Capítulo 3
Si bien Darío es hijo del director, sus conductas inmorales no podían pasar desapercibidas. No fue expulsado, claro que no. En un mundo donde unos tienen mas que otros, el poder se reparte de igual manera. Su padre decidió enviarlo a un congreso de matemáticas que la escuela patrocina. Lo cual es una reverenda estupidez, el niño ricitos de oro a penas y se sabe las tablas de multiplicar.
¿Contexto? Bien, les daré detalles. Después de que ese sexi nuevo profesor me salvara, el director me pregunto sobre lo que había sucedido y lo que el debería de saber, que nosotras sabemos que no es cierto, es que su hijo me violento (esto es verdad) inculpándome de un acto vil como exponer los gustos sexuales de su hijito (lo que es cierto, pero no es muy vil dependiendo de a quién se lo hagas)
Yo quede como la pobre victima quien tuvo que regresar a su salón de clases y el cómo el inadaptado que es.
—¿Por qué sospecho de ti? Es un imbécil, ni siquiera nos juntamos con su sequito de populares.
Nancy es mi mejor amiga, linda y tierna todo el tiempo, sus mejillas rosadas nunca perdían su calor y su sonrisa siempre reflejaba paz, absolutamente nadie que la conociera podría imaginar que enojada era el mismísimo diablo.
—No sé, Nan. A lo mejor me relaciono por ser amiga de Camila —negué, fingiendo enojo.
—Si bien fue un pendejo con Cami, nosotras no nos metemos en relaciones inmaduras.
Asentí, sintiendo como ardía por dentro. Esto es otra cosa que detesto de Nan: siempre daba directo a mi conciencia. Es mi tonto Pepe Grillo al que nunca hacia caso, pero me recordaba que muy en el fondo de mi percepción de las cosas no estaba tan errada.
—Cambiemos a temas realmente importantes, ¿ya tienes todo listo para la boda? —sonreí, picarona. Sus ojos se iluminaron, si pudiera personificar a la felicidad seria ella.
—Estoy nerviosa, las chicas cambiaron la fecha de la despedida de soltera para la próxima semana, un día antes de la boda. Prometieron que iba a ser algo tranquilo, por dios, Dayan, presiento que no será así y que tendremos que esconder un cuerpo el día antes de mi boda.
—No te preocupes, Nan, si eso llega a pasar esconderemos bien el cuerpo del novio y conseguiremos otro nuevo para la boda —brome.
—¡Dayan! —se levanto de la banca para revolverme el cabello. Las dos reíamos cómplices. No vamos a matar a nadie, pero si eso llega a suceder sabemos que contamos con la otra.
—Silencio, todas siéntense por favor.
Todo el barullo formado en el salón se detuvo viniendo el silencio. Nan detuvo sus manos en mi cabello, los nudos rojos se atoraron en su cabello. Mis ojos se encontraron con aquellos orbes lemanita y embriagadores. Sonrió, con confianza, sus facciones elegantes se remarcaban finamente, él lo sabia y buscaba afectarme. Me lamí los labios y le regresé la sonrisa. Trastabillo casi imperceptiblemente.
Conozco a los de su tipo, los coquetos que creen tener a todas a sus pies y que alimentan a su ego con fans a las que nunca harían caso de nuevo después de tener su amado sacrificio carnal. Ciertamente los odiaba, pero también sabia jugar con sus reglas.
—Bien, me presento, mi nombre es Linus Sallow, soy ingeniero químico y a partir de hoy docente aquí. ¿Qué vamos a aprender? A hacer drogas. Estoy juntando gente para la mafia, ustedes han sido los elegidos.
Todos estallaron en una sonora carcajada. Sonreí sin dejar de verlo, de perder un solo detalle de sus movimientos: su nariz irregular... su boca tentadora y su pelo. Tenia un pelo negro y exuberante pulcramente peinado, en el cual enterrar los dedos hasta dejar ver su verdadero rostro extasiado.
—Por lo tanto, solo los más astutos serán capaces de sobrevivir a la mafia química, solo los que deberás quieran estar aquí. Los que vieron los juegos del hambre, este curso le queda corto. Así que necesito de vuestro compromiso, ¡reacción rápida!...
Saco de su portafolio una pistola de balas de pintura con rayo laser integrado para mejor precisión. Todos gritaron cuando apunto a la pared y la bala se estrello en un sonoro pof. Eso duele, sóbate pared.
—Tienen 30 segundos para presentarse... —anunció. Y de frente para atrás comenzó a apuntar, uno por uno, de enfrente atrás, se presentaron. Los observaba atentamente, asegurándose de que ningún nombre se le escapase. Fui la ultima ya que siempre me sentaba al fondo en una esquina para pasar desapercibida pero no ante sus ojos. Mordió su labio en un grado de concentración total, el puntero se posó en mi frente.
—1, 2, 3...
Empezó a contar. Me reí fascinada por el sentimiento de expectación. ¿Se atrevería a dispararme? ¿hasta dónde es capaz de llegar?
—26, 27, 28, 29...—el puntero descendió segundo tras segundo hasta llegar a mi pecho. Me miraba con fijeza, sonriendo. El tiempo predestinada culmino, diciendo mi nombre al fin en voz alta: —Dayanna Abreu —al mismo tiempo la bala pego en la orilla de mi pezón derecho. La sensación de un escozor doloroso y la fría pintura en mi piel junto con sus ojos ardientes en algo, en algo que yo también sentía.
—Duele... —gimotee lo mas real posible. Dejo la pistola en el escritorio y corrió hacia mi. Frente a frnete su figura era mas imponetne de lo que aparentaba. Era alto, msuculoso y masculino, bajo de mi seria...
—Tú... parece que siempre te veo en problemas.
Contuve una sonrisa tonta. Claro. Problemas era mi segundo nombre. Llevo su mano a su cabeza en un intento de pasar sus dedos por su cabello, pero el gel jugaba en su contra.
—¿Hay aquí enfermería? No creo que sea nada grave, pero un ungüento evitara que se haga moretón.
—Si, ¿me acompaña?
Pedí con los ojos llorosos. La reacción de los demás me dejo de importar desde que ese profesor buenorro entro por esa puerta. El desconcierto gobernaba en su rostro, me levante y lo tome del brazo para llevarlo. Se mantuvo quieto, sin saber que hacer, después de unos segundos, volteo a ver a la clase.
—Los veo mañana, no hay tiempo de tolerancia.
Salimos por los pasillos, la enfermería estaba a dos puertas así que llegamos a penas salimos. Abrí y entramos.
—Pensé que estaba más lejos.
—No, esta cerca, pero tampoco hay encargado así que me tendrá que atender usted, profesor.
Me quite la playera tipo polo color rosa y la deje caer en la camilla. Ya familiarizada con el lugar, camine hacia un estante y saque una pomada de frasco rosa del estante y se la entregue.
El profesor la recibido como por inercia, pero parecía asombrado al punto de quedarse sin habla.
—¿Pasa algo profesor? —pregunte con inocencia, frente a él la presa se ofrece. Supongo que es la primera vez que una presa parece tan dispuesta a ser devorada por el depredador. Pero esto solo es el comienzo.
—¿Por qué te quitaste la blusa?
—No lo necesitaremos para lo que vamos a hacer profesor.
Lance mis rizos detrás de mi espalda, dejando a la vista mi torso. Detalle que sus ojos se fijaron en la curva de mis pechos antes de volver a verme a la cara. Baje el tirante de mi brazier para descubrir el pecho derecho. Lo escuche jadear cuando el pequeño moretón quedo a la vista, casi opacado por mi pezón erecto ante la expectativa. Ante la expectativa de lo que quiero, de lo que deseo y de lo que se que voy a obtener.
Hola, lindas soñadoras.
Ayer me iba a dormir temprano y no lo hice porque termine leyendo libros y hoy para trabajar no me quería levantar, pero lo hice y para evitar dormirme decidí escribir. Espero les guste. Feliz año nuevo. Gracias por compartir este camino conmigo, los amodoro. Besos y abrazos, les lleno de bendiciones su vida hermosa.
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