Un final agridulce
Y aunque Rose pensaba que aquel iba a ser el final de su aventura, no sabía lo mucho que se equivocaba pues ese mismo día, el príncipe decidió dar una fiesta en honor a las dos las dos muchachas que habían roto el hechizo, una había logrado conquitar el corazón de la Bestia, mientras que la otra consiguió que la Bestia supiera lo que era la verdadera amistad.
Durante la celebración todos estaban felices: Adam y Bella bailaban al son de la música del maestro Cadenza y Madame de Garderobe, Lumière y Plumette se unieron a la danza bajo la atenta mirada de Din Dong, incluso la familia Potts se unió a ellos y por el ruego de Chip, Rose decidió ir a bailar con ellos mientras Maurice pintaba la escena con orgullo hacia su hija.
Pero lo que ninguno de los presentes se percató era que al otro extremo de la sala se encontraba Ágata, quien buscaba a Rose con la mirada y cuando la divisó, pudo notar como la joven sentía que alguien la observaba y cuando vio que se trataba de la Hechicera, se disculpó con Chip y sus padres y fue a ver a su amiga.
-Hola Ágata- saludó Rose sin mucho entusiasmo.
-Hola Rose veo que te estaás divirtiendo mucho, pero no he podido evitar fijarme que no te ha alegrado mucho mi visita- contestó la Hechicera haciendo estremecer a la muchacha.
-Es que sé lo que me vas a decir- le respondió- me dirás que tengo que volver a casa.
-Eso es Rose, no puedes quedarte aquí para siempre- le contestó Ágata sabiendo lo doloroso que era para la joven el tener que separarse de sus nuevos amigos.
-¿Puedo al menos despedirse?- le preguntó Rose deseando que le diese su permiso.
La Hechicera sólo afirmó con la cabeza para que Rose pudiera correr hacia la sala de baile donde sus amigos la vieron sorprendidos al verla llegar casi sin aliento.
-¡Rose!, menos mal que has vuelto quería preguntarte si qurías bailar conmigo- le dijo Adam con una sonrisa, pero al ver a su amiga tan triste se preocupó y le preguntó- ¿te ocurre algo?.
Rose no sabía como decirles a sus amigos que aquella iba a ser la última vez que les vería, pero antes de que ella pudiera decir nada Ágata apareció en la sala haciendo que todos presentes se alejaran de ella pues ninguno había olvidado que ella fue quien creó el hechizo y temían que volviera a transformarlos.
-Tranquilizaos no vengo a hacros daño- informó la Hechicera con la intención de que las personas se calmaran.
-¿Qué has venido a hacer aquí?- le cuestionó Adam desconfiando de la mujer que le había transformado en bestia.
-He venido para llevar a Rose a su casa- le explicó la mujer.
Entonces todos se acercaron a la joven con miradas tristes y desoladas.
-No te vayas Rose, quédate con nosotros- le pidió Chip abrazando las piernas de su amiga.
-No tienes porque marcharte, nosotros te cuidaremos- le contestó Lumière.
Al ver como todas aquellas gentes a las que había conocido desde hacía poco y que se habían ganado un lugar en el corazón de la muchacha, Rose no pudo evitar pensar en la posibilidad de quedarse en el castillo pero ella tenía una familia que la estaba esperando así que con voz calmada y sosegada les dijo:
-Todos habéis sido muy buenos conmigo y gracias a vosotros no sólo he vivido la mayor aventura de mi vida, sino que también he llegado a consideraros parte de mi familia.
Ante aquella confesión, Bella y Adam abrazaron a la joven con mucho cariño y tras separarse, Ágata hizo una observación que confundió a la pareja:
-Sin duda Rose, tienes el mismo corazón bondadoso y valiente que Bella además de la misma fuerza y coraje de Adam, no es de extrañar que seáis familia.
-¿Familia?, ¿qué quieres decir?- le preguntó esta vez Bella.
Entonces la Hechicera sonrió y les explicó que Rose y su familia eran los últimos descendientes directos del príncipe Adam y Bella y que por eso Rose conocía la nana que le cantaba su madre de pequeña, pues esa misma nana era la que le cantaba la madre de Bella cuando esta era un bebé.
-Dios mío, no puedo creerlo, no puedo creer que la historia que tanto amé desde niña fuera real y que yo formé parte de ella- dijo Rose un tanto anonadada por lo que le acababa de contar Ágata.
Tras despedirse de todos sus amigos y familia, Rose se colocó al lado de la Hechicera y con una última mirada llena de amor y de alegría se despidió de aquellos personajes antes de despertarse en su antigua habitación sin pensar siquiera que Ágata pronto le haría un regalo muy especial.
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