El pueblo

Llegar al maldito pueblo en el que estaba ubicado el Museo Arqueológico de Arecibo no había sido nada fácil, pero lo habían conseguido. Era un pueblo pequeño, perdido en una isla pequeña. Una isla de las muchas que salpicaban el mar Caribe. Había costado encontrar la que buscaban, y luego había sido difícil encontrar el maldito pueblo con el museo.

Aunque el pueblo no tendría más de mil habitantes, gozaba de uno de los museos más importantes del país. Al parecer, era debido a la cercanía de un yacimiento arqueológico.

—Toda esta mierda de pueblo me importa una mierda —dijo Sergei, torciendo el gesto.

—Ya estamos aquí. Ahora tenemos que hacer nuestro trabajo, y hacerlo bien —dijo Misha, bajando de su vetusto volador—. Tovarich Mijaíl ha dado sus órdenes con exactitud y no podemos fallar. Ha sido muy preciso sobre lo que hay que hacer.

—Esperemos que haya algo de entretenimiento... —dijo Sergei, rascándose la mancha del cuello.

—Sergei, está bien que matemos a quien sea necesario, pero lo del policía de Cartagena del otro día fue innecesario...

Sergei puso sus manos detrás de la espalda, para sonreír como un niño que hubiera cometido una pequeña travesura.

—Misha, brat, me dejé llevar...

—La próxima vez, tovarich Mijaíl nos castigará severamente.

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