XVIII

Me levanté de la cama enfadado.

-¡¡Será perra!!¡¡Yo le mato!!Ugh-comencé a pegar la almohada y la cama, entonces leí la nota- Ya hablaremos.... ya hablaremos.... ¡¿NOS ACABAMOS DE ACOSTAR Y YA HABLAREMOS?!- tomé aire-.... le mato, le mato, será gilipollas- me volví a tumbar en la cama mientras pensaba en como matar a esa perra después de acostarnos.

Mi plan seguía en pie, iba a destruir a esa perra como mejor sabía para quedármelo, y sí, iba a usar el sexo como arma, aunque sea una mala idea, aunque seguramente un puñado de personas se pongan a comentar cosas como "No, por favor y blablablá"

Cuando comenzaron las clases, quedé con Marc en una esquina y subimos lentamente al Instituto.

- ¿Y mi hermano? - le pregunté mientras llegábamos.

- Creo que se fue con la rubia, desde la noche de titus no hablamos.

-A sí, pues yo a ti te vi algo ocupado en peleas- le comenté.

-Ah bueno, ya sabes, cosas de un chico y su amigo el gilipollas- me dijo- ya me entiendes.

- No sé porque te juntas con él, es gilipollas, deberías dejar de juntarse con el pirata- le comenté- pero sí, te entiendo.

- No puedo- me dijo, el resto del camino fue en silencio.

Al llegar a la clase vi a los que todavía vamos juntos sentados y hablando en clase, el cansancio ya estaba volviendo a mis venas y me sentía mareado, pero decidí sentarme en mi sitio de siempre y apoyar mi cabeza entre mis brazos para descansar un poco.

-Iker- levanté la mirada y vi a la rubia, volví a apoyarme entre mis brazos y cerré los ojos- ¿vas a ignorarme?

-Sí, te ignoro- le miré- imbécil.

-Vaya que bonito, mira sólo venía a decirte que no sé qué ha pasado entre tu hermano y tú, pero esta abajo- se levantó y se sentó en otro sitio. Le miré y me levanté.

-Gracias rubia, al fin sirves para algo que no es mentir- le di un golpe en la cabeza y caminé hasta el pasillo dejando atrás a la rubia quejándose del golpe, atravesé el largo pasillo y bajé las escaleras, fui al baño y vi a mi hermano mirándose en el espejo, supuse que estaría aquí.

-Veo que estás aquí perra- le dije mientras me acercaba mirándole, él seguía mirando el espejo.

-...No quiero hablar contigo, deberías irte- dijo serio.

-Venga~ ¿ahora vas de digno? ¿Ahora? - me acerqué y me apoyé en la parte de los lavamanos de mármol.

- No voy de digno, no voy de nada, sólo no quiero ni verte- me miró.

-Pues lo llevas difícil si te miras en el espejo- le dije, él suspiró.

-Ja, que gracioso ¿No? Imbécil- me dijo.

- ¿Cuándo dejaste de decirme cosas sobre sexo y decirme dulces palabras bonitas? Creía que me amabas.

- ¿Sabes qué? - me dijo- He decidido cambiar mi vida y buscarme una relación normal, tal vez con Guillem, sí... no necesito más problemas- me miró- Así que déjame en paz.

-Vaya, quien diría que la gran perra ahora quiere algo normal- negué.

-Tu no ¿verdad? Estoy cansado de ti, la mierda del incesto se acabó para nosotros, superarme ya- me dijo, yo le acorralé contra la pared del baño.

-Jamás ¿sabes por qué? - le pregunté peligrosamente cerca de su oreja, sentía su mirada de odio.

- ¿Por Qué? - me dijo en apenas un murmuro.

-Porque lo que tu deseas es lo mismo que yo, ponerme celoso con otro no te servirá de nada, deberías saberlo ya, además tú te morirías de celos si yo estuviera con otro u otra, así que cuando tú me superes yo te superaré a ti- me acerqué más a su oído y le susurré más bajo- perra- me empujó de golpe separándome de él con su cara era de molestia, la verdad ya me daba igual- Venga ¿tu juegas conmigo y yo contigo no puedo? - le dije cruzando mis brazos.

-Cállate, no quiero ni escucharte, lo que dices apenas tiene sentido, no quiero ponerte celoso y no me voy a poner celoso de nadie- me acerqué a él, está vez, le cogí de la cintura y él me miró, sus ojos se desviaban a mis labios y luego volvían a mis ojos, nos parecemos tanto y siento que en el fondo somos totalmente diferentes, si tan sólo no fuera mi hermano, si yo pudiera elegir volver al pasado y simplemente ser de otra familia... No sé, mi cabeza daba vueltas en pensamientos extraños y la realidad se mezclaba con mi propia locura. Sabía que las calideces de nuestros cuerpos hablaban por si solas, él me deseaba aun que sus palabras dijeran lo contrario, sabía que su cuerpo me deseaba al ver como su cintura se acercaba más a mi cuerpo.

- ¿Seguro que quieres que me calle y te deje en paz? - le pregunté en un suave murmuro, mirándole directamente a los ojos con seriedad, él me miraba y entonces miró hacia otra dirección, el rubor de sus mejillas, el brillo en sus ojos, el calor de su cuerpo, sus manos se toparon con las mías, las cuales seguían en su cintura, subió lentamente sus suaves manos por mis brazos hasta llegar a los hombros, entonces, su mirada se posó con la mía, me gustaba mirarle, jamás sabía que cara pondría.

-No... no es lo que quiero- nos seguimos mirando un tiempo a los ojos, entonces, nuestros labios se unieron en un beso, un beso que empezó tranquilo y suave pero el calor que comenzó a hacer hizo que nuestros labios se comenzaran a mover salvajemente, con ganas de comernos, desesperados, sentía como nuestras lenguas peleaban por el dominio, mis manos bajaron de su cintura a su culo sin ninguna señal de vergüenza en el acto, movía mis manos a mi gusto mientras sentía los suspiros de mi hermano en medio de nuestro acalorado beso.

-Ya veo, ya- sonreí con picardía cuando nos separamos un poco.

- ¿Quieres hacerlo o no imbécil? - me preguntó poniendo una cara de molestia, pero seguía con su cara roja avergonzado y su respiración agitada por el beso y el tacto de mis manos.

- ¿Soy al único al que le hablas de esa manera tan vulgar? Vaya, creía que con tu hermanito serías más amable- le dije yo, entonces de golpe le di la vuelta haciendo que este se apoyara en el lavadero de mármol, se sorprendió y giró levemente la cabeza para verme, tenía los ojos temblorosos y muy abiertos- Pero cuando llega este momento, no creo que te de tanta vergüenza como conmigo- le acaricié los muslos, sonriente.

-Te odio- dijo como un gruñido de protesta, yo le cogí de la mandíbula haciendo que mirara de frente al espejo delante de nosotros- así me darás una vista grata de tu cara mientras te penetro- su expresión cambió rápidamente a una roja, nervioso, pero seguía con el ceño fruncido y los dientes apretados- me encantan tus expresiones- solté su mandíbula y este siguió mirando el espejo nervioso. Mis manos traviesas acariciaban su espalda, la línea de su columna vertebral, entonces llegué a los pantalones de este y lentamente los bajé junto su ropa interior, vi su mirada avergonzada, sus ojos bailaban nerviosos, no sabían dónde mirar, sabía que podía verle y no se le veía con ganas de ponerse en plan diva y ocultar como se sentía. Desabroché mi pantalón y bajé levemente mis calzoncillos, lo justo para sacar mi pene erecto y listo para penetrar a mi hermano, le cogí con fiereza de las nalgas y las separé, esté puso una cara de asombro, que adorable.

Solté una de sus nalgas para coger mi miembro, seguía separando su culo para dejarme la vista de su entrada, acaricié esta con mi miembro. Mi hermano jadeaba y soltaba suspiros de pleno placer solo con sentir el roce de mi pene, sonreí al sentir como sus piernas temblaban levemente y sus caderas se levantaban para que entrara cuanto antes, y aun que él no hubiera dicho nada, ver como se mordía el labio inferior y como cerraba los ojos deseándome me decía todo lo que necesitaba.

Comencé a entrar lentamente, mi hermano apretó los dientes fuertemente y levantó la mirada al techo hasta que entré por completo en su interior y entonces soltó un jadeo que lo único que consiguió fue hacerme sentir más excitado, se sentía bien dentro de él, estaba apretado, pero no demasiado, se notaba que era una perra.

Comencé a mover mis caderas mientras le cogía de la cintura, me movía lento y tranquilo, no tenía prisa para partirle en dos, primero quería jugar un poco con él, sonriente seguía penetrándole, mi hermano mientras tanto gemía levemente, sus ojos entrecerrados siendo nublados de lujuria y sexo y su boca abierta con la lengua casi fuera de esta, rozando sus labios, relamiéndose de vez en cuando, a veces cerraba la boca intentando aguantar los ruidos de su boca.

-Que me dejes en paz, no quiero hablar contigo, estoy harto, harto de todas tus mentiras y mierdas- me sorprendí al igual que mi hermano al escuchar una voz que se acercaba al baño, nos miramos y rápidamente le cogí y le metí junto a mí en el último baño, cerré la puerta con pestillo, la perra estaba apoyando las manos en la puerta mientras yo seguía cogiéndole de la cintura.

-Por favor no quería hacerte daño o algo así Arnau- dijo otra voz, era la del señor rizos negros, Guillem. Mi hermano esperaba atento mientras escuchábamos la pelea de fuera.

- ¿Qué no querías hacerme daño? Solo me has utilizado como un maldito juguete, jamás te he interesado ¿verdad? Solo querías desquitar tus ganas de follar con Iván conmigo, eres un hijo de puta, te odio, no te quiero ni ver- escuchaba gritando a Arnau entre sollozos, parecía muy dolido.

-Yo... lo siento no sé qué decirte, no quería hacerte daño- dijo, escuché unos pasos y un golpe.

-Aléjate de mí, no quiero ni mirarte... me duele... cuando por fin pensé que te habías olvidado de él te tiras encima de él para tirártelo y cuando creo que no significó nada y que al final si podría ser el único me entero de... de ella- me sorprendió ¿ella? ¿quién será ella? Mi hermano se veía igual de confundido que yo, me quedé inmóvil un momento, estaba todo en silencio, lo único que se escuchaba eran los llantos de Arnau, de repente se volvió a abrir la puerta.

-... ¿Interrumpo? - escuché la voz del Pulido, joder, esto parece una maldita reunión o algo así, esto es patético, miré entonces a mi hermano y sonreí con malicia, comencé a moverme de nuevo dentro de mi hermano, este se tapó la boca y me miró en desacuerdo por si nos atrapaban, yo solo me relamí los labios.

-No, tranquilo, yo ya me iba- escuché a Arnau y unos pasos alejarse.

-Arnau, espera- dijo Guillem y se escucharon unos pasos apresurados que seguían a los otros, supongo que salió corriendo detrás de Arnau.

-Vaya, que raro...- escuché al Pulido suspirar pesadamente- Y el imbécil llega tarde, me causa problemas y además tarda- se escuchó como rechistaba, yo comencé a penetrar más fuerte a mi hermano, la perra se apoyaba en la puerta con una mano mientras con la otra se tapaba rápidamente la boca, esas reacciones me daban ganas de darle más.

La puerta del baño se volvió a abrir mientras unos pasos tranquilos se acercaban.

-Llegas tarde- dijo la Física autoritario a alguien que todavía no había sido revelado.

-Perdona- dijo la otra voz, era Antonio, pero el Fernández.

-Déjate de estupideces ¿traes el dinero? - dijo la física en un tono molesto ¿dinero?

-Sí...pero oye si no quieres ahora yo...- comenzó a decir el otro Antonio.

-No me vengas con gilipolleces ahora, ni que fuéramos algo y tal, tienes tu vida, yo mi vida y luego esta esto, así que si tienes novia o no me la suda- dijo bastante calmado, era como la conversación de antes, pero por alguna razón era diferente, puede que en lugar de los sollozos y las lágrimas de Arnau lo que se escuchaba era una risa sarcástica del Pulido.

Un ruido se escuchó contra la puerta mientras se escuchaban sus labios juntándose agresivamente sin tacto, tan poco tacto que se escuchaba su saliva des del otro lado de la puerta, mientras yo seguía dándole con fuerza a mi hermano, este se reprimía lo mejor posible, mi mano se escabulló por su entre pierna y comencé a masturbar su miembro, me miró con ojos nublados y la boca abierta de la cual no podía evitar caer saliva y la lengua se había desconectado de su mente y lo único que podía hacer era pedir aire a través de ella como un perro sediento, cada vez se perdía más en el momento y solo de verle así, comencé a penetrarlo todavía más fuerte que antes.

-No se abre- dijo la física mientras el pomo de la puerta del baño se movía, la cara de mi hermano enseñaba desesperación y miedo, pero a la vez sus ganas de seguir y la excitación que le provocaba poder ser pillados por nuestros amigos mientras le follo duro contra la puerta del baño del mismo instituto, sin poder evitarlo, le cogí una pierna y la levanté pegándole más a la puerta y empotrándole más profundo, rozando las paredes de su interior con rudeza para que pudiera sentirme bien dentro, golpeando cada palmo de su interior, revolviendo sus mismísimas entrañas en el acto incestuoso que estábamos cometiendo, joder ¿Por qué algo que esta tan mal se siente tan malditamente bien?- Oye ¿hay alguien ahí dentro? Oye- decía la física mientras nosotros seguíamos disfrutando de un sexo silencioso pero muy morboso.

-Chicos- esta era otra voz, está la reconocí al instante, la morena- Llevan buscándoos a los dos un buen rato, yo de vosotros iría a clase cagando leches si no queréis una bronca tan pronto- decía quitándole importancia a la vida, eso parecía por su tono de voz y los pasos calmados que daba y se acercaban cada vez más.

-Vaya, está bien- dijo la física antes de irse rápidamente, no peleó mucho por quedarse tampoco, supongo que buscaba la excusa perfecta para huir de ese lugar cuanto antes y no verle más la cara al otro Antonio, el cual suspiró pesadamente.

-Será mejor que me vaya ya, gracias...- dijo Antonio.

-De nada colega- dijo la morena y se escuchó como le daba unas palmaditas en la espalda.

-...Mi dinero...- se escucharon los pasos de Antonio que se alejaban del baño donde solo quedaba la morena, madre mía, el día que me quiero follar a mi hermano en el baño vienen todos nuestros amigos, justamente, que casualidades de la vida. De pronto picaron en la puerta con suavidad.

-Pasarlo bien chicos, yo no diré nada, lo juro- soltó una risa suave y entonces se fue como si nada, la morena lo sabía, pero bueno ¿que no sabía él? Es como si supiera que va a pasar antes de que pase o algo, maldito demonio perturbador, que miedo da. Miré a mi hermano y le cargué.

- ¿Qué? - me miró confundido, yo me senté en el lavabo y comencé a levantarlo con mis manos y hacerle caer mientras mis caderas se movían penetrándole fuerte y conciso con una profundidad notable y placentera. Mi hermano comenzó a pillar alguna iniciativa y a saltar mientras me movía, yo pasé mi mano por su pecho, acariciando su cuerpo delgado, pero bien formado, llegué a su pecho y comencé a tocar sus pezones con los dedos, no podía verle la cara, pero sus espasmos lo decían simplemente todo.

Después de un rato, entre gemidos de mi hermano y el sonido del choque de nuestros cuerpos mezclado con mis gruñidos, me corrí en su interior y mi hermano, en la puerta. Los dos soltamos un suspiro de alivio, felicidad y placer. Salí de dentro de él y nos miramos, sonreímos cómplices y reímos un poco, nos arreglamos cada uno su propia ropa e intentamos salir lo más decentes posibles del cubículo del baño.

-No ha estado mal- sonrió mi hermano, se le veía feliz.

-Lo sé, soy muy bueno- dije poniendo mis manos en los bolsillos- pero igual tenemos que hablar- esto si dije con seriedad, mi gemelo suspiró pesadamente.

-Puede ser, hay cosas que jamás quedaran claras, eso estoy seguro, pero tampoco podré evitar esa charla de mierda siempre así que, como ahora no quiero hablar, hablamos luego- se acercó a mí, dejó un casto beso en mis labios y sonrió- suerte en no volverte loco por mí- y así mi hermano salió de ese lavabo como si nada, pero a la vez como si hubiera pasado todo, moviendo sus caerás levemente como él sabe para demostrar lo perra que es pero no fuera tan obvio lo gay que es, joder, le amo.

- ¿Iker? ¿Qué haces aquí? - dijo una voz des de la puerta que me sacó de mis pensamientos- Tu tampoco quieres estar en clase ¿verdad? - Era Marc el que me hablaba des de la puerta, yo sonreí y asentí, este dio una sonrisa.

- ¿Hablamos? – pregunté ante su actitud calmada.

-Por favor- dijo y se acercó a mí.

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