Capítulo Dieciséis: Vencer una pesadilla
Capítulo dieciséis: vencer una pesadilla.
Salgo de mi sorpresa inicial y me pongo de pie con rapidez para deslizarme a su lado. Tomo su cabeza y la llevo a mi hombro, beso su frente y con mi mano sostengo la suya que se encuentra sobre la mesa cerrada en un puño.
—Oye. Tienes miedo y eso es válido —susurro como si intentara arrullarlo y luchando contra las lágrimas—. Sé que no es tu culpa ser así, y no es que tengas una condición defectuosa o una enfermedad. No hay nada malo en ti.
—Lo hay.
—No, Michelle. Eres una buena persona que nunca ha lastimado a otra, eso dice mucho de ti como persona. Tus gustos sean hombre o mujer, no dictamina si eres bueno o valioso, no es una acción que vaya a hablar por ti como persona.
—Pero está mal, padre lo ha dicho, siempre. Ser un marica está mal.
—Ni siquiera te expreses así de ti —En mi interior lloro por este niño perdido—. Padre fue criado con otro tipo de creencia, una que no comparto. Afuera hay un montón de personas sintiéndose como tú, queriendo a personas del mismo sexo y no está mal. Créeme, yo tampoco lo entendía al principio, pero luego. Lo vi con mis propios ojos.
»Vi el amor de todos los tipos y formas. Es verdad lo que dicen, Mich. El amor es simplemente amor y es hermoso. No viene definido en culturas, sexo, religión, etnias o idiomas. Tú solo lo sientes y nadie tendría que juzgar a quién decides amar —Hago una breve pausa—. Bueno, siempre que sea consensuado.
— ¿No sientes asco de mí? ¿De lo que dije?
—No —Niego con mi cabeza para dar énfasis—. Creo que eres muy valiente al decírmelo, al decirlo en voz alta aun cuando te asusta. Creo que los hombres del mundo son muy afortunados de tener a alguien tan guapo dispuesto a enamorarlos —Intento bromear—. Creo que eres maravilloso y eres mi hermanito, te amo tal como eres y eso no va a cambiar porque te gusten los chicos.
—Padre va a odiarme —Alza la cabeza para verme—. Te despreció y desterró por divorciarte, a mí va a odiarme, se avergonzará y me echará de casa, yo lo sé. ¿Qué voy a hacer? No van a aceptarme en la comunidad de la iglesia, mis amistades, todos...Nadie puede saberlo.
Leo entrelineas y puedo vislumbrar que está viendo el esconder quién es como una opción para no perder lo que conoce, para no sucumbir al miedo de admitir ante todos cómo se siente y luego ser rechazado. No puedo juzgarlo por algo tan humano como temer.
— ¿Desde cuándo, Mich? —Mira hacia otro lado, tomo su barbilla con mis dedos para que me mire—. Oye, no te juzgaré. He aprendido a no hacerlo, a ser mejor persona. Puedes decírmelo.
—No me sentía como el resto cuando veía a las niñas en faldas, cuando ellas me hablaban o cuando una me besó. Pensé que solo iba retrasado al resto —confiesa en voz baja—. Luego entré al equipo de futbol y mis reacciones...Me asustaron y me salí. Me esforcé en salir con chicas y pensé que era como una cura, ¿Sabes?
»Pero fui un tonto, porque en mis seminarios para la iglesia y mi preparación, tuve un compañero, y se supone que lo que una chica debía causarme, me pasaba con él. Sentí mucho miedo, me convencí que no era real —Traga—. Un año y medio rezando, implorando que estas sensaciones desaparecieran. Todo ese tiempo rogando que padre no lo notara, que nadie notara cómo me sentía.
—Tuvo que ser angustiante.
—Se sentía cómo mutilarme, matar partes de mí. ¿Por qué tenía que ocultar cómo me sentía? ¿Por qué sería tan malo? —Sacude su cabeza—. Luego supe que no era el único en sentirse así, él también lo sentía y no pude mentirme más. Yo he pecado, no soy digno de llevar esto, no tendría que llevarlo —Hace alusión de su anillo de castidad y muerdo mi labio. Sus mejillas se sonrojan y sus ojos se humedecen de nuevo—. ¿Crees que estoy sucio?
—Nunca creería eso, Michelle. ¿Quién es él?
—No puedo decirte, prometí que no lo haría.
— ¿Prometió él la misma cordialidad y lealtad hacia ti? —cuestiono.
—No, porque él nunca se lo dirá a nadie. Tiene en claro que hará una vida normal.
— ¿Normal? —Enarco mis cejas—. Ser homosexual no te hace anormal ni significa llevar una vida anormal.
—Por favor no lo digas así, cuando lo escucho en voz alta temo que alguien escuche y me juzgué.
Entiendo que se refiere a la palabra homosexual, puedo hacer eso por él. Tiene un proceso de aceptación que pasar, no será fácil, pero tengo fe en que podrá con ello, que amará quién y cómo es.
—Este chico, ¿Se ocultará siempre? —pregunto.
—Son sus planes y lo respeto.
— ¿Tú quieres ocultarte por siempre? —cuestiono y de nuevo huye de mi mirada.
—La idea de imaginar una vida de mentiras, ocultarme y temer, me hace desear morirme. No sé cuánto tiempo podré ocultarme, me asfixio.
—Si él piensa ocultarse y a ti te lastima, Entonces...
Dejo las palabras en el aire, porque ¿Entonces, qué? ¿Será toda una vida el amante oculto del chico? ¿Se casará en algún punto con una pobre chica que no obtendrá todo su corazón y él esconderá quién es?
No puedo ser una hipócrita y decir que salí de casa con una idea de tolerancia hacia el ser homosexual. Crecí en un hogar conservador extremista y fue el ir a la universidad lo que me ayudó a ser menos prejuiciosa, más tolerante y aceptar que todos somos diferentes. No fue una aceptación inmediata, trabajé en ello, en entenderlo, verlo, analizarlo y darme cuenta que amaban incluso mejor de lo que yo lo hacía en ese momento. Ellos no me juzgaban por mis creencias, entonces, ¿Por qué lo iba a hacer yo por quién amaban? Fue un aprendizaje lento, un árbol que echó raíces y poco a poco fue creciendo hasta fortalecerse y fomentar la creencia y postura que tengo actualmente sobre ello. Y lo agradezco, porque es eso lo que hoy me permite entender a mi hermano sin juzgarlo, condenarlo o rechazarlo. Es lo que me permite verlo con los mismos ojos de amor porque sé que eso no cambia la persona que es, no lo hace menos ni borra todos esos extraordinarios valores que posee.
—Lo que siento no es solo lujuria, aquí —Toca el lugar donde late su corazón—, siento tanto. Si fuese simple lujuria, entonces, ¿Por qué no puedo alejarme? ¿Por qué duele, Val? ¿Por qué lastima tanto?
En primer lugar quiero decir que estar con alguien que no da lo mismo que él ofrece y que desde el principio se está cerrando a una relación libre, no suena como un buen pronóstico, pero no sé cómo hacerlo y hay tantos puntos que manejar en esta conversación. Mi comida hace mucho que debió enfriarse y su chocolate también, pero comer ha quedado olvidado cuando veo a mi hermano destrozado desnudar su alma y corazón para mí.
— ¿Quieres que hable con padre?
Temo de enfrentarlo, pero lo haría por él.
—No, no —Palidece—. No, por favor no. Yo no quiero que lo sepa.
— ¿Todavía? —Tanteo y mira hacia la mesa—. Michelle...
—No lo entiendes. Tenías algo cuando te dio la espalda, amigos, trabajo, profesión e incluso un exesposo que te quería —Me mira—. Yo no tengo nada, porque sé incluso que fuera de esos momentos, ni siquiera lo tengo a él. Solo tengo pedazos de lo que me da. Eso me hace patético.
—Me tienes a mí.
—No seré tu carga. Yo ni siquiera sé quién soy.
— ¿Y qué? Hasta hace poco yo tampoco lo sabía y poco a poco lo he ido descubriendo.
—No puedo.
—Sí puedes, pero estás asustado y eso es válido. Me sorprendería si no temieras de lo desconocido e incierto, pero estoy aquí para tomar tu mano cuando te sientas listo para dar el salto. Sea hoy, mañana, en meses o años, estaré siempre para tomar tu mano y darte fuerzas.
—Gracias, Val —Me abraza con fuerza y esconde su rostro en mi cuello—. Te eché tanto de menos. Gracias por no juzgarme y escucharme. En tu corazón, con tu bondad, tú dejas entrar mejor a Dios que muchos que predican en la iglesia, pero envían odio fuera de ella.
—No pretendo lucir bondadosa, solo quiero ser tu hermana y estar para ti.
—Haces un excelente trabajo en ello, porque solo hasta ahora, en mucho tiempo, me acerco mucho a la sensación de paz. Gracias, Val.
***
27 de marzo, 2016.
Edmun: mi hermano te escribió.
Detengo mi caminata leyendo el mensaje de Edmun. Eso es todo. La última vez que nos vimos dejé la marca de mi mano en su mejilla, le grité e ignoré y esto es lo que me dice en lo más cercano a un contacto directo que hemos tenido desde entonces.
Valerie: Sí.
Edmun: No preguntaba, estaba haciendo una afirmación.
Valerie: no te respondía. Reafirmaba el hecho que expusiste.
Salen puntos suspensivos indicándome que está escribiendo, dura mucho hasta que finalmente un mensaje llega.
Edmun: ¿Irás a la exposición? Tengo muchas cosas que alegar en mi caso, en mi juicio.
Valerie: No lo sé. Y no es un juicio, no estoy en posición de fingir ser un juez.
No vuelve a responder a pesar de haber leído mi respuesta.
Guardo mi celular en mi bolso y guardo mis gafas de sol dentro de la misma antes de entrar a la iglesia. Tomo asiento en la última banca y miro a mi alrededor. No se siente como cuando era pequeña, no lo veo como una cárcel en la cual ser juzgada. No me siento del todo cómoda, pero tampoco siento que quiera saltar de mi piel, incluso, podría decir que la percibo más pequeña. Veo a las personas tomar asientos y saludarse. No sé si he cambiado y no me reconocen o simplemente fui olvidada por la comunidad. Me siento como un espectador viendo un programa de televisión. No tarda en comenzar y el sermón es bueno, se escucha como el consejo que daría un amigo, incluso, algunas partes están destinadas a hacerte reír. No me relajo, pero escucho. Estoy en la iglesia a la que acudí durante gran parte de mi vida y en algún lugar de ella se encuentra mi familia.
No sé si ha sido un error el venir, pero tuve un arrebato y aquí estoy. No quiero arrepentirme.
Cuando acaba, llego a un acuerdo conmigo misma: mi fe persiste, creo, pero no en esta institución y eso está bien. Habrá quienes crean en ella y no juzgaré, del mismo modo en el que espero no ser juzgada por desistir de intentar creer en una institución religiosa en la que ya no me siento cómoda.
Permanezco sentada y de verdad me planteo si soy invisible cuando las personas avanzan sin darme más que una breve mirada. Me tenso y mi corazón late de prisa cuando a lo lejos vislumbro a mi familia conversando con otra. Todos ellos están ahí.
Mi mirada persiste en el vientre redondeado de Celine y la manera en la que el que supongo es su esposo, mantiene una mano rodeando su cintura. Sonrío un poco cuando ella alza la vista y él le sonríe, al menos, para ellos todo salió bien, se ven genuinamente felices y enamorados. Ella luce radiante y hermosa, no ha cambiado mucho, excepto por su vientre ahora crecido
Mi hermana Denise parece fastidiada mientras rueda sus ojos antes de fijar su atención en el techo. Atrás quedó la niña desgarbada y delgada, de hecho, es voluptuosa y no parece querer esconderlo tomando en cuenta lo ceñido de su vestido y la confianza con la que saca un poco la cadera remarcando dichas curvas con descaro, sonrío. Así que Michelle tenía razón y es toda una rebelde. Una mujer, delgada y de aspecto frágil llama su atención y la reprende intentando bajar el dobladillo de su ceñido vestido: mi madre.
Dejo ir lentamente una respiración por mi boca. Mamá es hermosa, la mayoría de nosotros tomó los rasgos faciales de ella: delicados, elegantes y excepcionales. Sigue siendo hermosa, solo que ahora luce agotada, frágil y más mayor que su edad de cincuenta y dos. Se ve feliz y...Conforme, no radiante de la manera en la que Celine se ve.
El hombro de Michelle está siendo palmado por la mano robusta de padre y me estremezco llevando mis ojos hacia la figura que algunas veces fue mi pesadilla. Alto, robusto, guapo y ahora con muchas canas en su cabello. A pesar de que sigue siendo imponente, se ve más viejo. Sus hombros están un poco encorvados y tiene unas pocas arrugas en su rostro. Luce una expresión severa a pesar de estar riendo mientras revuelve el cabello de Michelle y asiente hacia la familia. Muchos niños de pequeños le temen al coco, yo le temía a mi papá.
De manera inconsciente mi mano va a los botones de mi vestido verificando que calcen de manera correcta y luego a mi cabello para confirmar que de mi trenza no se escapó ningún mechón de cabello, mi mano se paraliza cuando me doy cuenta de lo que estoy haciendo: verificar que estoy perfecta para no hacerlo enojar. ¡Cielos! ¿Cuán perturbador es eso? ¿Qué solo verlo me haga traer viejos hábitos con el fin de no hacerlo enojar?
Michelle tiene su mirada persistente en un algo o mejor dicho en un alguien: el hijo del pastor.
Y cuando mi familia comienza avanzar hacia la salida, siento ansiedad por qué no sé qué hacer. Michelle parece que dice algo a padre y él asiente antes de responderle y continuar caminando. Pasan como si fuese en cámara lenta por mi fila, sin ver hacia donde estoy. Yo solía ser parte de esa familia, yo hacía esa caminata con ellos y ya no.
Con mi respiración temblorosa llevo mi vista a Michelle y lo veo ir por una salida lateral, lo sigo y me quedo algo más arás cuando se encuentra, en efecto, con Jason Benson, el hijo del pastor. Es doloroso escuchar lo que sigue.
Michelle expone que no puede más y su corazón es roto cuando Jason deja muy en claro que no va a dejar su vida por ser juzgado por todos. Michelle le pide que lo piense, Jason reafirma que algún día se casará con una buena mujer y mi hermano no puede esperar que renuncie a eso por él. Cuando Michelle deja en claro que desde luego lo mejor es alejarse, Jason es egoísta y lo besa. Lo manipula con las sobras de un amor que no va a darle y es doloroso ver que Michelle le cree, que él se conforma.
Jason le sonríe y la sonrisa de mi hermano no llega a sus ojos antes de que se gire y comience a alejarse. Estoy aturdida por todo el intercambio egoísta y tóxico que acabo de presenciar. Avanzo hacia el verdugo de mi hermano.
Cuando me ve palidece, supongo que preguntándose si vi algo, luego rápidamente se convierte en un buen cordero con una dulce sonrisa. Trato de no juzgarle porque tal vez tiene miedo y esa manera cruel de actuar con Michelle es su manera de demostrarlo, pero es mi hermano a quien lastima, con cuyo corazón y esperanzas juega, y no puedo, por primera vez, ser imparcial y justa. Tal vez eso me hace humana.
Lo miro con fijeza sin emitir una palabra y veo como sudor comienza a concentrarse en su frente.
—No lo mereces —Es todo lo que digo antes de avanzar y pasarlo de largo.
Simple, pero contundentes palabras reales.
Jason no es una persona con la que mi hermano pueda afrontar quién es. No es un apoyo, está jugando a ser una carga. Y me duele ver que se encuentra prendado y relacionado a ese tipo de persona que con sus inseguridades absorbe el brillo y luz de estrellas como él. Camino con esa sensación amarga en mi pecho hasta detenerme en una de las paredes fuera de la iglesia. ¿Cómo puedo ayudarlo si yo todavía no sé bien qué hago con mi vida?
Un agarre fuerte y doloroso en mi brazo me hace dar un salto y alarido de dolor. Alzo la vista y me topo con ojos grises llenos de ira observándome. Por segundos, me paralizo.
— ¿Qué haces aquí? —Tira de mi brazo y duele—. Te estoy haciendo una pregunta.
¿En dónde está mi voz? Ya no soy una niña, tengo poder, tengo voz, no debo doblegarme ante esta humillación y dolor.
»Respóndeme cuando te hablo. ¿Qué haces aquí, sucia pecadora? Tú ya no eres parte de esta familia.
—Valter, por favor —Eso es todo lo que dice la mujer que me dio la vida.
—Padre suéltala, le hace daño —pide Michelle ubicando su mano sobre el agarre doloroso—. Por favor, la lastimas. No lo hagas.
Me mira con tanta ira mientras su agarre llega a tal punto que da la alusión de que podría quebrar mis huesos. Veo borroso por las lágrimas contenidas de dolor, ira, rencor, tristeza, de tanto.
—No pretendo ser parte de tu familia, padre —siseo la última palabra por fin encontrando mi voz. Trato de no dejarle ver mi dolor—. Porque no deseo ser tu hija.
Los orificios de su nariz se ensanchan antes de que con su agarre me sacuda con fuerza. Michelle pierde el agarre y yo tropiezo casi cayendo al suelo, pero su doloroso agarre en mi brazo no me lo permite. Denise está horrorizada, mamá derrama lágrimas y gracias al cielo que mi hermana embarazada no está para presenciar tal maltrato.
—Suéltame, ahora —exijo—. Suéltame o te la verás mal.
—Mira en lo que te has convertido. En esta sucia mujer altanera, sin respeto por nada ni por nadie.
—Exitosa, adinerada, inteligente, tolerante, querida, amable, justa y reconocida. Eso es en lo que me convertí y no gracias a ti —Tiro de mi brazo y debo tomarlo por sorpresa porque logro liberarme sintiendo que mi piel palpita y arde, quema—. Nunca más tendrás poder sobre mí.
—Tú...
—Eres un hombre despiadado que justifica sus fechorías en Dios. No tienes ninguna idea del concepto de amar al prójimo, del amor. Quizá solo soy una pecadora porque tú nunca supiste cómo enseñarme a creer de verdad —Le grito, sintiendo que algo se libera en mi pecho, sin importarme que las pocas personas rezagadas nos observan—. Solo me enseñaste a temer.
—Eres una malagradecida, te dimos todo, te enseñé de la fe, te di parámetros para que fueses una niña buena y mira en lo que te convertiste.
—Al menos ya no te tengo susurrándome basura hiriente y lastimándome. Al menos ya no tengo que llamar padre al monstruo que me mataba lentamente, Valter.
De repente: duele. Pica. Arde. Me tambaleo aturdida con mi rostro girado hacia la izquierda y hay un leve pitido en mi oído.
Cuando tenía ocho años, sin querer rompí una hoja de la biblia, ese día Valter me dio cuatro correazos. Cuando tenía trece un niño se bajó los pantalones en el jardín de la casa, Valter me culpó por incitarlo, recibí siete correazos. Y eso fue todo, la violencia física no volvió a ocurrir o fue parte de mi infancia al crecer.
Así que me toma largos segundos entender que he recibido una bofetada tan fuerte, de parte de mi padre, que hay un leve pitido en mi oído y que mi ojo arde al abrirlo, comienza a hincharse.
— ¿Qué demonios te pasa? —grita Michelle sosteniéndome, como si ese golpe que fue dado a mí, hubiese roto algo en él. Estoy aturdida—. ¿Cómo le pegas a tu hija en tu supuesto templo sagrado? ¿Qué es lo que te ha hecho para tal violencia? ¿Qué alimenta tu odio?
—Michelle, ven ahora mismo aquí. Aléjate de esa mujer.
—Esa mujer es tu hija, padre —Me abraza de manera protectora. Niego con mi cabeza.
—No, yo no quiero ser tu hija. No quiero relacionarme con un monstruo como tú —Salgo del abrazo de mi hermano, mi ojo está a medio cerrar y la mitad de mi rostro arde tanto—. Años de mi vida pensé que extrañaba a mi familia, pero —Me rio y llevo una mano a mi boca intentando controlar el sonido—. ¿Qué extrañé?
» ¿Una hermana observadora? —Miro a Denise, ella parece en estado de shoock ante toda la escena. Llevo la mirada a mi madre—. ¿Una madre que prefiere alabar los pies de un marido que solo daña a sus hijos? —Y llevo mi mirada hacia una persona que nunca imaginé causaría tantas emociones negativas en mí—. ¿Un tirano opresor que me hacía llamarle padre? No entiendo por qué extrañé y lloré una sucia cárcel disfrazada de hogar. Mi familia es aquella en Londres que me da alegría. ¿Y sabes qué padre? En esa familia está mi muy feliz exesposo junto a su nueva novia y eso me hace tan, pero tan feliz.
»Tengo una mejor amiga que predica las ventajas del sexo libre, dos mejores amigos mujeriegos y uno de ellos vive para dar besos de la amistad en la boca —Sonrío y como duele—. Una amiga con un cuerpo espectacular que luce hermosamente lencería en portadas de revista. Tengo un amigo que no cree en Dios y otro que hubiese sido el esposo que tú deseaste para mí. Un amigo que es papá soltero y una amiga que tiene insultos tan creativos que avergonzarían hasta a un marinero —Alzo mi mentón—. Y me gusta alguien que hace las mejores analogías de arte cuando se trata de hablar de su deseo por mí, por mi pasión, mi cuerpo y mis pensamientos. Y todo eso me hace tan feliz, todo eso me hace sentir cálida, agradecida y querida. Y tú nunca sabrás lo que se siente porque estás frío y lleno de...Excremento.
Supongo que pude haber dicho mierd... Y hacer más fuerte mi argumento, pero no es mi estilo y el mensaje fue entregado de igual manera fuerte y claro.
Su rostro está carmesí y sus manos cerradas en puños, puños que sé que lucha para no descargar en mí. Lo he dejado en evidencia, con palabras carentes de groserías o insultos directos, lo he humillado frente a parte de la comunidad. Le he dado en su orgullo.
—Michelle ven aquí ahora mismo, nos vamos. Esa mujer no es tu hermana.
—Es mi hermana —dice Michelle con voz temblorosa—. Es mi hermana y siempre lo será.
—Ven aquí, ahora, Michelle.
Siento a mi hermano a mi lado y él toma mi mano. Sacudo la cabeza hacia él, no tiene que hacerlo ahora. No si no se siente listo. Sus dedos tiemblan entre los míos.
—Valerie vino porque yo se lo pedí —comienza—. La llamé al borde del llanto porque le dije cosas que nunca confiaría en decirte a ti —Asiente hacia mamá y ella llora cubriendo su boca con una de sus manos—. Porque sabía que me odiarías y echarías cuando te lo dijera.
—Michelle, ya basta.
—Ya basta tú, padre. Nunca has preguntado qué es lo que quiero hacer, qué me gusta, a quién quiero —Alza la voz—. Valerie vino porque es la primera persona a la que le admití que me gustan los chicos. Soy gay.
—No.
—Lo soy y no puedes cambiarlo. No puedes.
Escucho los susurros a nuestro alrededor y Michael se encoge un poco, avergonzado. Aprieto mi agarre en su mano y con mi ojo bueno logro ver a Jason sacudir la cabeza y pegarse a la pared como si temiese que Michelle lo acusara, claramente no conoce a mi hermano.
—No tengo un hijo marica.
—Es porque él no es un marica, no vas a rebajarlo diciéndole eso —informo.
—Michelle, no te lo vuelvo a repetir.
—Soy gay, te lo volveré a repetir, padre. Me gustan los chicos, soy gay.
Hay un estallido de furia de Valter Town. Él gruñe y arremete con puños contra Michelle. Lo hace caer al suelo y yo también lo hago en el proceso. Escucho el sonido contra la carne y luego el pastor, padre de Jason, y otros dos hombres más lo están alejando de mi hermano. Hay sangre en el rostro de Michelle y él se encoge de dolor agarrando su estómago. Gateo hasta él y lo acuno como su propia madre debería estar haciéndolo en lugar de llorar y permanecer de pie como observadora.
—Eres un monstruo. Eres una sucia bestia —Lloro abrazando a mi hermano y luego veo a la mujer que me dio la vida—. Estás perdiendo a todos tus hijos por él. ¿Es que no sientes nada por tus hijos? Incluso un animal siente más amor y da más protección por sus crías que tú. Me dan asco.
Valter grita mucho más mientras lo alejan junto a su esposa, yo acuno a mi hermano y susurro palabras tranquilizadoras mientras llora y esperamos que una mujer vuelva con ayuda para llevarlo al médico.
—Lo siento mucho, santurrón —Alzo mi vista ante la voz, encontrándome con Denise. Hay lágrimas en sus ojos cuando besa la frente de Michelle—. Te amo y no te juzgo. Por favor no me olvides, vuelve por mí.
Mis ojos se encuentran con los suyos. Ella estira su mano y toma la mía dando un suave apretón.
»Te admiro, me inspiras, Valerie —Me dice.
Luego poco a poco deja ir su agarre y se pone de pie para alejarse. Tiene dieciséis años, aun vivirá bajo el techo de nuestros opresores y aun así hoy con sus palabras me dio un hermoso regalo. Bajo la vista y abrazo a mi hermano, en medio de esta pesadilla, obtuve hermosos regalos por parte de mis hermanos: lealtad, apoyo y amor.
***
27 de marzo, 2016.
Cuando aterrizo en Londres a las diez de la mañana, mi celular podría explotar. Llamadas perdidas, mensajes, notificaciones en mis redes sociales, mi agente llamando de nuevo y lo sé. Sé que por primera vez, además de lo sucedido en mi relación con Jocker, yo estoy siendo noticia por lo sucedido. No sé si hay vídeos, fotos o alguna fuente afirmando ser cercana.
Pero no me importa, no cuando con la mano con la que no arrastro mi maleta, tomo la mano de alguien más y le sonrío.
—Bienvenido a Londres, Michelle. Te aseguro que mi familia te recibirá con los brazos abiertos, ellos no juzgan. Mi familia de InfoNews ama.
Holaaaaa, espero y hayan tenido un bello año nuevo. Que este sea un año increíble para todos ustedes.
Este capítulo no lo dedico a alguien en particular, en realidad se lo dedico a cada persona que teme ser amada, aceptada o ser juzgada por algún aspecto o "cuestión" que lo haga ser auténtico. A veces hasta la inseguridad más pequeña que a muchos les parece tontería, para alguien puede ser muy significativo. Así que para ti, que aun así decides enfrentar cada día y sonreír o si tienes miedo de ser quién eres, espero el capítulo te dé perspectiva.
Espero les guste.
Un beso.
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