Capítulo Cuarenta y tres: El principio del Final(PARTE II)
Capitulo cuarenta y tres: El principio del Final (Parte II).
9 de junio, 2016.
— ¿Qué es tan interesante de pintar a tu loro? Podrías pintar a un muñeco cómo yo.
Dejo de trazar la pintura verde sobre el lienzo para ver a Dietmar, ni siquiera debería sorprenderme sus palabras porque después de todo, éste el niño que ama la ropa de marca y que asegura podría ser un modelo muy aclamado porque todo le queda bien.
— ¿Quieres que te pinte? —Enarco una ceja hacia él.
—Sí, captura la belleza y el carisma de tu pequeño hermano —Sonríe ampliamente, encantado con las barbaridades que dice—...Oh, espera...
Todo lo que hago es verlo mientras rebusca algo en su teléfono, cuando parece que encuentra lo que desea, deja el teléfono sobre la mesa, porque estoy pintando en el jardín, y es ahí donde se encuentran las pinturas. Cuando bajo la vista, siento la necesidad de llevarme una mano al pecho ante la imagen que él ha puesto para mí.
Una foto que trato de no ver demasiado para no llenarme de añoranza.
Es la única imagen en muchos años que debe de tener reunido los seis hermanos Schwarzenberg, esa que fue capturada por insistencia de Livia la noche anterior de la boda que no se realizó, en el jardín, también fue tomada antes de que coincidiera con Gesine.
No es una foto familiar convencional pese a que todos estamos vestido "formal". En ella Niklas tiene una media sonrisa viendo a Dietmar despeinar el cabello de Fabiene, lo que hace que ésta última esté haciendo una mueca y salga con las manos estiradas intentando alejarlo. Livia acomoda la corbata de Niklas, razón por la cual no ve a la cámara y Lorenz está demasiado ocupado fingiendo ponerme cuernos encima de la cabeza con una mano mientras sonríe a la cámara. En mi caso, al igual que Niklas, estaba demasiado ocupado viendo la relación cercana de mis hermanitos menores.
Así que la foto no quedó cómo se esperaba, pero luego de una toma Niklas y yo huimos sin querer más fotos, además en ese momento las cosas entre nosotros aún eran inciertas, no habíamos conversado sobre el pasado. En ese momento pensaba que Niklas aún tenía los suficientes resentimientos por mí cómo para no arrepentirse de haber intentado matarme en el pasado.
—Pinta esto. Ya sabes que siempre pueden ocurrir accidentes en los que se pierda la foto y sería una lástima, porque es la única foto que tenemos juntos y salimos muy bien —concluye sonriendo—. Somos muy guapos.
No respondo, permanezco con la mirada en la foto y luego me aclaro la garganta para alejar el molesto nudo en ella. Dietmar me ve a la expectativa y parece sorprendido cuando asiento en acuerdo.
—Terminaré con Gring y lo pintaré para ti.
— ¿De verdad? —Asiento de nuevo—. Gracias, significa mucho para mí, Moritz.
Dese que vino a Londres son pocas las veces que Dietmar me llama por el nombre con el que mis padres me registraron al nacer y todas esas veces suceden cuando hay un significado implícito en ello, cuando parece no poder darle cavidad a las emociones que lo embargan.
Así que tras unos pocos segundos, es él el que me toma por sorpresa cuando me abraza por el cuello, desde atrás, mientras permanezco sentado.
—La vida puede ser mala en ocasiones, pero siempre seré feliz de tener a mis hermanos —susurra.
Cuando me libera e intenta alejarse, tiro de su brazo y poniéndome de pie despeino su cabello con la mano llena de pintura, en consecuencia su cabello castaño-rubio termina lleno de varias tonalidades de colores. Él no se enoja, por el contrario, sonríe tanto que sus ojos se hacen un tanto más pequeños. Sus manos van a mis mejillas y las aprieta haciendo que pase de estar nostálgico a querer cabrearme.
—Respeta a tu hermano mayor, mocoso.
—Amo a mi hermano mayor amargado —responde riendo cuando con una mano en su rostro lo alejo— y sé que él también me ama.
No puedo evitar sonreír viendo cómo estira la mano tomando el teléfono para verse en la cámara frontal, evalúa los colores en su cabello y asiente.
—Bueno, mira esto, me queda bien el caos.
— ¿Qué pasa con ese narcisismo? —pregunto.
—Es que me amo... ¡Mierda! —Se interrumpe cuando el teléfono en su mano comienza a sonar—. Es una vídeollamada entrante y el código es de Italia.
"Livia" decimos ambos de inmediato.
—Contesta —Le indico yendo a su lado.
Apenas lo hace, el rostro de nuestra hermana mayor aparece. Se ve tan hermosa cómo siempre aunque luce cansada y para mi sorpresa, sentado sobre sus piernas, se encuentra el pequeño Alesso de cuatro años. Analizo el cabello y ojos oscuros de mi sobrino que se ve demasiado serio y tranquilo para ser tan pequeño, también tiene círculos oscuros alrededor de sus ojos.
No se ve de la manera en la que debería verse un niño feliz en pleno crecimiento.
—Hola, hermanitos —Sonríe Livia a la cámara—. Saluda a los tíos, Alesso.
El niño alza la mano en un saludo simple con un pequeño asentimiento y mi hermana lo ve con el ceño fruncido e incluso desesperada, cómo si esperara que él hiciera algo más propio de su edad, pero Alesso se dedica a ver a la pantalla con una mueca y una seriedad nada acorde para su edad.
— ¿No quieres decirle algo a los tíos, cariño? —insiste mi hermana.
—Hola, Alesso —digo.
—Va tutto male —dice su voz infantil con un toque de seriedad—. Sono cattivi e tu?
Pese a dominar varios idiomas, dejé de estudiar muchos cuando me alejé de Austria. Italiano no es algo que pueda entender más allá de las famosas palabras que ya parecen universales, sin embargo, noto cómo Dietmar se tensa.
—No, i regazzi non sono cattivi —responde mi hermano y luego le sonríe—. Chi è cattivo?
—Tuti, amico —Sacude la cabeza el pequeño y sus ojos se llenan de lágrimas— tutti sono.
Desconozco de lo que hablan, pero grandes lágrimas caen por el rostro del pequeño, mi hermana lo abraza y le susurra palabras consoladoras, pero parece como si el pequeño estuviese acostumbrado a ocultarse, porque su pequeño cuerpo se endereza y se limpia con pequeñas manos las lágrimas del rostro.
—Somos tu familia, Alesso y te amamos—dice con entusiasmo Dietmar.
— ¿Amor? Mami me ama y a los tíos —dice dejando el italiano, su pronunciación no es buena, pero al menos lo entendemos—. Mami está conmigo.
»La mamma sarà con te? Saremo con te? —sacudiendo la cabeza suspira.
Una vez más mi hermana le susurra algo, el pequeño asiente y baja de su regazo para salir fuera de la pantalla. Livia debe de tener el teléfono apoyado en alguna parte porque sus manos libres le sostienen el rostro mientras nos mira con angustia.
—No sé qué pasa con él. Quiero que juegue cómo otros niños, que sea risueño, pero en su lugar parece siempre un pequeño hombre molesto con el mundo —deja ir—. Sé que nuestra infancia no fue fácil, pero incluso mientras nos tuvimos cerca y antes de que todo lo malo sucediera, jugábamos.
—Dale un hermano —Es la respuesta de Die y de inmediato ella hace una mueca.
—No tengo ningún plan de traer otro niño a este mundo. Mi hijo sufre esta vida y no dejaré que otro ser indefenso también lo haga —Ella me mira directamente—. Tuviste razón, solo tiene cuatro años y ya está afectado —Lo dice en austro-húngaro y entiendo que no quiere que otros comprendan lo que nos dice.
—Si no eres feliz, vuelve a Austria, te protegerán —asegura Dietmar.
—A su tiempo, pequeño, a su tiempo.
— ¿Qué está sucediendo, Livia? Algo es extraño —gruño—. ¿Qué pasa?
—A su tiempo, hermano, a su tiempo.
Ella cambia el rumbo de la conversación y durante unos minutos Dietmar y ella hablan, pero estoy demasiado ocupado atajando palabras al azar de las que dice y para confirmar que no estoy perdiendo la cordura, tomo el teléfono y grabo la conversación, porque algo es extraño.
— ¿Moritz? —
—Estoy aquí —Vuelvo a la pantalla—. Estoy seguro de que eres una gran madre, Livia, tu niño solo tiene una personalidad diferente a los demás.
— ¿Crees que me estoy preocupando demasiado?
No lo creo, pero tampoco quiero alarmarla, pero mi falta de respuesta parece angustiarla todavía más.
—En fin, solo quería verlos y saber cómo estaban —sonríe—. Dietmar sabes lo que debes hacer con el teléfono luego de colgar, haré lo mismo.
—Realmente me gustaba este —Se lamenta nuestro hermano—, pero procuraré comprarme uno mejor.
—Deja de gastar dinero cómo un loco —Lo reprende riendo, veo cómo se le llenan los ojos de lágrimas—. Lo siento, me pongo a llorar cada vez que hablo con uno de ustedes. Creo que hice molestar a Niklas hace unos días de tanto que lloré diciendo que los extrañaba.
—También te extraño y sabes que aquí siempre tendrás...
—Lo sé, Moritz, pero este es mi hogar y el de Alesso. Debo irme —Se lleva una mano a los labios y nos arroja un beso—. Tengan cuidado ¿De acuerdo?
Y entonces, una canción de cuna en austro-húngaro comienza a ser entonada por ella en voz baja. No es una nana que conozca y por la expresión de Dietmar él tampoco lo hace. Siento escalofríos mientras palabra al azar y mal combinados son entonadas. Cuando termina, el llanto de Alesso se escucha y ella lo regaña en italiano antes de decir rápidamente que nos ama e ir a consolar al pequeño. Cuando la llamada finaliza, le entrego mi teléfono a Dietmar.
—Pintaré el cuadro para ti, tú escucha esto y analízalo muy bien. Livia estaba tensa, hablaba extraño y se tocaba demasiado el cuello al igual que la cabeza. ¿Esa nana? Ni siquiera creo que exista, puede ser una clave —Sacudo la cabeza—. Podría solo ser un paranoico o podría estar en lo cierto.
—"Pero este es mi hogar y el de Alesso" —repite Dietmar—. Recalca que está en su casa —murmura—. Alesso decía "todos son malos, lo son"...Él no actúa como un niño. Hay algo raro y me encargaré de descifrar lo que quisiera decirnos.
»Toma, reenvíate la foto que pintarás y destruye el teléfono, es a lo que se refería Livia, ella también lo hará con el suyo para que no queden pruebas.
— ¿Por qué no podría saber su marido que nos llamó? Hablaba en otro idioma para que no la entendieran quienes la cuidaban —Me paso las manos por el cabello—. No quiere que sepan dónde estamos y deduzco que Maurizio no debe saber de qué se contactó.
—Este sería un buen momento para que Lo o Nik aparecieran para que usen a los tipos vigilando a Livia en Italia. Ellos están protegiéndola ante cualquier situación, Nik se encargó de ello desde hace un par de años —Mi hermano se ve serio—. En teoría Livia debería de estar bien, si algo pasará ellos tendrían qué actuar... ¿Entonces?
No pasan más que unos pocos segundos antes de que Dietmar hable de nuevo.
—Espera, espera ¿Y si no es una señal de auxilio? ¿Qué pasa si es una advertencia de "van por ustedes"? —ante sus palabras ambos nos quedamos en silencio.
En la mirada de Dietmar puedo ver su cerebro trabajar a toda velocidad porque tristemente nació para esto, está preparado para todo y su instinto de supervivencia es demasiado fuerte; aunque estoy muy oxidado en esto, también noto cómo me tenso y mi cerebro comienza a unir piezas.
—Empaca en una mochila y toma tu portátil. Necesitamos salir de aquí —Ordeno—. No sabemos qué sucede o qué podría suceder, pero no nos quedaremos a que nos maten, eso es seguro.
»Llama a Mich e inventa cualquier excusa sobre por qué no estaremos aquí, dile que por hoy no podremos verlo y que se quede en casa ¿De acuerdo? —recito comenzando a desarmar el teléfono de mi hermano.
— ¡No te pasaste la foto!
—Ya la tengo, mocoso —respondo antes de dejar caer el teléfono al suelo y comenzar a pisarlo una y otra vez.
No me da mucha atención mientras desde mi teléfono llama a Michelle y se aleja comenzando para armar su mochila. Cuando el teléfono está vuelto nada debajo de mis pies, voy a mi habitación a reunir pocas pertenencias por lo que espero sean solo pocos días.
Escuchar a Gring contar me hace darme cuenta de que debo hacer una parada rápida para dejarlo con Alex. Puedo sentir un inicio de dolor de cabeza porque de esto es de lo que le hablaba a Matthew antes: siempre estoy a la espera de que algo suceda.
***
11 de junio, 2016.
El teléfono vibra sobre la destartalada mesita de noche de la habitación del hotel. Veo que se trata de Valerie y de verdad tengo un momento duro tratando de decidir si contestar o no. Ella está al tanto de que sigo conectado a mis hermanos y la vida que llevan, pero me preocupa tener cualquier tipo de conversación con ella en este momento sobre la tensa incertidumbre en las que nos encontramos Dietmar y yo.
— ¿No vas a responder? —pregunta Dietmar dando un sorbo a un café que traje de la máquina del pasillo.
—Es Valerie —Le hago saber guardándome el hecho de que siento que no debo responder.
—Lo entiendo, en este momento en realidad no deberías comunicarte con nadie —Bosteza—. Intuimos que algo está pasando o pasará. Mientras menos personas se involucren, mejor.
El teléfono deja de sonar y lo tomo decidiendo enviarle un mensaje, porque si no respondo ella podría angustiarse y es lo último que quiero.
Edmun: niña buena no puedo contestar. Saliendo a la universidad para evaluar a las bestias. Te extraño y te amo. Hablamos luego ¿De acuerdo? Y descansa
Su respuesta no tarda demasiado en llegar y tomo un profundo respiro al leerlo.
Valerie: ¡Éxito hoy! No seas malo. Te amo.
—Alístate, Dietmar. Te vienes conmigo a la universidad. Desde el auto puedes seguir trabajando con todo eso.
Estamos con tanta tensión que Dietmar no replica, él solo deja la laptop a un lado y camina hacia el baño para tomar una ducha. No hemos dormido mientras escuchamos una y otra vez la llamada de nuestra hermana con la idea de que hay un mensaje clave en el. Lo hemos reproducido rápido, lento y de muchas otras formas, pero hasta el momento no hemos captado algo concreto.
Me siento en la cama porque ya estoy listo para ir a la universidad a realizar el parcial de recuperación. Veo el teléfono con la esperanza de que cualquiera de mis hermanos pueda llamar para de esa forma confirmar o desmentir que algo sucede. Dietmar y yo no tenemos ninguna forma de contactar con ellos y esto es una mierda muy frustrante porque algo está pasando o pasará, simplemente lo intuimos.
Cuando Dietmar sale del baño quejándose sobre este motel de mala muerte y el agua fría, lo apremio a que se dé prisa. No dormir y estar preocupado me hace estar más malhumorado de lo normal. Conduzco pensativo y solo respondiendo cortamente cada cosa que Dietmar me dice, ni siquiera noto lo rápido que llegamos a la universidad hasta que me estoy estacionando.
—El parcial tiene una duración de una hora y media, usa el nuevo teléfono para llamarme si algo sucede ¿De acuerdo?
—Este sería un buen momento para tener un arma o un cuchillo, debo admitir aunque la llave del auto es lo suficiente filosa para hacer daño si debo defenderme —comenta casualmente—. Ya cambié el vuelo para Michelle y le dije que estuviera listo, que pasaremos por él un par de horas. Es evidente que está extrañado y sospechando, más porque le dije que no se lo hiciera saber a su hermana.
—Lo importante es alejarlo de esto —aseguro—. No salgas del auto, Dietmar.
— ¿Incluso si alguien dispara?
—Dietmar —Es todo lo que digo y él suelta una risa baja.
—Solo trato de relajar el ambiente. Ve con tus alumnos, seguiré en esto.
Le doy una larga mirada y tengo un momento duro porque tengo miedo de alejarme y que algo le ocurra, incluso si Dietmar está mejor preparado que yo para este tipo de situaciones. Le revuelvo el cabello y me quedo con la sonrisa de complicidad que me da cuando bajo del auto.
No llego a caminar muy lejos cuando me devuelvo y golpeo el vidrio de una de las ventanas para que la baje, aun sonriendo lo hace.
— ¿Qué sucede, hermano mayor?
—Solo cuídate ¿De acuerdo? Estoy a una llamada, cualquier cosa extraña, llámame.
—Lo haré, ahora ve a trabajar, tienes gustos que cubrirme con tu dinero —me asegura riendo.
Le devuelvo la sonrisa y le doy una última mirada antes de adentrarme a la facultad. Pese a mi estado de humor, logro controlarme en el momento de aplicar el parcial. Parece que mis alumnos hicieron las paces con su ira porque todos vinieron, incluso Jonas. Por fortuna nadie intenta verme la cara de estúpido intentando copiarse y me hace sentir un poco bien el hecho de que genuinamente parecen concentrados.
Supongo que llegamos a una tregua en donde nos caemos mal, pero quieren aprobar tanto cómo quiero deshacerme de ellos. Camino entre las filas solo por querer hacer algo, no puedo quedarme tranquilo. En algún punto vuelvo a recargar el culo sobre el escritorio mientras los vigilo, también respondo un par de preguntas muy bien pensadas que disipan algunas dudas.
Verifico cada tanto la hora en mi reloj y es cuando ha pasado poco más de una hora, cuando recibo un mensaje del teléfono desechable que tiene Dietmar.
"Ven ahora. Definitivamente todo está mal."
Por primera vez, viendo el esfuerzo que están poniendo estas bestias, no me atrevo a ser un cabronazo pidiéndoles el parcial cuando todavía le quedan veinte minutos, pero necesito ir con Dietmar. Viendo una sola solución a este problema, camino hacia la puerta en donde se encuentra el supervisor y solo dejo caer "emergencia familiar" "veinte minutos" "vigílalos" "no copias", no le doy tiempo a responderme porque estoy alejándome con demasiada prisa para llegar al estacionamiento.
En algún lugar de mi mente tengo la angustia de llegar al estacionamiento y no encontrar a Dietmar o encontrarlo en mal estado. Me doy cuenta de esta manera de que perder a mis hermanos o que salgan lastimados se ha vuelto una pesadilla que no quiero vivir. Tengo la respiración agitada y estoy tan alerta que ni siquiera tengo pensamientos para mi constante mal humor o desprecio general, solo quiero que todo se estabilice debajo de mis pies.
Visualizando mi auto, me regocijo momentáneamente en el alivio cuando veo a Dietmar bajar de el con la laptop en la mano, la deja abierta sobre el techo del auto y con la mano hace ademan de que me dé prisa.
Cuando lo alcanzo, antes de que pueda siquiera hablar, lo atraigo a un abrazo ubicando una mano sobre su cabeza y tomando rápidas respiraciones. No puedo evitar recordar la manera en la que mi pequeño hermano obtuvo esa terrible cicatriz de la que desconocía, no puedo evitar pensar que hace unos meses Dietmar asesinó a alguien para defenderse a él y otra chica. No puedo ignorar que realizaba trabajos peligrosos, que contaba cartas en casinos y más de una vez ha escapado de la muerte y secuestros.
Lo que es más difícil de ignorar es cómo en la madrugada, con una sonrisa destinada a tranquilizarme y hacerme saber que estaba en paz con sus elecciones y "destino" me dijo: nací para esta vida, hermano mayor, ya ni siquiera quiero huir.
—Oye... —murmura intentando alejarse, pero lo abrazo con más fuerza.
—Desearía pode protegerte de todos, Dietmar. Desearía tantas cosas.
—No te preocupes, estoy y estaré bien. Tranquilo.
Lo dejo ir a regañadientes y me da una leve sonrisa antes de adquirir una expresión seria y volver a la laptop.
—Creo que he dado con el mensaje de Livia, es un tanto confuso y no sé si es acertado —Se aclara la garganta—, pero luego de escuchar el audio de todas las formas posibles y hacer conexiones entre una palabra y otra, entendí lo que Livia, experta en códigos, quería decir...La mayor parte de ello en efecto estaba en la canción de cuna:
"Alesso vio lo que no debía
Carpetas con información peligrosa
Infelicidad de saber que lo sabe
Niklas debe saberlo
Irán por ellos
No están a salvo
Iré a ustedes
Alesso no quiere hablar
Miedo
Noche definitiva
Austria seguro
Ir
A ello
Austria
Familia segura
Traición
Mucho cuidado
Ir a familia
Austria
Ve
Esta noche
Bebé y casa
Irán por todos"
Hay unos largos segundos de silencio y el corazón me late tan rápido que me llevo una mano al pecho cómo si temiera que me diera un ataque. Cuando Dietmar y yo cruzamos miradas, él asiente.
—Ella quiere que vayamos a Austria porque es el lugar donde estaremos seguros, es el lugar a donde irá con Alesso —dice lo que parece la conclusión evidente—. Este mensaje es de la llamada del atardecer de ayer, lo que se supone que hoy deberíamos ya estar en Austria...
Paseo la mirada por el estacionamiento vacío, esperando que cualquier cosa pueda suceder de un momento a otro.
—Sube al auto Dietmar —ordeno rodeándolo para subir también—. Dile a Michelle que pasaremos rápido por él, consigue el próximo vuelo a Austria.
»Dudo que nos estén siguiendo, nos hubiesen atrapado ya, pero tampoco hay que tentar a la mala suerte.
No volvemos a hablar hasta que estoy conduciendo tan rápido cómo puedo ir sin que me detenga la policía.
— ¿Quiénes son ellos? —murmura Dietmar—. ¿Quiénes vendrán por nosotros? No es tan sencillo como para decir italianos.
—Eso implicaría que Maurizio quisiera hacerle daño a su hijo —digo—. Hay más sobre todo esto.
—Si Livia habló en códigos, entonces esto es una alerta roja —informa Dietmar—. Una donde se supone deberíamos estar armados porque tarde o temprano, todo explotará. Si Livia tuvo tanto cuidado con sus palabras, eso quiere decir que estamos cerca.
— ¿De qué?
—De sobrevivir o morir.
El camino para ir por Michelle se me hace eterno y estoy tan tenso que los músculos del cuerpo deben de estar odiándome. Dietmar consigue el vuelo más próximo a Austria, eso sería en cinco horas, lo que hace que quiera volverme loco.
— ¿Alguien va a decirme qué está mal? —pregunta Michelle cuando estamos casi llegando al aeropuerto.
—No lo sabemos con certeza, Mich, pero si lo supiera tampoco te lo diríamos —Mi hermano se gira para verlo en el asiento trasero—. He concluido con que eres mi mejor amigo y no te pondría en peligro nunca pese a que pienses que soy un idiota la mayor parte del tiempo.
Todavía quiero sacudir a Dietmar por haberle hablado sobre ciertas cosas a Michelle, pese a que no fue muy específico, Mich sabe más de lo que debería. Desde el asiento trasero, éste último suspira porque sabe qué por más que pregunte, no obtendrá respuestas.
Ellos bajan del auto mientras yo me movilizo para dejar el auto guardado por al menos una semana, si pasase más tiempo, Matthew tiene llaves de repuesto y en un mensaje de texto le estoy haciendo saber que debo salir del país, que no puedo explicarle, pero que en una semana pase por mi auto. Por supuesto que sus respuestas son alarmadas, pero tras entender que no puedo decirle más, cede y se compromete a ello.
Cuando me desplazo en el aeropuerto con la mochila que hice ayer antes de salir de casa para el motel, no tardo mucho en dar con Dietmar y Michelle que parecen enfrascados en una tensa conversación. Termino de alcanzarlos y Michelle me señala a mi hermano con una mano.
—Él parece estar despidiéndose y no quiero que lo haga.
— ¿Estás despidiéndote, Dietmar?
—Nunca está de más hacerlo cuando la vida es tan incierta —Se acera Michelle y lo abraza, el gesto no es devuelto—. Espero verte pronto, no actúes cómo un idiota y devuélveme el abrazo.
Michelle no se ve nada feliz con esta situación en la que desconoce de lo que sucede. Palmeando su hombro y pidiéndole que se cuide me despido porque su vuelo nacional ya está por salir.
—Dile a tu hermana que la llamaré ¿De acuerdo? Estaremos bien, no deben asustarse.
—De acuerdo —asiente y nos da una larga mirada antes de comenzar a alejarse, en última instancia se gira—. Por favor, cuídense.
Retoma su camino y poco después lo perdemos de vista. Mi hermano y yo nos quedamos ahí de pie con miles de incógnitas en nuestras cabezas y unas mochilas con poca ropa porque no planeábamos viajar. Caminamos por el aeropuerto moviéndonos en las áreas más concurridas en donde cualquier "ataque" sería difícil porque no querrán llamar la atención. Lo gracioso, por no decir que irritante, es no saber de qué o quién nos escondemos o si siquiera hay necesidad de hacerlo.
— ¿Tienes miedo? —Me pregunta Dietmar luego de treinta minutos de espera.
Por supuesto que tengo miedo: por mí, por mis hermanos, por lo incierto de lo que podría suceder. Tengo miedo de en realidad estar condenado a llevar en mi vida por siempre este tipo de miedo, es algo a lo que no te acostumbras. Pero sé que la respuesta exacta que mi pequeño hermano desea escuchar es: también tengo miedo. Suspirando estiro una mano para despeinarle el cabello.
—Creo que tú y yo somos dos tipos con un legítimo derecho de estar cagándose del miedo —Le sonrío—. Sí, Dietmar, también tengo miedo.
—Una parte de mí está muy feliz de volver a casa y sé por qué me siento de esta manera. Es mi lugar, Edmun. Hay cosas malas alrededor, pero es mi lugar.
No comento nada al respecto porque no creo que sea el momento para esta conversación e incluso si hubiese querido abordarla, mi teléfono vibrando en el bolsillo del pantalón me limita. En un primer momento pienso que podría tratarse de Matthew queriendo de nuevo orillarme a darle respuestas o Valerie extrañada por haber esquivado su llamada de más temprano, pero es un número restringido y eso solo pueden significarse dos cosas:
La primera es que podría estar a nada de recibir un mensaje de advertencia-amenaza o podría ser de quienes Livia nos advirtió alejarnos.
La segunda es que mis hermanos ya lo sepan y quieran contactarse.
Sea cuál sea la razón, tengo que decidir si debo contestar o no.
Me decido por atender la llamada y aunque desearía no haberlo hecho, debo entender que más temprano que tarde, lo iba a saber.
—Moritz, soy Lo ¿En dónde estás? —Dice de inmediato la voz de mi hermano en alemán.
—Londres, aeropuerto. Austria —El pasado me entrenó bien para saber cuánto debo decir en una línea.
—De acuerdo —No suena sorprendido, pero su voz suena extraña—. Escucha, estoy en la pista de aterrizaje, jet privado, vine por ustedes. Solo tenemos veintiocho minutos para estar aquí —prosigue diciéndome la puerta de embarque a la que debemos ir—. No des tu nombre o el de Die, solo di que son los pasajeros nueve y diez, que el Cometa los está esperando ¿De acuerdo?
—De acuerdo.
Le hago señas a Dietmar de que me siga mientras sin cuestionarlo, sigo las indicaciones de Lorenz.
— ¿Qué sucede? —pregunto viendo a lo lejos la puerta de embarque a la que debemos ir.
—Livia desapareció —dice y su voz se quiebra.
Dejo de caminar inmediatamente pensando en mi hermana mayor, con quien hablé tan solo ayer. Se supone se iban a Austria o eso decía el mensaje y ahora están diciéndome que desapareció...
—No se lo digas a Die, aun no. No lo tomará bien, Nik se lo dirá.
Asiento en automático cómo si pudiese verme y retomo la caminata mientras Dietmar bastante impaciente por saber con quién o qué hablo, pero con una confianza ciega en mis movimientos, me sigue.
—Bien —digo conmocionado todavía y alcanzando la puerta de embarque.
Digo las palabras que mi hermano me dijo a la azafata y en efecto nos deja pasar guiándonos por largos pasillos que prometen llevarnos a la pista de aterrizaje.
—Te diré algo en el oído al verte, pero debes prometerme que fingirás que nada cambió. Die aun no puede saberlo...
Eso no suena alentador y solo me hace sentir la asquerosa emoción de un fuerte terror. Quisiera pedir miles de explicaciones y respuestas, pero sé que no me las dará por teléfono así que me conformo con responder un:
—Bien.
—Te veo en minutos, hermano.
La llamada finaliza y guardo el teléfono en el bolsillo del pantalón mientras me ordeno concentrarme en caminar.
— ¿Quién era? ¿Qué te dijeron? —pregunta Dietmar y sacudo la cabeza hacia él haciéndole saber que no es el momento puesto que la azafata, una total desconocida, puede escucharnos.
No vamos muy lejos en la pista de aterrizaje debido a que nos guían a un jet privado que parece preparado para irse en cualquier momento. Dietmar deja de caminar cuando ve a nuestro hermano, con lentes de sol a una corta distancia, esperándonos. Lo próximo que sé es que mi pequeño hermano está corriendo para alcanzarlo y que luego están fundidos en un fuerte abrazo.
Asiento en agradecimiento hacia la azafata que se retira y me acerco con lentitud a mis hermanos, aun escuchando la voz de Lorenz decirme: Livia está desaparecida. Cuando termino de alcanzarlos, el abrazo ha terminado.
Reparo en la ropa desaliñada de Lorenz, que siempre viste costoso y cómo algún modelo, deduzco que los lentes están destinados a esconder su expresión y se ve pálido. Cuando alza una mano en saludo, me doy cuenta de que tiembla un poco y cuando me abraza, él susurra las palabras por las que me pidió que actuará normal por Dietmar, pero después de escucharlas ¿Cómo podría hacer eso?
No puedo.
Siento que un gran agujero oscuro se abre queriendo absorberme, lo siento irreal y un dolor que no es físico, se adueña de mí. No imaginé que pudiera dolor tanto porque nunca pensé en esta posibilidad.
—Lo prometiste —Es todo lo que me dice cuando nos alejamos.
Le prometí fingir que no acaba de sacudirme el mundo con sus palabras desgarradoras sobre una noticia atroz y que me destroza de a poquito el alma ¿Cómo pudieron...?
—No puedo —digo con voz enronquecida y afectada.
— ¿Qué no puedes? —pregunta Dietmar.
No puedo fingir que la noticia no me impacta de una manera negativa. No puedo fingir que no siento náuseas y una mezcla ácida de emociones ardiendo en mi interior.
Sacudo la cabeza y me tiro del cabello sintiendo que todo se sacude. Soy vagamente consciente de que Lorenz le ordena a Dietmar ir subiendo al jet y que sorprendentemente éste obedece. No sé en qué momento me agache, pero Lorenz también lo hace y me toma una mano.
—Por Die debes recomponerte, él aun no puede saberlo, Moritz, solo las horas del vuelo, por favor, solo eso, aguanta.
—No puedo, no puedo. Me duele —Jadeo y siento el nudo en la garganta asfixiándome—. ¡No puede estar pasando! ¿Hasta cuándo está mierda pasará? No, no ¡No!
—Yo tampoco puedo soportarlo, Moritz, pero si te caes también me derrumbaré, por favor. Necesitamos ir a Austria, solo aguanta, por favor. Necesitamos ir a Austria.
— ¿Cómo? —Veo borroso por las lágrimas contenidas—. ¿Cómo soporto el dolor de que mi sobrino fue asesinado? ¡Maldita sea! ¡¿Cómo?! Era solo un niño ¡Cuatro años! Solo un bebé, Lorenz ¡Solo un bebé en estas malditas familias!
Veo en mi mente al pequeño niño silencioso de cabello y ojos oscuros en la videollamada de ayer, el niño hablando con seriedad y en italiano sobre todos siendo malos y amar a su mami. Veo su inocencia, su silencio, su timidez y la manera contenida en la que no disfrutaba de su niñez. Veo a un niño, porque es lo que era ¡Un niño! Mi sobrino... Una vida inocente arrebatada cruelmente.
Siento ganas de vomitar y pienso en mi hermana, su bebé, era su vida. Su hijo, su dolor y su todo. Mi hermana que llevó en su vientre a Alesso y se esforzó en protegerlo dentro de la violencia en la que nacimos. Era un bebé...Cuatro años, solo eso...
Y mi hermana...Está desaparecida.
Esto no es bueno. Esto es una mierda. Esto es dolor crudo y lo más asqueroso es que esto es solo el principio.
¿Quién de nosotros es el siguiente? Vendrán por más...
—Vendrán por nosotros —susurro entendiéndolo.
—O iremos por ello —sentencia Lorenz.
Holis, perdonen si el capítulo tiene algún error, pero tengo cansada la vista. Ah y si hay error en el italiano, ajá, no es que hable el idioma.
Recuerden que si tienen fanarts o quieren saber cuando se actualiza (a veces Wattpad no avisa) la historia tiene página de facebook: Saga InfoNews de Darlis Stefany. Los adelantos en mis redes: instagram (DarlisStefany) y stories de facebook en la página Darlis Stefany. Mayormente para contestar, en el tiempo que trato de dedicar para ello, me encuentro más en mis mensajes privados de Instagram y en Twitter: Darlis_Steff, porque se me hace más cómodo por esos medios. Ahora se suma que por YOUNOW (DarlisStefany) estaré haciendo en vivos para hablar de mis historias, adelantos, etc.
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