Capítulo Doce: Ser mala




Capítulo Doce: Ser mala.

Shaina.

La niña que estaba conmigo se ha ido. Se ha alejado.

No puedo saber cómo luce la niña. ¿Es bonita?

Ella solo me dijo "lo siento" y me dejó sola.

Me siento muy sola y tengo miedo.

—Hola, pequeña.

No, no, no.

Tiemblo y siento mi pis salir porque tengo miedo.

No quiero jugar, no me gustan sus juegos. Quiero que mami venga.


Grito y lloro cuando abro los ojos. Grito mucho y sin darme cuenta comienzo a tirar de mi cabello mientras me retuerzo en la cama de un lado a otro, lo hago por tanto tiempo que eventualmente soy escuchada y alguien entra e intenta tomarme los brazos, pero grito sin parar mientras me sacudo, queriendo alejarme de cualquier toque.

—Shaina, cariño, tranquila.

La garganta me arde por la fuerza de mis gritos y lloro sin control alguno mientras me abraza, consiguiendo que mis manos estén retenidas entre nuestros cuerpos y deje de hacerme daño. Cuando consigo algo de calma noto con horror la humedad sobre la que me siento y en mis piernas, me he orinado cómo en el sueño.

—Solo ha sido una pesadilla, Shaina, solo eso —dice mi tía Francis con voz entrecortada.

Es una pesadilla, pero en su momento fue real y me duele ¿Por qué estos malos momentos están volviendo con más fuerza ahora? ¿Por qué no puedo ver el rostro del monstruo?

—Quiero estar muerta, quiero estar muerta —lloriqueo.

Aprieto las manos tan fuertes que las uñas se me clavan en las palmas de las manos. Lloro contra el hombro de tía Francis y me siento asqueada...De mí. Siento tanto autoodio en este momento que quisiera morir, dejar de respirar, dejar de existir.

Soy una basura porque fui tratada cómo una.

Lo odio. Lo odio. Lo odio.

Me odio. Me odio. Me odio.

No sé cuánto tiempo transcurre para que me calme, pero cuando lo hago, mi tía me ayuda a ir hacia el baño – mis piernas tiemblan – y mientras tomo una ducha, se encarga de cambiar las sabanas mojadas de la cama.

Cierro los ojos y dejo que el agua caiga sobre mí piel desnuda mientras mi cuerpo tiembla, sé que el agua no cambiará las sensaciones, sé que nada lo hará. Quiero pensar en algo más, quiero olvidar lo que hubo en mis pesadillas, así que indago en mi mente recordando que decidí venir a casa de mamá por una razón que ahora no se ve muy clara, pero es seguro que tuvo que ver con el sentimiento de soledad.

Creo que la disminución de mi dosis en medicamentos no ha sido bueno, pero no quiero decirlo. Temo a que lo aumenten y me hagan una dependiente de ellos, pero también estoy odiando todos estos efecto secundarios que me están embargando: recuerdos, paranoia, sentirme sola más veces de lo que lo hacía antes y esta enorme tentación de ser mala, de no ser una chica buena.

El agua deja de salir caliente sintiéndose casi helada contra mi piel, pero no me importa, porque esa incómoda sensación me recuerda que en la realidad tengo veintitrés años, soy una mujer con complejos, pero aun así lucho cada día de mi vida para no rendirme. No puedo dejarme caer.

Estaré bien.

Cierro la llave de la regadera y abro los ojos para luego suspirar. Esta es la realidad, una donde se supone el mayor peligro para mí soy yo, no van a lastimarme, nadie va a hacerlo, no lo permitiré. No dejaré que me lastimen de nuevo.

Envolviéndome con una toalla  en el cuerpo y otra en el cabello, salgo de la ducha sintiéndome muchísimo mejor. Cuando mis ojos pasan con rapidez sobre el reflejo, la falta de lentes, además de algún mecanismo de rechazo en mi cabeza, me hace ver solo mechones dispersos de cabello oscuro y la forma de un rostro ovalado, nada más, es borroso, cómo si un manto me cubriera, pero solo soy yo con mis problemas visuales y el terrible rechazo de aceptar quién soy. Corro la vista con rapidez, eso solo es un recordatorio de que soy una persona rota llena de complejos que toma cada día con fuerza para no derrumbarse.

Salgo del baño hacia mi antigua habitación, las sabanas ya han sido reemplazadas. Encuentro a mi tía con tres píldoras en sus manos, mi dosis, antes era un coctel un poco más grande, tomándolas de su mano junto a un vaso de agua, trato de sonreírle, pero estoy segura de que solo consigo una mueca.

—Gracias —digo tras tomarlas—. Estoy segura de que me sentiré mejor. Estoy bien, es solo que la pesadilla me alteró.

— ¿Crees que debamos consultar con tu médico sobre aumentar las dosis nuevamente?

—Estoy bien —determino—. Es normal sentir miedo cuando un evento traumático vuelve a tu mente.

No digo nada más, pero ella lo entiende. Hay una mirada de culpa en sus ojos antes de que la desvíe y apuesto que la mía grita un montón de "¿Por qué no me cuidaron lo suficiente?". Tomando lo que resta del agua espero a que salga de la habitación para vestirme con la ropa limpia que aún conservo aquí.

Para cuando me cepillo el cabello y me siento mucho mejor, no sé si tenga que ver con el medicamento o con haberme recordado que la pesadilla es parte del pasado, además de haber hecho mi ejercicio sobre decir diez cosas que me gusten o ame de mí, pero  cuando salgo a la sala a encontrarme con mi tía me siento más relajada.

Tomo asiento en una de las sillas de la mesa y evalúo el desayuno frente a mí, no tengo apetito, pero si no como, ella lo volverá algo que no es. Puedo sentir su mirada así que comienzo a comer para demostrar que estoy bien, que solo fue un mal momento.

—Shaina ¿Quieres hablar de lo que sucedió? —Sacudo mi cabeza en negación.

—Tuve una pesadilla y ya está. Por favor, no se lo digas a mamá —Odio que suena cómo un ruego—. Ella solo lo volverá más grande y estará sobre mí, me hará tomar más medicamentos y no se siente bien cuando aumentan mis dosis.

—Y ahora que por primera vez tu dosis es tan reducida ¿Dices que te sientes bien?

Debo mentir, una habilidad nueva que parece que cada vez uso más sin grandes problemas, pero es necesario para protegerme. Siento que soy la única que de verdad puede entender lo que necesito, ellos solo asumen.

—Me siento mejor. Soy más consciente, no tengo tantos bajones en mi estado de ánimo. La ansiedad ha disminuido y me siento más ligera, tía. Disminuir la dosis es bueno.

Me ve con fijeza y sostengo su mirada. No todo ha sido tan bonito cómo lo pinto, tengo pesadillas con más frecuencia, mi estado de ánimo es cambiante de una manera que a veces me abruma, sin embargo, es cierto que la ansiedad no es tan recurrente. No creo que haya sido bueno reducirlo, pero definitivamente no quiero volver a sentirme drogada con tantos medicamentos en donde a veces me siento ajena a mi cuerpo, en donde puedo caer dormida por horas, incluso días y píldoras controlan mi vida.

Quiero vivir bajo mis reglas y parámetros. Quiero esta poca libertad que he comenzado a experimentar.

Tras un largo momento de miradas en donde no me doblego, mi tía termina suspirando y asintiendo con lentitud, aceptando mis palabras, creyendo mis mentiras.

—Está bien, confiaré en lo que dices y no le diré a tu madre, pero si vuelve a suceder se lo haremos saber ¿De acuerdo?

—De acuerdo —miento otro poco más.

No me importa tener que fingir, pero no volveré a ser una marioneta, quiero tener voz, quiero tener control.

***

Acabo de ver a una de mis compañeras de piso tambalearse y murmurar cosas incoherentes sobre ser "malo" hacia su habitación. Azhar ni siquiera me vio, sus ojos estaban entrecerrados y se tambaleaba. No sé si iba ebria o algo pasaba con ella, pero cuando he dicho su nombre solo se paralizó durante unos segundos antes de continuar hacia su habitación.

Es la primera vez que la veo desde aquella mañana en dónde llegó hecha un desastre y los mensajes que hemos intercambiado, porque ahora extrañamente parece querer relacionarse conmigo, ella no mencionó el encuentro.

Decido que es un día extraño porque acabo de ver a Azhar pasar frente a mí en modo zombie y desde la habitación de Priscila proviene música. Eso quiere decir que las tres estamos aquí y se siente raro, por un momento siento como si invadieran mi espacio y no me gusta.

Me hace sentir un poco...Enojada.

Trato de atribuirlo al vaivén de mis estados de ánimos, así que hago un ejercicio de respiración para tranquilizarme y no he terminado cuando una puerta se abre, volteo a la expectativa de quién de ellas será...

Es Priscila, quien se detiene al verme sentada en el sofá haciendo evidente que no esperaba encontrar a nadie. Todavía se desvive por evitarnos, no es que las cosas hayan cambiado desde aquella vez que nos vimos en presencia de mamá, si es posible, ella se ha vuelto más...Extraña.

Nos miramos fijamente, detallo en que es más baja que Azhar, su cabello más corto y sus facciones más delicadas, es bastante bonita, pero tiene un aire misterioso que no me tranquiliza. Ella también parece estarme detallando y eso me hace sentir demasiado incómoda, me hace desear irme corriendo, pero por suerte termina cuando con lentitud se acerca con lentitud a mí.

— ¿Por qué parece que has visto un fantasma? —Me pregunta.

Experimento una sensación de escalofríos que intento disimular. Su índice se estira y pincha mi hombro, susurrando un "buuu" y noto lo incómodamente cerca que está de mi rostro, me encuentro retrocediendo y eso la hace rodar los ojos. No dice nada más, me da otra larga mirada antes de caminar hacia la puerta y luego salir de casa y no sé por qué pienso que cómo otras tantas veces, ella no estará aquí por un tiempo muy largo.

Mi teléfono suena y veo que se trata de Sun Hee.

Sun Hee: Ya le han dado sepultura a su cuerpo. Ha sido todo muy lamentable

No sé qué responder, todavía me sorprende la muerte inesperada de Mariel, aquella guatemalteca que conocí el día de mi cumpleaños. Aunque ella me hizo sentir mal aquella noche y no volvimos a coincidir, sé que era amiga de Seung Wook y en consecuencia Sun Hee se relacionó con ella otras veces más. Nunca hubiese deseado o imaginado que algo así le sucediera.

Al parecer Mariel llevaba una vida dentro de las drogas y nunca supo que aquella cocaína que compró a un distribuidor desconocido, estaba adulterada con algo que aun investigan. Fue una muerte por envenenamiento muy cruel, pero antes de ello sus ojos habían sido extraídos...Una tortura.

Mamá no ha perdido el tiempo para recordarme por qué las drogas son malas, por qué no puedo confiar en desconocidos, por qué no puedo caminar sola por las calles, por qué no puedo cuestionar su manera de cuidarme. Cada cosa negativa sucediendo en Sydney alimenta más sus miedos.

Me doy cuenta de que debo responderle a mi amiga, pero no sé qué decirle. No quise acompañarla al acto fúnebre, no creo que un ambiente así de triste me hiciese bien y me sentía incómoda al pensar en ir a sepelio de alguien a quien no conocí realmente. Tampoco comprendí por qué su cuerpo no fue devuelto a sus tierras con su familia, pero creo haber leído que su familia se desentendió de los trámites y el caso.

Shaina: Es lamentable que muriera bajo estas causas. Espero esté descansando

Shaina: ¿Cómo se encuentra Seung Wook?

Creo que Sun Hee se ha propuesto ser el apoyo para él, si bien ella conocía a Mariel y trataba con ella, siento que en parte toda su participación activa en esto también tiene que ver en brindarle consuelo a Seung Wook. No sé si eso sea bueno, pero en general no sé nada sobre emociones y sentimientos, por lo que no puedo opinar.

Sun Hee: Oppa está devastado. Él sufre

Shaina: lo lamento

Sun Hee: lo ayudaré a atravesar esto

De nuevo no sé qué opinar, así que acabo por enviarle un corazón para que ella le dé la interpretación que quiera. Recordando que quedé de verme con tía Francis, más por obligación, me pongo de pie para ir a mi habitación.

De camino a mi destino noto que se han dejado la luz del baño, que comparten Azhar y Priscila, encendida.  Entro para apagarla y veo uno de los cajones abiertos, me acerco para cerrarlos y doy un respingo viendo un pequeño sobre transparente.

Lo saco y está casi vacío, exceptuando por una pizca blanquecina apenas visible y solo me doy cuenta porque acerco la bolsa a mis anteojos. Es tan poco el contenido que ni siquiera puedo saber su contextura.

—Podría ser talco, bicarbonato, levadura de... ¡Azúcar! Eh... —Intento justificar—. No tiene que ser algo malo.

Tomo la bolsita conmigo y la envuelvo el papel periódico ¿Y si es lo que creo que es y la dueña de esto se enoja? Pero ¿Por qué se enojaría? Ni siquiera hay algo que consumir en los restos. Paso todo el mediodía preguntándome si debo enfrentar a Azhar, por supuesto que no tengo valor para ello y si Priscila vuelve, dudo que tenga agallas para decirle algo. Así que ¿Qué hago? Me arreglo para ir al trabajo, llevo la bolsita envuelta en periódico conmigo. Camino las cuadras hasta la librería y en mitad de ellas, en un contenedor al azar, lo boto.

Solo cuando estoy en la librería trabajando me doy cuenta de que lo que hice está mal. Debí enfrentar a mis compañeras, tal vez decirle a mi madre o hablar con ellas sobre las consecuencias de la droga.

Mariel es un ejemplo de cómo un polvo blanco por su nariz, terminó matándola...Aunque tal vez sus ojos...Sí, no quiero pensar en eso.

***

Cuando Sun Hee me dijo que almorzáramos, pensé que solo seríamos nosotras dos, pero me llevo una sorpresa cuando llego y la visualizo en una mesa esperándome junto a Seung Wook. Pensé que sería un almuerzo de amigas sobre todo teniendo en cuenta que los últimos días no nos hemos visto o hemos hablado muy poco porque su atención ha estado en él.

Me sabe mal que me moleste que él acapare toda su atención, después de todo perdió a su amiga, pero siento que ella y yo tenemos mucho de lo que hablar e incluso ahora que finalmente nos vemos mi tiempo es compartido con Seung Wook. ¿Es que está sucediendo algo más que amistad entre ellos? ¿Quiere conquistarlo?

Decido hacer a un lado mis pensamientos mezquinos y me acerco porque ya ella me ha visto, no puedo huir. Le devuelvo la media sonrisa que me da y luego la borro cuando veo cuán sombrío se ve su acompañante. Me siento mal por mis pensamientos anteriores porque él no me ha hecho nada malo, solo está sufriendo su pérdida y mi amiga ha decidido brindarle apoyo.

Debo sacarme todos esos pensamientos negativos.

Lo que me gusta de mi amiga es que pese a su cultura y costumbres, algunos gestos no parecen molestarle, cómo ser abiertamente efusiva en un abrazo cuando me saluda, cómo si no nos hubiésemos visto en años. Le doy asentimiento a Seung Wook junto a un inseguro "lo siento" mientras tomo asiento.

Todo es muy torpe cuando hacemos nuestras órdenes y no sabemos qué decir. No sé si debo obviar el tema de Mariel o preguntar, no sé qué se espera de mí.

—Si te sientes incómoda con mi presencia, puedo irme, Shaina —dice él y siento que me sonrojo porque estoy avergonzada de hacer tan evidente mi malestar.

—No, no. No pasa nada —digo con rapidez—. Solo...No hablo mucho y...Todo es raro.

— ¿Segura? De verdad no tendría problemas en dejarlas solas.

Y sus palabras son sinceras, tal vez quiere irse a casa y hacer duelo por su amiga o descansar. Quizá no quería estar aquí y mi amiga con la falsa creencia de subirle el estado de ánimo lo arrastró a este almuerzo. Confirmo esta teoría cuando al ver a Sun Hee, ella me da una mirada que me ruega un "por favor", me gustaría decirle que tal vez está presionando demasiado al pobre muchacho, debe darle su espacio para lidiar con la pérdida y sus emociones, no atosigarlo.

— ¿Te gusta leer, Seung Wook? —intento entablar una conversación.

—Sí. Me gusta leer libros relacionados a lo que estudio y me relajo leyendo mangas.

La mención de "mangas" me hace recordar los dibujos de Anders y en consecuencia viajar al recuerdo de aquella cena en la azotea, pero alejo rápidamente el recuerdo porque quiero enfocarme en el presente.

— ¿Qué tipo de mangas te gustan? Trabajo en una librería café y tenemos muchos de ellos. Podrías pasarte cuando quieras, seguro encuentras alguno que te guste.

Parece que eso despierta algún tipo de entusiasmo en él porque pronto discute conmigo sobre los mangas que le gustan, hablándome en detalle sobre técnicas, estilos y tramas, luego caemos en el tema de weebton. En un principio Sun Hee parece no saber cómo integrarse a nuestra conversación, así que decido llevar la conversación hacia adaptaciones de weebton en dramas, ella se vuelve una experta porque ese es su campo.

Siento que la piedra que estaba en mi estómago se aligera mientras conversamos los tres sobre un tema en donde tenemos conocimiento. Me doy cuenta de que estaba demasiado ansiosa sobre no agradarle a Seung Wook y que eso me alejara de Sun Hee, pero la verdad es que termino pasando un buen momento con ambos y no descartando el que se vuelva a repetir.

En ningún momento hablamos sobre la muerte de Mariel, las noticias ya lo dijeron todo y Sun Hee me puso al día con algunos detalles no públicos, así que el almuerzo transcurre de manera agradable. Una vez terminamos de comer nos quedamos otro poco más y cuando decidmos irnos, caminan conmigo hasta la librería.

En un momento los veo conversar y me doy cuenta de que pese a que Sun Hee de que hay algún aire de más que amistad entre ellos, tal vez no está surgiendo en el mejor momento, pero quizá funcione o al menos eso espero, porque se ven cómo salidos de un drama.

Una vez llegamos a la librería me giro hacia ellos y le hago saber a Seung Wook que siempre que necesite un libro puede venir aquí.

— ¿Cómo es que Sun Hee y tú se conocen?

La puerta de la librería se abre y Annie sale con mala cara, ella nos mira y me da un flojo saludo antes de alejarse un poco y atender una llamada. Vuelvo mi atención a Seung Wook para responderle.

—En una aplicación en donde se ven dramas —comienzo y mis mejillas se sienten caliente—. Comentamos sobre un drama y coincidíamos en varios puntos...

—Tenías opiniones impopulares entre la mayoría y comenzamos  a hablar —sigue Sun Hee—. Fue casi seis meses antes de que viniera a Sydney.

Generalmente no me arriesgaría a hacer amigos e internet, de hecho nunca lo planeé. Siento que Sun Hee fue muy arriesgada, mientras que ella me enviaba vídeos, yo me negaba a grabarme o enviar fotos. Hablábamos por mensajes o llamadas. Si llamaba por Skype, desactivaba mi cámara. Siempre le digo que fue demasiado arriesgada, porque su destino original era Melbourne, pero tras meses de hablar, hizo un cambio a esta ciudad más costosa.

Mayormente suele bromear agradeciéndome por no ser una pervertida, asesina o loca que la atacó. De mi parte le agradezco haber sido lo suficiente tonta cómo para tener tanta paciencia en conocerme y ver mi rostro hasta que estuvimos en persona.

Sun Hee concluye la historia abrazándome y pese a su contextura delgada evoca toda su fuerza y me alza haciéndome reír antes de dejarme con los pies sobre el suelo.

—Esta Unnie ama a Shaina —Declara y hace corazones con los dedos de sus dos manos mientras guiña un ojo.

Seung Wook asimila la historia y sonríe levemente antes de pinchar con su índice la mejilla de mi amiga quien de inmediato se pone muy roja y alega que hace calor. Este poco rato con él, más aquella noche que lo conocí, me ha hecho saber que Seung Wook parece ser un coreano un poco occidentalizado en su forma de actuar, pero supongo que por el momento a mi amiga eso no le importa.

—Bueno, fue agradable comer con ustedes, ahora debo trabajar.

Sacudiendo una mano en despedida, sonrío porque Sun Hee me está disparando muchos corazones con sus dedos mientras entro en la tienda. Parece que hoy hay bastante movimiento, así que mi tío me saluda y me hace saber que él se encargará de los libros junto a Annie, me pide que suba y ayude a Pablo. Preferiría quedarme en el piso de los libros, pero le sonrío a tío Shane y subo. Arriba pese a todo hay menos movimiento, los clientes se encuentran dispersos en sus mesitas o pufs y parece que la mayoría tiene listos sus pedidos.

Acercándome a Pablo, que parece estar conversando con una pelirroja familiar, paso para estar detrás de la barra y tomando el delantal que me corresponde usar con mi nombre, me enfrento a la pelirroja.

— ¡Shaina!

No tardo en recordarla porque hizo impresión en mí: la chica que se llamó gorda y fea, que me hizo sentir mejor cuando estaba en un estado de ánimo bajo y a quien le recomendé un libro.

— ¿Amelia? —pregunto con mis reservas.

—Casi le atinas, de hecho es Amelie —Me da una media sonrisa y alza un libro de fantasía sobre hechiceros y elementos—. Me gustó el libro que me recomendaste, así que vine por otro.

—Oh, eso es bueno. Me alegra que te gustara.

Miro de reojo a Pablo que finge limpiar el mesón, pero que en realidad está al pendiente de Amelie.

— ¿Ya ordenaste? —pregunto.

—Oh, sí, pedí agua —Ve hacia sus manos sosteniendo el libro—. Evito los azúcares, harinas y cafeína estos días.

En un principio no entiendo, pero luego me doy cuenta de que tal vez es alguna especie de dieta. Me recuerdo que no soy la única teniendo luchas internas sobre la aceptación y autoestima.

— ¿Qué tal unas galletas? —Intento—Tenemos unas hechas con poca azúcar que son muy buenas.

Generalmente soy tímida y me cuesta hablar, razón por la que Pablo me mira sorprendido por mí actuar, pero en Amelie reconozco una chica con una carga de inseguridades propias y hace que quiera hacer por ella lo que cada día trabajo en lograr en mí.

—Creo que eso estaría bien —cede.

Le sonrío y no tengo ni que decir su orden porque Pablo no tarda en darle las galletas luego de que ella pague y las come con tanto deleite que creo que antes se estaba torturando. Atiendo a unos clientes habituales que vienen a leer de los libros que tenemos en la sección en donde si compras algo de la cafetería puedes hacerlo gratis mientras esté aquí y escucho a Amelie decirme qué le gustó sobre el libro que le recomendé. Ella toma una limonada después y en todo ese tiempo no para de hablarme.

Me doy cuenta de que no es que sea tímida cómo yo, es que se espera lo peor del trato de las personas y una vez que ve que son inofensivos da rienda suelta a una personalidad chispeante y encantadora. Cuando se pone de pie para irse, me hace saber que espera volver pronto por otro libro y le hago saber que las puertas de la librería siempre estarán abiertas para ella.

Mira nada más que chulada de mujer —dice Pablo en español, un acento profundo y no entiendo lo qué dice.

Solo sé que quiero golpear su cabeza porque creo que su mirada está en el trasero de Amelie mientras ella se aleja.

El resto de mis horas laborales pasan de forma amena incluso puedo intercambiar varias palabras con Pablo. Mi tío me hace irme antes de que la tienda cierre asegurándome que hoy se hace cargo. Así que no llego muy tarde al apartamento y cuando lo hago, toda la magia de nosotras tres coincidiendo en el apartamento esta mañana es cosa del pasado porque la casa está sola.

Estoy suponiendo que Priscila no volvió después de irse y la habitación de Azhar está cerrada, pero cuando toco, no abre. Hay dos opciones: o sigue durmiendo luego de llegar modo zombie o se fue de nuevo.

No le doy mayor importancia y me encargo de tomar leche – no tengo hambre –, darme una ducha y ponerme mi pijama. Me instalo en la cama y doy vueltas en la tienda de ebooks buscando algo nuevo que leer...En la sección erótica, placer culposo.

Consigo uno que me despierta curiosidad, pero es difícil concentrarme cuando repentinamente Anders se encuentra en mis pensamientos. Él de verdad era honesto sobre dejar todo en mis manos, desde aquella noche no he sabido de él y yo siento que...Quiero que al menos hablemos.

Dejó muy en claro que no responde mensajes de textos y pese a tenerlo registrado tampoco se encuentra en whatsapp. Con él es llamada o nada, así que tengo unos duros minutos debatiéndome si quiero llamar.

Lo hago.

Pienso que no va a responderme y a medida que cada tono resuena contra mi oído mis nervios aparecen con fuerza. ¿Qué voy a decirle? ¿Qué va a decirme? ¿Debería colgar antes de que conteste?

—Traviesa —dice su voz ronca y suena un poco congestionada—. Qué grata sorpresa.

—Hola... —digo haciendo acopio de una calma que no poseo—. Eh... ¿Qué tal estás?

No me responde, en lugar de ello, ríe en voz baja y parece que le habla a otra persona antes de que todo se escuche silencioso.

—Estoy bien, saliendo de un resfriado —Eso explica el sonido de su voz—. ¿Debo preguntarte cómo estás? Hace mucho no tengo una conversación basada solo en cortesía.

— ¿No?

—No. En primer lugar no hablo con muchas personas por teléfono y trato de ser preciso con lo que quiero o lo que quieren de mí. Al menos que sean otro tipo de llamadas mucho más interesantes.

No respondo, en lugar de ello llevo una mano a mi pecho en donde mi corazón se acelera. De nuevo ahí está ese instinto, esas ganas: se mala, se mala, se mala. Es difícil luchar contra ello cuando me he dado cuenta de que cada vez que una norma cae o hago lo que no debería, me siento tan bien.

¿Con Anders se sentiría incluso mejor?

— ¿Qué hacemos con este silencio? —Pregunta con un toque de diversión— ¿Será que nos volvemos ruidosos?

—No quiero verte... ¡Espera! Eso sonó mal...Quise decir que ahora quiero...Hablar. Solo hablar.

—Muy bien, hablemos —Se hace un largo silencio—. Pensé que tenías planeado de lo que se supone hablaríamos.

—La verdad es que no. No planeaba llamarte, solo sucedió —Me doy cuenta de que estoy sosteniendo el teléfono con demasiada fuerza y que debo relajarme—. ¿Qué haces?

Es una horrible conversación telefónica, pero al menos él no se está riendo de mí. Hago mi ejercicio de respiración y me animo a hacer esto, no quiero quedar cómo una estúpida, además hemos hablado en persona, puedo hacer esto de charla telefónica.

¿No es incluso mejor? Puedo dejar ir mis pensamientos y palabras sin que me vea, puedo...Ser atrevida de una manera en la que nunca he sido capaz por miedo a ser juzgada o sucia. Puedo ser...Traviesa.

—Trabajaba —termina por responder—. Puedo enfermarme, pero el trabajo no para. ¿Qué hay de ti?

—Salí del trabajo hace un rato y pensé en que dejaste muy claro que yo debía dar los pasos —aclarándome la garganta prosigo—. Así que decidí llamar, no lo pensé demasiado. No creí que responderías.

—Pocas personas tienen mi número y aún menos son las personas con las que me sentaría a tener una conversación por teléfono.

» ¿Qué te parece si hablamos sin pensarlo demasiado? —propone.

— ¿A qué te refieres?

—A que no le des tantas vueltas. Habla conmigo sin pensarlo dos veces, no te agobies sobre qué pensaré de ti y yo tampoco lo haré. Sin presiones o fingir, solo déjame conocer quién eres realmente.

Dejo ir una profunda respiración y me digo que puedo hacer esto. No puede ser tan difícil gozar de la libertad de quién soy sin miedo a ser juzgada, señalada, reprobada o burlada. Quiero saber qué se siente solo ser lo que quieres o desearías sin pensarlo demasiado.

Mi mano se cierra en puño sobre la sabana y digo la cosa más inesperada que nadie sabe de mí.

—Leo los libros eróticos de mi compañera de piso.

Silencio.

Silencio.

Más silencio.

—Tienen que ser muy buenos para que leas más de uno —Es la respuesta que me da—. ¿Qué hay de bueno en ellos?

Me dejo caer de espalda sobre el colchón y sin darme cuenta sonrío con la vista clavada en el techo de mi habitación. Siento un cosquilleo en mi estómago y una emoción que quiere salir de mi cuerpo.

—Ella escribe muy bien aunque no haga muchas tramas. Todo lo que escribe tiene... Sexo —Lo escucho reír con suavidad—, pero es la manera en la que trabaja la tensión entre los personajes, la expectativa. Cómo te hace colgar de un hilo preguntándote cuándo sucederá realmente y cuando pasa, no es cómo pensabas. No se lee repetitivo o común...Se lee cómo otro mundo, cómo algo que puedes sentir o desear vivir. Es algo más.

Solo cuando finalizo me doy cuenta de todo lo que le he dicho, por supuesto que siento mi rostro caliente y soy consciente de su respiración a través del teléfono se ha acelerado un poco.

—Tal vez deba darme un paseo por los libros de tu compañera. No es mi tipo de lectura, pero suena cómo algo que sería interesante de leer y que tal vez me ayude a entender las cosas que te gustan.

— ¿Qué me gustan?

—Sí, apuesto a que hay muchas escenas que sin darte cuenta lees una y otra vez o tienen más impacto en ti. Esas que se meten en tu subconsciente y te afectan son las que muy en el fondo hablan de lo que te gusta. Cosas que te gustaría hacer...

—Te estoy diciendo que son libros de sexo —digo sin tacto tomándome por sorpresa.

—Y te digo que tal vez sean las cosas que más quieras probar en el sexo. Oh, espera ¿No podemos hablar de sexo? —pregunta con diversión.

Me doy cuenta que no se burla de mí, es solo su forma de ser en la que bromea, es importante que lo entienda para no sentirme ofendida.

— ¿Por qué hablamos de ello?

—Porque inesperadamente confesaste que lees libros eróticos escritos por tu compañera. ¿Cómo se llama? Estoy muy interesado en leerla.

—No te lo diré.

—Aun —Agrega—. ¿Algo más para compartir de sobre ti?

—Dime algo de ti...

—Soy un mangaka, un...

—Sé lo que es y tiene sentido basado en tus dibujos.

— ¿Cómo sabes su significado?

—Estoy familiarizada con la cultura asiática —respondo—. Creo que es increíble lo que haces.

—Créeme no es tan increíble. Mi nombre nunca figura, pero no quiero hablar de ello —Lo escucho bostezar—. Oye, traviesa, es divertido hablar pero el medicamento me está noqueando, muero de sueño.

—Oh, entiendo. Descansa.

—Ya sabes que puedes llamarme cuando quieras.

Dicho eso, él termina la llamada y me cubro los ojos con mi brazo. Una risa comienza emerger de mí e incrementa con el pasar de los segundos. Me siento emocionada y avivada.

Esta sensación me gusta demasiado, podría volverme una adicta a ello, se siente tan bien.





¡Holissss! Aquí otro capítulo de los loquitos australianos

Gracias por darle amor a este bebé ¿Qué tan pronto otro capítulo? Ya veremos, ya veremos...

Para más noticias de la historia:

Instagram: DarlisStefany

Twitter: Darlis_Steff

Espero les guste.

Un beso.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top