CAPITULO 11

En su mochila empacó un poco de ropa, dinero y su pasaporte. Abrió la habitación oculta y colocó el libro justo en el lugar donde lo había encontrado. Se dio la vuelta dispuesta a irse pero se detuvo, las palabras de su madre "Cuida el libro" la obligaron a regresar sobre sus pasos, guardándolo con el resto de sus pertenecias. Salió sigilosa, no se veía a nadie a la redonda y a paso ligero llegó hasta la puerta y sin pensarlo la abrió para emprender la huida.

Literalmente corrió hasta la muralla, volviendo a ver hacia sus espaldas de vez en cuando, escaló la pared rocosa y saltó. Volvió a correr sin mirar hacia atrás, llegando pronto a las ruinas, su refugio.

Un sentimiento de duda la embargó, ¿Acaso hacía lo correcto? ¿A dónde iría? Pero no podía regresar, la mansión era su infierno personal. La voz de su madre seguía resonando en sus pensamientos, haciendo eco. Su estómago rugió, se percató que estaba hambrienta, no comía nada desde el día anterior y no empacó provisiones.

-Estúpida Elena.

Se regañó así misma, sentándose en el suelo, abrazó sus piernas, mientras que el llanto intentaba hacer su aparición, pero no lloraría, estaba harta de hacerlo y nada resolvería con eso.

-¿Estás bien?

La voz la sobresaltó, tanto que cayó de espaldas golpeándose la cabeza con la enorme roca que yacía junto a ella.

-Lo lamento, ¿Te asuste?

Elena miró al chico que tenía al frente, era de su misma edad, al juzgar por sus rasgos. Tenía el cabello corto, castaño dorado, mientras que sus ojos celestes la escudriñaban. Su piel era muy blanca y su sonrisa la derritió, no podía quitar la mirada de aquellos labios carnosos. No recordaba haber visto a alguien tan atractivo, por un momento creyó estar teniendo otra visión.

-¿Te encuentras bien?

Volvió a preguntar el joven.

Ella reaccionó y trató de ponerse de pie pero resbaló y estuvo a punto de caer si no fuera porque él la sujetó quedando a la altura de su pecho, notó lo alto que era.

-Te comió la lengua el gato.

Ella aún seguía pegada a su pecho, aspiraba su aroma, olía tan bien, se dejó embriagar, los brazos del muchacho la rodeaban y ella no pudo desear estar en otro lugar.

-Eres una chica extraña. _Añadió él mirándola divertido. Elena se separó avergonzada y sintió como sus mejillas se tornaban rojo carmesí.

-Si hablas verdad.

-Oh, bueno.... Eh.

Se sentía como una tonta, no podía articular una frase completa.

-Ok, me imagino que o eres tímida, o tus padres no te permiten hablar con extraños, ¿Estoy en lo cierto?

-Ninguna de las dos.

Al fin las palabras fluían sin problema.

-Soy Andrew. _Le extendió la mano.

Elena se quedó pensativa un momento pero tomó la mano y contestó: _Me llamo Elena.

-Ése golpe debió doler.

-Oh no tanto.

Se llevó la mano a la cabeza, en realidad sí le había dolido bastante, pero lo disimuló.

-¿Vas de viaje o algo así?

-Oh no, yo.... no supo que decir.

-Te vi venir de la mansión Holmes, ¿Vives ahí?

-Vivía.

-¿Vivía? ¿Acaso ya no?

-Tienes que hacer tantas preguntas. _Le responde la joven molesta.

-Lo siento. -Andrew sonríe al ver la reacción de Elena. -Soy curioso por naturaleza, perdona.

-¿Vives por aquí? _Inquiere ella queriendo saber de dónde provenía, quizás él la pudiera ayudarla a salir de ahí.

-Soy de los alrededores, me gusta venir al castillo, es mi sitio favorito.

-El mío también.

-¿Estás huyendo ?

-Algo así.

Contesta ella sin ganas.

-No sé si te has dado cuenta pero estas en medio de la nada. Por aquí no circulan vehículos, te llevaría al menos dos días de camino a pie para llegar al pueblo más cercano,

-Pero tú vienes de algún lugar.

-Yo no te ayudaré a escapar, si lo haces será sola.

-Bien, no te necesito. _Comienza a caminar.

-¿Al menos sabes a dónde te diriges?

Le consulta Andrew notando la determinación de la joven.

- Y a ti que te importa, no te conozco, no te debo explicaciones.

-Bueno, solo decía, suerte.

Elena miró a lo lejos la mansión, nuevamente lo que su mamá le dijo le vino a la mente. En su interior sabía que no llegaría muy lejos, pero el hecho de regresar la atormentaba.

-¿Qué vas a hacer? _Interrogo el chico pensativo.

-Regresar. _Expresó ella derrotada.

-Estaré aquí mañana, en caso que quieras venir.

-No puedo, es complicado.

-Pero estás aquí hoy, que lo hace diferente de mañana.

Elena miró a Andrew, el muchacho le inspiraba un sentimiento que no podía identificar, aunque lo acaba de conocer le gustaba la idea de volverlo a ver.

-Entre semana no puedo, tengo un estúpido tutor que me tortura de 8:00 a.m. a 3:00 p.m. y me deja deberes como si de eso dependiera mi vida.

-Entonces el sábado, ¿Qué te parece? Después de medio día.

-Trataré.

-Estaré aquí por si decides venir.

-Ok, yo.... debo regresar.

-Mucho gusto Elena.

-Mucho gusto Andrew.

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