-Speshial Cap: 10-
El pelaje negro, blanco y naranja del gato se camuflaba perfectamente con el campo abierto y con las hojas. Era un gran guerrero, el más temido por todo el bosque. Sus garras hacían temblar a los líderes de los demás Clanes y...
—¡Despierta, Zarpa Caída! —gruñó Zarpa de Acebo. La aprendiza siempre estaba de mal humor por las mañanas.
El gato tricolor salió de su ensueño, donde él era más poderoso que los miembros del Clan del Tigre. Aunque sabía que no iba a ser cierto jamás.
—Vamos, mi madre ordenó que fuéramos de patrulla—dijo otra aprendiza, Zarpa de Liebre. Era la hija de la líder del Clan, Estrella de Luz. Ambas compartían más cosas aparte del pelaje anaranjado.
Zarpa Caída tenía mucho, mucho sueño. Abrió lentamente los ojos al escuchar las voces de sus amigas. Había sido nombrado aprendiz hacía ya cuatro días. Y aunque no le gustaran las patrullas, sabía que eran para defender el clan. Le dió un empujoncito amistoso a Zarpa de Acebo.
—Tranquila, ahora voy. Decidme, ¿Con quién vamos? —preguntó adormilado el aprendiz. —Por el Clan del Canto, que no sea Halcón Plumos quien dirija la patrulla. —suplicó.
Zarpa de Acebo le guiñó un ojo, un poco más alegre. —Solo vamos nosotros tres —movió la cola, entusiasmada.
Zarpa Caída se levantó, sorprendido. La noticia era suficiente para despertarlo por completo.
En su primer día de entrenamiento habían tenido problemas con Nubón, el gato más molesto de todo el bosque. Tenía cuatro lunas más que ellos y alardeaba de absolutamente todo, aunque seguía siendo un aprendiz.
—A Nubón le hace falta una aprendiza de su edad —le había dicho pícaramente Halcón Plumoso, el mentor de Zarpa Caída, guiñándole el ojo a su aprendiz.
Cuando se concentró nuevamente en lo que pasaba en el presente, Zarpa Caída notó que las gatas se habían marchado y resopló: ahora tendría que buscarlas.
Cuando salió del campamento por el túnel rocoso, chocó contra Zarpa de Liebre.
—¡Por el Clan del Canto, eso duele, cerebro de grillo! —gimió la gata. Se dió unos lametones apresurados en la pata y se la pasó por detrás de la oreja. —Vamos ahora o nos retrasaremos. Las presas no esperarán.
—¿Presas? —repitió confundido Zarpa Caída, aún dolorido por el golpe. —Pensé que patrullaríamos la frontera, cerebros de ratón.
—¡Tú eres el cerebro de ratón! —maulló indignada Zarpa de Acebo.
La gata negra saltó hacia Zarpa Caída, que tuvo que admirar su técnica: parecía volar. Pero no se preocupó mucho por eso cuando la aprendiza le dió un manotazo en las orejas. Zarpa Caída corrió hacia un árbol y rápidamente alcanzó una de las ramas más altas.
Zarpa de Acebo lo miró mal. —¡Cobarde! —aulló. Pero un latigazo de la larga cola de Zarpa de Liebre la hizo callar.
—¡Parad un momento! ¡Las presas se irán al territorio del Clan de la Colina si no dejais de gritar! —siseó la gata anaranjada.
—Vale, vale. —masculló Zarpa Caída, muy a su pesar. Empezó a buscar olor a presas.
Las gatas observaron sus movimientos, confundidas. —¿Cazarás ahí arriba? —preguntó Zarpa de Acebo.
—Si —replicó. Rápidamente captó el olor a ardilla.
—Pero no tienes donde esconderte.
—Lo sé. —el gato tricolor se movió muy despacio. Ya la había visto.
—Las presas son muy escasas allí.
—Muy bién. —saltó. La ardilla colgaba de su boca, inerte.
—No he dicho nada.
* * *
—¡Se me ha ocurrido algo! —maulló Zarpa de Acebo, soltando el ratón que llevaba en las fauces.
Zarpa Caída la miró, junto a Zarpa de Liebre —Dinos.
—¡El Clan del Acebo! —dijo triunfante. —Será nuestro clan y yo seré la líder.
—¡No! —respondió Zarpa de Liebre, soltando su conejo. —¡El Clan de la Liebre!
Zarpa Caída se miró las patas.
Lamentablemente, el Clan Caído no suena tan bien. Pensó, un poco triste.
—Yo voto por el Clan de la Liebre —maulló. Zarpa de Liebre hinchó el pecho, pero se recompuso pronto cuando escuchó lo demás. —Pero la líder puede ser Estrella de Acebo.
—¡Estrella de Acebo! —repitió la gata negra, saboreando su nombre. —me gusta.
—Bueno, yo seré el lugarteniente. —reclamó Zarpa Caída. —Tu tienes tu nombre en el clan —le explicó a Zarpa de Liebre.
—Está bien —aceptó la aprendiza, demasiado rápido —Pero, ¿Y nuestros nombres de guerreros?
—¡Manto Caído!
—¡Salto de Liebre!
Los tres aprendices se dirigieron hacia el Río Plateado, una gran corriente de agua que pasaba entre los sauces. Si cualquiera se atrevía a atravesar el río y el bosque, se encontraría con el territorio del Clan de la Colina.
De repente, Zarpa de Liebre erizó el pelaje de la nuca.
—¡Hedor del Clan de la Colina! —siseó.
Al escucharla, Zarpa Caída desenvainó las garras a regañadientes: no le gustaba pelear. Pero Zarpa de Acebo asomó su cabeza entre unas rocas y empezó a ronronear.
—¿Qué...? —preguntó el aprendiz, pero antes de terminar la frase miró hacia la dirección en la que observaba la gata negra y no pudo contener un ronroneo jocoso.
—¿Que demonios os pasa? —gruñó Zarpa de Liebre.
—Es que... Mira al invasor. —sonrió muy a su pesar Zarpa Caída. —¡Es una cachorra!
Zarpa de Liebre bufó. —Descríbela. Yo no puedo verla. —Era cierto, la gata anaranjada se encontraba en una zona de arbustos muy frondosos.
—Su pelaje es plateado, con pequeñas rayas negras en el lomo. Tiene una cola larga y peluda y... ¡y sus patas son muy pequeñitas! —se detuvo al ver que Zarpa de Liebre sacaba las garras y sonreía.
—Tres contra uno. Es una intrusa y además una cachorra.
Zarpa Caída erizó su pelaje con miedo cuando escuchó el tono malicioso de Zarpa de Liebre.
—Saquémosla de aquí.
940 palabras eeewweee
Lo que pasa después ya lo saben jejejejejeje 7u7. Cuando haga el fic de Zarpa Caída, este va a ser uno de los capítulos :3 y aquí terminó el especial! Shau!
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