Capítulo Uno: Hola, Leonid




Capítulo Uno: Hola, Leonid.

Azhar.


Me duele la cabeza y siento que en este momento me odio, mucho.

Gimo por lo bajo, me muevo y me doy cuenta de que mi cuerpo también duele, así que gimo otro poco más. Poco a poco voy abriendo mis ojos y la luz me lastima, así que los cierro un par de veces antes de dejarlos abiertos del todo.

— ¿Qué carajos? —murmuro por lo bajo viendo a mi alrededor.

Estoy en una tina con latas de cerveza y lo que parece un porro desperdiciado...Al menos no estoy desnuda, pero este en definitiva no es mi baño. Llevo una mano a mi ojo para estrujarlo y no me sorprende ver que mi nudillo regresa negro a causa del rímel o delineador corrido, quizá ambos.

Me arrastro fuera de la tina y casi tropiezo con el cuerpo de una desconocida; camino hasta el lavabo y por poco me asusto del reflejo de mi rostro. Abro el grifo y lavo mi rostro intentando limpiar todo el maquillaje corrido, ato mi cabello en una cola y tomo un poco de enjuague bucal que encuentro en uno de los cajones.

Tomo un profundo respiro y me observo en el espejo: ¿Cuántas fiestas más soportaré? Cierro mis ojos y puedo recordarme llegando a la fiesta, bailando, fumando y luego aceptando una pastilla de éxtasis que una de las conquistas de mi amiga Rebecca, me dio.

Tengo veinticinco años por lo que no puedo decir que me sienta vieja sobre esto, pero tal vez en ocasiones esto de festejar se me escapa de las manos. Intento sonreírle a mi reflejo y no hay manera en la que esconda mi resaca.

Salgo del baño encontrándome con una habitación llena de durmientes desconocidos que procuro no pisar, ninguno de ellos es Rebecca. Salgo del lugar y me doy cuenta de que estoy en el piso de arriba, así que bajo las escaleras descubriendo a más personas dormidas, otros más desorientados que yo y esquivo vómitos o condones usados.

Tanteo mis bolsillos y no doy con mi teléfono, recuerdo que lo traía en mi abrigo, pero tras una búsqueda de minutos me doy cuenta que debo darlo por perdido – una vez más – y que Rebecca tampoco se encuentra en este lugar.

Sin identificación, sin dinero y sin teléfono, soy la candidata perfecta para un accidente. Pero he estado en situaciones peores por lo que no me alarmo y vuelvo a la cocina para tomar una botella de agua antes de salir de esta casa en la playa donde se llevaba a cabo una gran fiesta.

La verdad es que muy pocas veces he estado en Mosman por lo que no sé cómo ubicarme. Todo lo que veo es arena y mar extendiéndose junto a algunas que otras casas vecinas, así que me saco los zapatos sintiendo la arena caliente entre mis dedos, doy un sorbo a mi agua y comienzo a caminar sin ninguna meta al frente.

El sol es molesto para mis ojos, pero debo soportarlo mientras camino sin llevar control del tiempo, esperando no terminar insolada. Anoche no presté atención al camino porque fue la conquista de Rebecca quien nos trajo en su auto, debí estar más atenta de esa manera no estaría tan desorientada y a la deriva en este momento.

Me detengo cuando mis piernas están demasiado cansadas y cuando mi agua se termina, me dejo caer de culo sobre la arena – agradeciendo traer pantalón que evita que me queme – arrojo mis zapatos a un lado y miro hacia el mar en donde a la distancia se vislumbran varias personas haciendo surf.

Respiro hondo antes de emitir un gran grito de frustración. Oficialmente me declaro perdida en esta área. Me dejo caer sobre mi espalda sabiendo que mi cabello lamentará la arena en unas horas y cierro mis ojos rindiéndome al sol y mi destino de naufraga, perdida.

—Eres una horrible amiga, Rebecca —declaro al aire—. Si no muero, me encargaré de que tú si lo hagas.

Anteriormente dije que pocas veces he estado en Mosman y pese a que es un lugar con una bahía hermosa, siento que en este momento lo odio.  Incluso con mis ojos cerrados puedo percibir la luz solar sobre mí, al menos lo hago hasta que algo parece taparlo.

—Dormir bajo este sol garantiza una insolación. Esta no es la manera de broncearse —dice una voz gruesa y masculina.

No respondo, pero apuesto a que mi ceño se frunce. Siento unas gotas de agua caer sobre mí, me refresca un poco.

— ¿Hola? ¿Eres extranjera? De verdad, creo que este sol no le hará ningún favor a tu piel.

—No soy extranjera —Digo abriendo mis ojos.

Encuentro una mirada de ojos marrones cálidos sobre mí y cuando me sonríe, creo que es la sonrisa más blanca y de dientes increíbles que he visto en mi vida. Me incorporo hasta estar sentada y él retrocede...Vaya, solo... ¡Vaya!

No puedo evitar que mi vista viaje desde sus pies a su cabeza. Sus piernas son muy bien trabajadas, fuertes muslos envueltos en una lycra que da una muy buena muestra de sus atributos. Oblicuos marcados en sus caderas y una cintura angosta que luego se ensancha de manera ascendente adornado con unos abdominales que no son un mito y un pecho amplio sin rastro de vello. Llego hasta su rostro de sonrisa encantadora y ángulos marcados con unos ojos cálidos adornados con largas pestañas oscuras, cabello oscuro no muy crecido. Toda esa descripción cubierta en una prolija piel achocolatada intacta. Su piel es un tanto más oscura que el caramelo y tan tentadora cómo un chocolate.

Yo, escritora autopublicada de romance erótico, puedo decir que éste hombre es un gran descubrimiento, luce cómo algún modelo que tendría que estar posando en instagram.

Él enarca una ceja dándose cuenta de mi escrutinio descarado y yo sonrío, no puedo avergonzarme, él me ha dado una de las mejores vistas en meses.

—Estoy perdida —digo con lentitud agradeciendo que su gran tamaño tape el sol.

—Deberías ocultarte del sol, estabas a camino de tomar una gran cucharada de insolación.

—Estoy pérdida —repito.

Él extiende su mano hacia mí sin perder la sonrisa y la tomo porque entiendo que quiere ayudarme a ponerme de pie y porque está en lo cierto con la posible insolación. Libera mi mano y sacudo la arena de mi trasero.

Me indica que me gire y se ubica a mi lado mientras comienza  explicarme hacia dónde ir y que bus tomar una vez que le digo a que área gubernamental local quiero ir. Asiento entendiendo su explicación, pero rasco mi ceja recordando que hay un gran inconveniente.

— ¿Cómo te llamas? —pregunto.

—Leonid —No duda en responder.

—Hola, Leonid, soy Azhar. Agradezco tus geniales explicaciones, lo entiendo, pero verás...Esto...No tengo nada.

— ¿Eh?

—Mi dinero estaba en el abrigo y desapareció junto a mi amiga. Así que soy un triste caso de abandono perdido —Hago un puchero y su sonrisa crece mostrándome un hoyuelo en una de sus mejillas—. También tengo hambre y quiero agua...Pobre de mí.

—Vamos, te ayudaré.

Se agacha y toma una tabla de surf que no había notado y comienza a alejarse, lo sigo sin dudar, ignorando todas las advertencias sobre no seguir a un extraño y muy curiosa sobre este hombre.

No soy nada tímida sobre mis conquistas ni reservada si se trata de sexo. Constantemente estoy conociendo a hombres que si me interesan en un nivel más físico no tengo problemas en follar. Disfruto del sexo, me encanta y no tengo reservas en decirlo o practicarlo, seguro eso ha conseguido  que hablen a mis espaldas en las fiestas o en el círculo en el que me muevo, pero no me importa.

Leonid se ve para comérselo y hasta ahora nunca conocí a un chico con un físico cómo el suyo o toda esa aura de niño bueno tentándome a corromperlo. No es amor a primera vista, pero la atracción ya está latente de mi parte.

Se detiene en unas tumbonas frente a un local en donde le habla a un hombre y le pide que le dé dos botellas de agua. Lo observo en silencio mientras se seca con una toalla y luego comienza a vestirse cubriendo cada tramo de esa piel achocolatada tentadora.

— ¿Eres bueno? —pregunto, él me mira—. Haciendo surf, me refiero.

—Decir que soy bueno me haría sonar un tanto pretencioso ¿No lo crees?

—No. ¿Qué hay de malo en admitir ser bueno en algo? —Me encojo de hombros—. Mejor decirlo con orgullo que con vergüenza.

— ¿Es tu eslogan?

—No, es mi ley.

De nuevo la sonrisa con hoyuelo aparece. Pasa las manos por su cabello húmedo y lo llaman del local, cuando vuelve me entrega una botella de agua que sin duda alguna agradezco, tal vez este chico sea un ángel enviado para guiarme a mi camino y no morir deshidratada.

Mi estómago gruñe de forma ruidosa porque soy una de esas personas que luego de beberse todo el licor a su paso, amanece hambrienta e intuyo que mucho de ello también se debe a que además de éxtasis, anoche fumé hierba.

Soy un auténtico caos...Tal vez soy una de esas mujeres que no quieres cerca de tus hijos: fiestera, promiscua, en ocasiones drogas y experta en eludir responsabilidades. Sueno cómo malas noticias ¿Verdad?

Constantemente estoy colisionando y ocasionando caos en la vida de las personas, no es algo que haga adrede, solo sucede y nunca he sabido cómo evitarlo.

—Parece que tienes muchísima hambre.

—Soy un caso de caridad, por favor aliméntame, buena persona —Uno mis manos en plegarias.

— ¿No hay algo mal en toda esta confianza ciega hacia un extraño?

—No somos extraños. Sé que te llamas Leonid y tú sabes que me llamo Azhar, me compraste agua y vi tus abdominales, eso nos da un grado de confianza.

Me mira desconcertado y luego ríe, da unos pasos hacia mí se inclina para que su rostro esté a mi altura. Golpea su índice contra sus labios carnosos y finge estar pensándolo.

—No soy imprudente y mayormente soy reservado, pero me has convencido. Voy a ayudarte.

— ¿Por qué soy guapa?

—No. Porque te ves cómo un caso de caridad.

Cierto, el rímel y delineador corrido, la cola con cabello desastroso, la ropa con olor a hierba y licor no me hacen ver guapa y me acercan más a una mujer que no toma buenas decisiones. Sea cuál sea el caso lo sigo, viendo cómo lleva su tabla y algunas personas la saludan al pasar.

Se detiene frente a un auto que definitivamente es muy costoso. Mierda, mierda, ¿Con quién estoy yendo? De verdad él está siendo amable y son pocas veces en las que deseo no perjudicar a una persona, pero está es una de esas ocasiones. Así que detengo mi caminata y aclaro mi garganta para que me preste atención una vez ha ubicado su tabla sobre el techo de su auto.

—Pensándolo bien, creo que puedo caminar hasta alguna parada cercana o pedir ayuda a la policía —Rasco mi ceja— y aún tengo agua —Alzo la botella—. Muchas gracias.

—Te queda bastante camino para la parada más cercana y no tienes dinero para pagar el bus, los controles policiales también están un poco más lejos y hueles a droga, no tienes identificación ni números a los cuales llamar. ¿Ese es tu brillante plan?

Poniéndolo en esa perspectiva ¡Al demonio ser sensata! Traté de evitarle desastres y él lo ignoro. Pocas veces soy sensatas y él dejo ir ese bus, así que me dejo de amabilidades y abro la puerta subiendo al puesto de copiloto, ignorando adrede que seguramente su auto quedará impregnado de mi desagradable olor.

Él sube al auto y tras recordarme usar el cinturón de seguridad, lo pone en marcha. Su teléfono suena y lo hace funcionar con un auricular inalámbrico. Admito que todo esto es un poco incómodo y es culpa de Rebecca que me encuentre en esta situación.

—...Está bien, iré luego de hacer algo —Me da una breve mirada—. Dame cuarenta minutos y estaré ahí...Vale, nos vemos.

Finaliza la llamada y se concentra en la carretera, me doy cuenta que me encontraba legítimamente lejos de la ciudad y que estaba más allá de la bahía de Mosman.

—Estoy asumiendo que no vives en esta área —Rompe el silencio.

—Soy de ciudad Blacktown. Vine por una fiesta con una amiga. Mi amiga desapareció y me abandonó, perdí mi abrigo  y acabé en la playa donde me encontraste luego de una larga caminata.

— ¿Normalmente las fiestas terminan con ese escenario para ti?

—No, mayormente el escenario resulta más divertido.

No me responde y continúa conduciendo. Su teléfono es el último modelo de Apple, la tapicería del auto es cara y distinguida, apuesto a que la sencilla ropa que está usando es de marca. Es una de esas personas muy privilegiadas en la vida.

— ¿Eres de acá? —pregunto.

—Sí. Vivo en Mosman. Lo he hecho toda mi vida, diría que es el lugar más bonito de toda Sídney.

—No lo sé, he conocido muchas áreas y no sabría decirte si Mosman es la más bonita. Trato de ser diplomática.

—Diplomática —repite divertido—. ¿Eres de ascendencia árabe?

— ¿Me veo cómo una mujer árabe?

—Tu nombre parece serlo.

—A mis padres les gustó —respondo, no digo nada más.

No quiero traer a la conversación con un desconocido a mis padres muertos. En mis libros eróticos, esta sería la escena en donde habría muchísima tensión sexual, él coquetearía conmigo y me llevaría a algún lugar donde follar, luego se obsesionaría conmigo y me lo daría todo con su dinero.

Pero la realidad es que el silencio es un tanto incómodo, no me coquetea, se mantiene amable y llegamos a una cafetería. No tengo timidez a la hora de decirlo que deseo comer y gracias al cielo él no pone quejas sobre ello. Nos sentamos en una de las mesas a esperar el pedido.

— ¿No haces esto siempre, correcto? —pregunta.

Enarco una ceja en respuesta porque necesita ser más específico. Si se refiere a ir de fiesta, eso lo hago casi siempre...

—Me refiero a confiar en extraños. Eso es peligroso, tal vez tendrías que ser más cuidadosa.

—Mi sentido común está roto, pero sé que no debo confiar en extraños —Me encojo de hombros—. Por suerte no resultaste ser un asesino.

—Eres muy confiada.

—O tengo desinterés por mi vida —respondo.

Y es una verdad, muchas veces me encuentro fantaseando sobre la idea de la muerte, sabiendo que no habrá quién me llore y que tampoco tengo algo que me haga desear aferrarme a la posibilidad de una vida larga. Vivo cada día cómo si fuese el último, sin esperar nada del futuro y sin reprocharle nada al pasado.

Soy el resultado de una serie de malas decisiones y no lo pienso cambiar, me dejo guiar hacia ese punto en el que sé que un día simplemente moriré y estoy bien con ello mientras disfrute del hoy.

— ¿Planeas morir? —sigue.

—De ser así ¿Planeas salvarme?

— ¿Me veo cómo un superhéroe?

—Creo que no querrás saber mi opinión sobre cómo te ves —Despliego una sonrisa y miro desde sus manos hasta su rostro—, pero te verías bien de superhéroe, si soy honesta y créeme, no siempre lo soy.

— ¿Una mentirosa?

—De las mejores —respondo sin borrar la sonrisa—. Es uno de mis dones.

—No sé si sea algo que debas presumir, Azhar.

—Es algo que un hombre bueno cómo tú diría.

Se hace hacia atrás en su silla y de verdad tengo un enamoramiento por su pecho y hombros anchos, cuando se cruza de brazos sus bíceps se abultan haciéndome saber que el gimnasio es uno de sus lugares favoritos.

—No sé si me siento cómodo siendo catalogado como un hombre bueno.

— ¿Vas a decirme que hay un lado travieso en ti?

— ¿Debería?

Ahora, este es un coqueteo y estoy más que interesada, pero para mi tristeza su teléfono suena y la llama casi se apaga cuando escucho su saludo:

—Hola, amor... —Me mira mientras habla—. Estoy de camino a la oficina, pasé por un café...No, no estuve haciendo surf.

Oh, entonces no eres tan bueno, Leonid. ¿Por qué eso me llama más?

Escucho su cariñosa conversación sin intimidarme o fingir que no lo hago. ¿He dicho que soy malas noticias? Bueno, dos veces salí con un tipo con novia. La primera vez no lo supe hasta después de haber pasado por su cama, la segunda no me importó. Me apegué a las palabras: "él le debe respeto a su novia, no yo"  e ignore el "no hagan lo que no quieres que te hagan." No puedo sentarme y fingir que tengo arquetipos de moral y una ética intachable. No soy empática ni benévola, velo por mis intereses y lo que quiero sin prestar atención a los daños colaterales ¿Me hace eso una mala persona? Seguramente ¿Me importa? Ni un poco.

Su nombre es anunciado por el parlante para que vaya por su orden y él finaliza la llamada diciendo un "ya quiero verte."

—Tu pedido está listo —digo, dejando pasar la dulce conversación telefónica.

—Eso escuché.

Se pone de pie y lo miro alejarse. ¿Qué se sentirá tener a un hombre así en tu vida? Solo mirarlo me hace querer escribir escenas sucias. No lo quiero para que me diga palabras bonitas, lo quiero para saber lo que se siente ser follada por semejante hombre.

—Una delicia —murmuro restregando de nuevo mi ojo.

El que mis nudillos sigan saliendo negro me hace recordar que sigo viéndome cómo un desastre. De verdad necesito una ducha y verme mejor la próxima vez que me encuentre con un hombre como Leonid.

—Aquí tienes, mi buena obra del día ya está hecha —Desliza la bandeja hacia mí, deja un par de billetes y sostiene un café para llevar en su mano—. Espero seas más prudente en el futuro, Azhar. Fue un placer ayudarte.

—Incluso si no fue un placer completo, créeme que el placer fue mío —respondo dándole una larga mirada.

Me sonríe con impecables dientes blancos y mostrando el tentador hoyuelo, se gira y comienza a marcharse.

Sí, fue un placer conocer a Leonid, una lástima no volverlo a ver.

***

Logro llegar a Blacktown, lo que implica que llego a mi piso compartido. A sana y a salvo gracias a Leonid. Camino hacia la pizarra que uso con mis dos compañeras de piso aunque Shaina y yo somos las únicas que escribimos en ella, Priscila pasa de nosotras.

El arreglo con mis compañeras de piso es bastante raro. El piso es de la mamá de Shaina por lo que fue con ella con quién me entendí en la negociación, me parece que mi renta es más baja que el promedio, pero no pondré quejas, estoy agradecida con la señora Hawk.

A Shaina al parecer la vi un par de veces en la que iba tan ebria que creo que ni siquiera hubiese reconocido mi reflejo en un espejo, así que no tengo recuerdos de ella y nunca coincidimos. En lo que respecta a Priscila, ella es extraña, nunca la he visto, parece no querer coincidir conmigo y cuando está en su habitación siempre me ignora, tengo reservas hacia ella por qué no sé quién es.

En la pizarra se lee un mensaje de Shaina:


"Estoy en casa de mamá, por favor, quien lea esto, encárgate de tirar la basura

Saludos. Shaina."


Sonrío, creo que Shaina es de esas chicas molestamente dulces, me doy cuenta por sus notas y los mensajes al teléfono que a veces me deja, incluso me atrevería a decir que es bastante inocente, es una lástima que nunca coincidamos y que las veces en las que sucedió yo estuviese ebria o tal vez hasta drogada.

Tomo un marcador  y respondo:


"Me haré cargo de la basura. Por favor dile a tu mamá que debe venir un plomero por el fregador.

Besos, Azhar."


Camino hasta mi habitación y busco una muda de ropa limpia qué ponerme. Cuando busco entre mi ropa interior me doy cuenta de que hay unas bragas de rayas que no son mías.

—Tienen que ser de Shaina.

No entiendo cómo su ropa llegó a la mía, pero dejo colgando sus bragas en el pomo de la puerta de su habitación en mi camino hacia el baño. De la habitación de Priscila proviene alguna música de rock metal muy baja. Me detengo y toco la puerta.

—Toc, toc —No hay respuesta—. De acuerdo, soy Azhar y estoy en casa. ¿Te apetece que pidamos comida?

Sin ninguna respuesta, esa chica es sumamente rara.

Entro al baño que precisamente comparto con Priscila, Shaina tiene un baño para ella sola, y rio cuando veo mi desastroso reflejo en el espejo. Me veo cómo alguien que fue y vino de la muerte. ¿Exactamente qué hice ayer? Tengo un borrón de recuerdos desde el momento en el que tomé la pastilla.

De verdad me veo terrible. Tomo mi cepillo de dientes y aplico dentífrico, comienzo a cepillar mis dientes y luego me desvisto para tomar una ducha.

— ¿Qué me sucedió? —susurro viendo los moratones de dedos en mis antebrazos, los rozo y duele.

¿Alguien intentó hacerme daño? ¿O solo se trata de que alguien tomó mis brazos con demasiada fuerza? Me doy cuenta de que también hay moretones en mis hombros y esos duelen un poco más.

—Esta debería ser una buena razón para que te controles en las fiestas a las que vas, Azhar —Me reprendo.

Sin sobreanalizarlo más, tomo una ducha que me hace sentirme de nuevo humana. Me encargo de cepillar cada nudo en mi cabello y me visto con un pijama diciéndome que luego de tomar una siesta, iré por un teléfono nuevo.

Lo bueno de vivir de autopublicaciones de libros eróticos por internet, es que no tengo horario de trabajo lo que funciona perfecto para alguien como yo  y lo que deja a mi cuenta siempre con dinero para gastos inesperados como estos.

También ayuda no tener familia, no me malentiendas sí resiento de no tener a alguien que me ame o cuide, pero agradezco que cada dólar va a mi bolsillo y no al de segundos o terceros.

Decido tomar una limonada y me siento en el sofá, enciendo la televisión y le subo más volumen de lo normal porque de la habitación de Priscila todavía viene música. Leo el encabezado de la noticia importante que parece he hallado:

"Cuerpo encontrado en Mosman..."                     

Me paralizo y le subo todavía más volumen mientras escucho la información anonadada.

—Hace pocas horas ha sido hallado el cuerpo de quien ha sido identificada como Carolie Cox de veintidós años de edad. La última vez que fue vista con vida se encontraba en una fiesta en Mosman.

»Testigos afirman que no la vieron tener conflictos o disputas. La joven disfrutaba de la celebración junto a amigos. La autopsia revelará si había sustancias ilícitas en su cuerpo así como la causa exacta de la muerte. Sin embargo, se presume de un fuerte golpe en la cabeza así cómo signos de estrangulamiento.

»Sin duda alguna, este es un caso que está sacudiendo al área de Mosman y toda Sidney. Familiares y allegados piden que se haga justicia y que se dé con los culpables. Las autoridades invitan a que todo aquel que acudiera a la fiesta y aun no se presente a declarar, por favor colabore con la justicia. Desde Mosman informa Joana Lanzi, volvemos al estudio.

Vuelven al estudio y mientras el conductor del programa habla, me doy cuenta de que proyectan una imagen de Carolie. Llevo una mano a mi boca porque vi a esa chica anoche, cuando compartíamos un porro en grupo se lo pasé y no fue la primera vez que la vi.

Hace poco más de cinco meses coincidimos en una fiesta y tuvimos un percance por qué habló mierda de mí, diciendo que tenía una enfermedad de transmisión sexual y se alejaran de mí por ser una zorra. No guardé rencor ni lo tomé personal, pensé que eran sus inseguridades hablando, así que al verla de nuevo ayer no sentí rechazo.

Y ahora ella fue asesinada en una fiesta en la que estuve.

Bajo la vista a los moretones en mis brazos sintiendo que puede ser muy serio. ¿Por qué tengo estas marcas en mi cuerpo? ¿Presencié algo que no debía? ¿Iba a ser una víctima? Me estremezco. ¿Qué no recuerdo?

Dejo el vaso de limonada en el suelo y me pongo de pie caminando de un lado a otro. ¿Debo ir a declarar pese a que solo compartimos un porro y no recuerdo lo que vino después de una pastilla de éxtasis? No tengo mi identificación, no tengo familiares y me precede la fama de una problemática.

¿Si voy para ayudar me tomarán cómo una culpable?

Miro una vez más los moretones en mis brazos. Mierda, mierda ¿En qué lío he quedado envuelta?


Para más noticias de esta historia:

Instagram: DarlisStefany

Twitter: Darlis_Steff
Espero les guste.
Un beso.

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