Capitulo 9: Canta para mí
Ojala os guste ;D
Dejen comentarios como siempre
gracias a las que leéis mi historia
El sacrificio de la sacerdotisa
Capitulo 9: Canta para mí
Tomoe observo la aldea, todos habían salido corriendo en cuanto puso un pie cerca del templo. Lo sabía, siempre lo había sabido. Le temían. Frunció el ceño, podía oler el aroma de la humana muy cerca.
Estaba allí era seguro. Había tenido el valor de escapar de él. Después de haber probado sus labios.
Nanami había superado sus expectativas, le desconcertaban cada uno de sus movimientos, sus expresiones tan sinceras y a veces tan graciosas, cuando sonreía se parecía tanto a...
Tomoe se pasó las manos por el pelo con frustración, vale, aquella humana no solo era hermosa si no que tenía un sabor increíblemente dulce.
Simplemente genial.
Cuando había posado los labios sobre los de ella, no se esperaba la corriente que había corrido por todo su cuerpo, se le habían puesto los pelos de la cola como escarpias.
Sus labios eran suaves y muy dulces, en un principio ella se había quedado quieta, cosa que molesto a Tomoe ya que quería que ella lo correspondiera pero cuando ella movió tímidamente os labios y le correspondió creyó que todo estaba bien.
Pero ella volvió a sorprenderlo y salió corriendo dejándolo sorprendido y a la vez molesto.
¿Por qué huía de él? Le había correspondido, eso estaba claro; entonces...¿Por qué? Tomoe sabia, o creía saber, que le gustaba a Nanami, sabia como lo miraba y no iba a poder encontrar a alguien tan bueno como él.
Con pasos lentos, tomándose su tiempo, se fue acercando a la pequeña caseta donde, seguramente, estaba Nanami y dos personas más.
-Sal-Dijo con voz gutural, controlándose ya que no quería asustarla.
Pasaron los minutos y las tres mujeres salieron de la pequeña casita. Nanami abrazaba a una niña pequeña que rodeaba su cintura y escondía su cabecita tras ella.
Una mujer de mayor edad las acompañaba, su miedo era palpable y llevaba un palo de madera para defenderse.
Ja, como si pudiera hacerle algo con un palito.
-Nanami-Esta tembló ligeramente cuando escucho su voz.
Los aldeanos fueron saliendo de sus casas tímidamente, curiosos por los acontecimientos que estaban ocurriendo junto a la casita.
Tomoe era consciente de sus miradas pero no aparto la suya de los ojos almendrados de Nanami quien quería salir corriendo de allí y meterse en un hoyo bien hondo y no volver a salir.
-¿Por qué has salido corriendo?-Pregunto Tomoe y estiro una mano hacia ella. La niña y la madre retrocedieron asustadas-Vámonos.
Nanami inconscientemente estiro una de sus manos hacia él, más lentamente, no sabiendo porque estaba haciéndole caso.
Pero sus actos fueron interrumpidos cuando una multitud de aldeanos los rodearon. Cargaban utensilios del campo y palos similares a los que llevaba la madre de Rika y apuntaron con ellos a Nanami y a Tomoe.
-Esa chica es objeto del demonio-Dijo uno de ellos-¿Por qué ha venido a nuestra aldea?
-Quizá también es un demonio
-Nos matara...
-Ha influenciado a Rika y a su madre...
Los cuchicheos seguían formándose y aquello pareció enfurecer a un más al demonio zorro que gracias a sus brillantes y peludas orejas podía escuchar todos aquellos susurros.
-No...eso no es...-Decía Nanami intentando responder a sus acusaciones. No le gustaba que estuvieran hablando tan mal de Rika y su madre cuando la habían ayudado tanto-Yo no soy ningún demonio.
-No mientas demonio-Dijo uno de los aldeanos y arremetió contra ella con uno de aquellos palos.
Nanami aparto a Rika a tiempo, que cayó en brazos de su madre y se encogió esperando el golpe.
No sentía nada. Abrió un ojo, temerosa y entonces una gota de sangre le cayó en la mejilla.
Asustada elevo la mirada y se encontró con el rostro de Tomoe. Él era quien estaba sangrando. Había recibido el golpe por ella. La había protegido.
-T-To-moe-La sangre corría por su frente, tiñendo aquel hermoso cabello plateado de color rojo. Ella estaba tirada en el suelo y el estaba de rodillas sobre ella, apoyando las manos a cada lado de su rostro-Estas...
-Golpeadlo, está protegiendo a esa chica
Nanami empezó a llorar, a medida que escuchaba los golpes que los aldeanos le propinaban a Tomoe y este no se movía ya que si lo hacía sería ella quien recibiera los golpes.
-No...-Las lágrimas seguían saliendo sin poder evitarlo, sollozos sin sentido salían de sus labios y quería apartar el cuerpo de Tomoe para que no resultara herido pero no tenía la suficiente fuerza como para hacerlo-Apártate...te harán daño...
-Si...me aparto...resultarás herida-Dijo entrecortadamente. Nanami volvió a intentar apartarlo empujándole suavemente en el pecho.
-Tomoe...-Susurro sorbiéndose las lagrimas, era obvio que no iba a poder apartarlo-Salgamos de aquí...
Tomoe la miro, algo sorprendida por las palabras de la joven pero al ver la determinación que tenía ella en sus ojos y lentamente elevo el tronco superior y aparto lentamente a los aldeanos quienes se apartaron temerosos de lo que le pudiera hacerles el demonio.
El demonio sujeto a Nanami en brazos, como a una princesa y se elevo en el aire de la misma manera que había hecho la primera vez que la había salvado de los lobos. En un abrir y cerrar de ojos, se encontraban de nuevo en el castillo de Tomoe.
Este entro en su habitación por la ventana, casualmente abierta y dejo a Nanami sobre la cama con delicadeza. Esta consiguió sujetarlo antes de que se cayera al suelo.
-Oye...!Aguanta¡-Sujeto los hombros del demonio y este lo miro con los parpados entrecerrados por el dolor.
Nanami tiro de él para poder echarlo en la cama, él dio un gemido de dolor cuando sus extremidades se contrajeron y su cuerpo quedo estirado entre los cojines.
-¿Tienes vendas o algo parecido a un botiquín de primeros auxilios?-Pregunto mientras evaluaba el estado en el que se encontraba el demonio; iba a necesitar varias vendas, esparadrapo, agua oxigenada y muchas gasas.
El demonio señalo el enorme armario que estaba en la esquina de la habitación y ella, después de buscar en uno de los cajones que tenía en el interior, encontró un pequeño botiquín del que extrajo todo lo que necesitaba.
Se volvió a acercar a Tomoe, quien había cerrado los ojos; no pudo evitar observar al demonio con arrobo, tenía una fea herida que le nacía en la sien derecha y sangraba, su ceja derecha también estaba herida.
Le temblaron las manos cuando aparto las solapas del kimono que cubría el cuerpo del demonio, dejando su piel pálida y bien formada a su escrutinio. Nanami pensó que nunca había visto un cuerpo tan...bien formado, no tenía una pizca de grasa y cada musculo estaba perfectamente dibujado; los pectorales eran cuadrados, suaves y fuertes, la tableta de chocolate tenía una hermosa forma bien definida, de horas y horas de entrenamiento personal, incluso los brazos parecían fuertes y cálidos. No se atrevío a mirar más abajo, aunque se imaginaba lo que había. Observo que también tenía varias heridas en el pecho y no tenía que darle la vuelta para saber que también las tendría en la espalda.
Con cuidado le quito el kimono que dejo en el suelo, Tomoe había vuelto a abrir los ojos y la observaba sin decir nada, Nanami mojo unas gasas y las paso sobre la herida de la ceja del demonio, sus rostros estaban muy cerca. Podía escuchar la respiración acelerada de Tomoe y las maldiciones que daba en voz baja por el dolor.
-Lo siento...-Se disculpo Nanami limpiándole la sangre seca de las mejillas y el cuello. Le coloco un apósito en la ceja para que no se le infectase-¿Te duele mucho?
Tomoe negó con la cabeza y Nanami prosiguió a curar las heridas del pecho del demonio.
"Tiene muy marcados los músculos...como un gimnasta profesional...por eso es tan fuerte" Pensó Nanami mientras pasaba más gasas sobre la piel herida del demonio zorro, con cuidado y a la vez con una ternura que no había mostrado antes. "Esta tan herido por mi culpa...por protegerme"
Le colocó unas gasas sobre las heridas y las cubrió con varias capas de cintas de esparadrapo para que no se le movieran, antes de hacerlo le untó en la herida una crema especial que le ayudaría a cicatrizar aprovechando ese acto para acariciar su piel que no solo era suave como el terciopelo si no que también era cálida. Nanami nunca había tocado una piel como aquella.
"Se nota que no es de este mundo..." Pensó algo disgustada por sus propios pensamientos. Se concentro en acabar de curar a Tomoe y dejarse de pensamientos raros y sin sentido que no tenia caso estarse planteando en aquellos momentos.
-Listo-Anuncio acabando de colocar las cintas en la espalda de Tomoe. Sin embargo el demonio la rodeo con los brazos, acariciándole la espalda con infinita dulzura y le acaricio el pelo mientras le susurraba palabras que Nanami no había escuchado nunca-¿Qué lenguaje es ese?
-Lenguaje demoniaco...-Dijo en un pequeño susurro que le puso los pelos de punta. ¿Cómo era posible que aun herido como estaba, su voz siguiera siendo tan sexy?
Nanami observo como el demonio se intentaba levantar de la cama y como las suaves facciones de su elegante rostro se transformaban en muecas de dolor por los movimientos rígidos que hacía.
Nanami le coloco las manos en los hombros y tiro de él hasta que volvió a recostarlo en la cama.
-No deberías moverte...estás herido...
Tomoe la observo unos instantes en silencio, las profundidades azuladas la observaban como leyendo todos sus secretos, que inútilmente ella trataba de ocultar.
Sus labios se curvaron en una suave sonrisa que hizo flaquear las pocas defensas que le quedaban a la joven.
-Nanami
-¿Q-Que?-Aquella voz temblorosa no podía ser la suya.
-Echate...conmigo...-Su masculina voz la transportó a otro mundo. ¿Qué...había...dicho?
La mano del demonio rodeó una de las suyas con suavidad, como si fuera algo muy delicado que se pudiera romper con facilidad, y la acercó a su nariz, dando una profunda inhalación. Nanami tembló sin poder evitarlo.
-Nanami...
Tomoe acerco la mano de la joven a su rostro, volvió a repetir lo anteriormente dicho y Nanami se arrastro hasta colocarse a su lado. El demonio se arrastro hasta ella, colocando su cabeza contra el vientre de la joven y paso los brazos a su alrededor rodeando su cintura.
-T-T-To-Tomoe...
-No hables...
-Pero...
-Solo quédate así...
Nanami pensó que se veía muy tierno, tan herido, rodeado de vendajes y cubierto por las mantas, sus cabellos despeinados cubriéndole las piernas en una dulce caricia y el flequillo tapando aquellos ojos de ensueño...
Una de sus manos comenzó a acariciar la cabeza del demonio, pasando las yemas de los dedos por las suaves orejas de zorro y escuchó como Tomoe emitía suaves sonidos contra su barriga.
Nanami contemplo la debilidad que le mostraba el demonio, cerró los ojos, dejándose llevar por el momento que compartía con Tomoe y empezó a cantar una suave nana que le había enseñado su madre.
No supo cuanto tiempo estuvo así, cantando para él pero cuando se quiso dar cuenta, el demonio había abierto sus poderosos ojos y la observaba. Se sonrojó cuando lo vio sonreír dulcemente, como si solo tuviera ojos para ella.
-Nanami...
Ella no encontró la saliva para poder emitir algún sonido coherente.
-Canta para mí...Nanami
Y ella lo hizo.
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