Capítulo quince: Reencuentro (Parte I)


Capítulo quince: Reencuentro (Parte I).

Valerie.



23 de marzo, 2016.

Las puertas del ascensor se cierran y marco la planta baja. Tarareo una canción mientras me observo en el espejo. Luzco algo más descansada, aunque aún hay algo de purpura alrededor de mis ojos en unas ojeras.

Estúpido Edmun.

Estúpido pintor austriaco.

Estúpido como sea que te llames.

Debo aceptar que mi molestia ha incrementado en grandes debido a su ausencia. Entiéndase por ausencia que no he sabido nada de él.

Si bien en un primer momento la humillación, molestia y tristeza me hizo ignorar o darle la oportunidad de explicarse, vinieron los días posteriores en los que un poco más serena y dispuesta a ser racional, yo quise escucharlo. Porque quiero entender, todavía hay una ilusa esperanza ardiendo en mi interior de que tal vez, solo tal vez, él no quiso burlarse de la pobre ingenua y tonta que escupía flores y corazones hacia el arte que del que él era autor.

—No tienes que sentirte estúpida. El problema fue él, tú no te equivocaste al admirar a un pintor —Gruño contra el espejo—. Ahora hablo sola, genial.

Me giro enfrentando las puertas del ascensor que no tardan mucho en abrirse. Salgo y camino hacia la recepción para saludar a Robert y revisar si tengo correo nuevo. Cuando llego hasta él, no se encuentra solo, un vecino que he visto un par de veces se encuentra conversando con él. Al igual que yo, el hombre lleva ropa deportiva.

—Buenos días —saludo. El vecino deja de hablar y voltea a verme. Me sonríe, le devuelvo el gesto.

Es solo apenas un poco más alto que yo, musculoso y atractivo, me recuerda a uno de esos actores que interpretan siempre el papel de chico popular de universidad. De hecho, podría apostar que aún está en la universidad.

—Soy Luciano, un gusto conocerte por fin, vecina.

—Soy Valerie —Estrecho su mano—. ¿Eres nuevo, no?

—Un mes viviendo aquí. Comenzando con mi independencia. Recién graduado, pero con muchas ganas de salir y ser un adulto.

—Esos son muchos ánimos para la adultez —Rio, luego me giro hacia Robert—. ¿Qué tal todo, Robert?

—Un poco agotador, esperando que termine mí turno al mediodía.

—Puedo imaginarlo. Los que tenemos horarios nocturnos te entendemos.

Mi realidad es que el programa me ha adaptado a dormirme tarde, pero la verdad es que en mis días libres a las diez de la noche ya estoy luchando por no quedarme dormida. Soy de acostarme a dormir temprano y levantarme igual de temprano. Desconozco lo que es levantarse pasada las ocho de la mañana.

—Pero algo interesante sucedió en la madrugada, señorita Evans.

—Ya sabes que puedes llamarme Valerie —Tomo una goma en el bolsillo de mi bolso deportivo para recoger mi cabello en una cola alta—, pero cuéntame, ¿Qué pudo ser tan interesante?

—Un amigo suyo pasó y dejó algo para usted.

Enarco mis cejas con sorpresa y curiosidad, porque los chicos me hubiesen despertado sin importarles si era pasada la medianoche, sobre todo si se trataba de Derek.

Tomo el sobre que Robert me extiende y veo la firma en él. No dice nombre, pero no lo necesito. He pasado tanto tiempo dedicada a evaluar la firma de mi pintor favorito como para reconocerla. Deslizo mi dedo por la tinta y dejo ir una respiración.

Edmun.

Es un poco gracioso que ahora al ver la firma del pintor que casi me obsesionó, sea el nombre de Edmun el que piense. Supongo que tal vez él fue muy fan de Hannah Montana y decidió copiar ese estilo de vida.

Dejo de lucir extraña acariciando su letra y aclaro mi garganta, luego guardo el sobre en mi mochila. No me importa.

No me importa en este momento.

Puedo fingir que no me importa, pero la realidad es que estoy nerviosa de lo que pueda encontrar. ¿Por qué no subió a hablarme? ¿Por qué no intentó acercarse y explicarme?

Tal vez piensa que soy obstinada y terca. Que le odio.

Tal vez me ve como un caso perdido.

Tal vez no le importa.

No, Edmun es lo suficiente maduro y malhumorado para dar la cara y decirme, incluso, si le parezco patética o desagradable. Él no me dejaría colgando en el aire sin explicaciones. Sé que me mintió, pero el dar la cara es un rasgo de él que sé no fue mentira.

Ese sobre debe contener algo que me haga entender, pero justo ahora no voy a abrirlo.

—Gracias, Robert. ¿Estaba este amigo solo?

—No, lo acompañaba un encantador muchacho.

—Seguro —digo, imaginando que es el muy honesto hermano de Edmun que quiere ser llamado Die—. Que tengan un bonito día, caballeros.

—Espero verte luego, podríamos tomar un café un día.

—Eso sería agradable, Luciano —digo de manera cortes sonriéndole antes de comenzar a alejarme.

Como siempre, decido caminar hasta el gimnasio, debido a que se encuentra a tan solo unas cuadras. De hecho, de todos mis amigos – todos vamos al mismo gimnasio –, Parker y yo somos los que podemos ir caminando. Cuando llego me encargo de tomar uno de los casilleros, sacar mi botella de agua y una toalla, y luego camino hacia donde Holden, Parker y Krista se encuentran.

— ¿Estás diciéndome que eres un muerde culos? —pregunta Krista a Holden y enarco mi cejas al llegar hasta ellos.

—Dije que eso ocurrió un par de veces en el calor del momento.

— ¿Tienes complejos caninos?

—No, pero déjame decir que a la mujer le gustó. Fue excitante. Puedo morderte si quieres, Kris.

—No gracias, no tengo suficiente carne en mi culo para que la muerdas. Por si no te das cuenta mi culo es pequeño —Señala Krista dándose la vuelta y apuntando a su trasero envuelto en malla. Parker y Holden observan—. ¿Ven?

—Creo que es un culo pequeño atractivo —dice Holden.

—Es atractivo —agrega Parker.

—Bueno, parece que llegué a tiempo para observar tu trasero, Kris —anuncio y ella ríe.

— ¿Cómo va tu humor hoy, Val? —Me pregunta. Ella y Holden han sido los encargados de consolarme aun cuando me guardo el secreto de Edmun por respeto a él. El resto solo piensa que estoy inestablemente emocional en este momento.

—Hoy mi humor está bien —Acaricio mi hombro—. Y la quemadura del cinturón de seguridad ya no molesta tanto.

— ¿Qué harás el sábado? —Me pregunta Parker—. Tengo dos boletos para un monográfico que promete ser muy bueno.

—Uhm, esta vez no puedo, lo siento.

Este fin de semana estaré viajando a ver a Michelle y eso me tiene muy nerviosa. Hace mucho no voy a mi antiguo hogar y aunque estoy emocionada sobre la idea de ver a mi hermano, estoy nerviosa de los resultados que pueda obtener de esa visita.

Parker le pregunta a Holden y éste finge estar dolido de ser la segunda opción. Bromean sobre ello mientas comienzo a hacer ejercicio y pienso sobre dos cosas:

Volver al pueblo donde crecí.

El sobre descansando en mi mochila.

***

24 de marzo, 2016.

Estoy tratando el sobre proveniente de Edmun como a un enemigo público. Doy un sorbo a mi copa de vino mientras observo de manera acusadora al sobre que se encuentra en la mesita frente a mí, en donde recargo mis pies.

— ¿Así que eso es lo que merezco, Edmun? Una explicación en un sobre. Bastante elegante y pretencioso de tu parte, justo como tú —murmuro.

Recargo mi cabeza del respaldo del sofá y suspiro. Doy otro sorbo a mi vino.

No puedo dejar de pensar en Edmun.

En la quemadura del dolor de que se burlara de mí.

En su mentira por omisión.

En la extraña escena que hubo en su casa.

Pero no son solo las cosas malas e hirientes las que rondan por mi cabeza. Por el contrario.

No puedo dejar de pensar en cómo me mira.

No puedo dejar de pensar en cómo me toca.

No puedo olvidar las pocas sonrisas que me dejó verle esbozar.

La risa ronca que me hizo sentir especial.

La acaricia de unos labios que parecían dibujar sobre los míos.

Y sobre todo, no puedo dejar de pensar en cómo me hacía sentir: como una obra de arte siendo trazada, descubierta. Abrió las compuertas para que yo descubriera partes de mí dispersas que desconocía. No es que saque lo mejor de mí, es que alienta a que me reencuentre conmigo.

¿Por qué me hizo avergonzarme en mi tonto balbuceo por su alter ego?

¿Por qué esconde su talento?

¿Quién es él de verdad? ¿Cuál es su verdadero nombre?

—Tú también escondes tus secretos, Valerie. Es un poco injusto señalarlo por ocultar parte de su vida, cuando tú nunca le has contado de tu desastrosa familia —susurro.

Y ahí está, ese lado racional de mí que no me permite ser imprudente, estúpida o acusatoria. Es como si siempre una parte de mí intentara mostrarme otras alternativas para no cerrarme a las oportunidades. Y mientras que ahora quisiera despreciar a Edmun y olvidarme de él, mi yo racional lo justifica y no me deja ser un cruel verdugo.

Recargo mi copa con otro poco de vino y es cuando termino de beberla que tomo el sobre y lo rasgo sin ninguna delicadeza. Lo sacudo boca abajo y cae un dibujo, una pequeña tarjeta y un sobre más pequeño.

Tomo el dibujo y los vellos de mi piel se erizan. Tal como aquel dibujo que llegó aquella vez a mí en el estudio, este fue hecho a carboncillo, pero no luzco como en esa ocasión.

Aquí Edmun me plasmó con mis labios entreabiertos, pupilas dilatadas y el cabello esparcido por uno de los cojines de mi sofá.

¿Era así cómo me veía? ¿Cómo me vio? Tan apasionada, entregada y perdida. Me veo llena de vida, a la espera y ansiosa. Me veo hermosa.

—Grandísima y desagradable...Persona —Sí, lo sé, no es el mejor insulto, debo trabajar en ello—. ¿Cómo te atreves a hacerme ver así cuando se supone te estoy despreciando?

Trazo con mucho cuidado el contorno de mi rostro, no puedo apartar la mirada de mí. Luego trazo su firma y resoplo, pero en última instancia lucho contra la sonrisa emocionada de: oh, Dios mío, mi pintor favorito me dibujó. Incluso cuando sé que se trata de Edmun, no sé cómo matar la euforia que comienza a embargarme.

—Estúpido, eres un estúpido...Ser humano, Edmun como sea que te llames.

Con cuidado dejo el dibujo a sobre la mesa y tomo el sobre más pequeño, cuando lo abro me encuentro con una invitación para exposición de varias de las obras de E. Schwarzenberg. Es privado, con una asistencia de poco más de cuarenta personas. Enarco mis cejas con sorpresa y evalúo el hecho de que Edmun me ha otorgado una invitación para algo tan exclusivo y que parecía tan difícil para mí.

Sin duda alguna tengo mis contactos para conseguirlo, sin embargo, ni siquiera sabía que dicho evento se estaba llevando a cabo. Tomo la tarjeta.



"Posiblemente me desprecias.

Pero sé que en esa inteligente cabeza tuya, te planteas: ¿Por qué no te lo dije?

Eres racional y buscas explicaciones.

Yo las tengo para ti.

Ven a la exposición y te daré algo que no le entrego a muchos: verdad.

Porque no me burlo de ti.

Te respeto.

Porque agradezco que me entregaras algo tan puro como tu admiración.

No tengo más que decir, al menos no en papel.

Te espero, niña buena.

E. Schwarzenberg."



Me dejo caer en el sofá y leo de nuevo sus palabras. ¿En tan poco tiempo ha llegado a conocerme tanto para decirme lo correcto?

Resoplo exasperada por ese hombre. No lo entiendo y aun así quiero hacerlo. Me reincorporo y de nuevo tomo la tarjeta de invitación.

—Ir o no ir. No tendría que ser una decisión tan difícil. Tú no tendrías que ser un hombre difícil. ¡No tendrías que ocasionar que hable sola!

Es gracioso que se supone Edmun sería algo sencillo. Una manera de soltarme y disfrutar de la pasión, pero tan especial como él solo, encontró la manera de volverlo único y complicado. Mi posible aventura, se convirtió en todo un enredo de emociones.

—Ya veremos si voy o no.

Excepto que ese molesto lado racional de mí, me asegura que ahí estaremos.

Miro de nuevo el grandioso dibujo y contra mi mejor juicio, lo ordeno de manera pintoresca sobre la mesita, tomo mi celular y capturo una imagen. Entro en mi cuenta en instagram, ajusto la imagen para que no se vislumbre la firma del artista y la comparto bajo una simple descripción:

"Quédate con quien más que tu físico, parezca ver tu alma..."

***

26 de marzo, 2016.

Estoy nerviosa cuando abandono el avión. Lo estoy mientras arrastro mi maleta de mano y me desplazo por el aeropuerto internacional de Exeter, el aeropuerto más cercano del condado de Devon. Estoy cada vez más cerca de Lynton, mi antiguo hogar.

Es de madrugada y estoy cansada, puesto que Krista me dejó en el aeropuerto apenas el programa terminó. Nunca he sido buena haciendo vuelos nocturnos. Quizá debí planear un poco mejor este viaje, pero estoy demasiado preocupada por Michelle como para esperar un poco más, por lo que este me pareció el mejor fin de semana para venir a ver a mi hermano.

No me cuesta subir a un taxi y antes de hacerlo, capturo una foto de su placa para enviársela a Krista, soy así de desconfiada. Por el momento no tengo pensado ir a Lynton de inmediato, tengo reservación en un hotel en Devon, en unas horas, cuando haya descansado, conduciré en un auto de alquiler al pueblo. Por ahora, todavía tengo tiempo para prepararme mentalmente para ello. Por fortuna, realizar mi registro de entrada en el hotel no toma muchos minutos y en poco tiempo me encuentro en mi habitación. Tomo una breve ducha, me coloco mi pijama y como una ensalada de frutas que ordené a servicios a la habitación antes de bañarme. Estoy lista para ir a dormir, pero apenas me acuesto y cierro los ojos, los pensamientos me invaden.

¿Qué hago aquí? ¿Me siento lista ante la posibilidad de ver a mis padres? ¿A mis hermanas? Abro mis ojos y me acuesto sobre mi espalda.

Soy adulta, exitosa y una triunfadora, no tendría que temer o importarme lo que ellos opinen. Pero son mis miedos, mis antiguas dudas. Es como tener un miedo infantil y conservarlo contigo en la adultez.

Estiro mi mano a la mesa de noche y tomo mi celular. Al entrar a WhastApp veo que Derek y Holden están en línea, de hecho en el grupo del programa han enviado un par de vídeos y cuando los reproduzco: Krista, Austin y una actriz llamada María, se encuentran con ellos. Pero están de fiestas y sé que no van a prestarme mucha atención. Rio pensando en que Krista cuando me dejó en el aeropuerto me aseguro que sus planes eran irse a dormir, es evidente que los planes cambiaron.

Veo que muy pocos contactos están disponibles para hablar en este momento. Nunca he hablado por este medio con Edmun, a pesar de haber guardado su número aquella primera vez que me contactó por una llamada. Ni siquiera tiene foto de perfil. Entro en el chat y escribo un "debemos hablar", pero en última instancia lo borro y abandonó el chat.

Mi celular suena anunciando una notificación.

Edmun me ha escrito. ¿Cómo es eso posible? ¿Vio acaso que casi le envío un mensaje? ¿Notó que estoy en línea? Abro su mensaje.




CONTINUARÁ....

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