Comienza la aventura
En cuanto Rose atravesó el portal mágico empezó a descender por un túnel que la llevó hasta una gran sala de baile vacía adornada con detalles de oro en la que podían caber hasta cien personas. Entonces Rose empezó a dar vueltas por toda la habitación admirando todo aquello que veían sus ojos, de repente, vio cómo las puertas de la sala se abrían y empezaban a entrar personas cuyas vestimentas pertenecían al siglo XVII, pero lo que más llamó la atención de Rose, fue que a ninguna de aquellas personas que habían entrado en la habitación se fijó en ella.
-"Supongo que Ágata habrá querido que, por el momento, nadie me vea ni me oiga"- pensó la joven mientras veía cómo seguía llenando se la sala de gente.
A los pocos minutos, empezaron a aparecer varias jóvenes que portaban vestidos y pelucas de color blanco que para Rose eran muy ostentosos, pero antes de que la chica pudiera seguir vislumbrando a las muchachas que habían empezado a agruparse entre ellas, un pequeño cosquilleo en la pierna hizo que la chica posara su vista hacia el suelo y una sonrisa apareció en su rostro al descubrir que el causante del cosquilleo era un perrito de color marrón y blanco que la miraba con interés mientras movía su cola.
-Hola amiguito, parece que eres el único de esta sala que puede verme- arrulló Rose al mismo tiempo que se agachaba para acariciar al cachorro, quien al parecer le gustaba mucho los mimos de Rose.
-Froufrou, ven querido-.
De repente, el perrito se fue corriendo hacia el dueño de aquella voz y Rose empezó a seguir con la mirada hacia el lugar donde se dirigía el perro y no pudo evitar sentir ternura al ver que la persona que había llamado al cachorro era una mujer de color que llevaba una peluca de color blanco y llevaba un excéntrico vestido violeta que levantaba a su querida mascota para empezar a darle mimos, a la vez que se les acercaba un hombre blanco con la peluca un tanto despeinada y que vestía un traje amarillo.
En ese momento, un hombre pasó corriendo por delante de Rose, lo que hizo que la joven le siguiera para ver qué sucedía y al darse cuenta de que aquel hombre entraba en una habitación contigua a la sala de baile, Rose decidió acercarse un poco más para ver qué había allí. Al entrar en el aposento, Rose vislumbró a un grupo de personas que se encontraban alrededor de un joven que portaba una peluca grisácea y bien peinada, su rostro había sido maquillado con unos polvos blancos, pero en cambio los ojos estaban pintados de color negro, como si llevara un antifaz, lo que le hacía parecer un hombre misterioso y su traje era de color azul oscuro tirando a negro, pero lo que a Rose le parecía aún más intimidante era cómo el grupo de personas que se agolpaban a su alrededor parecían tenerle miedo, aquel grupo de personas estaba compuesto por: un hombre anciano que llevaba unos botones en forma de números romanos en una chaqueta marrón y que portaba un pequeño bastón y Rose recordó que aquel hombre era el mismo que pasó corriendo delante de ella, otro miembro era un hombre joven que vestía con un traje amarillo y tenía un pequeño bigote negro que sujetaba un candelabro que servía para que el hombre misterioso pudiera ver mejor cómo habían quedado los lunares que le había pintado una mujer de color, que llevaba un vestido morado y una peluca blanca un poco alta y por último faltaba una mujer un poco más mayor que la muchacha que vestía con una cofia y un delantal, lo que hizo que Rose pensara que aquella mujer era el ama de llaves del castillo.
En cuanto el hombre misterioso quedó satisfecho con el trabajo de sus sirvientes se dirigió hacia la sala de baile para sentarse en el trono que se encontraba al final de la habitación y Rose se fijó en cómo aquel individuo, que resultó ser el príncipe, miraba con cierto desprecio a la pareja del perro que, para asombro de Rose, la mujer era una diva cantante de ópera italiana y el hombre era el pianista además del marido de la diva. Cuando el pianista empezó a tocar el clavecín, todas las doncellas empezaron a bailar alrededor del monarca que en ese momento se había levantado del trono para bailar con ellas a la vez que la diva empezaba a cantar un aria.
Al darse cuenta de que nadie podía verla, Rose empezó a bailar al ritmo de la música hasta que de la nada empezó a oírse cómo alguien llamaba a la puerta, lo que hizo que los invitados se miraran confusos los unos a los otros, pues no sabían quién podía estar llamando a esas horas.
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