Capítulo siete: inexistente amistad, abundante pasión



Capítulo siete: inexistente amistad, abundante pasión.

Escucho como Edmun cierra la puerta detrás de nosotros. Me quito mi abrigo y lucho contra la pizca de nervios en mí ser. Parte de la loca desconfianza y nervios han desaparecido con él porque hemos compartido momentos solos. Ya no me siento a la defensiva ni asustada de ser atacada. Ahora solo son nervios de expectativas y desconcierto hacia lo que sea que esté pasando entre nosotros.

—Es un poco solitario aquí. ¿No te sientes deprimida cada vez que llegas a casa?

Sí, me siento sola, pero no lo admitiré. Me encojo de hombros.

— ¿Tú no vives solo?

—Sí, pero tengo a Gring —Sus ojos lucen divertidos hacia mi desconcierto—, es mi loro. Herencia de mis abuelos.

—Oh... ¿Habla?

—Sí, suele ser imprudente como lo era mi abuelo, todo lo que sabe se lo enseñó él. Y a veces es demasiado apreciativo con las mujeres. Es divertido, jamás podría sentirme solo en casa cuando siempre se hace sentir presente.

—Pensé en comprarme un gato, pero no creo que lo haga —Sonrío sentándome en mi sofá. Él camina hasta dejarse caer a mi lado—. Cuando era pequeña soñaba con vivir en una casa enorme con un jardín lleno de árboles y entonces yo tendría una mona a la que llamaría Betty.

»Ella tendría mucho espacio para desplazarse y no le quitaría su libertad. Sería como mi bebé.

— ¿Y qué pasó? —cuestiona cuando me sonrisa se borra.

—Me di cuenta que solo eran sueños —miento. Lo que pasó es que papá lo exageró todo y me hizo creer que estaba siendo una mala persona. Otro sueño que transformó y del que me hizo arrepentirme orando—. Debe ser genial tener un loro.

—No sé si sea genial tener un loro, pero sé que disfruto teniendo a Gring conmigo —Toma un mechón de mi cabello—. Todavía podrías tener una casa enorme y conseguir a Betty, pero tendría que ser muy espaciosa para que ella sea libre y esté en contacto con la naturaleza.

—Es solitario estar en este apartamento, no puedo imaginar que se sentiría estar en una casa enorme y boscosa yo sola.

— ¿Le temes a la soledad?

—No puedo temerle a algo que ha estado conmigo por años. No me gusta, pero hago las paces con ella.

—A mí me gusta la soledad. Me gusta estar solo con mis pensamientos, generalmente desprecio rodearme de muchas personas, me parece turbio, tormentoso e innecesario. Me gusta la soledad en donde el aire es limpio y no hay personas molestando.

—Suena rudo y asocial —Sonrío.

—Las personas me generan alergia —Bromea, aunque no sonríe.

—Yo no te produzco alergia.

—Quizá porque eres un antídoto envuelto en lujuria. Un antídoto creado para pecar.

Mi sonrisa se borra de inmediato y me tenso, él lo nota y su mano toma mi muslo cuando se da cuenta que quiero ponerme de pie.

» ¿Cuáles de mis palabras han generado esa reacción en ti?

—Son tonterías mías.

—No creo que lo sean. Dime, ¿Cuál es tu palabra prohibida? La mía es «muerte», no me gusta escucharla con frecuencia. Ahora, dime la tuya.

—Pecadora, pecado. No me gustan.

—Entonces, las evitaré —No me esperaba tal consideración de su parte—. Eres interesante, niña buena.

— ¿Qué es lo interesante en mí?

—Eres delicada como un cristal, valiosa como la más prestigiosa de las pinturas, abstracta como una obra indescifrable, intensa como una religión, compleja como la política y tentativa como una peligrosa droga. Si el hombre equivocado cayera en tus redes, no tendría oportunidad de salir.

— ¿Eres un hombre equivocado? —susurro sintiendo su caricia en mi muslo por sobre el pantalón de tela fina.

—Trato de no serlo la mayoría de las veces, lucho contra el destino para no ser ese hombre.

—Eres un rompecabezas.

—Y seguramente quieres unir las piezas, pero te doy una advertencia —Baja su rostro hacia el mío, hasta estar a una corta distancia, su voz disminuye a un susurro—: algunas piezas las escondí para que nadie las encontrará, otras no calzan y algunas me las robaron. ¿Sabes por qué las oculté?

—No —respondo igual en un susurro, abrumada por su cercanía.

—Para no convertirme en lo que el destino quería, para crear un nuevo rompecabezas solo con las piezas que yo quería usar.

— ¿Y esas encajan?

—Supongo que sí y cuando ya no lo hagan, las obligaré a hacerlo.

No puedo evitar llevar mi mano hasta su barbilla, siento su barba en la palma de mi mano, sus ojos se entrecierran un poco, una señal de que disfruta de la caricia.

—Me gustaría ver las piezas que ocultaste.

—Nadie lo ha hecho.

—Aún —agrego—, siempre hay una primera vez.

—Me gusta estar incompleto, no quiero ser un rompecabezas con todas sus piezas.

—Nadie quiere estar incompleto —refuto.

—El arte no se trata de estar completo, ser bonito o feliz. No necesito todas mis piezas, elegí cuales conservar y me gusta de ese modo. No cambiará.

Suena como una advertencia hacia mí: no vas a cambiarme, es como soy.

No me doy cuenta que me había estado inclinando hasta que mi cabeza descansa contra unos cojines y lo observo por encima de mí. Tiene habilidad, envuelve y cautiva sin que te des cuenta. Resulta, tal vez, un poco peligroso. Como jugar con fuego y pretender que no vas a quemarte si tientas lo suficiente.

— ¿Tu piezas están completas? —Me cuestiona. Su mirada quema en intensidad.

—Me gustaría que lo estuviesen, pero las piezas importantes me fueron arrebatadas, se encuentran bajo llaves y cada vez que pienso que las alcanzo, el ladrón las encarcela más —Trago—. No estoy incompleta por elección.

—Somos diferentes —declara—, eso no es precisamente malo.

—Pero ¿Qué pasa si nuestras piezas se mezclan?

—Solo será un desastre si no unimos las piezas correctas —susurra contra mis labios—. Soy bueno armando rompecabezas.

—Eres bueno escondiendo las piezas de ellos —corrijo.

—Culpable, pero tú quieres perder esas piezas conmigo.

Y no dice nada más, porque su boca se presiona contra la mía.

Antes de Jocker, obtuve muy pocos besos en mi vida. Algunos fueron a escondidas de mis padres con adolescente de la comunidad y luego tuve unos pocos en la universidad. Incluso pasé por el beso ebrio. Así que no estoy tan perdida en ello, por ello se identificar que este es un buen beso.

Su beso es lento, sin embargo, sus labios presionan con fuerza contra los míos. Su lengua es seductora y atrevida cuando se abre paso dentro de mi boca e invita a la mía a un baile de caricias. Su boca es la única parte de su cuerpo en contacto conmigo y mi piel quema por una caricia. Me siento en una especie de limbo, es como un afrodisiaco envolviendo mis sentidos. Ni siquiera noto a mis manos yendo a su cabello, solo percibo la manera en la que su boca juega con la mía y la necesidad de mi piel por rozarse con la suya. Edmun libera mis labios y deja cortos besos en la comisura de mi boca y cuando siento su mano en mi abdomen, me fuerzo a tomar su mano para detenerla.

Las viejas costumbres, nunca mueren.

—No —digo con voz temblorosa.

Estoy a la expectativa de su reacción. Se incorpora muy lentamente hasta sentarse, hago lo mismo y meto un mechón de cabello detrás de mi oreja, él me observa. No sonríe, pero no es algo que haga con regularidad de igual forma. Mi cuerpo se tensa a la espera que diga algo ofensivo como anteriores citas, incluso aunque con ellos no llegué tan lejos.

— ¿Por qué tiemblas? —Es lo que pregunta. Estoy por negar tal hecho, pero cuando bajo la vista a mis manos, de hecho noto que tiene razón.

—No es nada.

— ¿Estás nerviosa? ¿Te sientes amenazada por mí?

No respondo y veo a mis piernas, siento como su mirada persiste en mí. Estoy segura de que está acostumbrado a mujeres seguras que no dudan de pasar un buen momento y ahora está atrapado conmigo, una mujer reprimida con miedo a experimentar y con muchos problemas para adaptarse a la realidad.

— ¿Estás molesto por...?

— ¿Por qué dijeras no? —completa, asiento sin verlo—. Me desagrada, pero no por las razones que piensas.

— ¿Cuáles son tus razones?

—Si me miras, tal vez te las diga, niña buena —Suspiro y llevo mi mirada a su rostro—. Me desagrada porque me excité y hubiese querido seguir, pero no me desagrada que tengas voz y que de hecho sepas usarla.

—No eres dulce, ni tierno.

—No puedo disculparme por ello.

—No pido que lo hagas —Tampoco entiendo por qué lo señalo, creo que temo que dirija la conversación hacia mí—. ¿Por qué te desagrado?

—No me desagradas.

—Por supuesto.

—No beso a quienes me desagradan...En general te lo dije, las personas me dan alergias. Tú no.

— ¿Intentas hacerme pescar un halago?

—Creo que debes rebuscar en tus capas tu hermosa seguridad, no te estás viendo como lo hace el resto. ¿Quién puso un velo en tus ojos? ¿Tu exesposo?

—Ya te lo dije, Jocker es un buen hombre, él nunca me haría eso.

Me pongo de pie y camino hasta mi cocina, enciendo una hornilla y tomo la tetera. Necesito distraerme porque no me gusta la forma en la que de un beso llegamos a mi inseguridad.

—Entonces, ¿Quién fue? —Se recuesta del mesón, no dejo de sentir su mirada.

— ¿De dónde es tu acento y por qué no lo identifico? —Cambio las preguntas hacia él.

—Es algo que saben mis amigos.

— ¿No somos amigos? —Tiento.

—No estoy interesado en ser tu amigo, si te soy honesto.

Apago la hornilla porque sé que no voy a concentrarme en algo tan sencillo como un té. Me giro hacia él. Sus palabras me sientan amargas, ha sido algo rudo y no parece arrepentido. Me da la impresión de que no se retracta de nada. Puede hacer y deshacer sin culpa alguna, parece despreocupado, como alguien que no aspira a ganar más o a perder algo. Quizá, nada le importa.

—Soy una excelente amiga, las personas disfrutan de mi amistad —Alzo mi barbilla y hay un brillo de diversión en su mirada.

— ¿Si? ¿La pasan súper genial las personas poseyendo tu valiosa amistad?

—Pues la verdad es que sí.

— ¿Y qué hacen tú y tus súper amigos? —Parece que lucha para que las comisura de sus labios no se alcen, y eso me llena de energía, incluso sonrío con suficiencia.

—Salimos a comer, hablamos, nos tomamos fotos, tenemos bromas internas, entre otras cosas que resultan muy divertidas.

—No necesitamos ser amigos para esas cosas. Fácilmente ya hemos comido juntos, estamos hablando, las fotos no me gustan, tengo bromas contigo...

— ¿Cuál? —Lo interrumpo.

—Bueno, son más como bromas en mi cabeza que comparto conmigo mismo —Se burla—. Y seguro que hemos hecho "entre otras cosas."

—Tu "entre otras cosas" no es el mismo que mi "entre otras cosas."

—Véndeme toda la idea que quieras, pero tengo cero interés en ser tu amigo.

— ¿Hay algo mal en mí? —murmuro. Sus dedos toman mi barbilla.

—No hay nada malo en ti, pero solo me permito tener a Alex y Matt como amigos. Mi personalidad no atrae a amistades, tú no me soportarías y no pienso en ti como una amiga.

— ¿Es una manera elaborada de decir el "no eres tú, soy yo"? porque sigue sabiendo amargo.

Sus manos van a mi cuello y me sostiene, se acerca hasta recargar su frente de la mía. Está tan cerca que siento sus palabras, cuando habla, impactar contra mis labios. Sus ojos aprisionan a los míos.

—Tienes un montón de pasión dentro de ti, la siento, la vislumbro y una parte egoísta de mí quiere consumirla, mientras que otra, quiere ayudarte a explorarla y que la vivas. No veo en ti un lienzo en blanco, veo una infinidad de colores que ningún artista podría capturar —Su pulgar acaricia mi vena, me estremezco—.Tienes una capa gris que lo oculta, pero está ahí, Valerie. Y si fuese tu amigo, haría lo correcto y te dejaría descubrirlo por ti misma.

Sus palabras son como una acaricia. No soy una hambrienta de cumplidos, pero muy pocas veces las personas me describen de tal manera. Me gusta que me pinte en colores, porque poco a poco estoy recordando que dentro de mí, hay un sinfín de brillos, colores y burbujas llenas de vida. Solo debo aferrarme a ellas y recordarles que estaremos bien, que incluso si nos asusta, nos llegó el momento de vivir y descubrir quién soy.

—Entonces, ¿Qué es lo que quieres hacer que no te permite ser mi amigo? —susurro.

—Quiero sentir, palpar y admirar tu pasión. Con mis manos, con mi cuerpo, con mis ojos, con mi mente, con mi boca, con mi ser. Quiero verla, saborearla, sentirla. La quiero, quiero vivirla, para luego... —Se calla abruptamente como si recordara con quien está.

— ¿Y luego? —Estoy un poco sin aire por lo intenso que sonaba. Aclara su garganta y hace una mueca.

—Y luego imaginar cómo lo pintaría un artista. Porque sería inspirador.

—Amas el arte, incluso si tus gustos son raros —comento y eso termina por dibujar la pequeña sonrisa contra la que luchaba. Me sabe a victoria.

—Soy profesor de historia del arte, algo debió quedarme —Deja ir sus manos—. Lo siento si mis palabras te hacen sentir usada, no tengo habilidades para los elogios, incluso cuando intento decirte que eres inspiradora.

—No me sentí usada, me sentí poderosa.

—Tienes mucho poder dentro de ti.

Pero no sé explotarlo. Nos mantenemos en silencio observándonos. Él resulta intimidante, es difícil entenderlo, parece un misterio andante.

—Habló alemán —dice con el acento que a veces noto, más marcado— y también húngaro.

Voy a hablar cuando usa un idioma que no entiendo para nada y mucho más impronunciable que lo que conozco del húngaro. Parece divertido de mi sorpresa.

»Y eso es Austro-Bávaro. Es un tanto más tosco, es por eso que notas un acento en mí.

— ¿Cuál es tu lengua materna?

—Se hablaban las tres en casa —Se encoge de hombros—, lo aprendí desde que comencé a hablar. De hecho aprendí el inglés un poco más grande.

—Y...

—No diré más —Me corta.

Me siento un poco decepcionada de que se vaya cuando lo veo caminar hasta la puerta, lo sigo como si la invitada fuese yo.

—Ahora que me lo dijiste, ¿Somos amigos?

—No, porque yo no quiero tu amistad, ya te lo dije. Yo quiero tu pasión —Estira su mano y con su índice y dedo corazón, acaricia el tabique de mi nariz, casi cierro mis ojos—. Que descanses, niña buena.

—Igual tú, Edmun.

Poco después de que cierra la puerta, recargo mi frente de ella. No sé qué hacemos, pero sé cómo me está haciendo sentir. Sus palabras se repiten en mi cabeza. Quiere mi pasión, una que creí inexistente y que él pinta de colores. Me siento como un lienzo en blanco. Uno que descubre poco a poco sus colores.

Sonrío, siento que me gustará el resultado de lo que podría ser una obra maestra. Me gustan mis colores y estoy aprendiendo a verlos.




Holaaaa, cara de osaaaaa.

Bien, así que todos ya saben lo que sucedió con otra de mis historias: +18 y si no es así, lo resumo: fue eliminada por supuesto contenido sexual explicito y supuesta glorificación (hasta el día de hoy sigo sin entender). Dicha historia no puede ser subida de nuevo porque sería eliminada una vez más, al menos hasta que no se solucione, lo cual es gracioso porque enviando el ticket a soporte decía que no podían recibirlo, LOL (ya saben, reír para no llorar), sin embargo logré contactar con alguien y aunque no prometo nada, ya veremos que me dicen.

Ahora, mucha gente me saltó al cuello porque yo no quiero resubir desde el comienzo la historia y con honestidad me pareció agresivo y egoísta de algunos, porque en primer lugar se me exigió como un deber, casi que una esclava y se me sacó cosas en caras como si les debiera mi vida. Hay un limite para todo, yo les agradezco el amor y el apoyo, pero no es nada agradable que algunos se crean dueños de las historias y el autor, ni que piensen que tienen el derecho de ser tan despectivos, hirientes y agresivos.

En esta vida TODOS tenemos derechos a tomar nuestras decisiones, yo no puedo decidir por otro y otro no puede decidir por mí. Me llamaron "poco profesional" lo que es gracioso si tienes en cuenta que no es profesión que escriba en wattpad y que lo hago porque me gusta la relación nutritiva autor-lector porque lo veo como una retroalimentación y herramienta increíble para ser cercanos y construir la historia. Que si el ego, señores, cada quien tiene su bendita personalidad, si en todo caso mi ego fuese más grande que el de Ethan, sería mi personalidad y nada tendría que ver con mis historias. Y de nuevo esto es gracioso, porque cuando un guapo, sexy y caliente personaje de alguna historia tiene un ego enorme, todo el mundo suspira, pero luego usan tal adjetivo como insulto hacia otra persona (que no es que me moleste, porque sobre ego es broma constante con mis amigas). Pero a ver si medimos un poco.

Otra cosa, Yo además de escritora, también soy LECTORA. Por lo tanto siempre sé cómo ponerme desde ambas perspectivas, y así como muchos me dicen que simpatice con mi lado lector, los invito a intentar reflejarse en un autor.

Fuera de eso, infinitas gracias por la paciencia, los mensajes bellos de amor y en general por ser tan bellos lectores, al final del día esa es la razón por la que uno dice "que se joda todo lo malo, hay un montón de cosas buenas por las que seguir" y se los agradezco.

No es un secreto que tengo un temperamento horrible, lo dicen mis padres, mi hermana, mis amigos. Suelo molestarme en silencio y  al momento de explotar pues se me va el mundo al carajo jejeje, por suerte como llega se me pasa, pero lo digo porque ¡Oye! No soy una máquina, y así como estoy segura de que ustedes tienen sus arranques de molestia, yo también. La diferencia es que si yo comparto mi malestar públicamente, vi que de inmediato me saltan a la yugular, así que so, para la próxima supongo que guardaré silencio hasta que se me pase el cabreo, porque no hay nada más frustrante que ser juzgada por algo tan humano como molestarme y en todo mi derecho.

Sin más que decir, esperemos pronto se sepa qué pasara con esa historia y mientras continuaré actualizando con las que siguen en curso, como esta por ejemplo, la cual me trae loquita.

Otraaaa cosa y esta si es la última haha, todo el que vive por aquí sabe que el internet a veces es una mier... por lo que muchas veces esa es la razón por la que no actualizo.

Ahora, fuera de eso. Espero les guste el capítulo.

UN MEGA BESO.

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