Capítulo Veintiuno: alucinación vs realidad


Capítulo veintiuno: alucinación vs realidad.

Shaina.


Cierro la puerta, verificando que el cartel de "cerrado" se encuentre visible y luego rio encontrándome con la espalda de Anders que se ha detenido viendo alrededor. Claramente tiene ya registrado cómo luce la librería, lo que me hace cuestionarme qué podría estar pensando en este momento, eso casi anula otro tipo de pensamiento:

Yo, Shaina Hawk, temerosa de la vida y defectuosa, me encuentro a altas horas de la noche en una librería cerrada con un hombre que me gusta y del que sé muy poco, pero a quien dejé que me tocara.

Mi mirada vaga desde su cabello castaño claro alborotado, deslizándose por sus hombros anchos, la espalda amplia que se reduce en su cintura de una manera atractiva; el pantalón negro que viste pese a no ser tan ajustado, de igual manera le moldea el trasero de una forma que me recuerda a las descripciones de protagonistas en libros de romance. Sin planearlo me muerdo el labio inferior y cuando mis ojos hacen el recorrido de regreso, me paralizo porque gira y al llegar a su rostro ya se encuentra esperándome con una sonrisa.

—Me gusta mucho cuando te pones traviesa.

Por alguna razón eso me hace sonreír antes de avanzar, pasando de él e yendo la mostrador en donde ya cerré la caja, porque puedo desear portarme mal, pero las responsabilidades del trabajo nunca las dejo atrás.

— ¿Estamos solos? —pregunta no muy lejos de mí.

—Sí, la librería ya cerró —Y dándome cuenta de cuán vulnerable me pone tal declaración, giro para agregar algo más—, sin embargo, quiero que sepas que una amiga sabe que estoy contigo.

Es una mentira, nadie sabe que me encuentro a solas con él y de hecho desactivé las cámaras de seguridad, algo que es una absoluta estupidez, pero que me hizo reír de forma baja imaginando lo enojada que se pondría mamá si lo supiera.

Pero volviendo a Ander, todo lo que hace es darme una sonrisa pequeña mientras acorta la distancia entre nosotros. Siento el borde del mostrador contra mi espalda y luego su cuerpo está casi presionado contra el mío en el momento en el que su rostro se inclina hacia mí.

— ¿Me dices eso porque estás asustada? —susurra.

—No me das miedo —Me sorprendo al escuchar mi voz decirlo.

Y me sorprende todavía más que sea una declaración muy genuina. Él no me da miedo.

Tengo miedo de mí, de mi mente, de la niña que estoy viendo, del control de mi madre, de los peligros de afuera y de la falta de control en mi vida, pero ¿Anders? Solo lo englobo junto al miedo cuando pienso en la idea de que esto, lo que sea que pase, no sea real.

¿Qué sucede si estoy alucinando? ¿Si todo está en mi mente? ¿Si él no existe o es solo algún hombre que vi y que se quedó lo suficiente en mi mente cómo para recrear escenas que se sienten muy reales? Eso me aterra porque suena loco y soñador, pero tratándose de mí, podría ser una absoluta realidad.

Pero mi mente no puede estar tan mal ¿Cierto? Él tiene que ser real porque no soy la única que lo ha visto. Pablo lo vio e incluso ese amigo de Azhar que vino aquella vez no pudo apartar la vista de él.

— ¿Eres real?

Demasiado tarde me doy cuenta de que he dicho las palabras en voz alta y de inmediato siento la sangre agruparse en mi rostro, pero él no se burla, en todo caso me toma una mano y la aplana contra el lado izquierdo de su pecho haciéndome sentir los latidos de su corazón, no están acelerados, son calmados y de alguna manera me ayudan a estabilizar mi propia respiración.

— ¿Me sientes real? —pregunta en voz baja, con su mirada clavada en la mía.

—Sí...

— ¿Necesitas algo más real?

No lo necesito porque creo en el latido bajo la palma de mi mano, pero con una curiosidad latente de lo que podría confirmar, simplemente me limito a asentir haciéndole creer que necesito más pruebas de esta realidad.

Lo veo lamerse el labio inferior antes de que me tome ambas manos y las lleve detrás de su cuerpo, haciéndome que le rodee la cintura con los brazos. La manera en la que me ve es hipnótica y mis manos parecen tener vida propia cuando se aplanan contra su cuerpo y le recorren la espalda con lentitud, deleitándome con cómo se siente.

— ¿Lo suficiente real, Traviesa?

—No.

Mis manos descienden, deteniéndose durante cortos segundos en sus caderas antes de bajar y sentir la dureza de un trasero tonificado bajo mi tacto, los latidos de mi corazón incrementan y su sonrisa crece un poco.

—Todavía no es suficientemente real —susurro.

Y su próximo movimiento es tomarme el rostro entre sus manos y cubrir mis labios con los suyos. Su boca se siente cálida con labios suaves que me besan con lentitud, como si estuviera creando el ambiente perfecto para algo más. Poco a poco la presión de su boca incrementa y sus movimientos son más atrevidos, cuando su lengua se presiona pidiéndome entrada no dudo en dársela con un suspiro. Sus manos me ladean el rostro a la izquierda, mis manos ahora en los bolsillos traseros de su pantalón lo acercan hacia mí, inclinándolo lo suficiente mientras mis piernas no dudan en darle espacio. Me besa de una manera en la que mi sangre se siente viva, en la que poco a poco capas de inhibiciones se desprenden de mí porque ya no soy tan consciente de mis defectos, no pienso en mis carencias o problemas, solo siento. Solo experimento lo que me hace sentir.

Lo siento a él.

Con los ojos cerrados me dejo atrapar por la demanda de sus besos, por la manera casi posesiva en la que me sostiene el rostro, cómo si temiera que me arrepintiera y mis manos igual de codiciosas buscan la manera de presionarlo todavía más contra mí.

Se avecina más muertes ¿Quieres que él muera? —pregunta una voz infantil que me hace abrir los ojos con rapidez.

De alguna manera mi boca sigue los movimientos de la de Anders, quien mantiene los ojos cerrados, pero mi vista se clava en esa versión infantil de mí que me sonríe de una manera poca amistosa a unos pocos metros.

Ella no es real, lo sé, no puede serlo y aun así consigue afectarme porque eso significa que cosas están sucediendo en mi cerebro, que podría necesitar más medicamentos, médicos, estudios, que soy menos normal que ayer y seré más rara mañana. Es un recordatorio cruel del tipo de persona defectuosa que soy.

La pequeña mano de la niña sube a la altura de su cuello, la aplana y hace el gesto inconfundible de degollar, luego sonriendo señala a Anders que se tensa al notar la frialdad en mi beso, la falta de atención y la forma en la que me desligué de un momento que se estaba sintiendo tan bien.

Sus labios liberan los míos, pero se mantienen cerca y creo que me habla, pero mi mirada permanece en esa figura, esa alucinación llena de malicia que ahora tiene los ojos negros con venas igualmente negras apareciéndole en el rostro.

Morirá, morirá —canturrea.

—No —La corto—. No.

— ¿Shaina? —susurra—. ¿Qué pasa?

Intenta voltear, pero con rapidez subo las manos sosteniéndole el rostro para que mantenga la vista clavada en mí. Es la primera vez que le veo fruncir el ceño y es un horrible momento en el que me mira con desconcierto y preocupación.

No por favor, tú no, Anders.

Quiero que me vea cómo lo hacía hace unos instantes, por favor.

Veo a la niña que mueve uno de sus bonitos zapatos negros en el suelo mientras su rostro se encuentra pálido y lleno de venas negras, en sus brazos hay moratones.

—Está bien, no tenemos qué...

—No —lo interrumpo volviendo mi mirada a él—. Quiero.

— ¿Qué quieres? ¿Hay algo que me estoy perdiendo en este momento?

—Quiero más de lo de la playa, de lo de ahora, pero...Aquí pueden vernos, es eso —La mentira viene con facilidad porque en parte es verdad.

Quiero perderme en él, quiero normalidad. Quiero dejarme llevar por algo tan humano cómo el deseo, pero él no se mueve. La mirada de desconcierto sigue en su rostro y cuando veo detrás de él intenta voltear y aun cuando sé que él no podrá verla porque ella viene de mi imaginación, hago girar su rostro al frente y capturo su labio inferior entre los míos comenzando a besarlo.

En un principio no responde incluso lo siento tensarse, pero poco a poco su cuerpo se relaja y sus labios corresponden a los movimientos de los míos. Mi beso es desenfrenado incluso un poco descoordinado, pero dejo en ello la pasión, el deseo y las ganas inmensas que tengo de simplemente perderme en este momento, este instante, en él.

Besarlo apaga la presencia de la niña, besarlo me hace arder, besarlo hace que entre mis piernas me sienta húmeda y con una necesidad agobiante que me llena de desesperación por querer algún tipo de alivio.

Mi mente se llena de los recuerdos de sus dedos en mí, el sonido del mar y la oscuridad absoluta mientras me llevaba a un orgasmo que en este momento mi cuerpo ansía repetir.

Siento su manos subir debajo de la tela opaca de mi falda que termina en los tobillos, gimo contra su boca y él chupa mi lengua. Las palmas de sus manos se detienen debajo de mis muslos y luego se encuentra alzándome e instándome a enredar, de una manera torpe y descoordinada, las piernas a su alrededor.

Estoy eufórica, nerviosa, asustada, deseosa. Soy un tumulto de emociones que podrían destruirme o reconstruirme. Siento que me enloquezco, que me desconozco en la misma manera en la que comienzo a conocerme.

—Dime a dónde —susurra contra mi barbilla antes de darle un suave mordisco que me hace temblar.

—Almacén, a la izquierda, final del pasillo, doblando frente el baño —indico con voz temblorosa.

Y él no duda. Me besa mientras con una precisión que me debería tener pensando, me lleva hacia el lugar y cuando llegamos, una pila de libros que deben entrar en venta la próxima semana, cae ocasionando un ruido bastante fuerte. El lugar tiene las luces apagadas, pero las luces de la ciudad entrando por la pequeña ventana bastante alta en la pared, nos da un poco de iluminación para alcanzar a ver sus rasgos. Descubro que esos ojos me miran con deseo, ya no hay desconcierto ni preocupación y eso me trae tranquilidad.

El tropieza hacia un sofá bastante viejo y hace caer otra pila de libros, vagamente me escucho soltar una risita, un sonido que desconocía podía salir de mí. Es un sonido oxidado, tintineante, alegre e incluso juvenil que me hace preguntarme si de verdad soy capaz de emitirlo, pero cuando él maldice derribando otros pocos, de nuevo la risita aparece y es mía. Soy yo.

Cuando finalmente alcanza el sofá, me deja sobre este sintiendo la incomodidad de lo desgastado que se encuentra, pero no me quejo mientras mantengo a Anders contra mí a través de mis piernas enredadas a su alrededor. Cae de rodillas y poco a poco se libera de mi agarre y a su vez sus manos me acarician los muslos por debajo de la falda.

— ¿Qué es este lugar exactamente? Demasiadas pilas de libros atravesadas.

—Aquí se guardan los próximos libros que entrarán en venta —respondo con la respiración agitada.

Viendo alrededor me doy cuenta de que solo somos nosotros dos, no hay niña ni alucinaciones. Sonrío.

— ¿Buscas a alguien? —Pregunta y cuando vuelvo a verlo tiene una ceja enarcada— Porque quiero toda tu atención en mí. Quiero que estés conmigo y enfocada en mí mientras te doy un regalo.

— ¿Un regalo?

—Sí —sus dedos me acarician la cara interna de los muslos—, porque creo que mi chica traviesa se merece un buen regalo esta noche.

Mi respiración es ruidosa cuando agrupa la tela de mi falda con sus manos y la sube sin ninguna ceremonia por encima de mis caderas. Mi primer instinto es llevarme las manos a la entrepierna para ocultar mi ropa interior, también lo es el pánico de ser vista y que de hecho algo no pueda gustarle.

¿Y si algo está mal conmigo allá abajo? ¿Y si no le gusta lo que encuentra? ¿Y si no le despierto deseo?

—No haré nada que no quieras, Shaina —De nuevo dice mi nombre haciéndome estremecer—. Ni tampoco me enojaré, tú decides, siempre podrás elegir conmigo, te escucharé.

— ¿Siempre?

—Siempre, Traviesa.

Más tarde podría pensar en la manera desesperada en la que me aferro a sus palabras de que va a escucharme, de que tengo elección y que siempre tomará mis decisiones en serio. Me da poder y hay algo curioso sobre ello, porque cuando lo saboreas inexplicablemente esperas más. El poder que Anders me otorga en cada encuentro alimenta una parte de mí que desconocía, plantea nuevos horizontes y me hace conocer partes de mí de las que no era consciente.

Aún no se han ido todos mis miedos ni muchos menos mis inseguridades, pero la forma en la que me ve y espera, me hace dejar ir poco a poco mis manos de mi entrepierna. Estoy nerviosa y me siento algo ansiosa, pero el latir en ese lugar tan vulnerable y la manera en la que me humedezco ante su mirada, me hace consciente de que deseo tanto el regalo que tiene para darme que la aprensión pierde la batalla contra la excitación.

Su mirada se mantiene en la mía cuando una de sus manos asciende y dos dedos me frotan por sobre la ropa interior, exhalo de una manera profunda y por si solas mis piernas se abren un poco más, porque mi cuerpo sabe lo que quiere y cuánto puede conseguir de esto, en este momento él está a cargo mientras mi cerebro fue relegado a esperar.

Me sigue viendo, sus pupilas se encuentran dilatadas. Sus labios bajan dejando pequeños besos y mordidas en un camino que lo lleva a la cara interna de mi muslo y cuando sus parpados bajan y ve entre mis piernas cubiertas de algodón, sonríe.

—Estás tan mojada que la tela se aferra lo suficiente para no dejar nada a la imaginación —Inclina su rostro más cerca y la sensación de su aliento me hace estremecer—. Estás tan mojada que incluso puedo saborearte por sobre la tela.

Y para probar su punto me da un beso con la boca abierta y luego succiona de una manera que me hace levantar el trasero del sofá. Ríe contra mí y eso me estimula lo suficiente para gemir.

—Podría hacerte llegar por sobre la tela, pero siento que necesito comerte sin ella.

Esa es toda la advertencia que me da, porque luego sus dedos hacen a un lado la tela y su boca está sobre mí. No hay vacilación, dudas o titubeos. Su ataque es agresivo, directo a llevarme a un éxtasis con el que ni siquiera soñé. Me lame de manera experta, me besa, me chupa y siento la raspadura de sus dientes mientras sus manos mantienen mis piernas tan abiertas que es demasiado obsceno, pero no puedo preocuparme por ello cuando mis ojos están rodando hacia atrás por el placer y sonidos desconocidos salen de mi garganta, no puedo controlarlos.

Las atenciones de su boca resuenan por el lugar y cuando dos de sus dedos se abren paso en mi interior, el sonido es simplemente demasiado. No sé en qué momento mis manos se enredan en su cabello, pero tiro de las hebras castañas mientras me retuerzo y mis caderas simplemente presionan contra su boca.

Es demasiado, es un viaje rápido en el que caigo con demasiada fuerza. Un gemido profundo me abandona cuando mi cuerpo alcanza eso que antes de él había conseguido por mí misma en la oscuridad de mi habitación, pero es infinitamente mejor que el toque de mis dedos o el roce de una almohada, es impresionante. Me hace no pensar, me hace viajar, subir, sentir que floto en un pequeño instante en donde solo soy ésta mujer normal colapsando bajo las atenciones de un amante.

Me estoy estremeciendo porque él continúa lamiendo durante mi orgasmo y las manos que antes lo acercaban ahora lo empujan pidiendo clemencia porque es demasiado y me siento muy sensible ¿Podría morirme por un orgasmo? El corazón me late demasiado rápido y mi respiración es absurdamente rápida.

—Espero te gustara tu regalo, Traviesa —susurra alejándose un poco o al menos así lo siento mientras mantengo los ojos cerrados—. Ah, qué hermosa te ves con la boca hinchada, el rostro sonrojado y esa sonrisita de placer, tendré que dibujarte exactamente cómo en este momento.

Mis piernas temblorosas se cierran y trato de ignorar el desastre que siento entre ellas. Estoy teniendo un buen momento aquí y termina cuando abro los ojos y veo mis manos sobre su cabello.

Tienen carmesí, están cubiertas de sangre, mucha sangre y está cayendo sobre él.

Retrocedo en el sofá queriendo apartarme mientras la sangre gotea de mis manos y por el rostro de Anders, él está sonriéndome, pero luego su sonrisa cae cuando nota que algo está mal. Algo está horriblemente mal.

Bajo la vista a mis manos y la sangre está trepando por mis antebrazos, el olor cobrizo invade mis fosas nasales y ahora el cuello de Anders también se inunda de carmesí.

Está muriendo.

Volteo a mi lado y la niña se encuentra sentada en el sofá, moviendo sus pies cómo si se columpiara. Mis manos se sienten viscosas.

Está muriendo por ti, no será el primero —asegura ella.

No puedo dejar de ver mis manos y luego cómo estas comienzan a temblar. La voz de Anders susurra mi nombre y cuando no respondo a ello, sus manos están en las mías y solo así, en un parpadeo, no hay sangre. Con un simple parpadeo mis manos se encuentran limpias debajo de las suyas, aun tiemblan, pero no hay carmesí. Al alzar la vista, encuentro su rostro intacto, lo único diferente es la humedad que recubre sus labios y barbilla, lo que me hace estremecer porque soy la razón de ello.

Es confusa la manera en la que me siento ahora, relajada y eufórica por un orgasmo, pero también paranoica y asustada de lo que mi mente proyectó, de la manera en la que mis alucinaciones están incrementando hasta sentirse tan reales.

El olor de la sangre se percibía tan real que casi pude saborearlo.

— ¿Estás bien? —Me pregunta Anders con una voz llena de suavidad.

—Nunca he estado bien, Anders —respondo en un susurro y no me doy cuenta de que estoy a instantes de llorar hasta que su índice recoge una lágrima que rueda por mi mejilla.

— ¿Hice algo malo? ¿Algo que te incomodó?

—Hiciste todo...Bien. No eres tú...

¿Soy yo? —completa mi terrible frase con una sonrisa.

Admito que eso me hace sonreír un poco mientas planta un beso en mi muslo aun desnudo antes de bajarme la falda para cubrirme.

—No soy normal.

—Eres especial, eso puedo verlo.

—No soy cómo una mujer normal...Tomó antidepresivos —Lo veo con fijeza, armándome de valor, queriendo empujarlo—. Mis dosis a veces incrementan y otras disminuyen. En el pasado sufrí de paranoia y delirios de persecución, también alucinaciones. Algunos días pienso que quiero morirme y los demás solo vivo esperando que algo bueno suceda.

»Leo libros sucios porque en ellos visualizo deseos que no expreso en voz alta, me da miedo caminar en las calles porque siento que me lastimarán, no me gusta que invadan mi espacio personal o que me toquen. Las confrontaciones me ponen nerviosa y a veces, cómo lo viste aquella vez, si la situación me abruma podría volverme agresiva.

»No soy normal, Anders, soy defectuosa y eso no debería de gustarte.

Durante unos segundos que se sienten demasiado largos, todo lo que hace es verme y luego emite un ligero suspiro liberando mis manos y tomándome de la cintura.

—Ven aquí, Traviesa.

Me atrae desde el sofá hasta estar a horcajadas sobre él, que aún se mantiene de rodilla. Sus brazos me rodean la cintura y de alguna manera consigo sentir la semidureza que descansa contra mí, supongo que maté el ambiente de hace unos minutos, pero ¿Por qué me sorprendería? Es algo muy típico de mí.

—La perfección no existe, Shaina.

—Tú lo eres, solo mírate. Pareces sacado de un libro de fantasía.

—Puede que mi exterior luzca bien.

¿Bien? Luce magnifico, imposible que el que lo vea sea capaz de olvidarlo o no intentar acercarse.

—Tengo mis propios asuntos sucediendo en mi cabeza y mis propios problemas, toda la maldita humanidad está llena de defectos, pero sé que nada de lo que te diga te hará cambiar de percepción o despertar porque solo tú decides cuándo hacerlo.

» ¿Me pone un poco nervioso que admitas que tienes pensamientos sobre no querer vivir? Por supuesto ¿Me hace plantearme muchas preguntas el que tomes antidepresivos? Sí, no puedo mentir, pero me gustas y no quiero que seas normal, no quiero que seas cómo la definición de "normal" que la sociedad nos vende.

»Eres hermosa, solo mírate —Me sonríe—, eres apasionada, sexy e intuyo que tu inteligencia está muy por encima de la de cualquiera. Bien, te dejaré subestimarte, pero cuando despiertes y te des cuenta de la persona que eres, estaré extasiado de que te veas con los ojos de la realidad, de la manera en la que te estoy viendo.

—No me conoces, no creas que por haberme dado unos orgasmos repentinamente sabes quién soy —Mis palabras cortantes me sorprende, pero vienen de estar a la defensiva, de no querer creer en sus palabras.

—Tienes razón no te conozco y esos orgasmos solo me enseñaron qué botones tocar y de qué manera follarte con los dedos para hacerte mojar sin control, aprendí hoy cómo te gusta que te chupe el clítoris y que los mordiscos te hacen estremecer...

»No te conozco, Shaina, pero estoy esforzándome hacerlo pese a que tú no me dejas.

— ¿Por qué quieres hacerlo?

—No lo sé —Me dice encogiéndose de hombros—. Solo aparecí y luego no quise irme.

Dejarlo entrar implica otorgarle poder para lastimarme y eso da miedo, le temo demasiado al dolor y no tengo expectativas de la vida, cuando dije que cada día vivía por vivir, no estaba mintiendo.

¿Qué hay de malo en sentir consuelo de alguien más? ¿Qué hay de malo en desear que alguien te quiera? ¿Qué hay de malo en querer ser una mujer normal intentando algún tipo de relación con un hombre que no deja de decir que siente cosas por ella?

Una parte de mí se rinde mientras recargo mi mejilla de uno de sus hombros, con mis brazos cayendo a los lados, no lo abrazo, pero él sí me abraza a mí.

—Ya no quiero estar sola —susurro.

—No tienes que estarlo, Traviesa.

Permanecemos de esa manera un buen rato en el que me doy cuenta de que no veo a la niña ni experimento otro momento extraño cómo el de ver mis manos cubiertas de sangre. En algún punto, nos incorporamos y me ayuda a recoger las pilas de libros que dejamos caer en nuestro paso al sofá.

Mi mirada se desvía precisamente hacia ese objeto inanimado en la habitación, el sofá en donde me retorcí y gemí sin control alguno, es imposible que no me estremezca y no me sonroje, no cuando todo es reciente y cuando mi ropa interior se siente mojada de una manera incómoda.

—También estoy pensando en ello —dice Anders notando mi mirada en el sofá.

Me aclaro la garganta y termino de ordenar los libros escuchándolo reír. Cuando todo está de nuevo en su sitio, me acomodo las gafas y suspiro antes de lamerme los labios.

— ¿Nos vamos? Te llevo a tu casa —dice.

No puede llevarme a mi casa, pero supongo que sí a algún lugar cercano de ella, así que asiento y me tenso un poco cuando sus brazos me envuelven desde atrás y deja un beso detrás de mi oreja, pero luego él maldice y retrocede.

—Lo siento, olvidé lo de espacio personal.

—No me molesta, pero no puedo evitar tensarme cuando me tomas por sorpresa, lo siento.

—Nada qué disculpar. Vamos.

—Espérame afuera, necesito hacer algo antes de irme.

No me cuestiona, solo asiente y camina fuera del lugar. Con rapidez voy a la oficina del tío Shane y activo de nuevo las cámaras, hecho un último vistazo al lugar y camino hacia salida apagando las luces a mi paso. Estoy cerrando la puerta del local cuando un escalofrío me recorre.

—Shaina.

Me paralizo y volteo con lentitud para encontrarme con una pesadilla. Por favor, dime que es una alucinación.

—Por favor, escúchame —avanza hacia mí.

Retrocedo pegando mi espalda de la puerta del local, mi cuerpo tiembla y mi respiración se hace irregular.

Ha perdido cabello al igual que algo de peso, sus hombros se encuentran encorvados y su rostro demacrado. Mi vista baja hacia esas manos que me hicieron daño, todo él me hizo daño. Avanza hacia mí y su mano roza mi brazo.

—Por favor, Shaina, por favor, escúchame. Mi vida se volvió un infierno.

La mía también. Él la hizo un infierno, todo es su culpa. Soy esta persona por su culpa.

—Soy tu padre, Shaina, por favor.

Pero siendo mi papá ¿Cómo me tocó y usó de manera inapropiada? ¿Cómo jugó a cosas de adultos conmigo? ¿Cómo me rompió muchas veces?

Él avanza otro poco y reúno toda la fuerza que puedo con mi cuerpo tembloroso para empujarlo antes de correr lejos porque nunca más me tocará, nunca más me hará daño, no puedo dejarlo, no de nuevo.

Corro sin control, sintiendo lágrimas descender y en mi pecho dolor por el mal trabajo de respiración, pero no me importa. Corro y corro sin ver hacia atrás, supongo que mi subconsciente me guía por las calles para terminar con la respiración jadeante y cayendo de rodillas frente al edificio en donde vivo.

Apoyando las manos en el suelo, vomito y mi cuerpo se estremece con sollozos. Clavo con tantas fuerzas las uñas en el pavimento que comienzan a sangrar, pero no registro el dolor porque es más grande el de mis recuerdos: manos errantes, toques sucios, cosas asquerosas, susurros y juegos en los que no quería participar.

— ¿Shaina? —Una voz masculina viene desde atrás y me toman de los brazos ayudándome a levantarme, pero me sacudo y grito.

— ¡No me toques! No quiero que nadie me toque.

Las manos me liberan cuando continúo luchando y al estar de nuevo en el suelo, me dejo caer acostada en posición fetal. Estoy muy segura de que mi cabello se ensucia con mis desperdicios, pero nada me importa.

Quiero morirme, quiero morirme. No quiero existir, por favor haz que el dolor pare, quiero morir.

Me mantengo en posición fetal en el suelo sin que nada me importe, queriendo ahogarlo todo, teniendo uno de esos momentos en los que no quiero seguir respirando. Mi vista se encuentra pérdida frente a mí, pero consigo enfocarla cuando unos zapatos entran en mi campo de visión y luego un hombre se agacha.

Por un segundo pienso que podría ser Anders, pero lo abandoné, lo dejé atrás sin que me importara y cuando veo el rostro del hombre frente a mí, lo identifico cómo Preston Abramson, el hermano de Priscila.

Su ceño se encuentra fruncido y la incertidumbre le embarga la mirada mientras permanece en cuclillas frente a mí. No me importa lo que piense o si luzco cómo una lunática fuera de control. Estoy suponiendo que era quien me tocaba, pero parece haber captado que no deseo su toque, no quiero que nadie se acerque por estoy sucia, soy basura.

Soy una basura, un desperdicio humano lleno de suciedad. Me ensució, él me ensució.

Un sollozo me abandona mientras mis uñas raspan contra el pavimento. Quisiera hacerme más pequeña, quisiera volverme nada, quisiera no haberlo visto. Me tocó el brazo, su tacto me contaminó mucho más, no quiero que me toquen.

Quiero morirme, por favor, déjenme morir.

Preston se deja caer sentado frente a mí sin importarle que estemos en el medio de la entrada de un edificio, sin prestar atención a lo desubicado que esto. Solo se mantiene ahí sentado en silencio, dándome ocasionales miradas mientras lloro y viendo alrededor cómo si asegurara de que nadie interfiera en este momento. No le quito la mirada de encima, lo veo a través de mis lágrimas y mi respiración no se estabiliza.

Lo minutos transcurren y cuando su mirada vuelve a entrelazarse con la mía, el inhala y exhala con lentitud y de alguna manera repito el movimiento una y otra vez hasta que mis espasmos se detienen y mi respiración se vuelve regular. Cuando se da cuenta de que su estrategia ha funcionado y ha conseguido calmarme lo suficiente para detener las sacudidas de mi cuerpo, me sonríe a medias.

No habla, no me toca. Solo me mira y espera, me da espacio y tiempo. Me deja decidir cuándo romper el momento.

Me da tiempo de recoger algunos de mis pedazos rotos, me da la oportunidad de simplemente existir aunque no quiero hacerlo.

Yo... Desearía seguir en ese almacén con Anders, seguir en la nube de sus besos y su toque, vivir para siempre en las réplicas de un orgasmos demoledor, quisiera que fuese mi única realidad, pero en su lugar estoy tirada en una acera sucia en donde vomité, bajo la mirada del hermano de mi extraña compañera de piso y una vez deseando morirme porque el hombre de mis pesadillas, la razón de muchos de mis problemas apareció y me tocó... Y aun cuando su toque no fue cómo el del pasado cuando solo era una niña, se sintió igual de sucio, inadecuado, errado.

—Vi a mi papá —hablo finalmente con voz rota y temblorosa—. Es un tipo malo y... Me tocó.

— ¿Qué quieres decir con que te tocó? —pregunta y noto la forma en la se tensa.

Cierro los ojos y me estremezco, me quiero hacer más pequeña en este sucio suelo, quiero desaparecer.

No quiero que lo sepa, no quiero que vean mi suciedad. No fue mi culpa, nunca quise jugar.

—Shaina... —dice con suavidad y abro los ojos con lentitud—. ¿Te hizo daño?

No respondo, solo lo veo. Quiero subir, quiero irme a mi habitación y dormir tanto, lo suficiente para tentar a la suerte y no despertar.

—Quiero subir y dormir —tiemblo—, pero no puedo.

— ¿Qué no puedes?

—Moverme. No puedo.

Sé que es psicológico, que está en mi mente, pero no puedo moverme, me siento inerte, no soy capaz de ordenarle a mi cuerpo que se mueva, no responde.

— ¿Quieres que te ayude? —pregunta con cautela y un tono de voz suave.

—Quiero ir a casa.

Creo que no sabe cómo interpretar eso y yo tampoco, tengo conflicto con la idea de que me toque, pero estoy desesperada por dormir sin parar, por perderme, por desaparecer.

—No sé qué hacer, Shaina — confiesa viendo alrededor.

—Ayúdame —termino por decir.

Y aun no muy seguro, se acerca lo suficiente para pasar sus brazos por mi cuerpo y tomarme en ellos, gimo de manera dolorosa porque inmediatamente siento un rechazo y creo que podría caer en un estado de pánico, pero de nuevo Preston inhala y exhala lo que me tiene imitándolo y en el proceso dejándolo sostenerme cómo un peso muerto sin valor.

Cierro los ojos y sigo su respiración mientras me lleva adentro. Tiemblo entre sus brazos y de alguna manera también consigo algún consuelo que no busco, su toque se siente...Cómo si conectara con partes rotas y desconocidas para mí. Hago una cuenta regresiva desde el cien, guiándome con sus pasos y cuando una puerta se abre, escucho a Priscila maldecir al preguntarle qué hace en el apartamento.

— ¿Está desmayada? ¿Qué pasa con ella? —sigue arrojando preguntas sin parar.

Quiero que se detenga. Quiero que se calle. Quiero que desaparezca.

—Solo cállate, Priscila, por una vez en tu vida cierra esa maldita boca mordaz y se de ayuda preparando la cama para ella.

—No me digas qué hacer. No puedes venir al apartamento, está prohibido por su mamá y lo sabes.

—Me importa una mierda lo que piense su mamá de esto. Necesitaba ayuda. Ahora mueve tu culo inservible y ayúdame.

—Esto no me gusta nada. Nos meterás en problemas.

De nuevo él camina y poco después reconozco el olor de mis sabanas cuando soy dejada sobre ellas, no abro los ojos mientras me hago un ovillo.

—Creo que deberías llamar a su mamá o a algún familiar —Lo escucho decir—. Algo pasa con ella.

—Su mamá no puede encontrarte aquí.

—No le digas, no le digas —imploro aun con los ojos cerrados.

— ¿Qué es lo que tiene en el cabello? Apesta a vomito ¡Qué asco!

Me hago más pequeña porque sentirme una basura no es suficiente, ahora también me siento asquerosa por sus palabras.

— ¡Mierda! Te comportas cómo una incivilizada. Consigue algo húmedo con lo que limpiar su cabello.

— ¿Ahora eres su enfermero? ¿O estás desarrollando algún tipo de amor hacia ella?

— ¡Haz lo que te estoy diciendo! ¡Joder! No seas una maldita estúpida y mueve tu crítico culo a buscar lo que te pido ahora mismo ¿Eres capaz de entender eso? —pregunta y hay silencio—. ¿Quieres hacerme molestar aún más? ¿Es eso lo que quieres Priscila?

Hay un largo silencio antes de que escuche pasos alejándose y luego un profundo suspiro proviene de Preston.

—Lamento eso, Shaina, a veces Priscila tiene malos días y tampoco sabe cómo ser social —susurra—. ¿Estás segura de no querer que llame a tu mamá o algún familiar?

Mis ojos se abren de inmediato encontrándolo inclinado hacia mí y viéndome, se sorprende un poco por mi atención repentina, pero tras tragar, se tranquiliza mientras nos vemos. He visto pocas veces a Preston y cuando ha sucedido algo tira entre nosotros.

—No los llames —susurro—. No lo entenderían, nunca lo hicieron.

Cierro mis ojos de nuevo cuando Priscila vuelve y luego siento cómo él limpia el vómito de mi cabello. No me duermo, pero finjo hacerlo mientras imploro que haber visto a ese hombre fuese una alucinación, pero en mi interior sé la verdad: era real, está aquí y vino a buscarme.

No puedo dejar que me toque de nuevo, no lo dejaré hacerme daño. Nunca más.



¡Ufsss! ¿Cómo estamos por aquí? Les dejo este capítulo larguito con emociones encontradas.

Gracias por el apoyo y amor a la historia, sé que temen volverse locos, pero hay que dejarse llevar jajajaja.

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Espero les guste.

Un beso.

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