pensamientos de Ciel

¿Sabes, cariño? Estos días no me siento yo estando contigo.

Lucho y lucho, porque te quiero en mi vida. Sigo buscando justificación a lo que ya no se puede justificar.

¿Cómo justificas la locura? Bueno, tú lo hacías con una simple palabra.

«Amor», es lo que solías decir.

Pero, no hacías más que afirmar lo enfermos que estábamos.

Nuestro sentir no era más que una enfermedad más, entre tantas que existen.

Y no te atrevas a decir que no, lo sabes muy bien.

No hace falta que te lo explique, tú tienes bien en claro que tú eres el que da más de los dos.

Y yo soy quien se está aventando al vacío, esperando a que extiendas los brazos.

Pero, ambos sabemos que tú te caerás conmigo.

Qué egoísta, ¿no?

Lo siento, no puedo evitarlo.

Lamento no ser la misma persona que hace unos cuántos meses.

Esa con la que podías quedarte en las madrugadas, riendo, jugando, haciendo el amor.

Lamento haber cambiado y, con ese cambio, extinguir todo el amor y cada pizca de cordura.

Lamento que no puedas aceptarme como soy ahora, sin que te haga mal a ti mismo.

Lo lamento, lo lamento tanto.

Porque no hago más que hacerte daño.

Cada vez que te grito que te largues de mi lado, que digo que te odio...

Es mentira.

Simplemente no puedo dejar de confundirte con los muertos, esos fantasmas que dejamos atrás.

Esos a los que le tenemos miedo.

Y por más que tomarás mi mano, diciendo que tenemos cosas que hacer, haciéndome creer que las cosas irían hacia un mejor camino...

Sólo damos vueltas y vueltas en círculos, queriendo evitar lo que ya sé: dueles, duelo, dolemos.

Y me miras cada vez más extraño, con miedo en tus ojos carmín.

¿Tú estás asustado? Yo también.

De lo mismo que tú.

De mí.

He perdido la cuenta de cuántas noches nos las hemos pasado llorando juntos, hasta que el sueño te vence y sigo charlando solo.

Sobre que no tengo motivos, que de qué me puedo quejar, que qué es lo que está mal.

Ese es el problema, todo lo está.

¿Cómo puedes estar dormido? Si yo escucho los gritos por toda la habitación.

Y son las voces retorcidas de los demonios que me persiguen, recordándome cada día que no soy más que un monstruo.

Puedo oír la lejana voz de mi madre culpándome, también siento los golpes de mi padre.

Sus siluetas están ahí, justo al lado tuyo. ¿No puedes verlas?

Al final, soy yo quien está mal.

Me he dicho que me siento mal, y el silencio inunda el cuarto.

Y tú sigues ahí, durmiendo, abrazado a mí.

No puedo dejar de lado tanta culpabilidad.

No sé cómo seguir adelante.

No sé nada.

No.

Sólo se cuándo voy a morir, y va a ser por ti.

Porque no sé cómo pelear, de qué manera luchar por ti.

Porque no juntábamos las dos piezas de un rompecabezas.

Te aferras a mí, pensando que estamos rotos y necesitamos completarnos.

Eres tan necio, siendo que tú estabas completo y te resquebrajabas al estar conmigo.

Necesitas a quien te transmita calor y luz, no mi frío y oscuridad.

Podía ver tus grandes alas, mucho más grandes que las mías. Pero no volabas, porque estabas encadenado a mí.

Aún sabiendo que no podía volar, ¿por qué seguías a mi lado?

Ah, sí, hay una razón. Tan sencilla y simple.

Estabas obsesionado.

Lo que realmente no comprendía es, ¿cómo puedes estarlo? ¿De qué cosa lo estabas?

De un psicópata, un demente, un loco. Sí.

Y sigo sin decirte la verdad, aunque tu la sabes muy bien.

¿Por qué no lo admites, de una buena vez?

Lo retorcido que estoy, lo terrible que me he vuelto.

Pero tú seguías abrazándome todas las mañanas, tan fuerte como podías.

«Todo estará bien, Ciel», me decías descaradamente, tan sabida mentira.

Necesito desesperadamente tus palabras ahora, Sebastian. Esas que no tienen coherencia, pero sé que dices para animarme.

No puedo seguir con mi cara apoyada en tu pecho, escuchando los latidos de tu corazón. Ni acunarme en tus brazos por horas.

Ya no funciona, ya no funciona...

Tus labios no me alcanzan, no estás cerca y me alejo cada vez más.

Y sé que esta vez no podrás atraparme, no llegarás a detenerme.

Me rompe bastante el corazón, ¿sabes?

No obstante, una vez, tú lo dijiste.

“Nada va a cambiar lo que pasó, porque los milagros no existen. Y así tiene que ser”.

Aunque en mis ojos no haya más que un vacío lleno de tristeza, sonrío de igual manera, como si nada pasara.

El mundo para mí acabará para mí, y tengo tanto miedo.

No obstante, puedo decir que moriré con la tranquilidad y la felicidad de saber que nos amamos.

Llevo interminables horas, pensando en que te diría cuando llegue este momento. Inevitable, no pensé que llegaría tan pronto.

Lloraré infinitas lágrimas en el infierno, con el deseo egoísta de que termines en el mismo lugar.

Sé que eres capaz de encontrar a alguien que te haga feliz, porque yo me cuestiono si en algún momento lo fuiste conmigo.

Estoy fuera de control, lo siento.

Pero tú no tienes que formar parte de el desastre que formé a tu alrededor.

Finalmente, no éramos tan indestructibles y fuertes como aparentábamos, ¿verdad?

Y es que todo se acabó, cuando dejé de ser lo que soy, dejaste de ser lo que eras.

Porque ya me conociste, y me conocí a mí mismo.

No te gustó, ¿verdad?

Como sea, tomé una decisión.

Quizás, fuera la peor.

Pero decidí dejarme llevar esa noche.

Por ese amor que nos consumió, nos destruyó, nos devoró... Nos hirió, confundió y mató. Ese que tanto anhelamos, pedimos y necesitamos...

Esa es la razón, por la cual te estoy entregando mi vida. Sí, te la estoy dando a ti.

Porque necesito hacer eso y más, para devolverte todo lo que me has dado.

Además, lo mucho que te he amado. Y lo sigo haciendo.

Como me lo susurras cada día en el oído, que me provoca escalofrío.

De esa forma adictiva, de esa forma tan demente que sólo nosotros dos entendemos.

Y sé que aún me amas, porque lo sabías.

Me dejaste marchar, me diste un beso antes de dormir.

Y me mataste con ese adiós;

Ahora, me queda decírtelo a ti. Pero no puedo, hay una última cosa que me impide hacerlo.

Lo sabes, ¿no?

De todas formas, nos volveremos a encontrar.

Porque tú, te quedaste con mi corazón.

Y yo, me he llevado el tuyo.


*Las últimas dos líneas, son una clara referencia al final de la historia, narrado por Sebas. Lo repetí a propósito, ok :v*

Bien, espero que ahora sí se haya entendido un poco más el por qué del suicidio de Ciel. Y si no, se los diré directamente: se siente culpable, paranoico y está demente. Lo sabe, y por eso se quita la vida; porque no quiere seguir causándole problemas a la persona que ama en medio de su locura. Fin. 

De todas formas, en el anexo que sigue “Recuerdos de Sebastian” (o algo así), será puesto de una forma mucho más explícita.

Lo publicaré en estos días, con el final alternativo, lo prometo ^^

Gracias por seguir leyendo!!

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top