Capítulo Treinta y uno: Arte e imprudencia


Capítulo treinta y uno: Arte e imprudencia.


20 de abril, 2016.

— ¿Qué está mal, Val?

Suspiro, reviso mi teléfono y cierro los ojos una vez más al confirmar que no tengo ningún mensaje nuevo.

¿Por cuánto tiempo tendré que vivir con esta angustia y zozobra? No quiero vivir con esta sensación de pérdida y desconcierto.

Siento a Michelle acariciar mi cabello y casi sonrío ante el hecho de que acomoda las sabanas a mí alrededor y luego me abraza desde atrás. Me alegra tener a mi hermano conmigo, incluso me gusta más que, a diferencia de cuando éramos pequeños, él ahora sea más cariñoso conmigo.

— ¿Es por Edmun? ¿Aún no te llama? Puedo intentar de nuevo llamar a Dietmar.

—No —digo de inmediato.

Lo último que necesito es que mi pequeño hermano se vea perjudicado. No olvido la amenaza a Matthew – La cual ahora tiene más sentido – y tampoco olvido todo lo que leí la noche de a...Todo sobre esa familia. Llevé las cosas tan lejos que pasé toda la madrugada intentando encontrar cualquier información sobre ellos en internet, pero todo era extraño.

Solo fui capaz de encontrar artículos relacionados a eventos elitistas, donaciones, cenas benéficas, pero nada sobre los asuntos sobre los que Jocker me habló. No había algo respecto a especulaciones delictivas e incluso el artículo que leí hace horas en el programa, fue dado de baja. Como si internet estuviese limpio de rastros de ellos. Hice una búsqueda en vano en donde, en fotografías, vi a integrantes de una elitista familia, me pregunto si son sus padres. Para lo que me sirvieron esos artículos fue para confirmar un hecho innegable: son su familia.

En una foto pude ve un evento en donde se encontraba un señor mayor acompañado de un hombre muy atractivo y junto a ellos se encontraba Lorenz. Eso me dejo un sabor amargo, porque me hace preguntarme si las palabras de Jocker fueron ciertas.

Todos los que conocemos a Jocker, durante mucho tiempo, sabemos que nunca escribiría un artículo sobre el que no se sienta seguro o no considere que tenga un 85% de certeza, y si él me dice que escribió hace un tiempo sobre el crimen organizado y supo de esa familia – aunque no la mencionará en dicho artículo – suena lógico creerle, pero tengo tanto miedo de hacerlo.

Mi reacción de ayer es producto de la sorpresa, he estado teniendo una charla conmigo misma las últimas horas, ordenándome ser racional, no actuar de manera impulsiva, no juzgar sin escuchar, no armar teorías. Y ha sido difícil, ha sido una lucha en la que mi estado emocional pende de un hilo en este momento.

Los restos de la antigua Valerie que aún se encuentra en mí, hacen que quiera correr lejos y alejar todo de mí, incluyéndolo a él. Pero la Valerie que poco a poco ha ido creciendo, me dice que crea en él, que al menos le dé la oportunidad de darme alguna explicación.

Pero ¿Cuándo? Ni siquiera sé si se encuentra bien y esta es la parte dura a la cual debo llegar: la razón de mi insomnio, lágrimas y preocupación se encuentra en el hecho de que no sé si él está bien. Las palabras del artículo rondan en mi cabeza una y otra vez: tiroteo, muertos, toma de rehenes. Y todo lo que recibo de Edmun y Dietmar es silencio. Luego está el mensaje que Dietmar envió diciendo que no lo contactara.

—Levántate a comer —Pide Michelle en suplica.

—No tengo hambre, solo intentaré dormir.

—Debes comer, Val. No dormiste anoche, sé que estuviste despierta. Tus amigos dijeron que vomitaste en el programa luego de que tuvieras alguna crisis, no has desayunado y ahora no quieres almorzar.

—Tampoco me he bañado —intento bromear, pero ninguno de los dos ríe.

— ¿Qué tal tomar un baño y luego comer? Compré una sopa que está muy rica —Hace una pausa—. ¿Puedes hacerlo por mí? Estoy preocupado de verte así.

Suspiro y cedo porque lo último que quiero es preocuparlo. Me incorporo y parpadeo continuamente porque no comer me hace sentir débil, así que tomo unos segundos para reprenderme a mí misma, porque lo último que deseo es hacerle daño a mi salud. No debo ser esa mujer en cama esperando que alguna solución caiga del cielo.

—Voy a averiguar que está pasando —digo a la nada, volteo a ver a Michelle—. Tomaré un baño y comeré, tranquilo. Puedes seguir leyendo.

Camino hasta el baño y me tomo el tiempo de preparar un baño en la tina, mientras se llena, me torturo con los pensamientos sobre Edmun y odio no poder evitarlo. Detesto no saber cómo manejar mi estado de ánimo, no saber desprenderme de esta extraña sensación de pérdida y dolor. Detesto toda esta situación.

—Tú y yo tendremos una conversación muy seria, Edmun —mascullo—. Porque debes volver para tener dicha conversación. Dijiste que hablaríamos y aquí estoy esperando para hacerlo. Date prisa, por favor.

Cuando la tina está lista, me desnudo y entro en el agua, se siente increíble contra mi cuerpo tenso. Recargo mi cabeza de la orilla y mantengo la vista en el techo blanco del baño. Debo pensar esto bien.

Edmun me dijo que en su familia le enseñaron a mentir. Sus pistas están en su arte, sus palabras sobre abandonar sus hermanos, ese desapego deliberado a las personas. No es únicamente que él sea asocial, puede ser su manera de alejar a todos del peligro...

Basada en mi conversación con Matthew y con el mismo Edmun, hace mucho tiempo está viviendo aquí en Londres, lo que quiere decir que de cierta manera está alejado de Austria y tal vez de toda esa vida. Podría significar que huyó de ella...

—Me faltan piezas —susurro—, me faltan muchas piezas tuyas, Edmun.

Cierro mis ojos y trato de relajarme, no lo consigo por lo que pasados unos minutos termino mi baño. Tomo uno de mis pijamas de seda y dejo mi cabello en la cola alta que me hice para no mojarlo. Tomo una de mis dos laptop y camino hacia la sala. Me llevo una sorpresa al encontrarme a dos invitados.

— ¿Cómo estás, cariño?

—Bastante sorprendida por esta visita —confieso hacia ella y luego trato de sonreírle a él—. Hola, Matthew.

—Hola, Valerie.

— ¿Alguna noticia? —No puedo evitar preguntar.

—No exactamente.

—Genial —murmuro y veo hacia la mesa en donde Michelle me señala un tazón de sopa—. Gracias, Mich.

—La mejor manera de agradecérmelo, es comiendo —Mira hacia la pareja—. Tus invitados dijeron que ya comieron.

—Es todo un anfitrión mi hermanito ¿No? —Les pregunto y ellos ríen.

Camino hasta la mesa y dejo la laptop al lado del tazón. La verdad es que el olor de la sopa hace que mi estómago gruña y exija comida, así que no tardo en comenzar a comer, han sido muchas horas sin ningún bocado. Michelle tenía razón, la sopa es excelente y mi cuerpo lo agradece.

La silla de mi lado se desplaza cuando Mathew se sienta en ella. Su cabello ondulado está más despeinado de lo usual y noto que tiene unas leves bolsas debajo de sus ojos

—Tengo una petición que hacerte, Valerie —Todo lo que hago es verlo—. Alexander, mi amigo, no sabe que Edmun se encuentra desaparecido, tampoco sabe lo que hemos descubierto sobre la familia de Ed.

»Las personas no lo saben, pero Alex sufre de ataques de pánico y ansiedad bajo situaciones de estrés —Rasca su ceja—. Cuando se estresa su salud se desequilibra un poco.

Por un momento me pregunto: "¿Debo decirle esto a Alexa?", pero sacudo mi cabeza y asiento hacia él. Puedo respetar eso y en este momento, suena egoísta, pero decirle a Alexander no es mi prioridad.

—No pasaba por mi cabeza comentarle. En realidad no le he dicho a nadie lo que está sucediendo con Edmun...

Dejo de hablar dándome cuenta que Michelle todavía se encuentra en la sala. Elise carraspea su garganta y se pone de pie.

— ¿Me acompañas a comprar algo para que Matthew y Valerie puedan hablar?

De acuerdo, eso fue directo y eso fue muy Elise.

Noto que Michelle quiere rechistar, pero Elise básicamente tira de él mientras caminan hacia el ascensor. Digo "adiós" con mi mano antes de continuar comiendo la sopa que comienza a enfriarse.

—No creas que Elise nos dejó el campo libre, ella solo sabe que luego le contaré lo que hablemos aquí...Aprecia a Ed y al igual que nosotros, se encuentra preocupada.

De nuevo asiento y continúo comiendo, ahora la comida no tiene el sabor maravilloso del principio. Mi estómago se cierra en nudos sabiendo que hablaremos de toda esta situación tan angustiante.

—Nunca, en el pasado, pensé en averiguar por qué Edmun usaba ese apellido en particular al pintar y de hecho, hasta hace poco, pensé que Moritz significaba hermano en austro-bávaro.

Lo miro confundida y sus mejillas se sonrojan, mira hacia la mesa.

»Fue lo que Dietmar me dijo cuándo lo conocí.

—Eso tiene sentido —Rio por lo bajo—. Eso suena mucho a él.

—Sí, imagina mi sorpresa cuando me dijiste que es el nombre que le pusieron cuando nació. Me sentí tonto, aunque supongo que a ellos les pareció gracioso.

—A Dietmar sí, Edmun por otra parte seguro pensó que ambos eran unos idiotas. Él por mentirte y tú por creerle.

—Ahora puedo entender por qué no hablaba de su familia, por qué parecía tan estresado cuando su pequeño hermano apareció, por qué el anonimato y por qué el recelo sobre acercarse a las personas.

— ¿Lo das por hecho? —Matthew solo me observa y prosigo—... ¿Qué su familia sea...?

—Lo doy por hecho. Eso explicaría muchas cosas, sobre todo el hecho de que fui amenazado. No puedo mentirme, se ve como una realidad.

—Da miedo aceptar que de verdad es real.

—Eso lo cambia todo y nada, Valerie. Ni siquiera en mis libros me mezclé con gente del bando equivocado y esto lo cambia todo. Estoy aterrado, desconcertado y herido sobre todas estas circunstancias, esa es la parte en donde saber esto lo cambia todo.

— ¿Cuál es la parte dónde no cambia nada? —Dejo de comer y hago a un lado el tazón.

—He conocido a Edmun desde que tenía doce años, desde que era un niño con mucho sobrepeso. Lo vi partir muchas narices mientras me defendía, muchas veces me quitó mi comida porque le gustaba cómo cocinaba mi mamá. Estuve con él cuando sus abuelos murieron y cuando sus pinturas salieron a la luz.

»Él estuvo conmigo en momentos oscuros, otros más claros y muchos más felices. Siempre ha sido el enigmático y malhumorado amigo, el diablo de mi consciencia y saber la clase de familia que tiene, no cambia todo eso ¿Sabes? No puedo fingir que no lo conozco. Porque sé que el Edmun que conozco no es una mala persona y que tal vez, a esa familia le pertenece un nombre: Moritz. Pero no le pertenece la persona en la que mi amigo se convirtió.

Las palabras de Matthew me conmueven, siento un nudo en mi garganta y mi vista se nubla ante las lágrimas que contengo. Puedo ver que sus propios ojos se encuentran cubiertos de una capa de lágrimas no derramadas, él sonríe.

—Edmun puede ser una persona tosca, con muchos rasgos negativos en su personalidad, pero sé que no pertenece a esa vida. Me niego a no creer que vino a Londres en busca de una vida mejor. ¿Conoces su tatuaje?

—Tres asteriscos —susurro—. Murió tres veces, eso me dijo.

—Pensé que solo era su mente artística hablando, pero ahora intuyo que eso tenía más significado.

—Tengo miedo de que no vuelva, de no saber si está bien —confieso—. Tengo miedo de mí.

— ¿De ti?

Asiento y digo lo que no he dicho en voz alta, pero está en mis pensamientos desde ayer.

—Temo de mí. En condiciones normales tendría que estar pensando en cómo dejarlo ir cuando vuelva, estar enojada y en contra de todo esto. Pero solo puedo pensar en que esté bien, en que vuelva y maquinar mil escenarios en dónde hay una verdadera razón para no dejarlo ir cuando admita que su familia es parte de una organización sucia.

»No creo que llegues a comprenderme, Matthew, pero he dado muchos pasos para ser la mujer que soy hoy. He renunciado a muchos prejuicios aprendidos de mis padres, pero no puedo fingir que no hay rastros de esa vieja Valerie aun en mi interior. Temo de tantas maneras sobre mí. Pero ¿Te digo cuál es el temor más grande en este momento sobre mí misma?

Mordisqueo mi labio inferior y noto que sin darme cuenta estaba jugueteando con la servilleta de papel en mis manos.

—Tengo miedo de que esos restos de la antigua yo asustadiza, me alejen de una de las sensaciones más maravillosas que he experimentado en mi vida. Tengo miedo de aterrarme de esta situación y cerrarle la puerta —Acabo con un susurro y la primera lágrima cae—. Me estoy volviendo loca, Matthew. Estoy muy asustada.

»Y no sé por qué te cuento esto a ti, lo siento —Uso la servilleta para limpiar mis lágrimas.

Él acerca su silla a la mía y pasa su brazo por sobre mis hombros dándome un muy necesario abrazo. Creo que la razón por la que le dije todo, es porque él quizá es la persona que más conoce a Edmun. Es alguien que se preocupa por Edmun de la misma manera en la que lo hago yo, alguien con quien comparto toda esta angustia y cuyas palabras, anteriormente dichas, me han dado perspectiva.

—A veces, cuando me siento así, a segundos de enloquecer, perder la razón y mi norte, escribo. Lo dejo ir todo en palabras porque es mi elemento —dice—. Escuché que escribes artículos, tal vez dejarlo ir en palabras te haga sentir mejor.

—Escribo artículos en formato ensayos e informes, al estilo científico.

—Entonces, escríbelo de esa forma. Drénalo todo... —Hace una pausa— pero por favor, bórralo luego o guárdalo bien, lo último que necesitas es que después se filtre.

Rio por lo bajo y me alejo de su abrazo mientras limpio mis lágrimas, veo la sopa ahora fría...Estoy segura de que Michelle va a quejarse.

—Gracias, Matthew.

—Gracias a ti. Necesitaba estar con alguien que amara igual o más a Edmun de lo que lo hago yo. También me hiciste sentir mejor.

»Ese idiota tal vez no lo sabe, pero ha impactado más de una vida a su paso.

Concuerdo en ello, porque conocer a Edmun trajo muchos cambios a mi vida, la mayoría de ellos positivos, no debo olvidar eso.

—Edmun tenía programada una exhibición de pocas obras, es reservada y para pocas personas, creo que te gustaría ir —Saca unos boletos de su chaqueta—. Las pinturas de Edmun siempre son una buena manera de entender lo que no dice con palabras.

—Su arte habla por él, pero no todo. Todavía en trazos y pinturas, él esconde muchos secretos —susurro tomando los dos boletos, sonrío a medias—. Soy una fan.

—Algo de eso escuché —Se ríe—. Si necesitas hablar sobre esto, alguna vez, puedes hacerlo conmigo, Valerie. Entiendo cómo te sientes.

—Gracias, Matthew.

***

23 de abril, 2016.

Veo de reojo a Michelle mientras conduzco, sonrío porque sigue con la incertidumbre de abotonar o no el último de la camisa.

—Creo que me gusta desabotonado —indico deteniéndome para tomar el ticket que me entregan para estacionar mi auto.

Me adentro al estacionamiento y por suerte no he perdido mi habilidad para estacionarme correctamente al primer intento. Ahora que tengo este nuevo auto, espero no salga defectuoso como el anterior que pasaba más tiempo con mecánicos que conmigo.

Reviso mi maquillaje en el espejo retrovisor y de verdad que da la impresión de que debajo de el no se encuentran unas grandes ojeras y cansancio, sin embargo, no pueden ocultar el hecho de que mis ojos se ven inyectados en sangre. Saco de mi bolso unas gotas que se han vuelto mis amigas y las aplico, de inmediato siento alivio. Suprimo las ganas de bostezar y me doy cuenta de que mi hermano me observa.

—Estás durmiendo muy pocas horas —comenta—. Tienes mucho en tu mente, por eso no logras descansar.

—Estoy bien —Tomo mi bolso y salgo del auto.

Espero hasta que él se baje para activar los seguros, me acerco y enderezo el cuello de su camisa. Mi hermano, sin duda alguna, tiene una belleza innegable y ahora que se ve menos tenso y que poco a poco va aceptando quién es, esa seguridad le da más atractivo.

—Val, ¿Por qué no volvemos a casa y descansas? Creo que lo necesitas —Hace una pausa—. Me está asustando que finjas estar bien y serena cuando por dentro tu cabeza es un caos. Creo que debemos ir a casa a que descanses.

—Tendremos un lindo día —garantizo—. Veremos esta exposición privada, almorzaremos en un bonito restaurante, compraremos libros y luego iremos a casa. Gracias por preocuparte, Mich, pero necesito esto.

»Necesito tomar aire, hacer cosas que haría un fin de semana cualquiera y no quedarme en casa carcomiéndome la cabeza.

Asiente y camina a mi lado hacia el ascensor. Reviso de nuevo mi maquillaje en el espejo de esta caja de metal mientras las puertas se cierran luego de que marque el piso al que vamos. Paso la mano por mi camisa de seda blanca, alisándola. Necesito este día, necesito dejar de torturarme con mis pensamientos. Estoy tan cansada.

— ¿Estás peleada con Edmun? —Me pregunta, nuestras miradas se cruzan a través del espejo—. ¿Estás...Despechada? ¿Por eso no duermes? ¿Por eso él y Dietmar no han venido a visitarnos? ¿Por eso no quieres que le escriba a Dietmar? Todo esto es muy confuso para mí.

—Estamos pasando una situación turbulenta en nuestra relación —Me limito a decir.

No quiero preocuparlo, tampoco quiero adentrarlo a toda esta incertidumbre y tampoco quiero que le escriba a Dietmar cuando ha quedado claro que en este momento no responderá y luego de las amenazas a Matthew, es más que evidente que no debe escribirle. Sin embargo, Michelle no es tonto e intuye que algo está pasando.

El ascensor se detiene en el piso que marcamos y salimos, doy los pasos hacia la pequeña sala de exhibición y dejo ir una lenta respiración. Aquí está la esencia de Edmun, parte de su ser, su arte.

Llevo una mano a mi pecho, como si pudiese acariciar mi corazón, porque late de prisa. Es increíble la conexión que tengo con este arte, la manera en la que cada parte de Edmun ha logrado capturar una parte de mí. ¿Perderé eso? ¿Nos perderemos mutuamente?

Hay pocas personas, a lo mucho una veintena. Hay pocas obras, un conteo me hace saber que solo hay unas cinco, pero a diferencia de otras exhibiciones, en estas parecen haber descripciones. Tomo la mano de Michelle y la aprieto con fuerza, él se queja. Volteo a verlo.

—Aprecia el hermoso arte que estamos presenciando hoy. Esto es maravilloso, Mich. ¿Cómo puede tener tanto talento? Su arte es magia.

—Hablas como si lo conocieras.

—Esto me hacer recordar que lo hago. Lo conozco —Siento que sonrío, sacudo mi cabeza dándome cuenta de que hablo en voz alta—. Quiero decir, siento que conozco al dueño de este arte.

Uno de los anfitriones aparece entregándonos una copa de vino y describiéndonos en qué consiste este evento privado del famoso pintor. Pregunta si queremos a un guía que nos describa cada pieza y la técnica aplicada por el pintor, lo descarto y le hago saber que estaremos bien por nuestra cuenta.

Arrastro de la mano a Michelle para ver el primer cuadro. Supongo que causa algo de gracia que ambos ladeamos la cabeza a la derecha.

— ¿La pintura está al revés? —pregunta mi hermano agachándose, buscando la manera de verlo mejor, estoy tentada a hacer lo mismo.

—Creo que esa era la idea.

—Son colores. Bueno, tenemos rojo, negro y naranja. Parece un caos, pero un caos profesional —dice Michelle.

Amo el hecho de que mi hermano está dispuesto a interpretar el arte y parece genuinamente interesado. Viendo la pintura por al menos un minuto entero, desde mi perspectiva, por la manera en la que maneja los colores, que está de cabeza y que parece seguir un patrón, tal vez él quiso expresar la pérdida de control y colisiones.

Me acerco para leer la descripción en voz alta, Michelle sigue agachado buscando ver desde todos los posibles ángulos.

"¿El orden está sobrevalorado? Algunas riquezas son el resultado del caos y colisiones de colores. La pasión, oscuridad y luz, rearman las piezas para formar una nueva obra" —termino de leer.

La descripción es corta y preciosa. Es muy Edmun.

—Creo que me gusta esta pintura—declara Michelle incorporándose—. Es raro, simple y la descripción es buena. ¿Qué tan famoso es este pintor?

—Bastante. Cada pintura es significativamente costosa. Aunque para mí, su arte es invaluable.

—Se supone el fanatismo es pecado —Lo escucho murmurar.

Volteo a verlo y tiene el ceño fruncido cómo si estuviera lidiando con una batalla interna. Termina por suspirar.

»Admirar algo o alguien no debería de estar mal, ¿Verdad? No creo que sea pecado.

Antes de que le pueda responder, da un sorbo a su copa de vino y avanza. Doy un sorbo a mi copa sabiendo que será todo lo que podré beber al estar conduciendo; me mantengo durante otros pocos minutos más, observando la pintura y leyendo la descripción.

—Siento como si me hablaras, Edmun.

Y me siento de esa manera a medida que avanza por sus obras, al leer sus descripciones de alguna manera tengo la tonta sensación de que me hablaba. No sé si Michelle está estresado por mi lentitud, pero me detengo durante largos minutos en cada obra; tardo en llegar a la última pintura.

"Hasta en la tierra más seca, puede crecer vida. De las adversidades florecen las más bellas flores" —Lee Michelle—. Me gusta esta descripción.

—A mí también —murmuro conteniendo las ganas de tocar la pintura, de seguir los relieves con mis dedos.

Es increíble el realismo con el que la tierra se ve llena de escombro, muerta, maltratada, es oscuridad, pero en ella se encuentra un tallo creciendo. Se ve débil, a punto de caer pero aun así, alberga tres pétalos y un cuarto está cayendo a la tierra muerta.

Fortaleza y esperanza, eso es lo que percibo. Y siento que llega en el momento en el que más lo necesito.

—Es maravillosa —susurro—...Es arte.

Siento mi teléfono vibrar en el bolsillo de mi falda y me cuesta dejar de ver la pintura para responder. Reconozco el código y me toma por sorpresa, ¿Podría estar Denise llamándome?

—Ahora vuelvo, Mich.

Le entrego mi copa todavía llena y me alejo caminando hacia los sanitarios. La llamada finaliza, pero apenas entro, vuelve a entrar. Contesto.

— ¿Denise? —pregunto. Hay unos segundos de silencio—. ¿Hola?

—Te volviste pecadora, arrastraste a tu hermano a esa vida de depravación y ahora pretendes contaminar a Denise. ¿Qué clase de mal eres para esta familia?

Me toman largos segundos procesar las palabras y la voz. Tropiezo con mis propios pies y me agarro del lavamanos. Mi corazón late muy deprisa y mi estómago se revuelve con mi antiguo enemigo el miedo. Trago con fuerza y parpadeo continuamente.

—Eres un mal, un parasito destinado a consumirlo todo a su paso. Deja en paz a mi hija, no te dejaré contaminarla. Eres todo lo malo que le ha pasado a esta familia, fuiste nuestro castigo. Tú y ese maricón que llevaste contigo.

—Eres una basura —murmuro con voz temblorosa—. Tú...Eres el pecador. Si hay un infierno, arderás en él, Valter.

—Aléjate de mi familia, demonio.

La llamada finaliza. Cuando bajo el teléfono de mi oreja me doy cuenta que mi mano tiembla, al igual que mi labio inferior. Luzco pálida y con una expresión de susto en mi rostro. ¿Fue eso una advertencia? ¿Una amenaza? ¿Por qué me odia tanto?

—Respira, Valerie, respira —Me ordeno—. No lo dejes afectarte, no le des ese poder sobre ti. Nunca más.

Saco el labial de mi bolso y trato de que mi pulso no tiemble mientras retoco mi maquillaje. ¿Por qué el odio? ¿Cómo alguien que dice sentirse cercano a Dios proclama tanta intolerancia y odio?

No puedo sentarme y fingir que no me duele. Toda persona sueña con tener una familia que te ame y apoye, que celebre tus triunfos y sobe tus heridas. Muchas veces, cuando veía a mis amigos interactuar con sus familias, me resultaba doloroso, nunca tuve algo así.

Lo más cercano a ese tipo de familiaridad lo tuve cuando estuve casada con Jocker y al divorciarnos, esa fue una de las pérdidas más grandes que lamenté. ¿Por qué mi propia familia proclama tanto rechazo? Supongo que debo rescatar de ello que tal rechazo me ha hecho crecer y conseguir mi amor propio, ser independiente y separarme de una familia llena de tanto odio. Sin embargo, de alguna manera, supongo que el dolor sordo siempre estará ahí.

Tomo otra respiración profunda y sonrío a mi reflejo en el espejo.

—Haz cometidos muchos errores, Valerie, pero nada de lo que te acuse ese señor es cierto —Me digo—. Deja que lo consuma su odio y no pierdas tu horizonte. ¡Ánimo!

Salgo del baño y camino hacia Michelle, parece estar conversando con una señora. Él me mira apenas llego a su lado.

—Fue un placer, señora —Asiente hacia ella y enlaza su brazo con el mío—. ¿Ya estás lista para irnos, cariño?

—Claro... —respondo.

Básicamente él nos hace correr hacia la salida, hago que se detenga y me giro para darle un último vistazo a la exhibición. ¿En dónde estás, Edmun? ¿Estás bien? Por favor habla conmigo.

Estoy dispuesta a escucharlo, espero podamos tener esa oportunidad de hablar. Trato de no pensar en el hecho de que él podría...Simplemente estoy fingiendo ser más fuerte de lo que en realidad soy.

Michelle tira de mi mano y apresura mi paso. Lo miro mientras estamos frente al ascensor esperando a que llegue.

— ¿Qué sucede, Mich? ¿Por qué estás tan sonrojado y apremiante en irnos?

—Esa señora...Ella dijo...Hizo propuestas... ¡Me dio su tarjeta! Dijo que podría darme las cosas más lujosas, que le parecía hermoso y le gustaba coleccionar a chicos como yo. ¡Coleccionar!

—Oh...Vaya, qué desagradable —digo desconcertada—. Cálmate, respira hondo, no te hará hacer algo en contra de tu voluntad, solo pasa de ella e ignórala.

—Lo dices tan normal. ¿Te parecen normales ese tipo de propuestas?

Pienso en los asquerosos que alguna vez me han insinuado cosas para hacer algunas campañas publicitarias, mucho del acoso que aun recibe Breana a dónde sea que vaya, los momentos desagradables que todos los del programa hemos pasado. Incluso, pienso en Kennedy, cuando insinuaba una y otra vez que debía venderme más sexual al público.

—No normalizo ese tipo de situaciones, Mich, personas así las hay en todas partes, de todas las edades y cualquier sexualidad.

—Ese tipo de acoso está mal.

—Muchas cosas están mal y aun así, no reciben soluciones inmediatas. Una vez escuché a alguien decir que debemos ser nuestros héroes diarios y no dejar que la gente mala nos destruya.

—El mundo es tan depravado —murmura y suena verdaderamente decepcionado de la humanidad, a veces, yo también lo estoy.

***

24 de abril, 2016.

Es la una de la mañana con un poco más, lo sé porque recién logré conseguir algo de sueño, pero el sonido de la vibración contra mi mesita de noche ha hecho que vuelva a despertar. Tanteo con mi mano en busca de mi teléfono.

Normalmente no recibo mensajes o llamadas a esta hora, lo que me hace ser cautelosa en el momento en el que desbloqueo el teléfono y trato de adaptar mis ojos a la iluminación. Si fuera científicamente posible, mi corazón se hubiese detenido y comenzado a latir de prisa una vez más en el momento en el que leo que es un mensaje de Edmun.


Mi pintor: Ven a mi casa. Te lo explicaré.


Leo el mensaje una y otra vez antes de teclear una respuesta con cautela.


Valerie: ¿Ahora?


Mi pintor: en este preciso momento.


Miro la hora, casi serán las dos de la madrugada. ¿Por qué me pediría algo como eso a esta hora? ¿En qué momento apareció? Y la pregunta más importante ¿Es verdaderamente Edmun?

Me pongo de pie y camino de un lado a otro. Si se trata de Edmun y me necesita ¿Qué pasa si no voy? Pero ¿Y si es una trampa? Estoy llena de miedo sobre a la vida que pertenece su familia. ¿Qué pasa si es algo malo? ¿Por qué no decidió llamarme para de esa manera comprobar que realmente era él?

¿Por qué piensa y suena tan seguro de que iré?

Intento llamarlo y la llamada es desviada. Trago, un nuevo mensaje llega.


Mi pintor: no puedo responder ahora, ven a verme.


—Tengo que estar realmente loca, así comienzan las películas de terror —murmuro comenzando a sacarme el pijama y buscando ropa qué ponerme.

No tardo mucho en vestirme con un jean y camisa de algodón, recojo mi cabello en una coleta alta y me calzo con zapatos deportivos con la idea de que yo podría tener que correr. ¿Debo llevar algo que me sirva de...Defensa? Me estremezco ante la idea, pero tomo mi gas pimienta sintiéndome tonta ante el hecho de que es mi única protección.

Escribo una nota rápida a Michelle por si despierta y tomo las llaves de mi auto. Subo al ascensor llena de miedo de lo que podría suceder si el de los mensajes no es Edmun.

El amor hace estúpidas a las personas —murmuro—. Tenías razón al decir eso, Krista.

Escribo un rápido mensaje para Matthew.


Valerie: Edmun me ha escrito diciendo que vaya a su casa. No sé si es él, pero estoy yendo allá ahora mismo.

Valerie: estoy asustada y no sé si estoy loca. Solo...


Envío el mensaje sin completar. Me dirijo al estacionamiento y localizo mi auto. Desactivo la alarma y subo a él. Tengo una absurda charla conmigo misma antes de encenderlo. Mi teléfono suena, es un nuevo mensaje.


Matthew: ¿Es que has perdido tu intelectual cabeza? Retrocede. Retrocede.


Valerie: llevo gas pimienta.


Matthew: pero no llevas tu sensatez. RETROCEDE.


Valerie: voy en camino.


Matthew: espera por mí, no entres a esa casa al llegar. ESPERA.

Matthew: ¿Valerie?


Valerie: lo haré, esperaré ahí por ti.


Dejo el teléfono en el portavasos y pongo en marcha el auto. Creo que nunca en mi vida había conducido tan deprisa y estoy segura de que me llegarán multas a casa debido a esto. Trato de no pensar en los mensajes mientras conduzco porque necesito no estrellarme.

¿Estoy conduciendo a una trampa? Pero si es así, ¿Por qué siquiera alguien pensaría en mí para lastimarme?

—Esto es una locura —susurro a medida que me acerco a mi destino.

Es demasiado tarde cuando me acuerdo que debo esperar por Matthew, ya he detenido el auto muy cerca del frente de la casa de Edmun. Las luces están encendidas, pero las ventanas están cerradas y ocultas por las cortinas.

Mantengo el auto encendido mientras tomo mi teléfono y escribo a Matthew.


Valerie: estoy aquí.


Matthew: no entres. Espera. Estoy a poco de llegar.


Valerie: las luces están encendidas...Alguien está en casa.

No me responde y estoy suponiendo que al igual que yo viene conduciendo a toda prisa. Estoy por escribirle a Holden dónde me encuentro cuando hay un golpe en mi puerta, grito y el celular cae debajo del asiento. Veo hacia la ventana y la persona está vistiendo de negro, lleva una gorra del mismo color cubriendo sus ojos.

Me hace señas de que baje el vidrio de la ventana, pero no lo hago y parece que suspira antes de que haga que por poco me orine cuando golpea la ventana de nuevo, esta vez con un arma. Mi mano temblorosa hace el vidrio bajar.

— ¿S-si?

—Baja del auto y por favor no me hagas repetirlo, hoy estoy de un humor terrible y no me apetece dispararte en este momento. Baja, tienes quince segundos para hacerlo —exige.

Noto su acento, me recuerda al de Dietmar. Los pronósticos no son buenos, ésta persona viene de Austria...Con su arma hace señas de que baje mientras comienza a contar. Soy consciente de que no hay manera de que tome mi teléfono de debajo del asiento, que el gas pimienta está en mi bolso y que su conteo ya va por ocho.

De manera temblorosa abro la puerta y bajo, veo su sonrisa apenas perceptible mientras cierra la puerta detrás de mí.

— ¿Quién eres y qué haces aquí? —cuestiona.

No respondo y resopla como si estuviese perdiendo su paciencia. Carga el arma y apunta hacia mí, de inmediato alzo mis manos mientras un par de lágrimas caen. Esto no puede estar pasando, esto no puede estar sucediendo.

—Te dije que no quería dispararte. Es una lástima —dice y cierro mis ojos.

El impacto nunca viene, abro uno de mis ojos y lo encuentro con su cabeza ladeada observándome.

—Espera un minuto —murmura y saca un teléfono de su pantalón, lo lleva a su oreja luego de marcar—. Pregunta, ¿La persona que esperamos es una mujer de ojos claros, cabello miel y con un desborde de inocencia raro? ...Ah, entonces he dado con el premio gordo que esperábamos. La tengo justo aquí, parece que hemos sido premiados con el destino.

Finaliza la llamada y asiente hacia adelante.

—Vamos, tu paseo comienza. Camina, vamos adentro —No me muevo—. Te gusta que te apunte con el arma ¿Eh? Camina, ya. Ahora —dice hablándome en tono más fuerte.

—De-debo asegurar mi auto. Podr-podrían robarlo.

—Ese debe ser el último de tus problemas, tienes un problema más grande en este momento. Camina.

De verdad no puedo hacerlo, mis piernas tiemblan demasiado e intento explicarlo en medio de un tartamudeo. ¿Cómo hay personas que pueden vivir con la amenaza constante de un arma apuntándolos?

—Haz una movida equivocada y te disparé en la columna —Me advierte antes de acercarse y agacharse.

Un grito escapa de mí cuando me alza sobre su hombro. Oh, cielos, por favor, que esto termine.

—Calla y no mojes mi camisa con tus lágrimas.

Él camina hacia la casa y escucho un auto acercarse, tiene que ser Matthew. Él detiene su caminata porque también lo ha escuchado, maldice y luego retoma el paso mucho más rápido. Cuando entra a la casa, prácticamente me deja caer al suelo o yo sola me desplomo en él, no lo tengo claro.

—Tenemos un problema, ella le dijo a alguien. ¿Le disparo? —grita, no hay respuesta.

— ¿Qué-qué sucede?

—Es lo que pasa cuando te metes e involucras con la familia equivocada —dice con una voz que me hace estremecerme—.Estas son las consecuencias

Tal vez esta sea una pesadilla, quizá finalmente logré dormir y estoy teniendo esta horrible pesadilla que se siente muy real. Cierro mis ojos porque una vez más me está apuntando con su arma.

— ¿Le disparo o esperamos por el nuevo visitante? —Hace una pausa—. Si no me responden, le dispararé —grita—. Contaré hasta diez. Uno...Dos...

— ¡Tres! —escucho contar a Gring, el loro de Edmun. El tipo ríe.

—Cuatro...Cinco...

— ¡Cuatro!

—No, loro tonto, viene seis.

— ¡Siete!

—Ocho...Nueve...

— ¡Diez!

—Adiós. No lo tomes como algo personal —Me dice, abro mis ojos para ver justo el momento en el que perfecciona la posición de su arma.

Él aprieta el gatillo.




Lo prometido está aquí. Aquí les dejo el capítulo que dije que subiría. El que ustedes escogieron jijiji.

Recuerden que si tienen fanarts o quieren saber cuando se actualiza (a veces Wattpad no avisa) la historia tiene página de facebook: Saga InfoNews de Darlis Stefany. Los adelantos en mis redes: instagram storie (DarlisStefany) y stories de facebook en la página Darlis Stefany. Mayormente para contestar, en el tiempo que trato de dedicar para ello, me encuentro más en mis mensajes privados de Instagram y en Twitter Darlis_Steff, porque se me hace más cómodo por esos medios. Ahora se suma que por YOUNOW (DarlisStefany) estaré haciendo en vivos los sábados para hablar de mis historias, adelantos, etc.

Espero les guste.

Un beso.

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