Bella descubre la verdad
A medida que fueron pasando los días, Bella y la Bestia empezaban a pasar más tiempo juntos, paseaban por el jardín, comían juntos, jugaban con Phillip e incluso leían los mismos libros a la vez y este acercamiento entusasmaba mucho a los objetos del castillo y Rose no podía sentirse más feliz por sus amigos.
Hubo un día en concreto en el que Bella, quien estaba paseando por el jardín, vio a la Bestia leyendo a un libro y la joven decidió acercarse a él para poder ver el título de dicho libro:
-¿Lancelot y Ginebra?- le cuestionó Bella pensando lo extraño que era para ella ver cómo su amigo leía una novela romántica.
-El rey Arturo y sus caballeros- le respondió la Bestia un tanto avergonzado.
-No te di las gracias por salvarme de los lobos- recordó la muchacha al mismo tiempo que sentaba al lado de la Bestia.
-Y yo no te he dado las gracias por traerme al castillo para evitar que los lobos me devoraran- le respondió la Bestia con amabilidad.
Entonces ambos escucharon las risas de los sirvientes y Bella le dijo a la Bestia lo contenta que se sentía al oír cómo sus amigos se divertían.
-Pero cuando yo aparezco se apagan las risas- le confesó la Bestia un tanto alicaído.
-A mi me pasaba lo mismo cuando vivía en la aldea, muchas veces cuando aparecía, la gente me evitaba a veces porque les parezco un poco rara- explicó Bella con el propósito de animar a la Bestia.
-Eso es muy cruel, nadie debería criticar a los demás por como son ni por lo que hacen- dijo la Bestia sorprendida por lo que le había confesado la joven y de pronto se le ocurrió una idea tan descabellada que no pudo evitar contársela a Bella:
-¿Y si nos escapamos?.
Al principio Bella pensó que la Bestia no hablaba enserio pero cuando la invitó acompañarle a la biblioteca empezó a cambiar de opinión.
Sin duda para la Bestia, aquella era la oportunidad perfecta para enseñarle a Bella cómo funcionaba el libro mágico ya que no pudo enseñárselo a Rose pero en cuanto él y la joven entraron en la biblioteca vieron que su amiga se había quedado dormida en el sillón que había junto a la chimenea y decidieron acercarse en silencio para colocarle una manta.
-No sé si pensarás lo mismo que yo, pero para mí Rose me parece una chica muy especial- confesó Bella mientras veía a su amiga con ternura, casi maternal.
-La verdad es que yo también pienso lo mismo, Rose en una joven increíble y no sé porqué pero siento que la conozco de toda la vida- respondió la Bestia un tanto extrañado.
Después, la pareja se acercó al atril donde se encontraba el libro mágico.
-Este fue un regalo que me hizo la Hechicera- comenzó a relatar la Bestia- te permite viajar a cualquier lugar que desees. Yo lo hice hace mucho tiempo pero con mi aspecto no me sirvió de mucho, así que más que un regalo fue un castigo.
La muchacha no daba crédito a lo que oía y tampoco podía evitar sorprenderse al ve que el contenido del libro era una especie de mapamundi.
-¿Cómo funciona?- quiso saber Bella.
-Primero debes visualizar en tu mente el lugar al que desees ir y luego sentirlo en tu corazón- le explicó la Bestia a la vez que ambos tocaban las páginas del libro.
Así que Bella empezó a vislumbrar un lugar al que deseaba ir desde hacía mucho tiempo.
De repente, cuando la joven abrió los ojos se encontró con que ya no estaba en la biblioteca el castillo sino en una buhardilla abandonada de un viejo molino que se hallaba cerca de París.
-¡Oh, estamos en París!- exclamó la Bestia entusiasmado- ¿qué te apetece ver primero?, ¿Notre Dame?, ¿los Campos Elíseos?.
-Aquí fue donde nací y me crié antes de irme a Villeneuve- respondió Bella sin prestar atención a lo que acababa de decirle la Bestia- parece que aquí no vive nadie.
La buhardilla estaba cubierta de polvo y en ella había una pequeña cama y al lado una cunita con un sonajero dentro que al cogerlo Bella comenzó a relatarle a la Bestia que aquel también el lugar en el que murió su madre, pero ella nunca supo lo que provocó su muerte, pues a su padre le entristecía mucho hablar de aquello.
Entonces, mientras investigaba un poco el lugar, la Bestia se topó con un objeto del que estaba convencido que aclararía el misterio de la muerte de la madre de Bella.
-Tu madre murió por la Peste- le dijo la Bestia a la vez que le entregaba a la muchacha una antigua máscara de médico.
Y fue en ese momento en el que Bella comprendió porque su padre y ello tuvieron que dejar a su madre, porque ella no quería que su hijita muriera.
-Siento mucho lo que le ocurrió a tu madre Bella- se disculpó la Bestia al darse cuenta de que tanto él como la joven habían perdido a las personas que más amaban.
-¿Podemos volver a casa por favor?- cuestionó Bella casi sin poder hablar.
No hizo falta que se lo pidiera dos veces y ambos se acercaron al libro mágico para que este les transportara de nuevo al castillo.
Rose no supo cuánto tiempo había dormido pero al despertarse se encontró con una escena que la desconcertó un poco: la Bestia intentaba consolar a Bella, quien se encontraba a punto de echarse a llorar.
-¿Bella qué pasa?- cuestionó la muchacha corriendo hacia su amiga muy preocupada.
-Utilizamos el libro mágico y nos llevó al lugar donde murió su madre- le explicó la Bestia con tristeza.
Rose no dijo nada y se acercó a su amiga para abrazarla con fuerza co el propósito de que se sintiera protegida.
-Me voy a ir a la cama, decidle a la señora Potts que no bajaré a cenar. Buenas noches- se despidió la joven saliendo de la biblioteca.
Al final, Rose y la Bestia se quedaron se quedaron solos en la estancia y la Bestia le relató lo que había pasado.
-Fue culpa mía, no debí enseñarle el libro- confesó.
-No, creo que hiciste bien en enseñárselo, estoy segura de que ahora, Bella comprenderá el motivo por el que Maurice le estuvo ocultando la verdad durante tantos años- le consoló Rose.
Y lo curioso es que la joven tenía razón, ahora Bell asabía que su padre sólo quería protegerla y que su madre falleció por amor a su familia, una amor que tnto ella como la Bestia empezaban a sentir por Rose.
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