Una triste infancia y aquellos días de sol
Este capítulo va dedicado a: azejandra y abi_Villalpando_09
A la mañana siguiente, cuando Rose comenzó a despertarse a causa de los rayos de sol que se adentraban por la ventana recordó todo lo que había pasado la noche anterior: la biblioteca, el libro mágico, la escapada de Bella...
-"Bella"- pensó la joven a la vez que buscaba a su amiga por la habitación, pero al ver que no estaba decidió ir a ver si por casualidad se encontraba en el dormitorio de la Bestia.
Y lo cierto es que así era, Bella se había despertado desde hacía bastante rato y como seguçia preocupada por el estado de salud de la Bestia decidió ir a ver cómo estaba.
Al entrar en el aposento, Bella se fijó en que la Bestia seguía durmiendo y que los objetos no se encontraban allí, entonces decidió hacerle compañía hasta que la señora Potts volviera.
A medida que Bella se fijaba en la Bestia más se convencía a sí misma de que aquella criatura tenía algo de humanidad aunque al principio no fuera así. De repente, sus pensamientos fueron interrumpidos por el sonido de la puerta que se abría dejando ver a su amiga buscándola.
-Me alegro de encontrarte aquí- le dijo Rose acercándose a la cama de la Bestia.
-No quería despertarte y vine a hacerle compañía- le respondió Bella.
Aquella confesión hizo que Rose se sintiera feliz por sus nuevos amigos pues a pesar que el primer encuentro no había sido el más esperado, no cabía duda de que la relación entre ambos mejoraría poco a poco.
-Me alegra ver que ya os habéis levantado queridas- respondió la señora Potts sobresaltando a las muchachas.
-Oh señora Potts, que susto me ha dado- dijo Rose al mismo tiempo que se llevaba una mano al pecho.
-Lo siento no era mi intención, he traído unas toallas y más agua caliente para el amo- respondió la tetera.
-Me gustaría cuidarle un rato si a usted no le molesta señora Potts- pidió Bella cogiendo la palangana y las toallas.
Tanto Rose como la tetera sonrieron entusiasmadas y la señora POtts le contestó que no habría ningún problema.
-Será mejor que vaya a preparar el desayuno, Rose querida ¿querrías acompañarme por favor?- le preguntó el utensilio a la muchacha.
-Claro señora Potts- le respondió sonriente.
Tras salir de la habitación la señora Potts y Rose se dirigieron a las cocinas donde se encontraban el resto de los sirvientes.
-Mademoiselle Rose espero que haya dormido bien, ¿le apetece desayunar algo?- le cuestionó Lumière a la joven.
-Si por favor- dijo Rose muy educadamente.
Entonces varios platos repletos de comida se acercaron a la muchacha para que esta pudiera desayunar.
-Os veo muy animadas- advirtió Din Dong muy extrañado por las sonrisas de Rose y la señora Potts.
-¿Es que ha pasado algo bueno?- cuestionó Chip deslizándose por la mesa.
-Pues sí Chip, ha ocurrido algo muy bueno- empezó a decir Rose sin poder ocultar su entusiasmo- acabamos de ver cómo Bella se ofrecía a cuidar de vuestro amo.
Esa noticia dejó sin habla a todos los presentes menos a la tetera y después varios segundos todos empezaron a celebrarlo.
-Por fin volveremos a ser humanos- respondió Plumette.
-Al fin podremos estar juntos ma chère- le contestó Lumière a su amada.
-Volveré a ser un niño otra vez- gritaba Chip con alegría.
-Pero debemos hacer que Bella se enamore del amo y las cuestiones del corazón esas cosas llevan su tiempo- advirtió la señora Potts.
De repente, los utensilios dejaron de celebrar la noticia y comenzaron a tramar un plan para que Bella se enamorara de la Bestia mientras Rose desayunaba y contemplaba feliz, la alegría de sus nuevos amigos.
Mientras en la habitación, este se había despertado con un dolor espantoso que le recorría todo el cuerpo pero lo más raro fue ver a su prisionera sentada en una silla al lado de su cama.
-¿Qué haces aquí?- cuestionó la Bestia.
-He venido para ver cómo estabas, todos estaban muy preocupados por ti, por lo que pasó anoche- le explicó la joven.
-No tienes porque hacerlo- le dijo la Bestia una tanto moolesta.
Al oír el modo en el que le estaba hablando la Bestia. Bella decidió no escucharle y se levantó para coger las toallas y mojarlas en la palanganas y así curarle las heridas.
Aquello no le hacía ninguna gracia a la Bestia y en cuanto Bella le puso una de las toallas en su brazo peludo, la Bestia emitió un grito de dolor a la vez que le decía a la joven:
-¡Me estás haciendo daño!.
-¡Si te estuvieras quieto no te dolería!- le contestó Bella.
-Si no te hubieras escapado y le hubieras hecho caso a Rose esto no habría pasado- le respondió la Bestia.
-Y si no me hubieras gritado y no me habría escapado-
-Si no fueras tan curiosa yo no me habría enfadado-
-Y tú deberías controlar tu genio-
Al no tener ninguna excusa más que decirle a la muchacha, la Bestia se calló y la dejó que siguiera curándole las heridas a lo que Bella agradeció con mucho gusto.
Después de que Rose terminara de desayunar volvió de nuevo al aposento de la Bestia junto con los utensilios para ver cómo se encontraba su amigo y al entrar vieron cómo Bella le curaba las heridas a la Bestia, el cual se había quedado dormido.
-Se curará pronto querida, el amo es fuerte por naturaleza- le explicó la tetera a la muchacha.
-Lo que aún no logro comprender es porque tiene esa actitud tan egoísta y violenta- dijo Bella volviendo su mirada hacia los utensilios- ¿qué le pasó a vuestro amo para que se convirtiera en un monstruo?, ¿y por qué estaís pagando las consecuencias?.
Rose ya conocía ambas respuestas pero decidió mantenerse al margen y dejar que los objetos le contaran a su amiga su versión de la historia:
-Es cierto que el amo no siempre fue malvado su madre, la reina, le quería más que a su propia vida los dos eran muy felices, solían jugar y pasear por el jardín de las rosas, pero cuando la reina falleció el rey, que era un hombre egoísta y déspota manipuló a su hijo hasta convertirlo en un príncipe a su imagen y semejanza y ninguno de nosotros hicimos nada por educarle bien- le relató la señora Potts.
-Por eso también estamos condenados como él- añadió Din Dong.
-¿Y si vuestro amo no se vuelve bueno antes de que caiga el último pétalo, morirèis?- preguntó Bella un poco asustada.
-Sí, cada día que pasa no podemos movernos mucho- le explicó Lumière.
-Tal vez Rose y yo podamos buscar una solución- respondió Bella.
-No querida, el problema es nuestro y solo nuestro- sentenció la tetera.
La Bestia, que lo había oído todo empezó a darse cuenta de lo egoísta que había sido al no haber pensado en sus sirvientes ni en cómo les afectaba a ellos la maldición.
Al final, Rose y Bella se marcharon del aposento de la Bestia para que los utensilios cuidaran de su amo durante unas horas y cuando ambas muchachas empezaron a bajar las escaleras Bella dijo:
-Por eso la Bestia encerró a mi padre en aquella celda, ese jardín y esa rosa eran el último recuerdo que tenía de su madre y yo no lo sabía.
-No te culpes Bella, ni tu padre ni tú sabíais lo importante que eran esas rosas para la Bestia- le animó Rose.
-Por cierto Rose, quería preguntarte una cosa, anoche dijiste que la melodía de tu caja de música era de una nana que te cantaba tu madre de pequeña, ¿no?- le cuestionó Bella a su amiga.
-Sí, mi madre me la cantaba a mi hermano y a mí cuando...- comenzó a contarle Rose hasta que pensó en su familia. Los echaba mucho de menos y le entristecía bastante no saber cómo estarban.
Al ver su reacción Bella empezó a disculparse por haberle hecho recordar algo que ponía triste a su amiga:
-Siento mucho habértelo preguntado, no quería incomodarte.
-Oh, tranquila no pasa nada- le contestó quitándole las lágrimas que empezaban a deslizarse por sus mejillas.
-Es que es muy raro que tu madre y la mía nos cantaran la misma nana, ¿no crees?- le preguntó muy curiosa- sobretodo porque esa nana ha sido transmitida de generación en generación en mi familia.
-La verdad es que es muy extraño- admitió su amiga.
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