✿ Capítulo 39 ✿

Margarita

Varios días transcurrieron desde el incidente del hospital. El señor Villarreal pudo recuperarse, para alivio de su familia, aunque tuvo que quedarse en observación hasta la siguiente semana. Cuando él fue dado de alta y ya se encontraba en su casa, su esposa salió porque se había olvidado unas cosas en el hospital, dejando a sus hijos al cuidado de su padre.

Aprovechando que su papá estaba dormido debido a los calmantes, Luis me pidió ir a su cuarto para conversar en privado. Yo guardaba la leve esperanza de que me informara de que no iba a viajar a Arequipa, pero...

—No quería abordar esto porque estábamos con lo de mi papá y no tenía cabeza para pensar en otra cosa, pero...

Me miró aprensivo mientras soltaba mi mano izquierda, me daba la espalda y se sentaba sobre su cama. ¿Sería un mal presagio? ¡Por favor, que no fuera lo que más temía!

—Sé que estuvimos peleados —Luis añadió— y no hemos tenido oportunidad de estar solos como antes, pero... —me atravesó con aquellos brillantes ojos que siempre sabían ver dentro de mi alma—. Ahora que siento que es el momento, puedo preguntarte ¿todo bien con nosotros dos?

Sentí un retorcijón ácido y caliente en mi interior.

—¿A qué te refieres?

La garganta me quemaba tanto que tuve que tragar saliva para aliviar el algo siquiera.

—No sé cómo explicarlo, pero te noto distraída, pensativa...

—Tampoco es que hubiera motivo para que estuviéramos de juerga, digo. —Sonreí, nerviosa—. No nos hemos visto desde esa vez que fui al hospital.

—¡Obvio! —Él hizo una mueca—. Pero —frunció el ceño y me sostuvo la mirada de tal manera que mis piernas temblaban—, ¿de verdad nos hemos reconciliado?

Tragué saliva al tiempo que me senté en la primera silla disponible.

—¿Qué...? —Bajé la vista porque si permitía que Luis me siguiera escudriñando bajo su mirada, no sabía por cuanto tiempo más podría continuar con esta farsa—. ¿Qué es lo que quieres decir?

—Desde que nos arreglamos, hemos estado hablando por teléfono como antes (te agradezco que me llamaras a diario para saber cómo estaba mi papá) pero ¿cómo explicarlo? No, «distraída» no es la palabra —meneó su cabeza—, sino más bien «cortante». Eso es: estás muy cortante, Margarita.

Luis se levantó de la cama y se acercó hacia mí. Con cada paso que daba, la presión en mi interior se acentuaba.

—¿Hay algo que deba saber?

Abrí los ojos de manera amplia. Alcé la vista para contemplarlo, casi por inercia, pero de inmediato la desvié.

—No sé de qué me hablas. ¿No habíamos hecho las paces ya? —pregunté mientras mi corazón latía sin parar. Sin anticiparlo, percibí los dedos de Luis sobre mi mentón para obligarme a contemplarlo.

¡Ay, Dios! Si no me desmayaba ahí mismo, era de milagro. ¿Por qué tenía que ser tan incisivo en hablar sobre aquello que yo no quería? Finalmente, cedí ante su insistencia:

—¿Te refieres a lo que pasó cuando veníamos en el taxi?

Él asintió.

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Luego de que el papá de Luis fuera dado de alta, tanto el señor como el resto de la familia Villarreal fueron en taxi a su casa, a excepción de Luis y yo, que nos dirigíamos en su carro. Aunque mi enamorado quiso acompañarlos en un primer momento, al no caber yo en el taxi, mi intención fue despedirme de ellos en la entrada del hospital. Total, era una reunión familiar; y tal y como me había sentido desde aquella noche que escuché la «feliz» conversación entre Ada y Luis —sobre a quién se parecería la hija de él—, yo era un estorbo para ellos, y esa tarde no fue la excepción.

—¡Ni hablar! Quiero que me acompañes, ¿ok? —dijo Luis mientras abría la puerta de su vehículo.

—Pero este es un reencuentro familiar y yo no soy parte de tu familia. ¿Qué voy a hacer en tu casa?

Luis arqueó la ceja.

—¿Cómo que no? Eres mi enamorada y eso te hace parte de mi familia.

—Pero Luis...

—Aunque mis viejos todavía no lo sepan. Además, hay que aprovechar que mi tío Adolfo vino y, como no íbamos a caber todos en el carro, esto los obligó a tomar un taxi. Hace tiempo que no estamos solos y...

—Lucho, ¿podemos pasar por la heladería Cristal? —El pequeño Memo asomó su cabeza por la ventana del carro—. Se me ha antojado un helado y...

—¡Me había olvidado del renacuajo! —Luis hizo una mueca. Resignado, se dirigió a su hermanito—: ¿No podías irte en el taxi con los demás?

—Me niego a ir en el regazo de mi mamá. Soy todo un hombre.

—Lo que eres es un estorbo. ¡Nos estás interrumpiendo!

—Ahhh —Memo puso una cara de picardía—, lo que ustedes quieren es estar solos para besarse y todas esas cosas que hacen la gente mayor, ¿no?

—¿Te quieres callar? —preguntó Luis, exasperado. Memo lo miró, asustado, pero le hizo caso—. ¿Qué dices, Margarita? —Me contempló con aquellos ojos claros tan amorosos que me derretían—. Ven conmigo, por favor...

Él me tomó de la mano derecha y, aunque lo hizo con ternura, el leve toque de su piel con la mía me quemaba tanto que dolía. Me separé de su lado y me encaminé hacia el carro, para ya no tener que volver que propiciar que me tocara junto con aquella extraña incómoda sensación... ¿Qué era esto?

Casi por inercia, yo abrí la puerta trasera del carro. Pero antes de entrar, Luis me tomó del hombro al tiempo que abría la puerta del copiloto.

—¿Qué haces, Margarita? —Arrugó la frente.

—¿No me habías pedido que viajara contigo?

—Sí —Luis hizo el ademán de cerrar la puerta trasera—, ¿pero acaso no te quieres sentar a mi lado?

Me escudriñó con aquella mirada tan penetrante, que tragué saliva. De inmediato, desvié la vista, me abracé los codos con ambas manos para volver a abrir la puerta trasera.

—No me sentiría a gusto estando a tu lado, con tu hermanito al lado...

—¡Pero si Memo ya sabe lo de nosotros y nos apoya!

Luis volteó en dirección al aludido. Su hermano asintió al tiempo que nos regalaba una sonrisa que solo la inocencia de la niñez podía brindar, ignorante ante lo que pasaba. Me hubiera gustado que mi enamorado fuera tan cándido como Memo, así no me seguiría llenando de preguntas que ni siquiera yo era capaz de contestar.

—Hablamos mejor en tu casa, ¿sí? —le dije al tiempo que me sentaba al lado de Memo y daba la conversación por terminada.

Durante el trayecto, me pareció que Luis me hablaba, pero no le presté atención. Cuando menos me di cuenta, ya estábamos en su casa.


✿ ✿ ✿ ✿ ✿ ✿ ✿ 


Ok, no era que yo hubiera sido muy locuaz con él, lo que se esperaría luego de una «feliz reconciliación» de una pareja. Pero tampoco era que se me ocurriría hablar de cualquier cosa con Luis, que no fuera solo el que me dijera que no iba a viajar a Arequipa y todo lo que eso implicaba.

¿Por qué me sentía así? ¿Acaso algo había cambiado en mí en el transcurso de los días que estuvimos separados? ¿Qué era este doloroso ardor que sentía en mi interior, que su sola presencia me provocaba? No entendía nada.

Luis seguía esperando respuestas. Me contemplaba con aquellos ojos cristalinos, entre una mezcla de adoración e interrogación que, de pronto, todo a mi alrededor cambió.

Un golpe de hermosas sensaciones y evocaciones volvieron a mí. Tal cual como aquella anoche en la que él me cambió mi perspectiva de la vida, al confesarme su amor... El descubrir que yo había significado tanto para alguien, cuando hacía pocas horas antes sentía que no valía nada, me cambió la vida en 180º como nadie tenía idea.

Extrañaba aquella noche, a la Margarita anonadada, quizá enamorada, pero sobre todo esperanzada. Luis me había presentado un mundo nuevo con su humor y picardía, sus tiernas caricias y besos, el mover cielo y tierra para siempre estar a mi lado era su prioridad. Porque yo era y seguiría siendo su prioridad, ¿cierto? ¿Cierto?

—Dime, Margarita, ¿todo bien entre nosotros? Sé sincera, por favor —dijo Luis mientras tocaba con delicadeza mi mano, brindándome la calidez que extrañaba porque siempre sabía cómo hacerme sentir reconfortada.

Quise abrir la boca para contestarle, pero el nudo en la garganta que empezaba a ceder, me lo impedía. Como pude, asentí con la cabeza al tiempo que susurraba «sí».

Al ver que no obtenía mayor respuesta de mi parte, Luis me soltó. Se sentó en su cama y abordó un tema que no me lo esperaba:

—No te conté, pero voy a retrasar unos días más mi viaje a Arequipa.

Abrí mis ojos como plato.

—No me sentiré tranquilo estando en otro lado hasta asegurarme de que mi viejo esté mejor. Por lo menos, hasta que nos lo digan los doctores. Seguro que es cosa de solo unos días o pocas semanas...

Asentí ante su lógica.

—Pero hay algo más que no te he dicho —agregó.

—¿Eh?

—No me iría tranquilo sabiendo que dejo descuidado en Lima algo muy importante.

—¿Tu mamá? ¿Algo le pasa a Blanca? Porque yo la he visto bien, aunque claro, con lo de tu papá quizá le subió la presión y...

Luis rodó los ojos y sonrió.

—Tú, boba.

Se levantó de la cama y se acercó a mí. De nuevo, la presión que sentí sobre mi garganta me invadió, pero ahora con visos de no irse.

—Tú eres lo más importante para mí, Margarita. —Tocó mi mentón para obligarme a alzar mi rostro hacia él—. Solo tú.

Ok, eso era todo lo que necesitaba escuchar.

Grandes lágrimas caían de mis mejillas, imposibilitándome verlo con nitidez. ¿Era cierto lo que escuchaba? Porque de ser así, era lo que mi temerosa y adolorida alma necesitaba para tranquilizarse.

—Te he descuidado al actuar como un idiota con lo de tu supuesto embarazo, pero que sepas que haré todo lo posible para resarcirme porque eres lo más importante para mí. —Luis me besó en la frente—. ¿Me da su permiso, vuestra merced?

Sonreí.

Una de las bromas recurrentes de Luis hacia mí era que yo era bastante formalita con las personas, tratándolos a casi todos de usted, hasta a gente menor que yo, como él. Para rematarlo, de vez en cuando me trataba con todas las formalidades posibles, incluso de siglos pasados, provocándome risas y esta vez no fue la excepción.

—Tiene mi permiso, señor —contesté mientras reía y lloraba a la vez.

Como en las películas clásicas, Luis me besó la mano derecha para luego depositar sus labios sobre los míos, en una unión que rogué porque fuera imperecedera.

Me tomó muy fuerte de mi cintura hacia él y yo hice lo propio al abrazar su amplia y generosa espalda, al tiempo que seguían resonando en mis oídos «Tú eres lo más importante para mí, Margarita. Solo tú».

✿✿✿✿✿✿

Nota de la autora:

Bueno, personitas, creo que no hay mucho que decir luego de este enésimo parón que he tenido, solo mil disculpas como siempre y gracias totales por la infinita paciencia que me tienen.

 Esta vez, mi alejamiento de la escritura ha durado casi 9 meses (como un embarazo ¿? xD) y la verdad, cuando pasa esto, en el transcurso tengo un miedo de que la gente ya se aburra de esta historia y que no vuelva más. Así que, si estás leyendo esto, es que te has mantenido al pie del cañón y no habrá corazoncitos ni flores de margaritas que valgan para hacerte saber mi enorme agradecimiento por tu apoyo continuo a mi trabajo.

Y aunque varias veces me han estado preguntando aquí y allá el porqué de mi ausencia, y no quiero aburrirles con mis dramas, ya lo había contado, pero igual para el que lo quiera saber: el tema es que he estado pasando por un período de salud delicado. Desde hace varios años que sufro de dolores en la espalda y caderas, pero en mayo pasado estos se recrudecieron, afectándome también las manos y piernas. Se me ha diagnosticado bursitis, lumbago, artrosis prematura y síndrome de túnel carpiano. = ( 

Mi estilo de vida ha debido cambiar, debo hacer más ejercicios para procurar bajar de peso y que no sobrecargue mucho mi espalda, bebo mucho líquido y más sano que antes. He tenido que pasar por no sé cuántas sesiones con el fisioterapeuta, que casi casi ya las rececpionistas de la clinica en donde me atiendo se han hecho mis comadres (?), mi fisio es mi compañero de copas en el bar (ok,exagero XD), tomo no sé cuántas vitaminas para fortalecer mis articulaciones y tendones, y mi espacio de trabajo ha sufrido una reestructuración para ser más ergonómico. En fin, todo un caso. Quizá algún día haga un live en instagram sobre ello, por si alguno se quiere entretener con mis achaques (?). 

Pero bueno, lo importante es que aquí me tienen de vuelta, al pie del cañón, y con toda la intención y ganas de querer terminar la historia de Luis y Margarita. Espero tenerles listo el siguiente capítulo prontito. 

Gracias por seguir aquí conmigo. 

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