Llevaban algo más de una hora navegando rumbo norte a toda velocidad y se les había pasado el tiempo casi sin darse cuenta. La batería estaba por la mitad. El radar no detectaba nada especial. Nadie los perseguía. Sólo había mar y más mar Caribe. Estaban en mitad de ninguna parte.

Volvieron a la realidad y Gamboa conectó el servicio de noticias de Colombia:

...parece que son un grupo organizado de asesinos. Dos de ellos, Sofía Tolima y Jorge Gamboa, son conocidos profesores de la universidad...

Lo apagó inmediatamente. No quería seguir oyendo esa basura. Además, después de todo lo ocurrido, no le importaba lo más mínimo.

—¿Qué hacemos? —preguntó ella—. Ahora los dos somos sospechosos.

—Según yo lo veo, hay dos opciones. Una, nos presentamos en Cartagena, y tendremos que explicar mil cosas, entre ellas, revelar los secretos de Víctor. Para mí, supondría traicionar la memoria de mi viejo profesor. Él no lo habría querido.

—Sería lo más prudente.

—Pero no sería lo más correcto.

—¿Hay más opciones?

—Seguir los pasos de "El Maestro" e ir a Arecibo.

—¿Arecibo? ¿Por qué Arecibo?

—1.679, ¿recuerdas la carta?

—Sabes lo que significa...

—"El Maestro" quiso proteger sus secretos. Él escribió esos acertijos que tanto le gustaban y que sabía que solo yo soy capaz de descifrar. De esta forma, si alguno de estos documentos cayesen en malas manos, se guardaba de que ningún extraño se pudiese apropiar de todo este conocimiento.

—Yo sabía que tenía que haber más cosas. Esta aventura no termina aquí —Sofía suspiró con estoicidad—. A Arecibo, pues.

Pusieron rumbo Este y velocidad de crucero.