Pedí que me miraras.

Hiciste caso omiso a mi exigencia, y no levantabas la mirada.

¿Qué estabas escondiendo, por qué no querías mirarme?

"Dime qué pasa, ¿es porque no cumpliste nuestra promesa? No me enojaré."

Realmente no iba a enojarme, pero no debías ser tan distante.

"Sí cumplí nuestra promesa" refutaste, sin dudarlo, casi enfadado.

"¿Entonces? ¿Qué es lo que está mal?"

"Él no quiso hablar conmigo, cuando mencioné el tema..."

Tu voz se quebró, y dudaste en seguir hablando.

Fue entonces cuando me incliné sobre la mesa, y levanté tu rostro con ayuda de mi mano.

Lo que vi, me dejó en shock.

Un gran e hinchado ojo morado.

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