Capitulo 18: De nuevo en la aldea

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El sacrificio de la sacerdotisa

Capitulo 18: De nuevo en la aldea

Los días siguieron pasando como las hojas que caen en otoño. Nanami se había acostumbrado a la rutina diaria de levantarse con Tomoe, que este se aprovechara de ella, que acabaran haciendo el amor en la cama, preparar los alimentos y desayunar en el enorme salón, por las tardes Tomoe la llevaba a lugares cercanos al castillo, descubriendole lugares que ella nunca hubiera imaginado.
Una vez la llevó a lo más profundo del bosque, tan profundo que Nanami pensó que se habría perdido pero detrás de un gran arbusto, el demonio zorro le mostró una enorme cascada, rodeada de los más extraños arboles frutales, flores de todos los colores y piedras que hicieron temblar a Nanami. Dio un jadeo y sus piernas corrieron hacia el agua brillante y clara.

-!Increible!-No sabía que más decir, no encontraba las palabras. Se quitó las sandalias y los calcetines, sintiendo la hierba fresca entre los dedos de los pies y metió los pies en la fría agua-!Esta fría¡ Jajaja

Tomoe la rodeo por detrás, pegándola a su pecho. Nanami gritó cuando sintió la calidez de su piel desnuda y el astuto zorro le hizo cosquillas.

-¿Por que te quitaste la ropa?-Dijo enojada mirando fijamente el fino pecho del demonio. Suspiro aliviada al ver que su hakama seguía en su sitio, a pesar de que se había mojado cuando ella se había metido en el agua. Sus mejillas se tiñeron de rojo carmín y él sonrió apartándole el pelo del cuello, deslizándolo hacía la espalda-¿Q-Q-ue?

-Eres muy tierna-Dijo clavando sus increíbles ojos en ella, desnudandola con la mirada, volviéndola loca con aquella dulce sonrisa blanca de anuncio de dentífrico dental, haciéndola temblar cuando la rodeó por detrás y le plantó un beso debajo de la oreja-Nanami

-¿Mmmm?-En su interior sabía que tenía que decirle que no, que estaban allí para ver el paisaje y disfrutar de él pero no de la manera en que el demonio pensaba que iban a disfrutar. Pero su respiración, su voz sensual hablándole delicadamente en el oído, su cuerpo pegado a su espalda, sus manos en su cintura, acariciándole la cintura, metiéndose debajo de su camisa y jugando con el dobladillo de su falda-Tomoe...-Dijo con tono de reproche.

-¿Que?-Su tono era divertido, sin soltar su amarre en su cintura-¿Estas molesta?

-No vinimos aquí para hacerlo de nuevo-Dijo sonrojada, volteando la mirada. Tomoe comenzó a reirse, sorprendiendo a Nanami ya que raras veces conseguía que se riera y su corazón tembló ante aquel instante, aquella risa melodiosa y pura. Pero luego se enojó, pues se estaba burlando de ella-¿De...q-que te ri-es?

-Eres muy pervertida, Nanami-Dijo mirándola. La besó en los labios durante varios minutos-No te preocupes, solamente hemos venido a pasar el día. Ademas...-Le mordisqueo la oreja haciéndola suspirar-no voy a dejar que nadie más que yo vea tu rostro mientras hacemos el amor.

Nanami enrojeció hasta la punta de las orejas, se separo de él enfadada y caminó hacía el interior de la cascada, Tomoe la observó, pero se mantuvo lejos, observándola y cuidando de que no le pasase nada.
Desde ese día la distancia entre ellos volvió a ser la misma, Tomoe la tomaba por las mañanas, después tenía alguna de sus reuniones mientras Nanami estaba al cuidado de Onikiri y Kotetsu, jugaba con los dos espíritus en el jardincito, luego comía con Tomoe, leían un poco en el jardincito o simplemente pasaban el rato compartiendo su compañía. Otros días, como el anterior de la cascada, Tomoe la llevaba a pasar la tarde al bosque. Una noche fueron a cenar a junto la cascada, donde también se bañaron y el demonio la tomó bajo la luz de la luna.

Nanami nunca olvidaría aquella noche en la que el agua fría la rodeaba contrastando con la calidez del cuerpo de Tomoe que la rodeaba completamente, sus brazos le ahuecaron los pechos mientras él la besaba, moviéndose lentamente en su interior con envestidas suaves, no quería incomodarla pues ya la había poseido dos veces. La joven no dijo nada, estaba cansada pero feliz, sus brazos le rodeaban el cuello y sus labios jugaban con un par de mechones plateados mojados por el agua. No supo cuando se durmió, lo que si supo fue que a la mañana siguiente estaba en la cama, completamente seca y con Tomoe abrazado a su cintura desnuda.
Más tarde había descubierto que él la había llevado en brazos al castillo, la había lavado con mimo y la había acostado junto a él en la cama. Se sintió avergonzada en un primer momento pero luego lo terminó olvidando. Eso sí, castigó al zorro con su curry super picante.

Después de aquellos acontecimientos, nada la sorprendía. Hasta aquella mañana en la que Tomoe la despertó diciéndole que había pensado bajar al pueblo para ver si Akura Ou había hecho alguna de las suyas. Nanami pensó inmediatamente en la madre y la hija que tan bien la habían atendido aquella vez que ella había escapado del demonio, recordando aquello no tubo problema en ir. Pero le dijo que tenía miedo por si los aldeanos le hicieran algo a él. Tomoe le acaricio el pelo calmándola.

"He cambiado, ya no soy el mismo de antes y quiero hacer las cosas bien. Junto a tí"-Había dicho y ella se sonrojó, orgullosa de él y de como era. Tomoe había cambiado, a pesar de que no lo conocía desde hacía mucho tiempo, de que no sabía que tan malo había sido, ni de lo que le había hecho a aquellas mujeres de la aldea, ni tampoco quería saberlo...no quería que le dijera que había hecho las mismas cosas que le había hecho a ella...Ahora estaba con ella y ella lo quería, por quien era, por ser Tomoe. El demonio había sonreído cuando ella se había sincerado con él una de las noches pasadas, después de haber hecho el amor, y la rodeo con cariño, observándola detenidamente.

-Tu eres mi primera, la primera mujer para mi. Y la única que habrá-Le beso levemente la frente-Me resigno a perderte-La apretó contra él-Nunca te dejaré ir, Nanami.

-Sí-Había respondido Nanami. Dejándose ir.

Aquella misma mañana se vistieron, Nanami se puso un kimono negro con flores, corto por encima de la rodilla, atado con un grueso obi amarillo. Los calcetines y sandalias iban a juego y cuando se estaba peinando Tomoe apareció detrás de ella y le obligó a mirar hacía delante mientras él se encargaba de peinarla. Nanami le dejo hacerlo, curiosa por ver que hacía ya que él nunca se había ofrecido a peinarla durante el tiempo que estuvo en el castillo.

-Listo-Anunció y Nanami no se podía creer que lo hubiera hecho tan rápido, había recogido su melena en un moño muy elaborado en un lado de la cabeza, unos mechones más largos caían por delante mientras el moño se hacía en forma de flor, con algunos mechones trenzados. Pero lo que más le sorprendió fue una bonita horquilla que él había colocado para fijar el moño; tenía forma de flor rosada, en forma de sakura, con unos adornos que colgaban de la flor como si fuesen simplemente hermosa y muy elegante, la joven se volteó hacia Tomoe, sorprendida y se le tiro a los brazos, casi quiso llorar pero las lagrimas no definirían con exactitud lo feliz que se sentía.

-¿Por que?-Dijo señalando la horquilla con sorpresa-Es tan hermosa...

-Es un juramento

-¿Juramento?

-Mi amor por ti, Nanami. Te quiero para siempre a mi lado, quiero que todo el que te vea sepa que eres mía, para siempre-Sus palabras serias, sus ojos clavados en los suyos...la posición de su cuerpo...Nanami jadeo. !Nunca se habría imaginado algo así! Que alguien sintiera tanto amor por ella, de aquella manera...los actos del demonio eran...sorprendentes...

-¿Entonces...estamos unidos para siempre? ¿Como los amantes?-Sus ojos brillaban.

-Por supuesto. Tu me perteneces, así como yo soy tuyo, Nanami.

Se fundieron en un abrazo, el demonio la beso y ella correspondió. Se sentía increíblemente feliz, como si en cualquier momento pudiera estallar como una bomba atómica. ¿Como podían los sentimientos volverse tan intensos? ¿Podría ser más feliz?
Ayudó a Tomoe a acabar de vestirse, "que elegante" pensó mientras le colocaba bien un kimono azul claro sobre uno más oscuro, ajustó las mangas y sonriendo le colocó algún mechón de aquel elegante y suave cabello plateado. Le gustaba mucho como le había quedado el cabello, así, corto por encima de los hombros, enmarcando aquel rostro de ensueño, era el nuevo Tomoe. Nada que ver con el demonio arrogante de cabellos largos que había conocido cuando escapaba de los lobos. Aun extrañaba aquel largo cabello acariciando su cuerpo pero Tomoe no parecía querer recordar más aquella fase y ella lo respetaba.
En cuanto estuvo arreglado Nanami le paso las sandalías y una amplía bufanda negra que anudó en el cuello del demonio. Le dio un tierno beso antes de separarse.

-¿Nos vamos?-Preguntó y Tomoe asintió tomando su mano. Ambos salieron del castillo, dejando a Onikiri y Kotetsu al cuidado mientras ellos no estaban. Caminaron tomados de la mano, Tomoe iba caminando delante, protegiendo a Nanami de cualquier cosa que pudiera dañarla, al final la joven se colocó a su lado cuando empezaron a vislumbrar la aldea. La mano de Nanami tembló ligeramente, Tomoe le apretó suavemente la mano.

-No tengas miedo, no pasara nada. Yo estoy contigo.

-Umm-Asintió y continuaron el camino, al llegar a la entrada del pueblo, Tomoe se estremeció.

-¿Que ocurre?-Preguntó Nanami viendo preocupada las facciones del demonio, que minutos antes estaban tranquilas y relajadas en contraste con las que mostraba ahora, tensas, fijas en un punto que ella no alcanzaba a ver y cuando le apretó la mano, ella jadeo.

-Siento...algo, alguien que conozco esta en la aldea

-¿Akura-Ou?-Un estremecimiento le recorrió toda la columna vertebral al recordar al demonio pelirojo que tan malos recuerdos le traía. Fijo sus ojos en Tomoe, buscando respuestas, algo, ¿tranquilidad tal vez?

-No, él no es. Creo que es uno de sus subordinados. Vamos..quizás la aldea este en peligro-Nanami asintió, preocupada por los aldeanos-Quédate detrás de mí Nanami, en todo momento-Dijo serio. Ella asintió.

Escucharon unos gritos y ambos corrieron hasta el origen de los gritos, la plaza del pueblo, donde estaban reunidos todos los aldeanos. Un personaje vertido con un extraño kimono y un peculiar tocado en la cabeza sujetaba a uno de los niños del pueblo mientras reía como el malo de la pelicula. La madre del pequeño le rogaba que lo soltase, otras madres sollozaban por la suerte del pequeño que seguramente iba a morir en pocos segundos...
Tomoe gruño, cubriendo a Nanami tras su espalda; llamando la atención de los aldeanos que se voltearon más aterrados por la nueva presencia enemiga y algunos se pusieron a rezar unas oraciones en silencio por la salvación de sus almas.

-!Yatori!-Bramó Tomoe caminando hacía el que había sido un camarada suyo cuando servía en las tropas de Akura-Ou, pero ahora solo veía a un malvado que no solo suponía un riesgo para los aldeanos sino también para Nanami. La sentía a su lado, temblando por la presencia de aquel demonio y se agarró de la manga del kimono de Tomoe.

El demonio conocido por Yatori se volteo hacia Tomoe, sin perder la sonrisa en su cara. Pareció sorprendido por la presencia del demonio zorro pero no por ello hizo algún movimiento o cambió sus facciones ante la presencia demoníaca y poderosa de Tomoe. Su sonrisa se ensanchó aún más.

-Tomoe-kun, que sorpresa verte por aquí-Su mirada se poso un momento en su espalda, donde escondía a Nanami pero la apartó enseguida-Hacía tiempo que no oíamos de ti y des visitas a la aldea. Así que tuvimos que venir nosotros a hacer tu trabajo.

-No tenéis nada que hacer en esta aldea, Akura-Ou ya ha sido informado de ello. El ritual de la sacerdotisa ha terminado, ya no tenéis nada que hacer aquí.

-¿Que ha terminado?-Estalló en carcajadas haciendo que el pequeño llorase aún más fuerte. Los aldeanos se encogieron asustados-¿Acaso te has vuelto loco?

-He dicho que a terminado-Gruño Tomoe, visiblemente enfadado.

-Has cambiado Tomoe-kun, no solo por ese peinado ñoño que te has puesto

-Eso no te incumbe-Gruño de nuevo, abriendo las manos, enseñando las garras de forma amenazante-Ahora lárgate de aquí

-No pienso hacerlo-Sus ojos se entrecerraron al observar a la joven que estaba asustada tras la espalda. Sonrió-A menos que quieras hacer un cambio

-¿Cambio?

-Dejaré a todos los aldeanos-Dijo mirando al pequeño que aun lloraba-Y prometeré no volver a atacar la aldea si me cedes a esa pequeña humana que escondes tras tu espalda.

-!Jamas!-Bramó, cubriendo a Nanami para que sus ojos no se encontraran con los de Yatori-Ella es mía.

-Siempre has compartido tus presas

-Ella no es una presa

-Pues tendré que matar a toda esta aldea-Muchos aldeanos sollozaron y se apretaron en un pequeño grupo tembloroso. Los niños lloraban en brazos de sus padres, que luchaban por calmarlos.

-No puedes hacer eso-Dijo Nanami, asustada por los acontecimientos y por la serena calma que mostraba aquel demonio tan extraño. Tomoe gruño a su espalda, no muy contento de que ella hubiera hablado.

-Claro que puedo, pequeña humana. Ellos son solo una diversión. Tu eres el primer plato-No le gustó un pelo lo que vio en sus ojos.

-No permitiré que le pongas la mano encima-Gruño Tomoe.

-¿Acaso quieres la devastación de toda una aldea por tu capricho pasajero?-Preguntó el demonio con ironía. Los aldeanos empezaron a cuchichear entre susurros. "Solo nos salvaremos si la muchacha muere..." "Ese demonio nos va a matar a todos por culpa de ese zorro demoníaco", "¿Por que no deja que se lleve a la muchacha? Eso nos salvaría..."-No pensé que fueras tan rastrero...Tomoe-kun

-Tómame si eso es lo que quieres-Dijo Nanami, saliendo de debajo del brazo protector de Tomoe, no podía seguir viendo todo aquello, los niños sufriendo, los adultos culpándose entre ellos, culpando a Tomoe, ella no quería aquello pero... confiaba en que su treta distrajera al demonio Yatori y le diera a Tomoe suficiente tiempo para actuar. Estaba segura de ello.

Y así se encaminó hacia el demonio, por el rabillo del ojo vio a la madre y a su hija que la habían ayudado hacía ya tiempo y sonrió aliviada por poder devolverles el favor. No solo demostraría que podía hacerlo, demostraría que Tomoe era inocente y que había cambiado,...cambiado para mejor.

Lo iba a demostrar.


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