noventa y uno

No esperé que dijeras nada.

De todas formas, ¿qué clase de cosas podrías decir?

Simplemente me senté a tu lado.

Se formó un gran silencio, que era interrumpido únicamente por el sonido de nuestras superficiales respiraciones.

No reaccionaba, no movías ni un músculo.

Aun cuando, estaba seguro, notaste mi presencia.

Pero, tu pecho subía y bajaba.

Podría afirmar que no estabas muerto.

Al menos, no por fuera.

De repente, abriste los ojos de par en par.

Y miraste a tu alrededor, me miraste a mí.

De una manera tan espeluznante.

No saqué ninguna conclusión precipitada.

Quizás quería escuchar la verdad, viniendo de ti.

Porque era incapaz de creer tal atrocidad.

No sé cómo, ni de dónde...

Reuní el valor suficiente, para preguntar, en un débil susurro:

"¿Qué... hiciste?"

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top