-6-
—Muy bien —se dijo Zarpa de Luna— ¡relájate! Conejo Negro... —dijo amenazante.
Cómo Pluma Mojada estaba fuera del campamento todavía, y Zarpa de Luna no lo había encontrado, decidió aprovechar su tiempo lejos de Vuelo de Pájaro.
—¡Oh! Muy bien. —masculló Conejo Negro, mientras dejaba que la aprendiza cubría su pelaje de bilis de ratón. —Ugh, siempre el mismo olor.
Zarpa de Luna saltó de repente.
—¡Cuidado! —aulló el veterano cuando la bilis pasó cerca de su ojo.
—¡Lo siento! —chilló la aprendiza —Es que se me ha ocurrido una idea.
Conejo Negro gruñó —Suelta mi cola y dime qué has pensado —La aprendiza se apresuró a levantar la pata, dejando libre la peluda cola del gato negro.
—¿Que pasaría si agregáramos una planta olorosa, como la menta o la lavanda, y mejoráramos el olor de la bilis de ratón? —pensó en voz alta Zarpa de Luna— sería menos molesto tener que limpiar las garrapatas.
El veterano negó con la cabeza, divertido.
—Tener ese olor le recuerda a los aprendices sus obligaciones. Además, gastarías menta, cuando ésta sirve ¿para... ?
—Para curar dolores de barriga, pero podríamos prescindir un poco de ella.
Conejo Negro siguió como si no hubiera escuchado lo segundo. —Piensa, ¿A Vuelo de Pájaro le gustaría que desperdicies menta sólo por un capricho de veteranos?
Zarpa de Luna se miró las patas —Bueno, no. —admitió.
El veterano asintió, satisfecho —Deja el trabajo, ahí viene Zarpa de Tórtola.
La aprendiza gris gruñó. Odiaba a ese gato marrón grisáceo. Estaba dando la lata siempre que podía y alardeaba acerca de sus habilidades. Zarpa de Luna lo había visto pelear y, aunque le costara admitirlo, lo hacía bien. Pero prefería morir antes que decirlo en voz alta. Además, el aprendiz la molestaba por ser la aprendiza de Vuelo de Pájaro.
—Hola —maulló el joven gato, inclinando la cabeza a Conejo Negro y haciendo una mueca desdeñosa a Zarpa de Luna —No eres necesaria aquí. Vete con tus amigos arbustos —le dijo a la gata.
La aprendiza sintió que sus ojos se humedecían. Se dió vuelta rápidamente para que ninguno de los dos gatos la viera y salió despedida hacia cualquier dirección.
Lo odiaba. ¡Lo odiaba y lo despreciaba! Siempre terminaba así. Llorando como una cachorra.
—Zarpa de Luna, ¿estás bien? —preguntó una voz preocupada. Sonaba aguda y, en su dolor, la gata no vió quien era.
—¿Zarpa de Luna? —maulló otra voz.
La aprendiza levantó la mirada. Eran Nevadizo y Pequeña Ramilla. Parpadeó para borrar cualquier rastro de llanto y los miró a los ojos.
—¿Está Sombreadino con vosotros? —preguntó, balbuceando. Los gatos la miraron alarmados.
—Som-Sombreadino es-stá en la-la maternidad —dijo Nevadizo con una leve nota de temor.
—Sombreadino está mal. —susurró Pequeña Ramilla.
Zarpa de Luna se asustó. Dejó sus preocupaciones de lado y se dispuso a escuchar atentamente a los cachorros.
—Llevadme hasta él, por favor —pidió la gata gris. Pero los cachorros negaron tan violentamente con la cabeza que Zarpa de Luna pensó que se habían quebrado el pescuezo.
—¡No, con el no! —gimieron ambos.
¿Que ha pasado?
—Ve-ve a la maternidad. —suplicó Pequeña Ramilla. Ahí Zarpa de Luna se aterró. Pequeña Ramilla no le temía a nada, y si ella estaba asustada, habría que estarlo.
La aprendiza de curandera entró a la guarida donde Lengua Afilada estaba dormitando.
—Sombreadino —lo llamó suavemente Zarpa de Luna, con la esperanza de que el cachorro la oyera.
Unos diminutos ojos azules se asomaron desde un rincón. —¿Pequeña Luna? ¿Eres tu?
La gata gris le indicó con la cabeza que sí. No sabía porqué el gatito oscuro estaba escondido, pero se preocupó. —Aunque ahora mi nombre es Zarpa de Luna.
—Has vuelto —el cachorro la miró de patas a cabeza, ignorándola —¿Por qué te fuiste? —su voz sonaba desesperada.
—Yo... —Zarpa de Luna no supo que decir, pero Sombreadino la salvó de responder. Éste tosió y...
A la gata se le desorbitaron los ojos. Sombreadino había tosido y había escupido...
¡Sangre! ¡Oh, no, no, no ,no!
—¡Sombreadino! —chilló Zarpa de Luna, despertando a Lengua Afilada.
—¡¿Qué piensas que haces?! —aulló Lengua Afilada. Ésta reina no era muy buena con la gata gris porque odiaba a Nariz Frondosa y por extensión, a Zarpa de Luna.
—¡Lo siento! ¡Pero,oh , Lengua Afilada! ¿Por qué no me dijiste que Sombreadino tenía Tos Roja*?
¡La Tos Roja es mortal! ¡Mortal!
730 palabras ewe
[Tos Roja: enfermedad parecida a la Tos Verde (neumonía) pero en ésta el gato enfermo escupe sangre. La víctima muere la gran mayoría de las veces]
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