Capítulo Seis: Crocodrile Woman
Capítulo Seis: Crocodrile Woman.
Shaina.
Mastico con lentitud intentando desconectarme de mamá hablando. Es hora del almuerzo y acepté venir con ella, pero de haber sabido que se enfocaría tanto en la desaparición de Alexander Pérez para darme más razones por las que no debo salir del apartamento más de lo necesario, no estaría sentada aquí en este momento.
Antes no me hubiese importado vivir bajo sus reglas, pero en la actualidad su cuerda sobre mí se siente cómo una soga asfixiándome. Tal vez la sobreprotección de mi madre está más allá de lo normal.
El televisor no deja de emitir noticias sobre los pocos avances – ninguno – de la desaparición de Alexander, de esa manera el caso de Carolie fue dejado en segundo plano, lo que es bastante triste para ella y su familia, un asesinato impune. Ver a los familiares de Carolie y Alexander con sus dolores palpables en el rostro me hace afligirme, no puedo evitar pensar en si esa podría ser mi madre, mi familia sufriendo mi pérdida.
Y luego con sorpresa me doy cuenta de que pienso en Azhar. Sé gracias a mamá y mi tía que ella no tiene familiares, sus padres están muertos. ¿Quién lloraría a Azhar? ¿Quién saldría en las noticias clamando justicia por ella?
— ¿Yo lo haría? —Me pregunto en un susurro.
Mamá deja de hablar y me doy cuenta de que ha sido más que un pensamiento. Con mi tenedor hago la comida a un lado porque mi apetito ha disminuido considerablemente. Cansada de esta conversación negativa sobre Alexander y que me indiquen una vez más que debo permanecer en casa, miro a mamá.
—Sídney es una ciudad tranquila. Es lamentable que hayan sucedido esos dos casos, pero mamá, salgo a trabajar y solo a ver a Sun Hee, no tendrías que preocuparte.
Excepto que la semana pasada, en mi cumpleaños, mentí; salí y amanecí en otra área. Un hombre tocó mi mano, me dio un regalo y se mantiene en mis pensamientos. Vi a personas drogarse y ser desinhibidos, deseé liberarme así. Deseé no tener miedo a ser juzgada, no tener miedo a vivir.
La semana pasada probé mi primera cerveza y el sabor en mi paladar me gustó porque me supo a indebido, valentía y desobediencia. La semana pasada me di cuenta que me gustaba esa persona que sonreía con Sun Hee y bailaba, incluso si Mariel – la chica de Guatemala – por un momento me hizo sentir miserable.
La semana pasada me hizo saber que a veces desobedecer no se siente mal. Quiero más días cómo ese. Yo...Los deseo.
Mamá desliza la mano sobre la mía hasta tomarla y acariciándome los nudillos, me sonríe. Me doy cuenta de que mamá ha envejecido, hay más arrugas plegando las esquinas de sus ojos, líneas de expresión se dibujan en su frente y sus ojos se ven un tanto cansados. Cubro su mano con las mías y le devuelvo la sonrisa sintiendo el regusto de la culpa porque le he mentido, porque no me siento la misma persona y porque me gustó nadar contra la corriente.
Porque quiero hacerlo de nuevo.
—Me alegra que seas mi ángel bueno, Shaina —indica—. Siempre buena.
No pudiendo soportar el peso de sus palabras, bajo la vista y solo asiento. No como el resto de mi almuerzo, me encargo de lavar los platos y limpiar la cocina. Intercambio mensajes con Sun Hee, creo que ambas quedamos emocionadas sobre la noche de mi cumpleaños y nos gusta hablar sobre ello. Ella tiene algún tipo de flechazo por Seung Wook, incluso aunque se han topado solo un par de veces, pero al menos tiene su número.
Yo solo tengo un recuerdo de unos pocos minutos que me afectaron. Soy la chica que le pareció interesante o una obra de caridad a un hombre hermosamente llamativo, porque lo admito y reconozco: ¿Qué habría de cautivante en mí?
Suspirando me dedico a ver por la ventana, deseando salir de aquí, pero sabiendo que no tengo ninguna opción referente a dónde ir. Sun Hee está en clases, no tengo más amistades y aun no es la hora de ir a la librería. Mamá conoce mis horarios y se preocuparía si le hago saber que solo quiero caminar, que quiero alejarme.
Así que termino por leer unos pocos capítulos en el kindle de mi teléfono de una novela de ciencia ficción, me da miedo leer algo con suciedad en la casa de mi madre, pero la lectura no está atrapándome. Suspiro una vez más y me pongo de pie caminando luego hacia la venta. Me dedico a ver las calles de al frente, dándome cuenta de que un vecino está sacando bolsas de compra de su auto, alza la vista y se topa conmigo en la ventana, trato de no ponerme nerviosa.
Él de manera dudosa alza su mano y me saluda, devuelvo el gesto y corro las cortinas, giro y entonces lo escucho, de nuevo, está sucediendo. Cierro mis ojos y trago con fuerza.
—No está sucediendo, no está sucediendo —susurro una y otra vez.
En el pasado tuve paranoia sobre ser perseguida y acechada, fue una etapa terrible que me marcó y en dónde se encargaron de hacerme saber que todo estaba en mi mente, que no era real; fue una consecuencia de reducir mi dosis de antidepresivos y lo que tomaba para controlar mi ansiedad.
Fingí creerles, hice creer que todo se había detenido, pero en ocasiones cómo hoy, puedo prometer que siento que alguien está detrás de mí... Esperando mí descuido para actuar. Trato de decirme que no es real, porque ¿Qué podría querer de mí? Pero entonces ¿Por qué me invade el miedo? ¿Por qué estoy esperando ser la presa de alguien?
Nunca dejé de sentirme perseguida, pero fingí que sí, que había entendido que no era real para que mi familia no se preocupara y no ser medicada con dosis altas que a veces me hacían perder el conocimiento y confundir los días, suficiente tengo con mi ansiedad y no ser social; sin embargo, sé que esa etapa de mi vida contribuyó a que mi madre sea tan sobreprotectora y a que yo desconfíe de todo.
No digo en voz alta que a veces experimento esas sensaciones porque no quiero volver a ser tratada cómo aquella vez. No quiero medicamentos fuertes, no quiero perder el control de mí. Con esos medicamentos los días eran confusos, no los distinguía, me sentía mal todo el tiempo y todo lo que quería hacer era dormir.
Abriendo los ojos tomo una profunda respiración que dejo escapar entre mis labios, me giro y mi mano temblorosa descorre las cortinas una vez más. El vecino ya no se encuentra en el lugar, miro alrededor y nada parece extraño.
Tal vez, de verdad, en esta ocasión lo imaginé. Llegar a esa conclusión me hace calmar los latidos de mi corazón.
— ¿Todo bien, mi ángel bueno? —pregunta mamá detrás de mí, haciendo que me sobresalte.
—Sí, todo bien —miento y decido que extenderé un poco más la falsedad de mis palabras—. Mamá, acabo de recordar que dejé algo en el apartamento. Debo volver y tomarlo antes de ir a la librería.
Comienzo a caminar hacia donde descansa mi bolso y lo tomo, escucho movimiento y volteo a verla tomando sus propias cosas y luego calzándose unos zapatos. No puede ser.
— ¿Mamá qué haces?
—Te acompaño, no quiero que andes sola por las calles con tal peligro.
—Mamá no hay peligro, no estamos en un toque de queda o algo parecido. Puedo ir sola.
Quiero ir sola, porque no planeaba ir a casa, solo quería caminar y estar sola, tomar aire libre y no sentirme enjaulada.
—Iré contigo —Sentencia.
Usa este tono dulce engañoso en donde me hace saber que no es algo que discutiremos, es algo que decidió. Siento las palabras arañando en mi garganta, pidiéndome que diga algo, que use mi voz, que me oponga y pida mi espacio.
Tengo veintitrés años, tendría que poder al menos decir "no" cuando lo deseo. Pero mientras permanezco de pie viéndola acercarse y mi corazón late de prisa, me odio porque termino por asentir y aceptar.
Una vez más perdí mi voz.
Una vez más solo fui silencio.
Salimos de casa y caminamos hacia su auto, en el camino, el vecino que vi anteriormente reaparece acercándose a nosotras con una sonrisa que titubea al verme y mamá me acerca a ella con su brazo por sobre mis hombros.
—Shaina, cariño, saluda.
Y cómo alguna especie de mascota obediente, lo hago. Aprieto mis manos en puños odiándome un poco más. El vecino sacude su cabeza cómo se alejara algún pensamiento y me sonríe.
—Hola, Shaina. Había sido un tiempo sin verte.
Todo lo que hago es asentir. Él y mamá hacen una conversación social e insignificante antes de que subamos al auto. Miro por la ventana durante todo el trayecto mientras mamá me "sugiere" nuevas medidas de precaución para no exponerme al peligro en la calle.
Me desconecto de sus palabras mirando el paisaje borroso pasar cómo un lento borrón. Llevo mi mente a la librería, a unos ojos grises y una sonrisa sensual. Llevo mi mente un poco más lejos: a mi cumpleaños y una breve conversación.
Me sentí libre. Cuando hablé con él no había reglas ni barreras, solo emoción.
Saco las llaves de mi bolso y veo el cocodrilo de llavero, su regalo, el que más me importó. No puedo evitar sonreír.
—Te lo iba a preguntar antes, pero ¿Y ese llavero?
Ante las palabras de mamá, lo envuelvo dentro de mi mano deseando protegerlo de su mirada. Mi respuesta, sin titubeos, es decirle que lo compré en una tienda de antigüedades.
Mentirosa, mentirosa, muy mentirosa.
—Podría comprarte uno mejor.
—Este me gusta, mamá.
Masculla algo sobre un día desaparecerlo y me aferro con más fuerza al llavero. Llegamos a nuestro destino y de nuevo ignoro todo lo que dice sobre tal vez tener que reforzar la seguridad del apartamento. Abro la puerta y el lugar se encuentra en silencio, haciéndome saber que ninguna de mis compañeras de piso se encuentra aquí.
Caminando hacia la pizarra leo un mensaje de Azhar, una vez más se está disculpando por no haber ido a mi cumpleaños y de nuevo le respondo que no hay problema, ni siquiera noté su ausencia o recordé que la había invitado al igual que a Priscila.
—Esto de la pizarra es algo lindo.
—Mayormente solo Azhar y yo estamos dejando notas, muy pocas veces lo hace Priscila.
—Es que Priscila es diferente —dice y volteo a verla—. Puedes notarlo al conocerla.
—No la conozco —recalco.
—O no la recuerdas...
— ¿Eh? —pregunto, pero ella sacude su mano.
—Busca lo que olvidaste, me encargaré de ordenar un poco esto por aquí.
Voy a mi habitación y pretendo buscar algo, deseando que ella se vaya y me deje sola, pero parece ocupada ordenándolo todo, siendo una controladora, pero a la larga no puedo quedarme por mucho tiempo fingiendo y salgo de mi habitación.
Mis intenciones de volver a la sala quedan anuladas cuando encuentro a una mujer junto a quien reconozco cómo el hermano de Priscila, saliendo de una de las habitaciones. Ella lo empuja adentro y cierra la puerta.
La mujer se lleva el índice a los labios, pidiéndome silencio y me da una sonrisa que no es muy convincente. No digo nada, todo lo que hago es verla.
Acortando la distancia entre nosotras, su mano atrapa mi brazo en lo que no es un apretón rudo, pero que sí pretende detenerme.
—Por favor, no le digas a nadie que viste a mi hermano aquí —Es una petición que suena más cómo una orden.
— ¿Tu hermano? —susurro.
Asiente y rebobino en su voz. Mis ojos se abren con sorpresa y la veo con incredulidad. Soy indiscreta detallando su rostro, es bonita de una manera en la que sus rasgos resultan exóticos y su cabello oscuro es un solo un poco más claro que el mío.
Ella me da un vistazo igual de profundo y sonríe al final, no con amabilidad o burla, solo es una sonrisa que no sé a qué está destinada.
Abro mi boca para hablar, pero la voz de mamá viene desde atrás.
— ¿Estás lista, hija?
Volteo para verla justo cuando nos alcanza. Se ve un poco sorprendida y su mirada cae en el agarre de la mujer en mi muñeca y luego a mí. Supongo que me veo bastante desconcertada y sorprendida.
—Así que se han cruzado —dice mamá con alegría tras recomponerse—. Pensé que evitarías a tus compañeras por siempre, Priscila.
—Era el plan —susurra tan bajo que creo que soy la única en escucharlo.
¿Priscila? Ella libera mi muñeca y da un paso hacia atrás, acerca su espalda todo lo que puede contra la puerta haciéndome recordar que su hermano se encuentra escondido ahí sin la autorización de mamá. Me da una mirada significativa con un toque de advertencia y siento que los nervios me inundan.
—Hola, Shaina —dice viéndome con fijeza—. Tu mamá me ha hablado mucho de ti...Ella me dijo que te preocupas por mí.
Miro hacia la puerta y de nuevo a ella, creo que mamá comienza a notar que algo extraño sucede y porque odio las confrontaciones y no quiero que este encuentro se torne turbio, decido dejarlo pasar.
—Es un gusto, Priscila —Trago—. Tú...Nunca estás.
—Es complicado —responde.
Mamá nos mira a la expectativa cómo si esperara que saltáramos a darnos a abrazos y prometer ser amigas para toda la vida, pero lo cierto es que me siento incómoda y nerviosa ante la mirada y presencia de Priscila.
—Ya tengo lo que buscaba, mamá —anuncio—. Podemos irnos.
— ¿Tan pronto? ¿Qué tal si Priscila y tú...?
¿Será que puede escucharme por una vez? La miro implorándole que note que estoy tensa, que esta situación me saca de mi zona de confort y ya interactúe lo suficiente con mi compañera. Veo la desilusión en su mirada cuando sus hombros caen, como si estuviese decepcionada...De mí.
Siempre he creído que no soy la hija que ella deseaba. Que no soy suficiente y en momentos como estos, es cómo si me lo confirmara.
—Me gustaría reunirme contigo y con Azhar pronto, Priscila. Creo que hay cosas que me gustaría abordar con ambas.
Priscila hace una mueca, pero asiente ¿Tiene algún problema con Azhar? Pensé que las discusiones e indirectas en la pizarra eran bromas o algo no tan serio, pero tal vez estaba equivocada.
—Bueno, nos estamos yendo, Priscila. Espero que ahora que este encuentro ha surgido, ustedes puedan compartir más.
Por la larga mirada que Priscila me da, no creo que eso sea un escenario de un futuro cercano. Antes de girarme para seguir a mamá veo hacia la puerta cerrada de la habitación de Priscila y luego de vuelta a ella. Su índice una vez más va contra sus labios.
—Será nuestro secreto, Shaina.
***
— ¿Necesitas ayuda para cerrar? —pregunta Annie.
Alzo la vista del poemario y sacudo mi cabeza en negación. Sé que solo hace la pregunta por obligación, ella ya quiere irse de la misma forma que Pablo lo hizo treinta minutos antes del cierre, ellos saben que no le diré a mi tío que en ocasiones son perezosos, que a veces algunos chicos vienen a ver a Annie y ella descuida su trabajo, que pasan mucho tiempo al teléfono, que se van antes de que cierre y que en el caso de Annie: no le agrado.
Nunca he hecho algo para molestarla, en todo caso escondo todas sus faltas, sin embargo, cuando estamos solas, con sus gestos dejan en claro que no le agrado. Me hace sentir incómoda.
En este momento ella me ve con impaciencia y recuerdo que espera por una respuesta.
—No. Puedes irte, Annie. Puedo sola.
—Genial —rodea la estantería en donde estoy y toma su bolso.
Una vez más mi vista se clava en el poemario y paso la página. Genial, de nuevo estaré cerrando caja y el local, cosa que no me molesta hacer, pero hoy quisiera descansar, pasar todo el día con mamá ha sido agotador.
—Oye, Shaina —Me sobresalto, está demasiado cerca de mí—. Mañana me iré más temprano, ¿Tienes problema con ello?
Sí. No quiero cerrar caja y tienda de nuevo.
—No, está bien.
—Eres tan linda —Sus manos caen sobre mis hombros lo que me hace tensarme—. Gracias por entender, pero ya sabes, mañana es viernes y tengo una cita caliente.
—Imagino.
Ella me da un beso en la mejilla de forma sonora y me sacudo de forma brusca fuera de su agarre, ríe encontrándolo divertido. Sabe que no me gusta la cercanía, que sufro de ataques de ansiedad y a veces pareciera que...Intenta provocarlos.
—Qué te diviertas cerrando, Shailele. Ten buena noche —Me arroja un beso y sale de la tienda.
Me agarro con fuerza del borde del mostrador y cierro los ojos. "No, no puedes irte, tu horario no termina y debemos cerrar caja y la tienda" "no, mañana no puedes salir temprano, tu cita caliente puede esperar" eso era lo que tenía qué responder. Hoy ha sido un mal día.
¿Podría ser peor?
—Tienes demasiada paciencia o mucha afición por el masoquismo, traviesa.
Abriendo los ojos con rapidez veo cómo de una de las estanterías se muestra poco a poco la figura y rostro de Anders, aunque su voz ya me hacía saber de quién se trataba. ¿Qué demonios? ¿Cómo...? Veo de él hacia la puerta algo alejada, intentando entender cómo llegó ahí.
Con paso lento y perezoso se acerca a mí, trae consigo un cuaderno. Me tiene atrapada con su mirada al igual que con la sonrisa perezosa dibujada en su rostro.
Un vampiro, un ángel caído o un demonio endiabladamente hermoso, es la manera en la que luce con facciones marcadas, sonrisa letal, piel pálida y belleza sobrecogedora. ¿Cómo puede ser real?
Me doy cuenta de que estoy agarrando con demasiada fuerza el borde del mostrador y cuando lo libero casi caigo, dejo ir una respiración por la boca y lo escucho reír. Miro alrededor, estamos solos, ha oscurecido y en la calle parece haber pocas personas.
Vuelvo mi atención a él, su sonrisa es más amplia cómo si notara lo que su inesperada presencia está ocasionando.
—Tu compañera de trabajo parece ser mala contigo.
— ¿De dónde has salido? —pregunto finalmente hablando.
Deja caer el cuaderno sobre el mostrador mientras se encoge de hombros y se pasa una mano por el cabello despeinándolo en el proceso. Repito: ¿Cómo es real?
—Entré hace aproximadamente doce minutos, estabas demasiado distraída leyendo, algo que me parece atractivo, si me lo preguntas.
Me ajusto los lentes sintiéndolos resbalarme por la nariz y analizo su respuesta. Eso tendría sentido, cuando leo me pierdo en un mundo en donde soy más que esta ratona sin voz.
En donde soy más que silencio.
—Estamos a punto de cerrar ¿Hay algo que quieras llevar?
—Estás a punto de cerrar —Corrige, recordándome que estoy sola en esto—. Y lo que tal vez me gustaría llevar, no está en venta. Si insinuara que se vende, me haría un asno y sería un mal coqueteo ¿No crees?
Todo lo que hago es verlo y su sonrisa parece flaquear mientras mira alrededor, tal vez me encuentra demasiado extraña, pero es que por un momento extraño pensé que coqueteó conmigo.
— ¿Hay algo que quieras llevar? —pregunto de nuevo, su atención vuelve a mí—. ¿Algún otro libro de asesinatos?
Enarca una de sus cejas y me llevo una mano a la boca, sorprendida de lo que acabo de decir. Es evidente que los dos últimos libros que se ha llevado me han parecido peculiares, pero no es algo que diga en voz alta ¿Qué me sucede a su alrededor?
Recuerdo un pensamiento que tuve unas horas atrás: con él siento una emoción parecida al deleite de una libertad.
—Hoy no llevo un libro —responde sonriendo.
—Bien —Lo miro—... ¿Entonces? Estoy a punto de cerrar, si no te importa...
— ¿Te gusta cerrar sola la tienda? —No respondo mientras cierro el poemario—. Imagino que no, pero dejas a tus compañeros irse aun cuando no quieres.
— ¿Me estás vigilando?
—No, no te estoy vigilando, pero acabo de ver a tu compañera de trabajo ser mala —Se encoge de hombros—. En fin, me di cuenta de que te di un regalo, pero me fui demasiado pronto de la fiesta y ni siquiera obtuve tu número.
»Aun no depositan en mi cuenta mi paga por lo que comprar otro libro sería tonto cuando podría usarlo para invitarte una cena ¿No te parece? —Lo miro y suspira teatralmente—. ¿Mirar sin hablar es tu cosa favorita por hacer, Shaina?
—Me das miedo —termino por decir.
Se inclina hacia mí apoyándose del mostrador, su sonrisa es ladeada y su mirada va desde mi boca hasta detenerse en mis ojos.
—Y eso te emociona, puedo verlo. Sé cuán emocionante puede resultar tener miedo.
—Suenas a peligro.
—Peligro será mi nombre si eso es lo que buscas —Me guiña un ojo y vuelve a incorporarse—. ¿Es eso que veo una sonrisa?
Relajo mis labios y me doy cuenta de que en efecto, estaba sonriendo. Él abre su cuaderno y saca una hoja doblada dejándola sobre el mostrador.
—Espero y eso de que tienes miedo no sea cierto, al menos que sea de una manera divertida —Toma su cuaderno y tantea dentro de su suéter sacando un libro.
— ¿Ibas a robarlo?
—No. Iba a pagarlo, solo quería ver tu reacción de antes. Vine por dos cosas —indica—: este libro y darte esa hoja.
Extendiendo la mano tomo el libro, lo escaneo y trato de no leer el título, pero sorprendentemente es un libro de filosofía y él debe de notar mi sorpresa porque su expresión se torna divertida. Aclarándome la garganta le hago saber el precio, de nuevo me da efectivo y le doy el cambio.
—Disfruta de tu compra y no olvides volver a visitarnos —digo en automático entregándole la compra.
—Gracias, Shaina.
Me guiña el ojo una vez más y se gira. Me siento en un trance viéndolo marcharse, la lentitud con la que camina y esa seguridad, atrapa. Cuando la puerta se cierra detrás de él, dejo escapar un suspiro.
De nuevo estoy sonriendo.
Bajo la vista al mostrador viendo la hoja que dejó, dudo solo unos pocos segundos antes de tomarla y desdoblarla. Estoy segura de que mis ojos se abren con sorpresa.
Vuelvo la vista a la puerta, todo sigue igual que antes de que apareciera. Acaricio los bordes de su dibujo.
Su técnica, si así debo llamarlo, es estilo manga en blanco y negro. Se trata de un mostrador y detrás de él descansa un personaje femenino de cabello largo y abundante; grandes ojos, nariz respingona y labios carnosos. Trae una camisa de mangas cortas parecida a las que suelo usar, solo que ella parece llevarla ajustada a la moda y sus lentes de montura son mucho más geniales que los míos. En su camisa se lee "Shaina", pero una nube de pensamiento tiene una descripción.
Por primera vez en mucho tiempo, escucho mi risa mientras veo en letras artísticas "Crocodrile Woman" la "L" parece ser la cola de un cocodrilo. Miro de nuevo el rostro de la heroína, es evidente que no es un retrato, en los mangas las chicas siempre son más bonitas, angelicales y de alguna manera sensuales. No me he visto en mucho tiempo frente a un espejo y casi ni recuerdo mi reflejo exacto, pero puedo apostar a que esto es solo una versión muchísimo mejor de mí.
Bajo hasta el pie de la hoja y me encuentro con su escritura en letra molde: primer borrador del manga que será un éxito. Sigue atrás.
Lo hago.
«Este es mi número, no respondo ni envío mensajes, pero sí llamadas. No te pedí tu número para que tuvieras la oportunidad de elegir. ¿Espero tu llamada?»
Y abajo se leen los dígitos. Lamo mis labios y miro alrededor. ¿Esto es de verdad? ¿No es una absurda broma?
Él en verdad quiere que lo llame...
Me debato entre la posibilidad de un sí y un no.
Holaaaa, mis amores. Espero se encuentren bien, de nuevo yo aquí agradeciéndoles su amor para con esta historia.
Antes que nada muchísimas gracias a la talentosa Evelin por dibujar perfectamente la manera en la que quería plasmar los dibujos que Anders estará dejando. Pueden seguir a esta talentosa chica en instagram: Yamiigomez94 y aquí en wattpad como @evelingomez57 Digamos que por ahora, ella le está prestando sus manos y talento a Anders ❤
Quiero que sepan que mi parte favorita de los capítulos es ver sus ocurrencias en los comentarios, me hacen el día haha.
Para más noticias de la historia: Instagram: DarlisStefany / Twitter: Darlis_Steff / Younow: DarlisStefany
Espero les guste.
Un beso.
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