-11-
Zarpa de Luna entró por el túnel de arbustos al campamento del Clan de la Colina. Temía la reacción de Pluma Mojada: la retaría por salir corriendo tras Zarpa de Tórtola.
No mentiré. Se dijo con seguridad a si misma.
Niebla Nocturna estaba en la Roca Centinela, una piedra muy alta que se encontraba al lado de un sauce y rodeada de otros guijarros de distintos tamaños. Los guerreros que estaban de guardia debían velar por el clan cuando se hacía de noche, salvo cuando se nombraba un nuevo guerrero.
La gata negra bajó de la Roca y corrió hacia Zarpa de Luna.
—¡Saliste corriendo! Estábamos preocupados por ti, siento la broma—se disculpó la guerrera oscura. Cuando la aprendiza le quiso preguntar si alguien mas sabía de su desaparición, Niebla Nocturna pareció leerle el pensamiento.
—Solo Pluma Mojada y yo sabemos que has vuelto. Todo el clan piensa que estás en una patrulla con él y con Zarpa de Tórtola.
¡Zarpa de Tórtola! —¿Ha vuelto? —preguntó preocupada la aprendiza. No quería escuchar la respuesta, pero debía hacerlo.
—Si —la tranquilizó la gata— Pluma Mojada se encuentra con él ahora. Lamento que tu excursión haya quedado arruinada por nuestra culpa.—bajó la cabeza.
Zarpa de Luna juntó valor y le dió un lametón en la coronilla. La guerrera la miró asombrada, pero la llegada de Vuelo de Pájaro las interrumpió.
—¡Zarpa de Luna! —maulló, enojado. —Ven ahora mismo.
La aprendiza plateada fue hacia el curandero con la cola alta. Deseaba comer algo, pero no estaba segura de que su mentor la dejara, por el tono de su maullido.
—Vuelo de Pájaro, ¿Puedo traer algo para comer? —preguntó tímidamente la gata.
El gato pareció dudar unos segundos. —Vale, pero te apuras. —Se marchó a su guarida.
Feliz, la gata corrió hacia la pila de carne fresca. Escogió un pequeño campañol para ella y un pinzón para Vuelo de Pájaro y salió disparada de nuevo hacia la guarida del curandero: su estómago rugía de hambre.
—Comételo aquí— gruñó el curandero, agarrando el pinzón y volviendo a la pila de presas. La aprendiza, cuando ya hubo comido y saciado, vio como el gato dejaba el ave de vuelta en el montón. Eso le supo mal a Zarpa de Luna.
¡Desagradecido! Por lo menos podrías decir que es un lindo gesto. Pensó molesta la gata plateada. Se lavó la cola hasta que Vuelo de Pájaro estuvo de nuevo al lado suyo.
—¿No podías entrar? —le preguntó desdeñoso el gato— ¿No te alcanza tu pequeño cerebro de ratón?
La aprendiza sacó las garras. —¿Por qué me tratas así? —preguntó dolida.
El gato miró a Zarpa de Luna —Porque yo quiero. Ahora, entra si no quieres que le diga a Estrella Melada que eres una desgracia de aprendiza.
Dicho esto, entró sin prestar atención a las pequeñas gotas de agua que sobresalían de los ojos de la gatita.
No llores. No de nuevo.
La aprendiza intentó levantar la cabeza dignamente, pero no logró hacerlo, de tanto que era su dolor.
¡Basta!
Se adentró en la odiada guarida, donde los suaves olores de las plantas quedaban opacados por el horrible olor de Vuelo de Pájaro.
¿Por qué la trataba así su mentor? ¿Qué había hecho?
Escaparte a buscar a ese aprendiz le dijo la voz del día anterior. Esta vez, Zarpa de Luna tuvo tiempo para examinarla. Era fría, pero carecía de emoción.
¿Podría preguntarte quién eres? Le preguntó la aprendiza, esperando una respuesta negativa.
Veamos... Cuando mis patas atraviesan el paisaje, piensas que es invierno. Le respondió enigmáticamente la voz.
¿Le estaba diciendo el nombre? Zarpa de Luna pensó.
Patas... En invierno... No lo sé.
Piensa, pequeña. La voz se fue alejando, hasta volverse un poco más de un susurro.
—¿Qué acabo de decir? —gruñó Vuelo de Pájaro sacándola de sus cavilaciones, mirando con mala cara a sus aprendiza.
La gata se asustó. —N-No te entendí. —mintió.
El curandero bufó. Agarró un par de hojas con la pata derecha y no le dió con ellas en la cara de Zarpa de Luna por un pelo de ratón. La gata no se movió, muda de espanto.
—Prestarás más atención —dijo con voz amenazante Vuelo de Pájaro. —O la próxima vez no fallaré.
La aprendiza asintió, aterrorizada, planeando correr en cualquier momento, pero sus patas le dolían por la larga travesía del día anterior.
—Esto es borraja, dime ahora para qué sirve.
—N-no lo sé —tembló Zarpa de Luna, temblando como una hoja azotada por el viento.
—¡Pues deberías saberlo! —siseó el gato. Luego bajó la voz. —Que pena. Cuando por fin me muera, tu vas a ser la única que quede en el puesto. ¡Y morirán todos los gatos por tu culpa! ¿Que dirá Estrella Melada acerca de su estúpida curandera?
Zarpa de Luna estaba aterrada. —Tu debes enseñarme. —dijo.
Vuelo de Pájaro levantó la pata y le dió un zarpazo con las garras desenvainadas en la nariz de la aprendiza, lanzándola contra la pared de la pequeña cueva. La haya chilló.
—Idiota —se burló el gato. Moviendo la cola, se fue de la guarida.
Zarpa de Luna gimió de dolor. La herida le escocía mucho. Además, se había hecho un corte en los omóplatos al chocar con la dura piedra.
Se arrastró como pudo hacia las hojas de caléndula, reconociéndolas automáticamente por su suave olor. Solo consiguió alcanzar tres, pero se conformó con aquello. Masticó la planta y se puso la pasta en el omóplato, pero el complicado movimiento minó sus fuerzas y se desplomó en el suelo.
Patas... En invierno... Paisaje...
La gata empezó a ver todo borroso. Los olores la confundían.
Patas... Blanco...
Todo comenzó a moverse. A Zarpa de Luna le empezaron a doler los ojos.
Patas... Invierno... Nieve...
La aprendiza escuchó unos ruidos y escuchó un chillido. La movían.
Patas... Nevadas...
Lo que vio la gata fue oscuridad. Luego se desvaneció.
981 palabras :3 ese final 7u7
Elijan, ¿Me apuro con estos capítulos o empiezo con el fic de Zarpa Caída? No se preocupen, si publico ese nuevo libro, no descuidaré este.
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