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—Muy bien —aprobó Vuelo de Pájaro. Le mostró unas hojas. —¿Y esto?

—Milenrama; cura dolores de barriga, pero también provoca el vómito, que es necesario para expulsar algún veneno ingerido.

—¡Excelente! —ronroneó el curandero.

Zarpa de Luna empezó a ronronear a su vez. Le gustaba que el viejo y gruñón gato que había sido tan violento en el pasado la felicitara por una cosa tan simple como saber hierbas.

—Ve con Pluma Mojada; está en la guarida de los guerreros. Después de hablar con él, vuelve. Te tengo una sorpresa —maulló Vuelo de Pájaro, sonriendo.

La aprendiza no se hizo rogar. Corrió como el viento hacia allí y se detuvo patinando. Sintió que le picaba el pelaje de ansiedad.

La gata asomó la cabeza por la entrada —¿Pluma Mojada?

El lugarteniente del clan le pidió permiso desde las sombras. Zarpa de Luna se corrió hacia el costado, dejando pasar al gato negro.

—¿Te ha mandado Vuelo de Pájaro, verdad? —preguntó adormilado Pluma Mojada, lamiéndose la pata y pasándola por detrás de su oreja.

—Si, yo... —se detuvo al ver pasar a una Nariz Frondosa furiosa. Estaba al lado de Garra Tormentosa, que parecía estar calmándola. Cuando la mirada de ambas gatas se cruzaron, los ojos de su madre se suavizaron y le guiñó el ojo a Zarpa de Luna. La gata marrón siguió de largo.

Claramente aliviada por esa muestra de afecto, la aprendiza se dispuso a seguir: —Si. Vuelo de Pájaro me indicó que venga contigo.

—Bien: ya era hora. —suspiró el gato. —Hemos hablado con él y Estrella Melada y los tres coincidimos en que es hora de que salgas del campamento.

Obviamente, la gata se guardó que de hecho había salido dos veces. Igualmente no conozco el territorio, salvo el Río Plateado, pero es muy grande y lo iba a encontrar tarde o temprano.

—Irás con Niebla Nocturna y con Zarpa de Tórtola. —aclaró Pluma Mojada— Será la patrulla del crepúsculo.

Pensar en Zarpa de Tórtola le hacía acordar a Zarpa de Luna a Lengua Afilada. Ambos eran malvados con ella.

¿Y Lengua Afilada? ¿Es cierto que odia a Sombreadino? Zarpa de Luna se estremeció al recordar su sueño.

Pero ¿Había sido realmente un sueño? La gata decidió investigar un poco más, luego de la patrulla. Cuando llegaron Niebla Nocturna y Zarpa de Tórtola, se pusieron en marcha. El lugarteniente le iba señalando los lugares importantes.

—Ese sauce viejo limita el territorio del Clan de la Colina y el Clan del Manzano. Va desde allí hasta ese roble, ¿lo ves?

La aprendiza asintió y agradeció en silencio a Pluma Mojada. Le había dado información esencial. Pero su satisfacción no duró mucho:

—¡Ja! Hasta un cachorro conoce los límites de los clanes. —Era Zarpa de Tórtola.

Entonces Niebla Nocturna y Pluma Mojada se miraron, cómplices. Ambos le guiñaron un ojo a Zarpa de Luna.

—¡Niebla Nocturna! ¿Hueles eso? —preguntó alarmado Pluma Mojada.

—¡Si! —le siguió la corriente su hermana— creo que es un zorro.

Zarpa de Tórtola erizó su pelaje —¿Dónde? —siseó— lo haré trizas.

La gata no entendía nada. —Yo no huelo nada. —los gatos negros le lanzaron una mirada rápida, negando con la cabeza, pero Zarpa de Tórtola se encargó de meterse a si mismo más profundo en la barro.

—¡Eres estúpida! ¡Es evidente que hay un zorro cerca! Tu nariz en tan inservible que...

—...No ha sido engañada por dos idiotas —completó Niebla Nocturna. Ella y Pluma Mojada empezaron a reírse.

Entonces Zarpa de Luna se unió a sus risas, pero se detuvo rápidamente al ver la expresión de Zarpa de Tórtola. Éste salió corriendo.

—Yo... Lo siento... —murmuró la gata gris, dispuesta a seguirlo. Miró a Pluma Mojada y a Niebla Nocturna. Estos tenían una expresión preocupada: Zarpa de Luna supuso que mientras se estaban riendo, no habían visto que dirección hacia tomado Zarpa de Tórtola.

Es mejor así pensó la aprendiza sorprendiéndose a si misma. Salió disparada hacia donde se había ido el gato.

—¡Lo siento! —aulló Zarpa de Luna. No sabía dónde estaba el aprendiz marrón. Entonces ahí se dió cuenta de la idea de ir a buscarlo era estúpida: no conocía el bosque, no sabía buscar rastros y, aunque quisiera, no podría ir a buscar a Zarpa de Tórtola.

Entonces se le escapó una lágrima. Era inútil.

¡Basta de llorar! Se dijo. Miró hacia los dos lados para comprobar que nadie la hubiera visto e intentó establecer un plan.

Debo concentrarme. Primero intentaré captar el olor de Zarpa de Tórtola.

Pero por más que olfateó y olió el suelo lleno de hojas, no encontró nada. Pegó una patada contra el piso.

¿Que hago ahora?

773 palabras ewecin.

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