La Tormenta

La fuerte tormenta azotaba con demasiada fuerza aquella noche de jueves, los árboles se mecian con el viento, algunos no pudieron soportar la fuerza y fueron arrancados del suelo, aquella casa que se apostaba al pie de la montaña era el único refugio con el cual contaba Haruchiyo Sanzu en aquella fría noche, los rayos productos del choque entre las partículas electricas iluminaban el cielo oscurecido por las nubes.

La solitaria casa se encontraba habitada por el joven de rosado cabello quien se encontraba disfrutando de un whisky que su jefe le había regalado antes de partir a su viaje. El espectáculo en el cielo nocturno lo ayudaba a relajarse, y prepararse ante el futuro evento que se avecinaba.

Su temperatura corporal comenzaba a elevarse con el correr del tiempo, al igual que la intensidad de la tormenta allí afuera.

"TOC, TOC, TOC" el silencio dentro de la casa fue roto, provocando que el hombre que se encontraba dentro de la misma se paralizara.

El joven abandono la sala donde se encontraba y camino hacia la puerta. A su espalda una silueta alta se vio reflejada cuando los rayos iluminaron nuevamente los cielos.

Al llegar a la puerta se asomo a la mirilla para observar afuera, pero no había nadie.

Posteriormente escucho como algo se rompía dentro de la sala donde anteriormente se encontraba. Al volver se encontró con el vaso de whisky en el suelo roto.

El joven comenzó a retroceder y a temblar, sentía una presencia intimidante dentro de su territorio.

-No puede ser - susurro mientras llevaba su mano a su pecho y comenzaba a retroceder.

Salió de la sala y comenzó a correr hacia las escaleras, su respiración comenzaba a agitarse mientras sentía como aquel individuo lo seguía a pasos lentos. Al llegar al primer piso de la casa corrió hacia la izquierda donde se encontraban cuatro puertas, la última a la izquierda era la suya.

Cuando llego a la puerta noto que esta estaba abierta, se detuvo abruptamente. Dentro una leve iluminación naranja se observa. Abrió levemente la puerta, viendo que nadie se encontraba se adentro a la misma al creerla vacía, tenía que ir a la puerta del fondo donde se encontraba su refugio, cuando caminaba hacia ella, vio como esta se abrió, provocando que sus pasos se detengan. De ella salía a quien menos quería ver. Retrocedió un par de pasos mientras mantenía contacto visual con aquel individuo.

El calor seguía subiendo y su cuerpo temblaba por el miedo que le comenzaba a embargar al ver la suave sonrisa que le brindaba aquel hombre que no separaba su mirada violeta de la suya.

-Hola Sanzu - un tono bajo y sensual desbordaban aquellos labios que eran mojados por esa lengua.

-Ran - susurro con miedo.

Sus instintos comenzaban a despertar, cuando decidió retroceder y correr hacia la puerta, vio una mano ser apoyada en la puerta, mientras está era totalmente abierta.

Su cuerpo fue embargado por el miedo, mientras retrocedía lentamente y tropezando con la alfombra en el suelo. Aún cayendo no apartó la mirada de la persona frente a él.

-Que malo eres Sanzu - dijo el hombre de largos cabellos morados que ingresaba  la habilitación.

-Rindou - tembló levemente.

Fuertes esencias comenzaron a tomar lugar en la habitación, el vino dulce y el de manzana comenzaron a dominar e impregnar su piel. La esencia de dos alphas pura sangre.

Los relámpagos y rayos fuera eran intensos, y el golpeteo de la lluvia contra los cristales de la casa eran sonidos tan relajantes. La cuestión era otra dentro de aquella habitación.

- Po...por favor, vayanse - comenzó a retroceder, chocando contra las piernas del hombre a sus espaldas - se los suplico.

-No tengas miedo Sanzu - la puerta comenzaba a cerrarse - estamos aquí para ayudarte, Omega.

Entonces la puerta fue cerrada.

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