Sospechoso
El profesor Gamboa no supo qué responder.
—Se lo vuelvo a preguntar. ¿Por qué cree usted que el asesino escribió GAMBOA en el suelo?
Cuando se recuperó de la impresión que le producía la confusa situación, el profesor Gamboa se atrevió a balbucear una respuesta.
—Quizás porque "El Maestro" quería que yo leyera el mensaje...
El profesor Gamboa pensó que su respuesta había sido convincente. No en vano él era uno de sus discípulos más aventajados.
—Entiendo. ¿Qué es entonces lo que le sugiere NASA SSIIWTBK GAMBOA?
—Necesitaría tiempo para meditarlo.
—Estoy de acuerdo. Creo que usted, señor Gamboa, debería meditarlo para seguir ayudándonos en las investigaciones, por supuesto, acompañándonos a la central de comisaría...
— ...en calidad de investigado, supongo —añadió el profesor Gamboa.
—Un mero formalismo. Ya sabe.
—Ya sé.
Mientras el teniente Castillo informaba a la central de la detención del profesor Gamboa, apareció una persona en el aula vistiendo el traje NBQ de la policía metropolitana. Poco más se veía de ella que sus intensos ojos verdes a través de la máscara NBQ.
—Pase usted, doctora Tolima, por favor —dijo el teniente con un ademán mientras seguía ocupado censando la orden de detención.
—Me llamo Sofía Tolima, científica asociada a la policía —le extendió su mano a Gamboa—. Las muestras científicas ya las he llevado al laboratorio. Mañana tendremos los primeros resultados.
—Jorge Gamboa, arqueólogo de la universidad, agente —el profesor estrechó la mano de Sofía—. No soy policía, no necesita informarme de nada.
—Yo tampoco soy policía y también soy de la universidad —dijo Sofía—. Soy forense y estoy apoyando a los servicios policiales en este extraño caso.
—Doctora Tolima —interrumpió Castillo—, el señor Gamboa no solo no es policía, sino que acabo de detenerlo.
—Ah —dijo Sofía.
Una intensa explosión sonó cerca, muy cerca. Parecía en la entrada. El profesor Gamboa y el teniente Castillo se miraron sorprendidos a través de sus máscaras, sin comprender bien qué pasaba. El teniente Castillo salió corriendo hacia la entrada al claustro, tan rápido como se puede correr con un traje NBQ, no sin antes gritarle a Sofía por el intercomunicador:
—Cuide del detenido, que estos vienen a rescatarle.
Sofía Tolima y Jorge Gamboa se quedaron solos en la escena del crimen. Se oían ruidos al fondo. Parecían disparos.
—Pierda toda esperanza —le dijo Sofía—. Sus amigos no van a poder rescatarle.
Seguían oyéndose disparos. Quizás fue la excitación del momento y la percepción del peligro, o quizás fueron los intensos ojos verdes de Sofía —quién lo sabe—; pero lo cierto es que el profesor Gamboa se sintió súbitamente inspirado.
—SSIIWTBK: "Somewhere, Something Incredible Is Waiting To Be Known".
—¿Qué? —dijo Sofía, con sorpresa, a través del intercomunicador.
—Es una frase en norteño que descubrimos durante la campaña arqueológica del año pasado en el yacimiento de Arecibo y que la víctima, el profesor Víctor Smith, conocía perfectamente.
—El norteño es una lengua muerta. ¿Me lo puede traducir, por favor?
—No crea, no está muerta. Los norteños siguen utilizándola en las Zonas No Descontaminadas americanas, por no hablar de la India, donde es un lenguaje muy utilizado...
—Solo lo hablan los arqueólogos. ¿Me lo puede traducir, por favor?
—"En algún lugar, algo increíble espera para ser conocido".
—¿Y eso qué es? —dijo Sofía, no sin perplejidad—. ¿Ha descifrado usted el mensaje escrito por la víctima?
—Cuando descubrimos la frase en una inscripción en Arecibo pensamos que era la manifestación del deseo del ser humano por buscar en el espacio algo tan increíble como la vida alienígena. Nos pareció una típica expresión nasiana, propia de esos exploradores arcaicos del espacio...
—¿Y? —Sofía no entendía.
—... y que en este contexto puede tener un significado distinto. A "El Maestro" siempre le gustaron los acertijos...
—¿Qué significado puede tener? Puede ser que haya algún secreto escondido...
—Quizás tenga una interpretación literal. Quizás haya aquí, en esta sala, algo increíble que espera... ¡Un momento!
—¿Qué?
Se oyó otra explosión, algo más cercana que la anterior.
—Estoy empezando a preocuparme —dijo Sofía—. Esas explosiones... ¿No cree que deberíamos escondernos o algo así?
Pero Gamboa estaba demasiado absorto en el acertijo como para huir a ningún sitio.
—Estábamos centrándonos en su mano derecha, que es con la que escribió esas letras, pero observemos ahora la izquierda. Está extrañamente estirada, de forma poco natural, como si "El Maestro" hubiera forzado esa postura durante su penosa agonía...
La mano derecha del cadáver señalaba con el dedo índice hacia una vitrina en la que había un viejo y arcaico billete de diez dólares americanos del siglo XXI. "El Maestro" nunca había ocultado su favoritismo por esa pieza...
—¿No tendrá usted una electrolupa?
—Le recuerdo que está usted detenido, y sí. Sí. Claro, siempre llevo una para el análisis forense...
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