustas.

—Paso.

—Lo imaginé. Predecible.

Odio que me llamen predecible, que siempre sepan lo que se anticipa cuando se trata de mí. Así que me acerco y hago algo totalmente fuera de mí. Algo que nunca jamás hubiese hecho. Mi excusa es que, quizá, he sido poseída. Pero yo me alzo sobre las puntas de mis pies y presiono mi boca sobre la suya, en un toque leve y rápido antes de bajar de nuevo sobre mis pies. Siento mis mejillas calientes mientras miro fijamente a su cuello.

—Hola, Edmun.

— ¿Saludas siempre así?

—No. Solo a quienes me llaman niña buena.

Flexiona sus rodillas para estar a mi altura y hacer que su mirada conecte con la mía. Mi corazón late muy rápido y me siento nerviosa. Aun no me creo que acabo de hacer eso. ¿Por qué cuando estoy alrededor de Edmun Matters pierdo el control?

—Es una buena cosa que esa sea la manera en la que te llamo ¿No? —Acerca su rostro y siento su aliento contra mis labios antes de que los desvíe y bese mi mejilla, el lugar donde suele hacerse un hoyuelo cuando sonrío—. Hola a ti, entonces, ¿Fingirás que no tienes hambre?

—Puedo aceptar ir a cenar, como dos conocidos, solo eso.

—Solo eso —repite—. ¿Debería de haber algo más?

—No.

—Seguro.

Pasa por delante de mí y abre la puerta de su camioneta en una clara indicación de que suba. Lo hago, al estar sentada me aferro a mi portafolio y pequeño bolso de mano. Él sube y no pierde tiempo poniendo el auto en marcha. No sé muy bien qué decir y él parece demasiado a gusto con el silencio. Se detiene frente a un semáforo y su vista baja a mis piernas cubiertas por medias pantys, intento en vano bajar el dobladillo de mi falda aun cuando sé que es bastante decente. Lo veo sonreír ante mi inútil intento.

— ¿Alguna nueva noticia?

— ¿Sobre qué? —Me extraña que haya roto el silencio.

—Sobre tu lindo superhéroe, el pinta mierda.

—No voy a discutir contigo sobre ello. Me niego.

—De acuerdo —Sonríe—, no voy a molestarte.

—Ver para creer.

De nuevo nos mantenemos en silencio, observo su perfil. Es imposible no verlo, no puedo evitarlo. Todo ese aire masculino desbordando de él, esa piel bronceada, su leve acento, la barba y los ojos grises. Siento que me atrae como una especie de imán.

— ¿Por qué cortaste tu cabello?

—Porque me provocó.

Es una respuesta insípida, pero no se la replico. Mi celular vibra y leo el mensaje de Holden preguntándome si estaba bromeando o era un imbécil que me había abandonado.

«Tranquilo, era una broma»

No hay necesidad de darle explicaciones. Edmun detiene su camioneta y baja del auto tras estacionarse. Me volteo hacia el asiento de atrás para dejar mi portafolio en el asiento, cuando me giro de nuevo, la puerta ya se encuentra abierta y él toma mi cintura haciéndome bajar del auto. Mi cuerpo roza un poco lo suyo y él me observa fijamente mientras lo hace.

Es molesto saber que estoy conteniendo la respiración y que luego la dejo ir lentamente de una manera muy evidente, pero no puedo evitarlo. Es una reacción inmediata.

—Podía bajar sola.

—Pero quise ayudarte —susurra en mi oído antes de liberarme de su agarre.

Aliso mi falda y evalúo mi entorno desconocido. No es lo que esperaba, aunque honestamente no sé qué esperaba. Claramente no era esto: un bar restaurante.

Vengo del trabajo y estoy demasiado arreglada para esto. Edmun con sus jeans desgastados, su camisa mangas largas de lana color negra encaja mucho mejor de lo que lo hago yo, pero parece no importarle mientras me insta a caminar a su lado. Cuando nos adentramos el lugar es más pequeño de lo que esperaba, es ruidoso, suena mala música y hay una mesa de billar donde gritan y ríen sin control alguno. Me ordeno no ser prejuiciosa y relajarme, puedo disfrutar de esto si mantengo mi mente abierta.

Está bien probar algo diferente.

Sonrío de manera insegura a Edmun, me da una pequeña sonrisa como si aprobara mi reacción no pretenciosa ante el lugar al que me ha traído. Saluda a un par de personas y nos guía hacia una mesa alejada donde el ruido no llega con tanta fuerza. Las mesas son rusticas y de madera, los asientos desgastados y hay una graciosa flor artificial en una botella pintada a mano en el centro. No puedo evitar tomarla y evaluar los patrones de la pintura.

—Es bonita—Declaro—, hace que la mesa no sea tan...

— ¿Rústica? —Me rescata de mi apuro para encontrar una palabra que no resulte ofensiva.

—Sí, me gusta esta botella.

—Sí, a mí también. Maggie hace buenos trabajos con sus botellas.

— ¿Quién es Maggie? —No puedo evitar preguntar.

Él me señala a una bartender pelirroja vestida de cuero que va muy bien con la definición de sexy y segura. Vuelvo mi vista a él.

»Ah, esa es Maggie —Es lo que logro decir.

—Así es.

—Lo que quiere decir que vienes mucho por aquí, porque pareces conocer a muchos.

—Es buen ambiente, bebida económica, gente agradable y comida increíble.

—Y una bartender hermosa.

—También —Parece divertido.

Aclaro mi garganta y ubico mis manos una sobre la otra en la mesa, noto la oleada de calor que comienza a hacerme transpirar debido a la fuerte calefacción del lugar, por lo que me rindo y me quito el abrigo quedando en mi camisa clásica blanca mangas largas y de botones frontales.

—Tienes unos ojos muy bonitos, debo decir.

—Gracias —Su cumplido me toma con la guardia baja. Mis ojos son un verde claro bastante intenso, papá solía decir que eso me haría una buena candidata para un buen marido—. Entonces, ¿Por qué fuiste por mí?

Se inclina hacia adelante y toma la botella con la flor haciéndola girar en sus manos. Hay algo fascinante sobre sus manos: sus dedos son largos y fuertes, su palma para rigurosa y sus uñas recortadas parecen una vez más llevar algo en ellas, esta vez creo que se trata de carboncillo. Nunca presté especial atención a las manos de un hombre, pero me encuentro algo cautivada por las suyas y lo hábil que parece con ellas.

—Porque quise. Viniste a mi mente —Se encoge de hombros y alza la vista para verme—, pensé en la otra noche, quise saber de ti y fui por ti. Todo se hizo más sencillo cuando Elise me dijo que estabas sin auto y luego solo fue cuestión de convencer a tu amigo de que teníamos una cita.

—Pero esto no es una cita.

—Será lo que tú quieras que seas. No me enrollo en los títulos. Solo pretendo que esto sea... ¿Agradable?

—Agradable...Hasta ahora difícilmente asociaba la palabra contigo.

— ¿Buen besador eran mejores palabras para asociarme? —Se burla y retiro la mirada, ríe—. Supongo que comer en un lugar como este es algo nuevo para ti.

—Lo es.

—Casi da la impresión de que vives en una especie de burbuja de cristal. Dime una cosa, ¿Siempre fuiste esta frágil muñequita encerrada para no ensuciarse?

Creo que espera que me ofenda, me ponga a la defensiva o contraataque, es por ello que no oculta su sorpresa cuando lo admito:

—Sí, siempre. Incluso luego de dejar mi hogar.

Permanecemos en silencio hasta que una señora que lo saluda con cariño llega hasta nuestra mesa. Él le da una amplia sonrisa en donde las esquinas de sus ojos se achican un poco. Y Edmun sonriendo hace que me tome con fuerza las manos porque es simplemente deslumbrante.

—Iré por la especialidad de la casa, Lucy. ¿Tú qué quieres?

Miro el menú limitado y todo lo que veo es grasa o sencillo. He de parecer una idiota por no saber qué elegir cuando todo se lee tan fácil y no hay mucho que escoger. Me siento como una estúpida pomposa.

—Te recomiendo la hamburguesa con patatas fritas bañadas en salsa de queso. Te encantará —Me rescata Edmun y lo agradezco porque la mesera ya se estaba impacientando. Le devuelvo el menú.

—Tomaré eso junto a una...

—Cerveza, trae una cerveza para ella y una soda para mí —Me sonríe—. Yo conduzco, tú disfrutas.

—En breve vendrán sus pedidos —anuncia antes de alejarse. El calor me lleva a deshacer uno de los botones de mi camisa.

— ¿Hay algo malo con la calefacción aquí?

—Es un dilema. O es muy caliente o se pone tan frío que te congela el culo —Me indica—. Ambos casos son extremistas.

— ¿No eres de aquí, verdad?

—Sí y no —Es su respuesta—, mi señora madre nació y creció en Inglaterra.

— ¿Y tú?

—No nací aquí —Parece un tanto evasivo—, pero a los trece años volví por un largo tiempo.

— ¿Y luego?

—Estuve afuera por dos años a los diecisiete hasta regresar de nuevo.

—Un poco misterioso.

—Nunca está demás guardar nuestros propios secretos, ¿no?

Parece muy serio sobre ello así que asiento un tanto incómoda no queriendo indagar o molestarlo sobre lo que claramente es tan importante para él proteger.

—Entonces, viviste aquí y...

—Por ahí.

—Lo capto —digo.

Veo alrededor y me remuevo incómoda en mi asiento, con Edmun uno no sabe qué esperar. Puedes estar bajando la guardia y de repente pasar a sentirte de lo más fuera de lugar. Me hace dudar el estado de nuestra comida cuando esta llega demasiado rápido. Le doy una pequeña mirada de desconfianza a mi plato mientras la mesera sirve mi cerveza en un vaso.

—Gracias —Es lo que digo antes de que ella se retire.

Tomo el tenedor y pincho una de las patatas fritas en salsa de queso. Lo admito, es grasiento y chicloso, pero sorpresivamente tiene muy buen sabor. Mi hamburguesa es brutalmente grosera. Parece imposible conseguir un mordisco con la doble carne, tocino, queso y un montón de cosas más. Veo el plato de Edmun que consiste en lo que parece ser enrollados de pizza, algo que nunca había visto.

Es demasiada grasa para cenar y no sé cómo comerlo cuando es tan obscenamente grande. De manera tentativa tomo el cuchillo para cortar un trozo de la hamburguesa, Edmun ríe y alzo la vista. Me ve con diversión.

—Así no se come una hamburguesa.

—Lo sé, pero dudo que pueda sostenerla. Mis manos son pequeñas.

—Tener manos pequeñas nunca será un problema, puede sostener con ellas todo lo grande que quieras siempre que te lo propongas...

Deja las palabras colgando en el aire y pretendo ignorar el sentido que se les puede atribuir a ellas. Ríe de nuevo y luego se levanta con su plato, se desliza a mi lado. Sus manos van a mi hamburguesa, lo cual no es que sea lo más higiénico, la sostiene con sus grandes manos y la lleva a mi boca.

—No te dejaré alimentarme.

—Estoy ayudándote.

—Esto es vergonzoso, no lo hagas.

—Vamos, niña buena, abre esa dulce boquita. Esta hamburguesa está esperando por ti.

La acerca más a mis labios, la roza y siento la salsa manchar mi labio inferior. Esto es estúpido. Veo alrededor y nadie nos está observando. Abro mi boca y doy un tentativo mordisco. Es muy buena, una explosión de sabores. Él deja la hamburguesa de nuevo en mi plato y toma su enrollado para morder.

— ¿Y bien?

—Está muy buena —admito.

— ¿Ves? Las cosas no necesitan tener un nombre muy elaborado para saber delicioso. Ni necesitan ser elegantes para encajar contigo.

— ¿Pretendes mostrarme el lado salvaje de la vida? —bromeo.

—Con todos sus matices, si me lo permites.

No vuelvo a necesitar su ayuda para comer, me propongo tomar mi hamburguesa con mis propias manos y aunque termino siendo un desastre de manos grasosas y llenas de salsa, disfruto de cada bocado. Mi camisa también recibe un par de manchas que me dicen que si pretendo salvarla debe hacer un viaje a la tintorería.

Edmun es un experto comiendo su enrollado, de hecho tiene unos modales que me dan un poco de envidia. No se ensucia. La cerveza es artesanal y está buena, pero solo me tomo una. Como un poco más allá de la mitad de la hamburguesa, pero cuando siento que voy a explotar me doy por vencida, Edmun se ofrece a comerse el resto.

No me sorprende, un hombre grande como él tiene que comer un montón.

No puedo evitar aplaudirle cuando termina el último bocado de mi hamburguesa y él finge hacer una reverencia antes de beber de su soda. Es raro conocer a este lado de él, uno que no es tan grosero conmigo y que de hecho es muy amigable.

—Iré al baño a lavar mis manos —anuncio antes de ponerme de pie.

Efectivamente en el baño, que gracias al cielo es limpio, lavo mis manos y limpio la grasa de mis labios. Mis mejillas están muy sonrojadas y debo admitir que mis ojos brillan. Viendo la hora en mi reloj me doy cuenta que es pasada la medianoche. Trabajar en InfoNews hace que nuestra vida nocturna sea peculiar, incluso cuando en este nuevo canal nuestro horario comienza más temprano y por ende salimos temprano también. Seco mis manos con toallas de papel y salgo del baño. Me detengo brevemente porque Maggie esta inclinada en la mesa, parece estar diciéndole algo a Edmun, él asiente con lentitud y luego ella se inclina mucho más como si fuese a besarlo, pero él voltea su rostro y luego sacude su cabeza antes de decirle algo.

Ella rueda sus ojos y se incorpora, parece que le dice algo desagradable, pero él se encoge de hombros en respuesta. No soporto más esta escena de cine mudo y camino con seguridad hasta mi mesa.

Edmun me observa y se desliza para dejarme el espacio en donde antes se encontraba él. Me volteo hacia Maggie señorita ardiente y sexy. Me observa con un leve resentimiento, como si yo no fuese lo que esperaba.

Como si yo fuese más de lo que imaginaba. Eso me gusta.

—Hola, ¿Sucede algo? —pregunto.

—Sí, creo que te perdiste de tu casita de cristal —Es todo lo que me dice antes de darse la vuelta y caminar hacia la barra.

Hablando de ser hostil...

—Bueno, no hice una nueva amiga. Es algo bueno que no quiera obtener un trago o ella escupiría en él.

—Ya pagué la cuenta, ¿Lista para irnos?

—Oh, claro.

De alguna manera esperaba que el ambiente relajado durara un poco más, pero no todos tienen el horario de mi trabajo y claramente he quitado mucho de su tiempo. Tomo mi abrigo y salgo siendo seguida por él. Su mano descansa en mi espalda baja mientras me guía, no me pierdo la mirada no agradable de Maggie,  pero no estoy familiarizada con esa vibra de odio a causa de un hombre, por lo que opto por ignorarle.

Edmun abre la puerta del auto para mí, subo y abrocho mi cinturón de seguridad mientras él sube. Le indico la dirección de mi hogar y conduce en completo silencio.

—Ella...

—Sin esa clase de preguntas, niña buena.

Y de nuevo aquí está el irritable Edmun Matters, me cruzo de brazos en total muestra de molestia ante su retomada mala actitud. El camino se hace en silencio y a él parece darle igual mi molestia ante su actitud. Cuando se detiene frente a mi edificio, que claramente nota es lujoso, abro la puerta de su auto y prácticamente salto y busco la manera de abrir la puerta trasera para tomar mi portátil en el maletín. Pero la puerta no abre y eso solo me molesta más.

— ¡Ash! ¡Abre!

Me giro y lo encuentro con las manos en los bolsillos delanteros de su pantalón, observándome con fijeza sin ninguna iniciativa de ayudarme a abrir la puerta que está bloqueada.

— ¿Me haces un favor? —Prácticamente estoy siseando.

—A la mierda que te hago más que un favor. Qué se joda todo.

— ¿Qué?

Jadeo sorprendida de su próximo movimiento cuando mi espalda choca contra la puerta de la camioneta, sus manos están en mi cuello y su boca sobre la mía. ¿Qué demonios?

















Holaaaa, paso sumamente rápido porque debería estar durmiendo.

Las próximas semanas no podré subir capítulo, así que nos leemos pronto.

Espero les guste.

Un beso.

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