Caso resuelto.

Doctor Jorge Gamboa, permítanos, en nombre de La Ciudad de la Luna, transmitirle nuestras más sinceras felicitaciones. Estamos en deuda con usted.

Gracias a sus investigaciones hemos dado un salto cualitativo en el entendimiento del caso de Ernesto Mendaña. Usted sabe lo importante que para nosotros es solucionar este caso.

Gamboa estaba cegado por el blanco brillante que inundaba la habitación de interrogatorios de la Seguridad de la Luna.

—Muchas gracias.

Sus métodos son heterodoxos, sus razonamientos dudosos, sus planteamientos rozan lo estrafalario, pero tenemos que reconocer que solo usted está haciendo avanzar la comprensión de esta trama de asesinatos tan compleja.

—Gracias otra vez.

En absoluto. Gracias a usted, doctor Gamboa. Sepa que Sergei, ese perturbado ilegal está siendo buscado activamente. El cerco se estrecha. No creo que tardemos más de unos días en cazarlo.

—Tienen ustedes holocámaras de seguridad por toda la ciudad. Sin ánimo de ofenderles en su difícil labor, ¿cómo pueden tardar tanto en pillarlo?

No es fácil. Podríamos registrar puerta a puerta en las zonas más probables, todas en el Barrio Norte, por cierto; pero al precio de crear alarma social, algo que no podemos tolerar.

Ahora, permítanos una pregunta incómoda: el modelo matemático sigue alertándonos de que usted no está siendo sincero. ¿Hay algo que desea contarnos?

—No lo sé. No se me ocurre nada.

¿Algo quizá que nos haga mostrarle al modelo que está equivocado en relación a lo de su falta de sinceridad?

—No sé.

Disponemos de cuantiosos recursos. Nosotros podríamos ayudarle, sea lo que sea, aunque no fuera algo muy legal...

Gamboa se encogió de hombros:

—No sabría qué decirles.

Después de haber analizado la escena del crimen de D'Arcangelo, ¿cómo dedujo que la inteligencia artificial de la nave Orión-X3 estaba involucrada en la muerte de Ernesto Mendaña?

Gamboa quiso repetir esas palabras que tantas veces había escuchado del teniente Castillo. Intentó que su voz sonase convincente.

—Mi instinto es infalible. Tengo olfato para el crimen, ¿saben?

¿Instinto? ¿Pero no siguió algo parecido a un razonamiento lógico?

Improvisó algo que sonase creíble:

—Claro. Sergei había matado a Víctor Smith y a John Carter. Por lo tanto, tenía que estar conectado con la nave de alguna manera. Sergio, la inteligencia artificial, era la clave. ¿No ve que Sergio y Sergei se llaman igual?

Ya, ya, pero ¿qué vio en el despacho de D'Arcangelo que le llevase a esta pista?

Gamboa no sabía qué decir ya:

—Sergei también había matado a D'Arcangelo...

No estamos de acuerdo con esa afirmación. El modelo matemático opina que hubo otro asesino distinto...

—Pues yo creo que...

Gamboa ya no supo qué decir, se quedó a mitad de la frase. No vino nada a su mente.

Sus métodos son extraños, insospechados, casi con seguridad incorrectos. Sin embargo, funcionan. Es sorprendente.

—Bueno, yo...

Si nos permite, por favor, una pregunta más. Durante su viaje por la Luna, usted relató dudosas historias que afectaban al planeta Marte. ¿Esas historias conspiranoicas, tan poco creíbles, nos aportan alguna pista en relación con el caso D'Arcangelo?

—Tenía que ganarme la confianza de Sergio y no se me ocurrió otra opción que relatarle esas historias fantásticas...

Pero usted utilizó su traje espacial para realizar una excursión extravehicular en la Necrópolis de la Luna, ¿no?.

—Insisto. Tenía que entretener a Sergio con algo para poder sonsacarle después...

Muy bien hecho, Doctor Gamboa. Para finalizar, díganos por favor, ¿Cuáles son los próximos pasos a seguir en este caso tan complicado?

Gamboa adquirió una pose grave y meditativa.

—Tendría que estudiarlo...

Le sugiero una idea. Usted ya sabe que el teniente Castillo ha despertado del coma. Se encuentra mucho mejor. ¿Cree usted que sería conveniente que le hiciera una visita a su compañero?

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