El proyecto Skylab.
—Te lo he dicho mil veces —dijo Sofía tumbada en la cama de la habitación del Tamoanchan—. Tengo un dinero ahorrado. Si hay que hacer un gasto extra me lo dices y yo pago sin problema. Ya arreglaremos cuentas a nuestra vuelta a la Tierra.
Jorge estaba a su lado, tumbado con Sofía en esa cama que no estaba pensada para dos personas.
—Es que alquilar un electrocamión lunar no va a ser barato...
—Tú dime cuánto vale, que yo lo pago.
—Será un viaje largo. Tardaremos varios días en regresar a La Ciudad de la Luna.
Sofía estaba un poco sorprendida por las locas ideas de Gamboa.
—¿Pero tú adónde quieres ir?
—A la cara oculta de la Luna.
—¿Qué?
Sofía se le quedó mirando fijamente. Estaba atónita.
—Sigo contándote el libro —continuó Gamboa, como si no hubiera dicho nada importante—, para que entiendas lo que quiero hacer.
Sofía estaba un poco alterada. Nunca le habían gustado los espacios cerrados.
—Tengo calor y me estoy agobiando mucho de estar metida en este hotelucho. Damos un paseo y me lo cuentas.
—¿Crees que es seguro estando el ruso suelto por ahí?
—¡Vamos a dar un paseo! No aguanto más aquí encerrada.
—Como quieras.
Salieron del hotel y fueron andando erráticamente, sin ningún rumbo fijo.
—Tras el proyecto Apolo llegó el Skylab —Gamboa hablaba mientras caminaban sin prisa—. La idea era construir una base en la que los astronautas permanecieran en el espacio por periodos prolongados, para ir comprendiendo cómo adaptarse a los viajes interplanetarios.
—Una casa en los cielos —sentenció Sofía.
—Más bien un laboratorio en los cielos que podía utilizarse para realizar un sinfín de experimentos, desde la astronomía básica hasta la ciencia de los materiales, pasando por la botánica en microgravedad.
—Ya veo.
—Claro, pero entonces, a principios de los 70, el presupuesto escaseaba y tuvieron que improvisar con lo que había: los cohetes del proyecto Apolo. Había habido seis misiones Apolo a la Luna, desde el Apolo XI al XVII, exceptuando al Apolo XIII, que no llegó por cuestiones técnicas. Las tres misiones Apolo XVIII, XIX y XX fueron canceladas, pero sus cohetes habían sido construidos y estaban disponibles.
Sofía parecía extrañada.
—¿No diseñaron la estación espacial partiendo de cero?
—En absoluto. El presupuesto escaseaba y los ingenieros de von Braun eran brillantes.
—Cuéntamelo todo. ¿Qué pasó?
—El Saturno V, el cohete del Apolo, iba totalmente cargado para llegar a la Luna, pero, si llevabas este cohete solamente hasta la órbita baja, no necesitabas tanto combustible: era posible no llenar la última etapa, ¿entiendes?
—Más o menos.
—Pues que, si ibas a la órbita baja, esta voluminosa etapa en vez de llevar los depósitos de combustible podía contener equipamiento convirtiéndose en un laboratorio espacial. Se modificó el cohete Saturno V construido para la cancelada misión Apolo XX y crearon el proyecto Skylab.
—Ah.
—Fue un laboratorio grande para la época, en torno a las ochenta toneladas.
—Ja, ja. Grande, dices.
—Piensa que estamos hablando de la Edad Arcaica.
—Te entiendo. Es verdad.
—Durante el lanzamiento de la estación espacial surgieron problemas. Se produjo un accidente. Uno de los enormes paneles solares se desplegó demasiado pronto, cuando aún había atmósfera, y fue arrancado violentamente de la nave.
—Hubo heridos.
—No. El cohete no llevaba tripulación, pero el Skylab quedó en órbita a 450 km de altitud en pésimas condiciones.
—Qué mala suerte. ¿Se canceló el proyecto?
—No, pero la primera tripulación que visitó la Skylab era un equipo de rescate con el objetivo de repararla.
—Suena peligroso.
—Lo fue. Fueron tres astronautas en la primera misión tripulada hacia el Skylab. Pete Conrad, el comandante de la misión tenía mucha experiencia y con el Apolo XII se había convertido en el tercer hombre en pisar la Luna, tras Neil Armstrong y Erwin Aldrin del Apolo XI. Le acompañaban Joseph Kerwin y Paul J. Weitz.
—¿Y qué pasó?
—Consiguieron reparar la estación y habitarla. En total, pasaron 28 días en el espacio.
—Hubo dos misiones tripuladas más que visitaron la estación espacial: Alan L. Bean, Owen Garriott y Jack Lousma que permanecieron 59 días en órbita y Gerald Carr, Edward Gibson y William Poque, con 84 días. Después, no hubo más proyectos importantes.
—Qué pena.
—Finalmente, la magnífica estación espacial diseñada por el equipo de von Braun fue abandonada en órbita y terminó cayendo al mar de la Tierra unos años después. Salvo un breve encuentro Apolo-Soyuz, no hubo más vuelos de los extraordinarios cohetes Saturno. Mira lo que dice el libro de papel sobre la Skylab:
"De haber trabajado un poco más, aquella estación se habría convertido en una nave espacial capaz de transportar seres humanos a cualquier lugar del sistema solar".
Pero Sofía no podía disimular su inquietud.
—Muy interesante —dijo—. Me ha gustado mucho, de verdad. ¿Pero esto qué tiene que ver con que tengamos que realizar un viaje a la cara oculta de la Luna?
—Un poco de paciencia, Sofía. Un poco de paciencia, por favor.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top