Capítulo 15: Melodías del Corazón
—¿Qué demonios pasó? —logré preguntar, aunque mi voz sonó más como un susurro.
Jake murmuró algo incomprensible, dando un paso tambaleante hacia adelante antes de tropezar contra la pared. Josh reaccionó al instante, avanzando hacia él como si esperara que volviera a atacarlo, pero cuando vio que Jake apenas podía mantenerse en pie, se detuvo.
—Trevor, no es lo que parece. —Josh me miró, su voz firme, pero con un toque de urgencia. —Yo no le dejé esa herida.
Mis ojos saltaron entre Jake, que ahora se deslizaba lentamente hasta quedar sentado en el suelo, y Josh, que aún respiraba con dificultad.
—¿Qué? Pero te vi... Estabas ahí, con el puño levantado... —dije, mi mente intentando juntar las piezas del rompecabezas.
Josh suspiró, pasando una mano por su cabello desordenado, como si intentara despejarse.
—Escucha, Jake estaba fuera de control. Gritaba, empujaba a la gente. Cuando intenté calmarlo, se puso agresivo. Iba a golpearme, Trevor. Yo solo traté de defenderme. Y justo cuando iba a apartarlo, abriste la puerta. Fue como si todo se congelara por un segundo, y... bueno, él terminó golpeándose solo cuando perdió el equilibrio.
Me quedé mirándolo, procesando lo que acababa de decir. La forma en que Josh me sostenía la mirada, directa, sin titubear, hizo que algo dentro de mí se calmara. No era el villano de la escena, aunque las apariencias dijeran otra cosa.
—¿Estás seguro de que no le hiciste nada? —pregunté, todavía sintiendo una pizca de incredulidad.
Josh asintió, apretando los labios.
—Sí. Y aunque me hubiera gustado devolverle el golpe por todo lo que ha hecho, no lo hice. Porque no soy como él.
Por un instante, deseé que lo hubiera hecho. La idea de Jake recibiendo un golpe, pagando al menos una parte de lo que le había hecho a Lara, me resultaba... tentadora. Pero mientras miraba a Josh, esa sensación se mezcló con algo más, una punzada de vergüenza. Él había sido el más sensato, y yo, en el fondo, deseaba algo más violento.
—Bueno... supongo que es bueno que uno de los dos tenga algo de autocontrol —comenté, intentando aligerar la tensión mientras soltaba una risa nerviosa.
Josh arqueó una ceja, y un destello de humor cruzó su rostro.
—¿Eso fue un cumplido, Trevor? ¿De verdad? ¿O es que el caos te ablandó un poco la cabeza?
—No te emociones demasiado, solo intento procesar todo esto. —Respondí con un intento de sarcasmo, aunque mi voz aún temblaba un poco.
Josh dejó escapar una risa baja, que rompió un poco la atmósfera pesada.
—De todos modos, estoy bastante seguro de que no necesitaba golpearlo para que él mismo acabara así. Mira ese idiota. —Señaló a Jake, que seguía tambaleándose contra la pared, medio inconsciente.
—Sí, parece que el karma trabaja rápido a veces. —Mi comentario era mitad broma, mitad verdad. Pero no podía quitarme de la cabeza lo cerca que todo había estado de salirse de control.
Por un momento, solo se escucharon los jadeos de Jake y los ecos lejanos de la música. La tensión en el aire empezó a disiparse, aunque no del todo.
Josh suspiró y miró hacia la puerta.
—Tenemos que salir de aquí. Esto no pinta bien, y te prometo que la última cosa que quiero es una discusión con alguien más por culpa de este idiota.
—Estoy contigo —dije, asintiendo. Pero antes de moverme, lo miré una última vez y añadí: —Gracias, Josh. No solo por esto, sino por no convertirte en alguien como él.
Él me dio una palmada en el hombro, con una pequeña sonrisa.
—Vamos, Trevor. Sigamos antes de que termine arrepintiéndome de no haberlo noqueado.
Por primera vez en lo que parecía una eternidad, esbocé una sonrisa genuina, aunque fugaz. El caos del exterior seguía llamándonos, pero al menos, por ahora, teníamos un respiro.
Mientras nos abríamos paso por el pasillo, dejando atrás a Jake, el ambiente de la fiesta empezó a sentirse como una película en la que los actores seguían actuando, ignorando completamente lo que había ocurrido. Los gritos habían desaparecido, reemplazados por la música, como si alguien hubiera cambiado de repente la banda sonora.
—Bueno, ahora sí quiero una de esas mini hamburguesas de las que todos hablan. —Josh intentó romper la tensión mientras bajábamos las escaleras hacia la sala principal.
—¿Es en serio? —pregunté, lanzándole una mirada incrédula, aunque agradecido por el cambio de tema.
—¡Totalmente! Después de todo esto, merezco al menos dos. Y tú también. —Me dio un codazo, y aunque intenté resistirme, terminé sonriendo.
Cuando llegamos a la mesa de bocadillos, me di cuenta de que el caos ya no era el centro de atención. La gente charlaba animadamente, algunos seguían bailando y otros disfrutaban de los aperitivos como si nada hubiera pasado. Era desconcertante, pero también, de algún modo, reconfortante.
Josh agarró una de las bandejas con mini hamburguesas y tomó una de un solo movimiento, probándola con exagerado entusiasmo.
—¡Estas mini hamburguesas son increíbles! Moi sabe lo que hace, definitivamente.
—Ella siempre lo sabe. —Respondí mientras agarraba una para mí. Intenté concentrarme en el sabor, en la música, en todo menos en la tormenta que se libraba dentro de mí.
—Por cierto, ¿qué fue eso de Lara? —preguntó Josh entre bocados, arqueando una ceja con ese tono de curiosidad mezcla de amigo y juez que tanto le gustaba usar.
Tomé aire antes de responder, sabiendo que no iba a ser fácil explicar lo que había pasado.
—Es complicado —dije finalmente, tomando otra mini hamburguesa como si pudiera usarla de excusa para evitar hablar.
Josh rió y negó con la cabeza.
—Complicado es quedarse atrapado en un baño con su novio peleando afuera. Pero esto, Trevor... esto suena más a desastre emocional.
Nos miramos un momento, y su expresión se suavizó.
—Está bien. Terminemos estas hamburguesas, salimos de aquí y me cuentas todo.
Asentí, agradecido por su paciencia. Mientras masticaba lo que probablemente era mi última mini hamburguesa de la noche, intenté concentrarme en el sabor, en la textura, en cualquier cosa que pudiera distraerme del eco constante del beso en mi cabeza. A nuestro alrededor, la música y las risas seguían marcando el ritmo de la fiesta, pero para mí, todo se sentía como un ruido de fondo.
Josh terminó su hamburguesa y se limpió las manos con una servilleta, dándome una señal.
—Bueno, creo que es hora de cerrar esta noche.
—Por favor, pensé que no lo dirías nunca —respondí, aunque en el fondo deseaba haberme ido hace rato.
Nos dirigimos a la salida, atravesando un mar de disfraces y conversaciones ininteligibles. Entonces, justo cuando estábamos a punto de cruzar la puerta, Ally apareció de la nada. Con su disfraz de Russell de Up —gorra cuadrada, banda de insignias y pantalones cortos incluidos—, parecía tener una energía inagotable.
—¡No se vayan! —exclamó, deteniéndonos con una sonrisa radiante.
Josh intentó parecer más animado de lo que estaba y le dedicó una sonrisa cansada.
—Lo siento, Ally, pero estamos destrozados. Ha sido una semana interminable.
Asentí, sumándome a su excusa.
—Sí, la próxima será. Gracias por todo.
Ally parecía decepcionada, pero no insistió. O eso pensé, hasta que, en un movimiento rápido, se inclinó hacia mí y me dio un beso en la mejilla. Apenas tuve tiempo de reaccionar cuando giró hacia Josh y, sin previo aviso, le plantó un beso en los labios.
Josh quedó paralizado, con los ojos abiertos y la mandíbula floja.
—¡Nos vemos! —gritó Ally, alejándose con una risa mientras se perdía entre la multitud.
Josh me miró, todavía procesando lo que acababa de pasar.
—¿Lo viste? ¡Me besó en los labios!
No pude evitar reírme.
—Relájate, Romeo, fue un beso amistoso. Ally estaba en plan juguetón, nada más.
Josh pasó una mano por su cabello, aún confundido.
—Sí, amistoso... bueno, vámonos antes de que quiera otro.
Mientras salíamos de la casa, la frescura de la noche nos recibió, alejándonos del bullicio y de los ecos de la fiesta. Caminamos en silencio hacia el auto, con las manos en los bolsillos y el aire nocturno despejando un poco nuestras cabezas.
Josh rompió el silencio.
—Bueno, considerando todo lo que pasó esta noche... ¿crees que sobreviviremos a esta semana?
Lo miré, soltando un resoplido.
—Si he sobrevivido a esto, creo que puedo con cualquier cosa.
Pero mientras hablábamos, el recuerdo de Lara y de nuestro beso seguía acechando en mi mente, como una melodía que no dejaba de repetirse. Sabía que esta noche aún me iba a perseguir, que las conversaciones que evitaría ahora regresarían con más fuerza.
Mientras subíamos al auto, con Josh todavía quejándose en voz baja sobre Ally, una sola certeza se clavaba en mi interior: esta noche solo había sido el comienzo de un caos mucho más grande.
Nos acomodamos en los asientos, y en cuanto Josh encendió el motor, giró la cabeza hacia mí con los ojos brillando de pura emoción.
—Oe, Trevor, ya basta de misterios. Suéltalo todo. Que estoy con las orejas listas como Dumbo para escuchar todo el chisme. —Su voz era una mezcla de incredulidad y entusiasmo, como si acabara de enterarse de la noticia del año.
No pude evitar reírme ante su reacción, aunque estaba claro que no iba a dejarme escapar.
—Fue algo... espontáneo. Estábamos hablando y, de repente, sentí que tenía que hacerlo y la besé.
Josh se echó hacia atrás, poniéndose una mano en la frente como si intentara procesar lo que acababa de oír.
—¡¿Qué?! —exclamó, casi a gritos, antes de mirar hacia el techo del auto—. Dios mío, Trev, no me digas que simplemente te lanzaste así como así. ¿Qué clase de película romántica crees que estás protagonizando?
Me encogí de hombros, tratando de no sonrojarme.
—No sé, Josh. Fue como si algo hiciera clic en mi cabeza. Estábamos ahí, y antes de darme cuenta... pasó.
Él se inclinó hacia mí, con una expresión entre la fascinación y el escándalo.
—¿Y cómo fue? ¡Necesito detalles! ¿Qué dijo ella? ¿Cómo reaccionó? ¡Esto es oro puro!
Miré por la ventana, las luces de la calle parpadeaban como si quisieran añadir dramatismo a la escena. ¿Cómo explicarle lo que fue ese primer beso? Cada segundo fue como estar en un universo alterno, uno donde la realidad se calla y deja hablar al caos interno. Lara... había algo en la suavidad de sus labios, en la electricidad que sentí cuando el mundo entero se redujo a ese instante. Fue como abrir una puerta a otro mundo y no saber cómo volver al mío.
—Bueno, no dijo mucho. Estaba tan sorprendida como yo, creo. Fue... raro. Y perfecto. Y confuso.
Josh dejó escapar un suspiro teatral, llevándose ambas manos a la cara como si estuviera a punto de desmayarse.
—¡Por el amor de todo lo que es sagrado, Trevor! ¿"Raro, perfecto y confuso"? No puedes soltarme algo así y esperar que no me vuelva loco. ¿Fue como en las películas, con música de fondo y todo, o más bien torpe, tipo "nos chocamos las narices"?
No pude evitar sonreír. Su entusiasmo era contagioso.
—Fue más como... un momento donde todo se detuvo. El mundo desapareció, y solo estábamos nosotros dos.
Josh me miró, y por un segundo, su expresión pasó de la emoción pura a algo más serio.
—Wow. Ok, eso suena intenso. ¿Y ahora qué? Porque si esto es tan grande como parece, no me digas que vas a dejarlo así.
Suspiré, sintiendo que la presión volvía a caer sobre mí.
—No lo sé, Josh. Tiene novio, y somos amigos. No quiero arruinarlo todo.
Él negó con la cabeza rápidamente, como si no pudiera creer lo que estaba escuchando.
—No, no, no. No me vengas con esa excusa, Trevor. Esto no es solo un beso cualquiera. ¿No te das cuenta? Si sentiste todo eso, no puedes simplemente meterlo en una caja y fingir que no pasó.
Me quedé callado, dándole vueltas a sus palabras.
Josh me dio un pequeño golpe en el brazo, como si intentara despertarme.
—Escucha, Trev. A veces, las cosas grandes en la vida vienen envueltas en caos. Sí, puede que sea complicado, pero, honestamente, ¿cuándo las cosas que realmente importan son fáciles?
Encendió la radio mientras me miraba con una mezcla de frustración y cariño.
—Solo piénsalo, ¿ok? Pero si me preguntas, creo que acabas de abrir la puerta a algo que puede cambiarlo todo. Y eso, amigo mío, es algo que no deberías ignorar.
Mientras avanzábamos por las calles tranquilas, mi mente seguía atrapada en un ciclo interminable de "¿y ahora qué?". Entonces, como si el universo decidiera burlarse de mí, comenzó a sonar Wildest Dreams de Taylor Swift en la radio. La voz de Taylor llenó el auto, cada verso golpeándome justo donde dolía.
"Say you'll remember me..."
Me hundí en el asiento, como si eso pudiera protegerme de las emociones que la canción despertaba. Era imposible no pensar en Lara, en el beso, en todo lo que ese momento había desatado dentro de mí.
Josh, siempre atento, echó un vistazo rápido en mi dirección antes de soltar un suspiro dramático. —En serio, Trev, no puedo creer que estés aquí, todo existencial, después de lo que pasó. ¡Te besaste con Lara! ¿Sabes cuántas Trevors de diferentes multiversos darían todo por estar en tu lugar?
Me volví hacia él, medio sonriendo.
—¿Ah, sí? ¿Cuántas Trevors quieren estar en un lío emocional con una amiga que tiene novio?
Él puso los ojos en blanco, claramente frustrado por mi falta de entusiasmo.
—¡Eso no es un "lío emocional"! Es el inicio de algo épico, si tú quieres que lo sea. Pero no, tú tienes que complicarlo todo con tu "¿y si...?".
La letra seguía resonando, más fuerte que su voz y que mis propios pensamientos. "Even if it's just in your wildest dreams..."
Josh bajó el volumen, pero no su intensidad.
—A ver, Trevor, ponte serio. ¿Qué sientes por Lara? Porque yo no voy a dejar que uses el clásico "es complicado" para evadir la pregunta.
Me pasé una mano por el cabello, sin saber cómo responder.
—No lo sé. Es decir, siento... algo, obviamente. Pero también siento que esto está mal. Ella tiene novio, Josh. ¿Qué clase de persona eso me hace?
Él frenó en un semáforo y se giró hacia mí, sus ojos llenos de determinación.
—Te hace humano. Mira, no estoy diciendo que salgas corriendo a declararle tu amor, pero tampoco puedes fingir que esto no pasó. Lara te importa, ¿o no?
—Claro que me importa.
—La confesión salió más rápido de lo que esperaba, como si hubiera estado esperando el momento para liberarse.
Josh asintió lentamente, como si acabara de ganar un argumento en el que ni siquiera sabía que estaba participando.
—Entonces, deja de pensar tanto y siente, por una vez en tu vida.
El resto del trayecto fue silencioso, excepto por el murmullo de la radio y el eco de sus palabras en mi cabeza. Cuando llegamos frente a mi casa, Josh apagó el motor y se giró hacia mí con una expresión de seriedad poco habitual en él.
—Trev, no tienes que decidirlo todo esta noche, pero tampoco puedes ignorarlo para siempre. Lo que sea que sientas por Lara, averígualo. Pero haz algo.
Asentí, agradecido por su apoyo, aunque mis pensamientos seguían enredados. Bajé del auto, sintiendo la frescura de la noche como un recordatorio de que el mundo seguía girando, incluso si mi cabeza no paraba de dar vueltas.
Cuando llegué a la puerta de mi casa, me detuve. Miré hacia el cielo estrellado, buscando respuestas que sabía que no encontraría ahí. Mi corazón latía con fuerza, dividido entre el miedo a arruinarlo todo y la esperanza de que esto pudiera ser el inicio de algo que valiera la pena.
Mientras abría la puerta, una pregunta seguía girando en mi mente: ¿Sería este beso el comienzo de una historia real o solo un recuerdo más en mis sueños más salvajes?
Y con esa duda ardiendo en mi interior, supe que no podría evitar enfrentarme a Lara.
No esta vez.
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