Capítulo 1

YYo siempre he dicho: "En la vida hay que tragar semen, no mentiras".

Mis amigas me contestaban con sarcasmo: "Si tragas semen es porque ya te tragaste las mentiras".

Ellas obviamente no sabían que las mentiras ya no me jodían. Cree una coraza que nadie puede traspasar y yo solo trago semen cuando he jugado con sus mentiras.

—Saca la lengua y has lo tuyo — me senté en el rostro de mi amante con la suficiente distancia para que no pudiese tocarme. Él sacó la lengua y su pecho comenzó a elevarse rítmicamente ante la espera.

Sonreí. Me gusta. Me excita tener el control. Amarrado en la cama está el chico más popular de la universidad: Dario Mattioli. Miembro del club de fútbol americano e hijo del director, sus rizos rubios y ojos azules son la sensación entre jóvenes hormonales. Su cuerpo es ardiente. Bajo el uniforme del equipo se ve sensual, amarrado en la cama del hotel con los ojos vendados y traje de sirvienta en versión masculina se ve apetitoso.

—Dayan, te estoy esperando — se mueve ansioso ante la espera y su voz tiembla ante la expectativa. Torcí la boca con disgusto. Él sabe las reglas y no las está respetando.

Me dejé caer en su rostro sentándome por completo. Su aliento se evapora en mi intimidad ante sus jadeos. No logra respirar, pero eso le gusta, lo sé porque en mis glúteos ha salpicado un poco de su esperma caliente y espeso. Se ha corrido sin mí, qué mal chico.

Después de diez segundos me levanté. Su rostro húmedo y rojo reflejan éxtasis puro. Y pensar que ese bonito rostro es de un mal mentiroso que gusta de seducir chicas para acostarse con ellas, dejarlas embarazadas y no querer responderles. A mí me da igual lo que haga con su asquerosa vida, pero se ha metido con la chica equivocada: mi amiga. Si, mi amiga Lucía ha caído en sus embustes y sufrido sola, tomado una decisión difícil sola, todo por la irresponsabilidad de ella y la lambisconería de este ego andante de hombre que está bajo de mí.

—Has roto dos reglas, cariño — tomé fuertemente su rostro entre mis manos.

—No...yo lo siento no me pude contener — se lamentó entre jadeos.

Un cuerpo musculoso y fuerte está tan vulnerable debajo de mí. Es mío... Aunque sea solo por esta noche.

—Me alegra que sepas tú error, ¿Qué otra cosa has hecho mal? — le di una cachetada que volteó su rostro a la derecha, luego otra que lo devolvió a su lugar.

Con las mejillas rojas él murmuró: —Venirme sin tu permiso.

—Exacto y eso merece un castigo — me baje de encima de él y camine a la encimera donde tomé una cámara de video que tenía preparada.

Enfoque en la cámara como suplicaba que le perdonase mientras la polla volvía a ponérsele dura. Maldito perro calenturiento.

—Bien. Te perdonaré con una condición cariño — murmuré melosamente y acaricié arriba abajo su miembro presionando levemente. Él se estremeció y me detuve.

—Pero... —objeto.

Apreté su polla caliente y tembló.

—Di que eres mi perra y que te gusta que te follen duro. Di que te gusta ser mi sirviente fiel.

Apretó los labios dudando. Esperé pacientemente hasta que comenzó a tartamudear. Mientras hablaba lo masturbaba, él habló cada vez más fuerte repitiendo que era mi perra. Entonces, solo entonces encendí la cámara.

Deje de grabar al minuto treinta. Noventa segundos de humillación serán suficientes para que su reputación se viera destruida como la de mi amiga. Debería de tener compasión pero para Dario esa palabra no existe o no decidió tomarla con mi amiga ya que después de que ella abortara él no se canso de que toda la universidad se enterará y los incitó a llamarla asesina.

Ahora mi amiga cambio de universidad y ciudad. Todo por un estúpido hombre precoz. Ella no tuvo el valor de defenderse ante los hechos, pero yo lo haré por ella.

Guarde la cámara de video en mi bolsa. Mañana a primera hora todos en la universidad tendrán este vídeo en su poder. Estoy deseosa de que eso suceda. Me cambié rápidamente, quemé la ropa íntima en la tina del baño y salí.

—¿Dayanna? ¿Dayan? ¡¿Qué fue eso?! ¡¿La puerta?! ¡Dayanna! — gritó desesperado.

Continúe caminando por el pasillo como si nada. Bajé por el elevador y caminé hasta la recepción. Entregue mis llaves.

—Señorita, el joven de la habitación 615 me pidió que le diera una mano, por favor. Le dejo las llaves de la habitación y está pequeña yo sé que la necesitará.

Le doy la llave de las esposas y salgo con paso tranquilo. Muevo las caderas al son del sonido de mis tacones. Me siento satisfecha. Hoy ha sido un día productivo.

Son apenas las siete de la mañana, he llegado temprano a la universidad ansiosa de saber qué ha pasado. Ayer en la madrugada terminé de enviar el vídeo a todos los correos de la institución. ¿Cuál es su reacción al enterarse?

Deje la vieja camioneta de papá estacionada en el aparcamiento. Al bajar, Dario me sujeto violentamente del brazo y me sacudió.

—¡Tú, maldita perra! ¡¿Cómo te atreviste?! —su rostro estaba rojo de la furia.

Guarde mi sonrisa y puse mi mejor cara de espanto. Los compañeros ya comenzaban a rodearnos.

—S. Sueltame por favor, me estás lastimando — gimotee fingiendo dolor. Maldita escoria, si cree que me va a exponer como la que lo grabó.

—¡No te hagas la estúpida conmigo! ¡Sabes bien de que te hablo! — escupía mientras hablaba —. Pero te la haré pagar.

Dario alzó el puño y lo lanzó en dirección a mi rostro. No puedo defenderme porque mi actuación de dama delicada se iría al caño, sólo espero que alguien intervenga.

Justo cuando vi el puño casi llegar a mi rostro, supe que nadie me iba a defender. Cerré los ojos esperando el dolor, pero nunca llegó.

Fui jalada de repente y cobijada entre un fuerte pecho cálido y unos brazos musculosos. Él hombre en traje me protegió del golpe seguro cogiendo el puño de Dario sin problema.

—¿¡Tú quién eres?! ¿Por qué te metes donde no te llaman? — Dario le soltó un golpe al señor y este lo detuvo con la otra mano. Wow, es fuerte.

—Soy el maestro de química y no voy a permitir que lastimes a una alumna.

Alce la vista, casi se me cae la baba. Ojos jade brillantes cuál joya, cabello negro y lacio pulcramente peinado hacia atrás que contrasta con su piel clara y sus labios rosados. Todo su rostro es una obra de arte tallada en oro. Me humedecí las bragas con solo verlo y sentirlo contra mí mientras me protege de un idiota.

La mañana no puede ir mejor.

¡Hola! Gracias por leer. Espero les haya gustado.

Una gran aventura comienza. ¿Cómo ven a Dayanna y los nuevos hombres guapos? Yo los quiero todos.

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