1.

Narra Tini:

Me levanté con pereza, era otro estúpido día de escuela, me metí a bañar, y me terminé de arreglar, al bajar, me encontré a Mechi, mi mejor amiga. Ella y yo vivimos juntas desde hace 2 años ya que a los 15 años nuestros padres murieron, ella y yo nos conocemos desde que teníamos 10 años y hemos vivido muchas cosas juntas.

—Hola hermanita —dije agarrando un pan.

—Hola, apurale que se nos hace tarde —dijo mirándome seria.

—Ay, por favor yo sé que a ti no te interesa la escuela, sólo lo dices para ver a Ruggero —dije burlona.

—Y tú, no me digas que no te mueres por ver a Jorge- dijo riendo.

—Ya acabé, vámonos —dije cambiando de tema, ella solamente rió.

Terminamos de recoger la mesa, y salimos de la casa, Mechi empezó a conducir hasta la escuela, al llegar, como íbamos a tiempo no tuvimos que correr como los días anteriores, simplemente nos fuimos al salón.

—¿Te gustaría hacer un maratón de Harry Potter al rato? —preguntó Mechi.

—¡Claro! ¿Qué más Podemos hacer?

—Buen día alumnos, ¿están todos? —Mechi no contestó cuando llegó el profesor, pero sabía que tenía ganas.

—No, no han llegado ni Blanco, ni Pasquarelli —dijo un chico de el fondo de la clase.

—Esos...

—¡Hola, hola! Ya llegó por quien lloraban —Jorge entró por la puerta seguido de Ruggero.

—Ya no sufran, chicas.

—¡Blanco, Pasquarelli! ¡Llegan tarde, hagan el favor de no hacer payasadas y sentarse! —exclamó enojado el profesor, ambos se sentaron atrás de nosotras.

—Animate, Tini, ya vas a ver que cuando salgamos de aquí, todo va a mejorar, ¿Está bien? —Mechi me susurró cuando el maestro se alejó de nosotras.

—Mientras, tenemos que soportar ésta mierda —respondí.

La clase pasó rápida, algo usual cuando pones atención. Pasaron las clases y llegó el almuerzo yo iba distraída, por lo tanto, no vi a la persona con la que choqué.

—¿Te puedes fijar por donde caminas? —pregunté enojada, aún sin alzar la vista.

—Claro, linda.

Mierda. Mierda. Mierda.

Lo que me faltaba era encontrarme con él, la situación me sonaba familiar. Era parte de un estúpido cliché más.

—Deja de molestar, Blanco —dije levantándome, sin su ayuda, me fui de ahí dejándolo con la palabra en la boca.

La verdad era que estaba emocionada, me había llamado linda, a pesar de que sabía que sólo quería tener sexo conmigo, y que esto me sonaba a una historia que había leído en esas aplicaciones donde la gente escribe sus historias.

Me dirigí a la cafetería, y me senté junto a Mechi, empezamos a bromear y jugar con la comida, cuando le tapan los ojos a Mechi, me empecé a reír al ver quien era.

—¿Xabiani? —preguntó tierna, se escuchó un “no”, vi como Mechi reflejó saber quién era, algo que solo yo note.

—Mi novio Pa... —iba a terminar pero la interrumpió el chico separándose de ella y sentándose al lado.

—¿Tu novio? —preguntó serio.

—Ruggero creeme no pensé que fueras tú —dijo con algo de sarcasmo, yo reí.

—Yo sé que estás soltera, cariño —dijo pícaro.

—¿Cómo lo sabes? —respondió de la misma manera.

—Hola, lindura —dijo alguien a mi lado.

Mierda.

—¡Me asustaste, idiota! —dije algo enojada— ¿Qué quieres, Blanco?

— Uy, tranquila —dijo con tono burlón—. Solo venía por Ruggero, pero al parecer está ocupado.

Ruggero estaba coqueteando con Mechi, sabía que ella estaba encantada con eso, pero que también estaba consciente de que él solo quería una noche con ella.

La campana sonó haciendo que se separaran, jalé a Mechi para dirigirnos al salón, y por desgracia o fortuna, nos tocaba la misma clase que a ellos. Entramos y nos pusimos en nuestros lugares, como Jorge y Ruggero venían atrás, se nos quedaron viendo.

—Bueno alumnos, iré directo al grano, harán un proyecto en parejas —el salón gritó de alegría, incluidas nosotras—. Pero, yo las elegiré —ahora todos abucheamos.

—Ya estuvo que no nos toca juntas —le dije a Mechi.

—Sí, con eso de que quieren equilibrar los equipos, capaz y nos toca con algún burro —me reí del comentario de Mechi, pero puse atención, le tocaba a Jorge.

—Blanco con... Stoessel —dijo el profesor, volteé la cabeza para ver a Jorge y el solo me hizo un guiño.

—Suerte la tuya —me dijo Mechi.

—No se si estar, nerviosa o feliz —le sonreí.

—Lambre con... Pasquarelli —Mechi me miró sorprendida y solo pude reírme.

Dejamos de prestar atención después de oír nuestros nombres, hasta que salimos de la clase, salimos rápido, pues no queríamos encontrárnoslos, pero la suerte nos odia.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top