cincuenta y nueve
Me desperté a causa de un gran ruido, cuando ya era de mañana.
Habías sido tú, que por tratar de levantarte, caíste al piso.
Quise ayudarte, y dijiste que podías caminar tú solo.
Pero tus piernas flaqueaban, parecían que irían a quebrarse.
Una vez que te acostaste, no quisiste volver a levantarte.
Sin embargo, yo sí lo hice, pues debía ser un buen amante y atenderte.
Además, arreglar el desastre que quedó en la habitación.
Mientras levantaba la ropa del piso, no podía dejar de sonreír.
Tan sólo pensar en que tú diste el primer paso, y la hermosa entrega que tuvimos...
Me hacía extremadamente feliz.
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