Ágata

En ese momento, cuando Rose estaba a punto de seguir al grupo de turistas, empezó a sonarle el móvil y no tuvo más remedio que contestar a la video llamada de su padre.

-Hola papá- saludó la joven a la pantalla del aparato electrónico.

-Hola vida mía, ¿cómo estás?, ¿todo bien?- preguntó el Sr Gold sonriendo ante la felicidad que transmitían los ojos de su hija.

-Estoy muy contenta papá, este país es maravilloso, fíjate en este pueblo- respondió Rose mientras le enseñaba a su padre el pueblo donde se encontraba su hija.

Pero, de repente, antes de que su padre pudiera responderle, la cobertura del móvil empezó a desvanecerse y antes de que Rose pudiera hacer algo acabó tropezando y cayendo de espaldas con tal mala suerte que se llevó por delante a una anciana que vendía rosas.

-Oh, lo siento, lo siento, perdóneme por favor, ¿le he hecho daño?, perdóneme deje que la ayude- decía Rose avergonzada mientras ayudaba a la anciana a levantarse del suelo.

-No te preocupes cariño, no pasa nada- contestó la anciana regalándole una sonrisa a la joven.

-Discúlpeme no era mi intención tirarle las rosas, espere aquí que yo se las traigo- respondió Rose a la vez que recogía las flores de la calzada.

En cuanto Rose terminó de colocar las rosas de nuevo en su sitio se dirigió a la anciana para disculparse una vez más.

-Le pido disculpas de nuevo madame, si quiere que haga algo más por usted-.

-No hace falta querida, ya has hecho suficiente al ayudar a esta pobre anciana- contestó la mujer mientras se sentaba en un pequeño escalón.

-Era mi deber, yo siempre intento ayudar a los demás cuando lo necesitan, además de asumir mis errores- respondió Rose.

-Y eso es bueno pequeña, asumir los errores es algo muy importante pues nunca se sabe cuándo puedes recibir una recompensa- dijo la anciana mientras inspeccionaba sus rosas.

-¿Recompensa?- preguntó Rose un tanto curiosa.

Entonces la anciana le enseño la rosa más hermosa que la joven había visto en su vida, estaba en muy buen estado y aún estaba fresca.

-Esta rosa es para ti jovencita- dijo la anciana mientras le ofrecía la flor.

-Muchas gracias, ¿cuánto cuesta?- cuestionó Rose mientras buscaba el monedero.

-Nada, es un regalo, pero debes prometerme que cuidarás esta rosa pase lo que pase- contestó la anciana.

-Lo haré madame no se preocupe- dijo Rose mientras cogía la rosa.

-Llámame Ágata- pidió la anciana mientras sonreía a la muchacha.


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