Epílogo

Nada más despertar, lo primero que pensó Rose fue que todo lo que había vivido no había sido nada más que un sueño, pero al levantarse vio cómo la cajita de música que le hizo Maurice estaba encima de la mesita de noche y con una gran sonrisa, la joven salió de su cuarto para encontrarse con sus padres, quienes se encontraban charlando muy tranquilamente en el salón y cuando ambos vieron que a su hija entraba en la habitación le dijeron:

-Ya era hora de que despertaras cariño, aunque no es de extrañar que hayas dormido tanto- le dijo su padre acercándose a ella para recibirla con un beso en la mejilla.

Rose recibió aquel gesto con mucho gusto pues desde que inició su aventura, había echado de menos a sus padres.

Sin embargo, en cuanto la muchacha empezó a recordar su estancia en el castillo y los amigos que había dejado atrás, no pudo evitar entristecerse.

Su madre, al ver que su hija empezaba a mostrar un gesto pensativo en su rostro le preguntó si se encontraba bien, a lo que la chica le respondió que sí, que sólo era el cansancio por el jet lag.

Tras la cena que disfrutaron los tres miembros de la familia a base comida, divertidas anécdotas y sobre todo, muchas risas, Rose se despidió de sus padres y se dirigió a su habitación donde lo que le llamó la atención fue un paquete que había encima de la cama y sin más miramientos abrió la caja y se encontró con el libro mágico con una tarjeta que decía:

"Piensa un lugar al que quieras ir, visualízalo en tu mente y siéntelo en tu corazón"

A.

Entonces la joven, siguiendo las instrucciones pensó en sus amigos: Bella, Adam, Chip y todos los demás. Los veía jugando en el jardín, estaban riendo y disfrutando como si hubiera pasado mucho tiempo desde la última vez que lo hicieron. De repente, al abrir los ojos, Rose se encontró a unos pocos metros del castillo y sin poder evitarlo, corrió hacia el jardín que había visto unos segndos antes y allí los vio, todos sus amigos estaban allí y en cuanto la vieron fueron hacia ella para abrazarla y a invitarla a jugar con ellos, algo que la chaca no se lo pensó dos veces y al darse cuenta de lo feliz que era, no dudó desde lo más profundo de su corazón, agradecerle a Ágata el maravilloso regalo que le había hecho: poder visitar a sus nuevos amigos siempre que quisiera.

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