Capitulo 4: Miedo y mucho calor

Este capitulo será un poco más corto que los anteriores; disculpas de antemano.

Ojala os guste mucho ^^

Dejad comentarios :DDD

El sacrificio de la sacerdotisa

Capitulo 4: Miedo y mucho calor

Tomoe observo a la humana que se apretaba contra la puerta de su baño de manera exageradamente tonta ya que no iba a poder ir a ninguna parte.
Sus ojos volaron por su pelo mojado, sus ojos brillantes que lo miraban asustados y su cuerpo, demasiado delgado para su gusto, embutido en aquella toalla que le cubría hasta por debajo de aquellos muslos suaves.

-No...-Escucho como ella hablaba o al menos lo intentaba ya que le temblaban mucho los labios.

Antes de que pudiera decir algo más la cogió en brazos y cerró los ojos cuando ella grito demasiado cerca de sus delicadas orejas.
La dejo encima de la mullida cama y dejo que ella patalease a gusto hasta que se calmo. Entonces lentamente se coloco sobre ella, impidiéndole cualquier movimiento que quisiera hacer. Ella enrojeció rápidamente, hasta podía ver un poco de humo salir de su cabeza.

-Gr-gritaré-Amenazo Nanami sintiendo como el cuerpo de aquel demonio, demasiado cálido y confortable, se apretaba contra el suyo, húmedo y cubierto solamente por aquella pequeña toalla, demasiado íntimamente.

Su amenaza no pareció causar efecto en el demonio quien alargando las manos tomo las delgadas muñecas de la joven y se las coloco sobre la cabeza, en una postura de sumisión total y entrega. Por mucho que Nanami intento resistirse, la fuerza de aquel demonio era bastante superior a la suya y con solo una de sus manos logro sujetarla sin posibilidad de huida.

Su otra mano, libre y sin pudor alguno, llego a la toalla que cubría el cuerpo de la chica y se la desato con un solo movimiento ágil de su muñeca y dejo el cuerpo desnudo de Nanami bajo su escrutinio.
Tomoe dio un pequeño gemido, complacido por lo que veía. La humana tenía una buena figura, la piel era suave, cremosa y seguramente deliciosa; los pechos tenían el tamaño justo y los huesecillos de las caderas eran graciosos al igual que las piernas eran largas y torneadas.

Escucho como ella sollozaba y elevo la mirada, encontrándose con los ojos llorosos de la humana y algo se removió en Tomoe cuando la vio llorar.

Lentamente se aparto de ella y se quito el kimono superior que llevaba, cubriendo a la chica con él.
Los ojos de Nanami se encontraron con los suyos, obviamente sorprendida por el acto que había tenido el demonio con ella.
No se lo esperaba pero rápidamente se tapo su desnudez con la tela y se puso en postura defensiva, agarrándose las piernas contra el pecho.

-¿Estas llorando?-Pregunto el demonio pero la chica no levanto el rostro y no se digno a verlo. Tomoe se enfado por la personalidad terca de la chica y se levanto de la cama-Bien, quédate ahí.

Con brusquedad salió de la habitación dando un portazo monumental que hizo temblar hasta a las vigas del techo y después quedo todo en silencio.

Nanami levanto el rostro, sin lágrimas cuando se dio cuenta que en verdad se había ido de allí.
Se acaricio los brazos, notando la suavidad de aquel kimono entre los dedos; "es muy cálido" pensó la joven mirando la tela bordada de dorado y malva e inevitablemente pensó en el dueño de aquella tela.

¡¿Pero en que estaba pensando?¡ ¡Aquel depravado pervertido había visto su cuerpo desnudo y sin su consentimiento!

Se apretó el kimono y se levanto de la cama, moviéndose por toda aquella habitación intentando calmarse, reviso todo lo que estuvo a su alcance y luego vio el ventanal.

Quizá le vendría bien un poco de aire fresco para calmarse los nervios.
Se sentó en el borde del ventanal y cerró los ojos, dejando que la brisa la enfriase y jugara con su pelo.

Tomoe se dejo caer en su trono y soltó un largo suspiro que llamo la atención de sus sirvientes que se acercaron a él.

-Tomoe-dono, ¿Qué ha ocurrido?

-Esa humana es tan diferente...-Dijo más para sí que para ellos-Me desconcierta...

-¿Quizá deberíamos darle una lección de modales?-Sugirió uno de aquellos demonios.

Tomoe rugió dando un golpe contundente contra la pared, haciendo un hueco en la madera del tamaño de su mano.

-No os atreváis a tocarla sin mi permiso-Rugió, asustando a sus sirvientes quienes se disculparon por su atrevimiento y lo dejaron solo. Tomoe suspirando, se recostó contra el trono y cerró los ojos.
En su mente se empezaron a formar imágenes de aquella deseable humana que se encontraba en su cuarto en aquellos momentos.
No podía bajar la guardia, aquella humana no era como las demás, tenía algo distinto...¿Quizá porque se oponía a él? Era obvio que a ella le gustaba, había visto como lo miraba.
Se parecía a...

-Yukiji...-Susurro abriendo sus ojos azulados hacia la nada. Fue un susurro que le recordó el pasado y molesto por haberla recordado se levanto del trono y se perdió en la noche.


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