El proyecto Odiseo.

La información que aportaba la unidad de memoria recogida en el Tofet era muy reveladora. Gamboa no dejaba de leer, obsesionado por entender aquella extraordinaria epopeya, desconocida en los hololibros de historia. Destacaba un facsímil de un raro libro de papel llamado "Odysseus", escrito por la mismísima Mary Mitchell.

El enigmático libro era muy autobiográfico. Mary contaba su historia, desde su nacimiento hasta la llegada a Marte. Era una historia de valentía y sacrificio que a Sofía le emocionaba.

Odiseo era el nombre del proyecto que tenía el objetivo de llevar un ser humano al planeta rojo. Cinco personas habían sido seleccionadas, las elegidas para la gloria en un primer viaje a Marte: la comandante Mary Mitchell, Ben "Gun" Taylor, James T. Smith, Sally Margareth Ride y Samantha Tarter.

—¿Eran todos norteños? —preguntó Sofía.

—Más que eso. Eran todos estadounidenses —contestó Gamboa.

—¿Quieres decir que ese espíritu de fraternidad y concordia entre las naciones que las llevó a intentar misiones conjuntas a la Luna desapareció en el viaje a Marte?

—Fueron solo estadounidenses.

—Pensaba que esos viejos delirios chovinistas habían sido dejados atrás.

—Por lo visto no —dijo Gamboa, con pesar.

—Cuéntame. ¿Cómo lo hicieron?

—Primero, un enorme cohete dejaría en órbita una nave Starship de las ideadas por el genial Elon Musk.

—Claro. Elon Musk, ¿quién si no él?

—Después, dos cohetes más, igualmente grandes lanzarían depósitos que se acoplarían a la Starship para proporcionar el combustible necesario.

—Tenía que ser una nave enorme para la época.

—Superaba ampliamente las trescientas toneladas en órbita baja. Cuando todo estaba verificado y correcto, cuando todo había salido a la perfección, y solo entonces, un pequeño cohete Falcon puso en órbita la cápsula Dragón Rojo con los cinco tripulantes.

—¿Por qué tanta espera para llevar los astronautas?

—Se evitaban así los innecesarios riesgos asumidos durante el proyecto Apolo de hacer despegar a tres astronautas en un gigante cohete Saturno V, de 3.000 toneladas. Los cohetes pequeños suelen ser más seguros.

—Entiendo.

—Los cinco astronautas pasaron meses en la Starship como si fuera una estación espacial, haciendo más pruebas y verificando que se adaptaban perfectamente al entorno.

—Pero la Starship no era una simple estación espacial.

—Claro. Era algo más. Era la primera nave interplanetaria. Y lo demostró cuando terminaron las verificaciones, porque fue entonces cuando se encendieron los motores Raptor para ir a la órbita de Marte.

—El primer viaje interplanetario...

—Efectivamente, duró mucho más que el de la misión Apolo XI. Si este tardó apenas tres días, aquel requirió ocho meses de transferencia.

Doctor Gamboa, permítame decirle que todo esto me parece fascinante. Es usted un gran compañero de viaje.

—Así —continuó Gamboa—, en el verano de 2054 cinco personas aterrizaron con una cápsula Dragón Rojo en Marte. La nave Starship era reutilizable y volvió a la Tierra para traer más recursos.

—¿Se sabe en qué lugar de Marte aterrizaron?

—El libro no lo explica o, al menos, yo no lo he encontrado. No lo sé. Parece que antes del descenso de los astronautas habían sido lanzados numerosos módulos preparando los hábitats y las unidades auxiliares necesarias, pero en ningún sitio aparece la ubicación de la base.

—Debió ser un proyecto muy costoso.

—Sí, lo fue, pero recordemos que los cohetes de Elon Musk eran reutilizables y mucho más baratos que los del proyecto Apolo. Quizás esta es la razón por la que los Estados Unidos no necesitaron ayuda de otros países.

—¿Y cuánto tiempo estuvieron allí antes de volver? —preguntó Sofía.

Gamboa tardó unos segundos antes de responder.

—No volvieron, Sofía —dijo.

—¿Qué? —Sofía no podía disimular su asombro.

—Eran viajes de ida, no había vuelta a la Tierra.

—¿Cómo? —Sofía estaba atónita.

—Fundaron una base en Marte, la Odiseo, en la que vivieron por el resto de su vida.

—Mary Mitchell —dijo Sofía, visiblemente emocionada—, aquella pobre niña latina, hija del estupro y la pobreza, inició la colonización del planeta Marte...

—El robot explora, el ser humano coloniza —sentenció Gamboa, sin poder disimular su melancolía.

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