El cuento del chiflado
Al anochecer, varios de los lugareños de Villeneuve se habían reunido en la taberna para relajarse después de una larga jornada de trabajo y entre ellos se encontraba Lefou, quien intentaba animar a su amigo Gastón después de que Bella le rechazara:
-No logro entenderlo Lefou, de verdad no entiendo cómo Bella ha podido rechazar mi propuesta de matrimonio- se lamaentaba Gastón.
-No te preocupes gastón, hay muchos peces en el mar- le contestó Lefou intentando consolarle.
-Ella era la mujer perfecta para mí, nos habríamos ido a vivir a una pequeña casa a las afueras del pueblo y con mi última pieza cazada asándose en el fuego, Bella estaría masajeándome en los pies mientras nuestros 7 hijos estarían jugando con los perros.
-Vamos Gastón no puedes lamentarte por haber sido rechazado por una mujer. Piénsalo, todas las chicas del pueblo desean casarse contigo, incluso algún que otro hombre- le dijo Lefou con segundas.
-No sabes cómo agradezco tus consuelos Lefou, ¿cómo es que ninguna chica te a pesacado aún?.
-La mayoría dicen que es porque soy un poco pegajoso y no acabo de entender lo que quiere decir eso.
Tras hacerle ver a Gastón lo garn hombre que era, un aterrado Maurice irrumpió en la taberna gritando como un poseso:
-Amigos tenéis que ayudarme, una bestia ha secuestrado a Bella.
Tras oír aquello, varias personas empezaron a reírse de él:
-Ya veo que nuestro Maurice se ha vuelto completamente loco- dijo el carnicero.
-No es más que un viejo chiflado- señaló la pescadera.
-Es la verdad, tienen que creerme por favor- suplicaba Maurice muy desesperado.
-Vamos Maurice, no hay ninguna Bestia por aquí- le explicaba el tabernero.
-Sí que la hay, vive en un castillo encantado al otro lado del bosque- decía el padre de Bella a punto de perder los nervios.
-¿Qué hay un castillo encantado al otro lado del bosque?- cuestionó el párroco un tanto sorprendido por lo que contaba su amigo.
-Sí y allí los objetos hablan y se mueven- les relataba Maurice con todo lujo de detalles- Y también tenemos que rescatar a Rose, la amiga de Bella, ella también está prisionera en el castillo- añadió.
-¿Te refieres a aquella chica tan encantadora que le ofreció comida a Ágata?- volvió a preguntar el párroco.
-Sí, esa misma- corroboró Maurice- hay que ir a buscarla enseguida.
Pero al ver que nadie se movía, el anciano empezó a impacientarse, además de darse cuenta de que nadie acudiría en su ayuda.
Al terminar de oír aquella historia tan ridícula, Lefou le dijo a Gastón:
-Pobre diablo, no se da cuenta de que está haciendo el ridículo, ¿verdad Gastón?, ¿Gastón?.
Pero su camarada no le prestaba atención, pues a diferencia de los demás, la historia no le parecía tan alocada y empezó a trazar un plan para poder casarse con Bella, así que se acercó a Maurice y le dijo:
-Tranquilízate Maurice, Lefou y yo te acompañaremos y rescataremos a Rose y a Bella de las garras de esa bestia.
Maurice no podía creer lo que oía, por fin alguien que no sólo creía en lo que estaba diciendo, sino que también le iba a ayudar a rescatar a su hija y a su nueva amiga.
-Oh, muchas gracias Gastón, no me cabe ninguna duda de que eres un gran hombre- le agradeció Maurice a la vez que salían de la taberna.
Pero lo que no se imaginaba el padre de Bella, era que Gastón estaba dispuesto hacer cualquier cosa que fuera necesaria con tal de conseguir la mano de Bella, incluso si aquello conllevaba en creer a un viejo loco.
Así que mientras Maurice guiaba a Gastón y a Lefou hasta el castillo de la Bestia, Bella intentaba calcular cómo podría saltar la ventana sin hacerse daño, con la única ayuda de una cuerda improvisada hecha por telas de vestido y sábanas , pero antes de que pudiera encontrar una solución, alguien llamó a la puerta:
-Márchate no quiero verte- dijo la joven pensando que era la Bestia quien estaba llamando a la puerta.
-Tranquila Bella, soy yo y vengo con la señora Potts- respondió Rose al otro lado de la puerta.
-Adelante.
Nada más entrar en el cuarto, la señora Potts empezó a disculparse por todos sus compañeros ante Bella por la conducta de su amo:
-Sentimos mucho que no haya podido conocer al amo en otras circunstancias.
Entonces, tanto Rose como la tetera vieron que detrás de Bella se hallaban las sábanas y las telas del vestido convertidos en una cuerda que la joven pretendía usar para deslizarse por la ventana y lejos de alarmarse la señora Potts dijo:
-Ese parece un viaje muy largo querida, le recomendaría que antes de antes de irse se tome una buena taza de té.
Al ver la amabilidad con la que estaba tratando la tetera, Bella decidió aceptar el té.
-Vamos Chip, te toca- le avisó Rose a la tacita que se encontraba escondida detrás de su madre.
Después de que el té estuviera servido, Chip se acercó a Bella muy rápidamente y le dijo con una vocecita muy tierna:
-Encantado de conocerla señorita Bella, ¿quiere que le haga un truquito?- le cuestionó el pequeño utensilio antes de crear una burbuja con una pedorreta.
Aquello provocó que Bella sonriera sin poder evitarlo, pues desde que llegó al castillo, no había tenido ningún momento de alegría.
-Has demostrado tener mucho valor para enfrentarte a la Bestia- la felicitó Rose para animar a su amiga.
-Todos lo pensamos- corroboró Madame de Garderobe.
-Pero ahora he perdido mi libertad, a mi padre y... mis sueños- contestó Bella empezando a entristecerse.
-Anímese pequeña, ya verá como todo sale bien y para empezar será mejor que nos acompañe para que podamos servirle la cena- la contestó la señora Potts dirigiéndose a la puerta.
-Pero él me ha dicho que no pdría comer nada- recordó Bella.
-En realidad esa amenaza iba dirigida a nosotros- le explicó Rose.
-¿Qué quieres decir?- preguntó Bella al no comprender lo que le acababa de decirle su amiga.
-La Bestia nos prohibió que te diésemos la cena, pero no nos dijo que te impidiésemos salir de la habitación para bajar a cenar- le respondió Rose con picardía.
Eso sí que era sorprendente, pues Bella nunca había conocido a ninguna joven que fuera tan avispada ni tan astuta como Rose. Así que sin más demora, Bella salió del aposento junto Rose, Chip y la señora Potts para bajar al comedor donde recibiría el verdadero recibimiento que se merecía desde que puso los pies en aquel castillo mágico.
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