6; Lengua Floja
Talbot evitaba a toda costa que el arma de la peliblanca le cortara, un solo roce y estaba perdido, lo sabia era poderosa esa arma, el mismo la había creado para canalizar todo el poder de sus llamas, aunque no lo pareciera él sabia pelear, pero ir contra la joven era como ir contra un batallón de hombres de 500 integrantes, ella solía destruir a su oponente sin importar quien era. Ese era el pequeño defecto que tenía ella, al parecer eso le agradaba a cierto rubio con mechones verde que la admiraba como nadie y que lograba sacar de quicio al onceavo jefe de Vongola.
—Talbot, no huyas — sonrió mientras corría tras él con su arma en mano con un aura de mil demonios que no se había dado cuenta que expulsaba
—¿Esta bien eso? — Fran era a quien menos le había impresionado el hecho que en un futuro, diez años para ser específicos, la hija de Squalo iba a ser esposa de Vongola
—No lo sé, no se nada — jalo las hebras de su cabello, su niña, su bebé, su pequeña guerrera iba a ser la esposa de Sora, una Vongola
—Esto no me lo esperaba — habló Tsuna mientras rascaba su nuca mientras Kyoya veía a su hijo quien estaba en shock con los ojos abiertos
Todos veían al pequeño Vongola de doce años quien seguía analizando todo, expectantes todos esperaban lo que este iba a decir, miro a la chica quien agitaba el arma como si fuera un cuchillo para mantequilla con una sonrisa escalofriante, tal como lo hacia a veces su padre cuando disciplinaba a los herbívoros molestos.
—Ya quiero crecer — murmuró mientras Tsuna reía nervioso, Kyoya sentía algo de orgullo por su hijo
¿Porque? Jamás lo diría.
Luego de que Tanya corriera a Talbot muy molesta, se detuvo mientras soltaba el arma y su rostro parecía azul.
—Christen, olvide que íbamos a comer helado hoy, oh señor — soltó mientras se agachaba y rogaba en silencio algo que nadie logro entender
—Lo puedo traer si quieres — Tanya estaba por preguntar cuando el anillo con alas en su dedo empezó a brillar y una nube de humo blanco y verde aparecía
El humo se disipó dejando ver a un niño de nueve años cabello rubio con mechones verdes, uno de sus orbes esmeralda era cubierto por su flequillo, vestía un short negro de tela con tirantes rojos, camisa blanca de botones, zapatos blancos y calcetas negras hasta la rodilla.
—¡Tanya! — chillo mientras sus mejillas se teñían de carmín y se tiraba a abrazarla —. Creí que ese lobucho te había raptado.
—Christen no deberías de insultar a los demás — regaño con el menor pegado a ella
—Pero tu lo haces todo el tiempo, más cuando alguien destruye la mansión Varia gritas "¡Hijos de su reverenda madre, mas vale y arreglen todo esto animales!" — dijo imitando la voz de la mayor
La chica suspiro palmeando la cabeza del menor, sobo el puente de su nariz, solo deseaba dormir un poco.
—Olvida eso quieres — pidió desapareciendo su arma, cargo en brazos al menor para que no causara problemas
—¡Mira es un Sora enano! — señalo burlándose de Sora quien estaba pensando en matarlo —. ¡Es tan chiquito!
—No empiecen — gruño cerrando los ojos
—Es un mocoso muy horrible y ruidoso — comento Bel jugando con sus cuchillos en sus dedos
«Curioso, él tiene un complejo narcisista debido a ti y tus halagos» alzo una ceja mientras trataba de no soltar comentario alguno de eso.
—Bien con o sin su permiso, nos vamos — Talbot estaba por hablar pero ella lo cayo —. El anillo me trajo, este me lleva — comento alzando la mano mientras el anillo brillaba —¡Ah! Lo olvidaba, no importa lo que hagas siempre te voy a querer, por otro lado no la dejare fácil.
Dicho esto los dos desaparecieron ante la mirada de todos, Squalo entendió el mensaje, su hija siempre lo iba a querer, sin importarle que le ocultara a su padre, pero, al parecer aún en el futuro ella no aceptaba a Xanxus del todo.
—¿Qué se supone que paso? — cuestiono sentada en el suelo viendo a su padre pensativo y a Sora que parecía murmurar algo de matar a un mocoso teñido —. ¿Qué me perdí padrino?
—Nada, casi nada — contesto el castaño acariciando las hebras de la chica quien alzo los hombros quitándole importancia al asunto —. Mejor ver con Sora a comer dulces
—¡No tienes que decirlo dos veces! — vocifero tomando la mano de Sora, arrastrándolo fuera del lugar
—Bien, hay que conversar — sus orbes tomaron ese tinte naranja que todos conocían bien, estaba en el estado de carnívoro según su pareja —. A la sala de reuniones — señalo, sin chistar todos le obedecieron
Nadie quería terminar como paletas de hielo.
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