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El rocío seguía brillando cuando Pequeña Luna salió de la maternidad sacudiéndose los trocitos de musgo del pelaje. Su manto le picaba de ansiedad.
Nariz Frondosa se había ido a la guarida de Estrella Melada, a hablar sobre un posible ataque, y habían dejado a la cachorra gris a "cargo" de la maternidad, cuidando a los cachorritos de Lengua Afilada. Ésta estaba charlando con los veteranos.
—¡Despiertad!—maulló Pequeña Luna, pegándoles a los tres cachorros con la cola. —Es broma —sonrió —No tenéis porqué hacerlo, descuidad.
Dos de los cachorros habían abierto los ojos. Uno era marrón anaranjado y el otro era blanco. El que se demoraba era gris oscuro, casi negro.
—¡Buenos días! —les saludó la cachorra mayor, al ver que se despertaban la marrón y el blanco.
—Hola —maulló el gatito blanco.
—¿Ya habéis elegido nuestros nombres? —cuestionó la marrón. En sus ojos azules había curiosidad traviesa. Pequeña Luna se rió.
—Eso se hace cuando tengan más edad de una luna, pequeños. —entonces se le ocurrió una cosa— ¿Qué les parece si yo elijo sus nombres en secreto?
—¡Si!
—Muy bien. Acordaos de no decir una palabra. Tú —señaló al blanco —te llamarás... Nevadizo. Y tu te llamarás Pequeña Ramilla.
—¿Y yo?
Pequeña Luna se sobresaltó. Se dió vuelta tan rápido que casi se quebró el pescuezo.
—¿Qué...? Oh, hola.
Era el cachorro gris. No parecía causarle gracia la situación.
—¿Cómo me llamo? —repitió.
—Tu... Eh... Te llamarás Sombreadino.
—Me tienes miedo —afirmó ufano el cachorro. Pequeña Luna respiró hondo.
—¿Queréis que os cuente como huelen los guerreros?
—¡Si! —maullaron emocionados Nevadizo y Pequeña Ramilla. Sombreadino los miró mal.
—Siempre lo que vosotros queréis —suspiró. —¡Vale! ¡Mi mala actitud fue una broma! —sonrió. Pequeña Luna no lo podía creer.
Clan Estelar, ayúdame.
Los tres cachorros se enredaron en una pelea amistosa.
—¡Parad! Sólo tenéis unos días de edad y ya os estáis peleando. Sois débiles.
—¿A quién le dices débil? —se lanzaron sobre Pequeña Luna, tirándola al suelo.
—Os lo digo en serio. Sombreadino ha abierto sus ojos hoy —se esforzó para sacarse a los pequeños de encima —Además, queriais que os contara como huelen los guerreros.
—Eso es cierto —le dió la razón Sombreadino. —Yo...
—¿De qué estáis hablando? —lo interrumpió una nueva voz; los pequeños estaban tan entretenidos que no se habían dado cuenta de que Lengua Afilada había entrado a la maternidad.
Los cuatro cachorros se miraron —Estaba a punto de describirles los olores del Clan —dijo rápidamente Pequeña Luna.
—Bien —ronroneó Lengua Afilada —os quiero preparados para cuando salgais de la maternidad. Prestad atención a vuestra pequeña mentora.
Y con esas palabras, la reina se retiró.
Pequeña Luna hinchó el pecho orgullosamente. La reina confiaba en ella.
—No te emociones tanto —le dijo Pequeña Ramilla —¡te haremos la vida imposible!
—¡Nooo! —maulló dramáticamente la cachorra gris, tirándose al suelo.
...
—En unos días será tu ceremonia de aprendiza —Le dijo Garra Tormentosa a su hija. Pequeña Luna lo miró incrédula, buscando algún rastro que delatara la broma, pero la cara de su padre estaba seria.
—P-pero los aprendices...
Garra Tormentosa soltó una carcajada.
—Son mucho más grandes que tú. Si, lo sé. Pero Sombreadino, Nevadizo y Pequeña Ramilla se te unirán pronto.
—¡¿Como sabes sus nombres?! —cuestionó asombrada la cachorra.
—¿Te refieres a los nombres que tu les diste "en secreto", mientras Estrella Melada y yo hablábamos y escuchamos vuestra conversación? —ronroneó el gato gris. —A Estrella Melada le gustaron tanto los nombres que ahora son oficiales.
—Oh... —Pequeña Luna no sabía que decir.
Garra Tormentosa lamió sus orejas con dulzura y acompañó hasta la maternidad a una Pequeña Luna pensativa.
607 palabras ewe.
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