El ascensor espacial.
Llegando a Quito. Iniciando acercamiento a "La Torre". Velocidad de aproximación.
Faltaban más de doscientos kilómetros para llegar, pero ya era posible divisarla en el horizonte, elevándose, altiva y majestuosa, como un delgado hilo vertical que uniese la tierra y el cielo. "La Torre", sin ninguna duda, una de las construcciones más impresionantes de nuestra civilización. Era posible observarla moviéndose, balanceándose serena mecida por el viento, y es que una construcción rígida nunca habría podido soportar esa enorme altura en una zona donde no eran raros los terremotos.
—Como en la historia de la torre de Babel —dijo Gamboa—, quisieron construir un ascensor espacial que facilitase el acceso al espacio, unos ascensores espaciales que te pusieran en órbita geoestacionaria directamente, nada menos que a 35.000 kilómetros de altura...
La ambición del ser humano quiso construir una torre más allá de lo que nunca pudo imaginarse. Fue un proyecto de ingeniería que desafiaba los límites de toda la tecnología y la ciencia actual. Fue la lucha de una civilización por conseguir un sueño...
El Fugaz Bogotá también se emocionaba contemplándola y citó un párrafo del Génesis de la Biblia:
"Construyamos una ciudad con una torre que llegue hasta el cielo. De ese modo nos haremos famosos y evitaremos ser dispersados por toda la tierra".
—Era imposible, claro —dijo Sofía.
—No lo consiguieron —dijo Gamboa—, pero observen qué magnífico fracaso fue "La Torre". Elevada cincuenta kilómetros sobre el nivel del mar, es el puerto del que parten la mayoría de las naves que viajan hacia el espacio, la Luna y todo el sistema solar. Al menos, dejaron casi la totalidad de la atmósfera por debajo.
—Si Neil Armstrong pudiera verla —dijo Sofía, extasiada con el panorama.
—Fue diseñada —se arrancó a hablar el teniente Castillo— hace ya más de dos siglos por el famoso arquitecto ecuatoriano José Luis Labandera. Fue un hombre extraordinario, un visionario adelantado a su tiempo. Un auténtico genio...
—... que murió asesinado, teniente.
—¿Qué pretende usted decirme? —. Castillo veía cómo Gamboa no le dejaba tranquilo ni siquiera en este momento.
—Que quizás la persecución de los nasianos no finalizó con la Edad del Ocaso. Usted lo sabe bien. La historia de nuestra civilización está llena de ingenieros, arquitectos y físicos muertos en extrañas circunstancias, a menudo torturados... Es algo sorprendente, ¿no cree?
A unos cientos de kilómetros de "La Torre" se divisaban los hiperrascacielos de Quito, y las cumbres nevadas de algunos volcanes como el Cayambe, el Antisana o el Cotopaxi que, en comparación, parecían diminutos. Allí, en Quito, pernoctarían para iniciar su viaje a la Luna al día siguiente.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top