Una bestia muy humana

Tras subir las escaleras y seguir las indicaciones de Lumiére, Rose giró hacia la izquierda para poder adentrarse en la alcoba de la Bestia pero  a medida que avanzaba por el largo pasillo que había ante ella, más miedo tenía, pues la joven no tenía miedo de encontrarse cara a cara con la Bestia, sino el hecho de que aquella criatura no quisiera su ayuda, pues la joven tenía la responsabilidad de ayudar a quien más lo necesitara. Al llegar a la puerta de la habitación Rose respiró profundamente y con valentía golpeó la puerta para anunciar su llegada pero como nadie respondía decidió entrar en la habitación, la cual estaba muy oscura y llena de polvo y telarañas, a la derecha podía verse un mueble que antaño había sido una cama, mientras que a la izquierda había una gran chimenea, pero lo que llamó la atención de Rose fue lo que había encima de esta.

Encima de la chimenea había un retrato familiar compuesto por tres personajes: un matrimonio un niño, entonces, cuando la joven se acercó más al cuadro, pudo ver que aquel niño era el príncipe y que la pareja eran sus padres. Pero lo más extraño que vio Rose en el retrato era que los personajes del padre y del hijo estaban llenos de arañazos menos el de la madre.

-¿Qué haces aquí?- preguntó una voz ronca entre las sombras.

En ese momento Rose se quedó paralizada, pues sabía que la Bestia estaba justo detrás de ella pues la joven podía ver cómo la sombra de la Bestia iba haciéndose más y más grande a medida que se acercaba a ella. Entonces Rose se giró y vio que delante de ella había una criatura que era dos veces más alta y más grande que ella y que a pesar de que iba vestido con harapos, se podía ver que tenía el cuerpo de cubierto de pelo, unas garras tan grandes que podían romperle los huesos a un hombre adulto, encima de su cabeza tenía dos cuernos tan largos como los de un macho cabrío y tenía unos colmillos con los que se podía desgarrar la carne humana, parecía el mismo Diablo salido del infierno, pero lo que evitó que Rose temiera a aquel ser fueron sus ojos, los cuales no transmitían ferocidad ni amenza, sino miedo y desesperación.

-Lo siento mucho, llamé a la puerta pero no contestaba nadie, me llamo Rose y he venido a ayudarte- dijo Rose con un hilillo de voz.

-No me importa quien seas no eres bienvenida en este castillo- respondió la Bestia.

-Mira, la Hechicera me a traído hasta aquí para ayudarte- contestó Rose con más confianza.

-No creo que esa bruja se arrepiente de lo que me a hecho y tampoco creo que haya enviado a una niña con ropajes extraños para ayudarme- dijo la Bestia mientras se dirigía al balcón.

Rose no pudo evitar sentir lástima de la criatura pues cuando vio como la Bestia caminaba hacia al balcón de la acoba, la joven no dudó en seguirle. Entonces Rose pudo ver que en el balcón había una mesa circular y que encima de ella en una campana de cristal se encontraba la rosa encantada a la cual ya se le habían caído un par de pétalos.

-Oye, yo sé cómo romper el hechizo pero para hacerlo tendrás que ayudarme- explicó Rose.

-¿Y por qué debería hacerlo?- cuestionó la Bestia mientras fijaba su vista en la joven.

-Porque no tienes más remedio- respondió Rose apenada.

La Bestia volvió su mirada hacia la rosa que estaba protegida por una campana de cristal y se dio cuenta de que Rose tenía razón, pero su orgullo le impedía atender a razones.

-¡No!, no saldrás de este lugar, te quedarás aquí- rugió la Bestia.

-¡¿Has escuchado lo que te he dicho?!, necesitas mi ayuda- gritó Rose enfadada.

La Bestia miró de mala gana a Rose y ella no tardó en ponerle una cara amenazante, lo que sorprendió mucho a la criatura, pues entoda su vida nadie había osado contrariarle.

-Está bien, pero debes prometerme que volverás al castillo antes del anochecer- aceptó la Bestia si abandonar su enfado.

Al escuchar eso, Rose sonrió y le dijo:

-Lo prometo.

Y antes de que la joven se marchara, hizo algo que extrañó a la Bestia, pues Rose posicionó su mano en forma de saludo.

-Tienes que darme la mano para formalizar la promesa- explicó Rose mientras le sonreía.

Al final, la Bestia agarró con suavidad la mano de Rose y juntos la agitaron tres veces. esta acción era nueva para ambos, pues la Bestia no había hecho nunca una promesa y Rose notó que a pesar de que la garra de la Bestia intimadaba un poco, al tacto tenía una textura muy suave.

-¿Lo ves? no ha sido tan terrible, ¿verdad?- preguntó la joven.

-La verdad es que no, nunca había hecho esto antes- reconoció la Bestia.

Rose sólo afirmó con la cabeza y se dirigió hacia la puerta pero antes de que se fuera la Bestia le preguntó:

-Rose, ¿por qué haces esto?.

-Porque los amigos están para ayudarse- contestó la muchacha como si fuera algo obvio.

Aquello sorprendió a la Bestia pues él nunca había tenido un amigo, ni siquiera sabía qué significaba la amistad.

-¿Entonces quieres decir que somos amigos?- cuestionó la Bestia.

-Claro que lo somos, eso si tú quieres- dijo Rose antes de marcharse.

Entonces, por primera vez en su vida, la Bestia había hecho una amiga.

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