Capítulo 12: Operación MIB: Misión Fiesta
Mientras Josh y yo salíamos de la sala de música, no podía evitar sentir que algo en el aire había cambiado. El comentario sarcástico de Jake seguía rondando en mi cabeza, pero más que molestia, era como si me hubiera lanzado un desafío indirecto.
—¿Una fiesta de disfraces? —murmuré mientras caminábamos hacia el estacionamiento.
Josh soltó una risa ligera, claramente más emocionado de lo que quería mostrar.
—¿Por qué no? —respondió, dándome un codazo—. Podría ser divertido... y además, ¿te imaginas la cara de Jake si aparecemos con algo épico?
Suspiré mientras veía a Josh sacar las llaves del auto. Josh tenía razón, aunque no quería admitirlo. Desde que Ally nos había lanzado esa invitación con su sonrisa cómplice, sabía que no había forma de esquivar el asunto. Y lo peor era que Jake ya había puesto sus expectativas en el suelo, lo que solo me daba más ganas de probarle lo equivocado que estaba.
—Está bien, pero solo porque no quiero que nos encasillen como "la banda de garaje mal pagada" —dije mientras subíamos al auto.
Josh se rió a carcajadas, encendiendo la radio justo cuando comenzó a sonar "Cruel Summer" de Taylor Swift.
—¡Es una señal! —exclamó, girando el volumen hacia arriba.
El ritmo envolvente llenó el auto, y, aunque intenté resistirme al principio, era imposible ignorar cómo Josh empezó a moverse al compás, su entusiasmo casi radiando por los poros.
—¿Es en serio? —le dije, alzando una ceja, aunque ya sabía que su energía era contagiosa.
—¡Vamos, Trevor! No puedes negar que esta canción es un himno —respondió, golpeando el ritmo en el tablero mientras el estribillo se acercaba.
Y ahí estaba yo, rindiéndome con una mezcla de resignación y diversión. Al fin y al cabo, si íbamos a perder la dignidad buscando disfraces de último minuto, ¿por qué no hacerlo con estilo?
Josh, como siempre, estaba más que emocionado, y en cuanto el estribillo llegó, no pudo evitar unirse al coro. Cuando vi su entusiasmo contagioso, algo dentro de mí se rindió, y me dejé llevar. Sí, estábamos a punto de perder tiempo y dignidad en una fiesta a la que ni siquiera estábamos seguros de querer ir, pero... bueno, ahí estaba yo, gritando:
—"It's cool, that's what I tell 'em. No rules in breakable heaven. But ooh, whoa oh..."
El aire fresco seguía entrando por la ventana y revolvía mi cabello, lo cual seguramente me hacía ver un poco desquiciado, pero, honestamente, me importaba cero.
Estábamos en plena explosión con la canción y ahí estábamos Josh y yo, cantando como si estuviéramos en la mismísima tarima del estadio, sin ninguna vergüenza. La vida era buena en ese instante, por un segundo, sin pensar en el concurso, en Jake, o en la fiesta de disfraces.
Al llegar al pegajoso coro, ambos nos lanzamos al máximo: "I'm drunk in the back of the car, and I cried like a baby coming home from the bar, ooh." Porque, honestamente, ¿quién no siente la necesidad de cantar una línea tan dramática con el corazón en la mano? El auto se había convertido en nuestro pequeño refugio acústico, el viento traía olor a libertad, y cada acorde de la canción nos empujaba a cantar con más entusiasmo. Y, aunque no quería admitirlo, me recordaba por qué amaba tanto la música; en momentos como este, incluso el problema más apremiante (como conseguir un disfraz decente de último minuto) parecía una cuestión secundaria.
La canción terminó, y ambos nos quedamos en un silencio relajado, como si el universo mismo nos hubiera dado un aplauso de pie por nuestra interpretación. No éramos perfectos, ni afinados, ni nada remotamente profesional, pero éramos nosotros. Con la música, las bromas, y el sol de la tarde.
Josh fue el primero en romper el silencio, con una mezcla de emoción y seriedad que solo él podía lograr.
—Pero en serio, Trevor, tenemos que hacerlo bien —dijo Josh cuando estacionamos frente al supermercado—. Nada de disfraces aburridos. Algo que diga "Estamos aquí para arrasar".
—¿Arrasar en una fiesta de disfraces o en el ego de Jake? —respondí, cerrando la puerta del auto con una sonrisa irónica.
Josh se encogió de hombros, fingiendo inocencia.
—¿Por qué no ambas?
Nos dirigimos hacia la entrada del supermercado, no pude evitar pensar que quizás, después de todo, esto era lo que realmente importaba. Quizás ese par de minutos cantando a todo pulmón valían más que el trofeo que tanto quería ganar. Y si en el camino había una fiesta de disfraces que atravesar... bueno, tal vez hasta sería divertido.
Ya dentro del supermercado, nos recibió la fría y nada acogedora bienvenida de las luces de neón y el caos de un viernes por la tarde. El bullicio era una sinfonía de carritos chirriantes, niños gritando como si sus vidas dependieran de una bolsa de papitas y la inevitable señora que decidía bloquear el pasillo entero con su carrito mientras examinaba cada manzana como si fuera un rubí.
Josh iba delante de mí, moviéndose con ese aire despreocupado suyo, como si estuviéramos en una tranquila caminata por el parque y no en una guerra campal por los últimos rollos de papel higiénico. Nos dirigimos al área de disfraces, nuestro objetivo secundario (porque el principal era, sin duda, sobrevivir sin empujar a nadie).
—¿No te parece encantador este ambiente? —dijo Josh, lanzándome una mirada divertida mientras una pareja discutía acaloradamente al fondo sobre qué marca de cereales comprar.
—Ah, el romance moderno en su máxima expresión —respondí, contagiado un poco por su sarcasmo. Aunque en el fondo, me preguntaba si esto era una especie de prueba de resistencia para futuros eventos sociales. Quizá si soportaba esta experiencia, el concurso parecería pan comido.
Finalmente, llegamos al pasillo de disfraces, un bazar de caos creativo donde los trajes de superhéroes, zombies con manchas de "sangre" dudosa y atuendos de personajes que nadie pidió estaban apilados en un revoltijo de colores y texturas. Algunos disfraces parecían listos para encontrar a su próximo dueño, mientras que otros... bueno, claramente ya habían sido protagonistas de fiestas pasadas (y no con finales felices). El panorama era un delirio visual de clichés fuera de temporada: vaqueros con botas sacadas de un rancho abandonado, y hasta un zombie de Santa Claus, como si el espíritu navideño hubiera tomado un giro postapocalíptico.
A medida que avanzábamos entre la maraña de opciones pasadas de moda y probablemente hechas en masa, me di cuenta de que estábamos atrapados en una especie de comedia juvenil. Y, curiosamente, no me molestaba tanto. Si íbamos a presentarnos en una fiesta llena de miradas críticas, al menos teníamos que encontrar algo que valiera la pena.
Mientras tanto, Josh se movía entre los disfraces con la emoción de un niño en una tienda de juguetes, inspeccionando cada traje como si contuviera el secreto de la noche perfecta. Yo, en cambio, intentaba convencerme de que esta no era una pérdida total de dignidad. Ahí estaba yo, en un supermercado cualquiera, luchando por encontrar el atuendo ideal que, al menos por una noche, me permitiría ser alguien más, mientras intentaba no perder la cordura en el proceso.
Josh tomó un sombrero de vaquero y me lo lanzó.
—¿Qué dices? Vaquero cósmico, quizás.
Me lo puse por un momento, tratando de imaginarme en una fiesta con eso. No funcionaba. Me lo quité y lo dejé a un lado.
—Definitivamente no es mi estilo —admití—. A menos que quiera parecer el extra menos famoso de un western de bajo presupuesto.
—Venga, Trevor, dale un poco de emoción —dijo Josh, ¡mientras se probaba una máscara de alien bastante aterradora—Admitamos de que esto es emocionante! —replico agitando con entusiasmo otro disfraz de superhéroe—. ¿Tienes idea de qué quieres llevar? Y ya sabes, Ally me mencionó que le gustan las sorpresas...
Le sonreí mientras apartaba algunos trajes más discretos, tipo "no quiero llamar la atención, pero igual tengo que vencer a Jake en estilo".
— No tengo ni idea. Pero bueno, no quiero sonar superficial, pero, si puedo darle una pequeña bofetada visual a Jake en el proceso, pues, no me opongo —dije, intentando sonar casual, mientras en realidad analizaba si había algún disfraz que gritara "triunfo social".
Josh asintió, con una sonrisa que decía "te conozco demasiado bien".
—Exacto, amigo, esto no es el momento de andar de aguafiestas. ¡Hace siglos que no vamos a una fiesta y necesitamos impresionar, o mínimo, no hacer el ridículo!
Suspiré, dándole una mirada de complicidad, y solté lo que ya sabía que él quería oír:
—Aunque, seamos honestos, tú quieres impresionar más a Ally que al resto, ¿verdad? Vamos, Josh, vi esas miraditas, ¿esto va más allá de un simple saludo, no crees?
Josh se rió y se encogió de hombros—. Dios, Trevor, nada se te escapa. Pero bueno, ¿quién sabe? Quizás Ally y yo... y tú, amigo mío, ¿quién dice que no podrías llamar la atención de Lara?
—Ja. No juegues conmigo, Josh. Lara está con Jake, y eso es una causa perdida. Pero vos y Ally... ¿quién sabe? —dije, mientras en realidad el pensamiento de fastidiar a Jake me daba un poco más de motivación de la que quería admitir.
Entonces Josh se encontró un disfraz de astronauta y empezó a probárselo encima de la ropa, observándose en el espejo de cuerpo entero, mirándose como si estuviera por despegar hacia la luna o algo aún más épico. Y en realidad, le quedaba sorprendentemente bien, con esos detalles plateados y el casco brillante. Listo para salvar la galaxia... o al menos, para ir a una fiesta de disfraces con estilo.
—Listo para despegar, agente de la NASA, —bromeé—. No pensé que quedaran disfraces decentes faltando tanto para Halloween.
Josh me dio una sonrisa de "confía en mí" y sacó una bolsa con un traje de Men in Black (o "MIB" en grande, para quienes necesitan recordatorio). Al principio parecía un traje negro bastante estándar, pero luego, al abrirlo, reveló un montón de accesorios chistosos: gafas oscuras, una credencial, un muñeco de alien que se colgaba del hombro y, la joya de la corona, un neuralizador de plástico para borrar memorias.
—Okay, Josh, tengo que admitirlo: este disfraz es perfecto. ¿Listo para ser los agentes del estado más cool y secretos de la fiesta? —dije mientras me acomodaba el alien al hombro y jugueteaba con el neuralizador.
Josh alzó la pistola de juguete y me guiñó un ojo—. ¡Por supuesto! Y si las cosas se salen de control en la fiesta, borramos la memoria de todos y listo, nunca sabrán nada.
Nos echamos a reír. La idea de usar nuestros "poderes" en la fiesta era ridículamente absurda, pero precisamente por eso sonaba tan genial.
—No olvidemos las identificaciones. Yo como agente MIB, vos, astronauta intergaláctico, —le dije, colocando la credencial en mi camisa con una seriedad dramática.
Josh hizo una pequeña reverencia con el casco bajo el brazo y sonrió—. Listo para el despegue, agente Trevor.
Guardamos los disfraces con una mezcla de emoción y un poco de pánico, como si estuviéramos guardando un secreto que podría arruinar nuestras vidas si se filtrara. Salimos del pasillo de disfraces, listos para desvelar nuestras identidades secretas en la fiesta de Ally. La verdad, no teníamos idea de lo que nos esperaba, pero había algo reconfortante en el hecho de que, al menos, no seríamos los más ridículos de la fiesta.
Bueno, eso creía.
—Esto va a ser épico —dije, intentando sonar más seguro de lo que realmente estaba. Después de todo, si íbamos a hacer el ridículo, prefería hacerlo con estilo.
Josh asintió, casi hipnotizado por la idea de sorprender a Ally. La expectativa brillaba en sus ojos, y yo no podía evitar pensar que, si esto funcionaba, sería como si estuviéramos en una novela de comedia juvenil. Solo que, sin los giros de trama emocionantes, la banda sonora pegajosa y, por supuesto, la posibilidad de que alguien se peleara o tuviera una crisis de identidad en medio de la fiesta.
—Y Jake... —continué—, no se lo va a ver venir. El tipo pensará que hemos sido abducidos por extraterrestres y que ahora somos los héroes de la galaxia.
Josh se rió, y por un momento, la presión del concurso se sintió un poco más ligera. Aún así, una pequeña voz en mi cabeza seguía recordándome que, si todo salía mal, no solo podría quedarme sin una oportunidad con Lara, (que claramente no tenía) sino que también me vería atrapado en una conversación incómoda con Jake.
Pero hey, al menos tendría un disfraz de MIB. ¿Quién puede despreciar eso?
Así que, con los pensamientos dando vueltas en mi mente y el disfraz de MIB listo para deslumbrar, tomé una profunda respiración. En ese momento, me sentía como si fuera a enfrentar a un villano de película, solo que mi enemigo era la ansiedad social y Jake. La noche prometía ser una aventura digna de una película de acción... o al menos eso esperaba. No podía evitar preguntarme: ¿qué demonios me esperaba detrás de esas puertas en cuanto llegáramos a la fiesta? ¿Sería un éxito épico como en las películas, donde todos me aclaman como el héroe, o un desastre monumental que haría que los críticos de cine me destruyeran en las redes sociales?
Una cosa era segura: estaba listo para enfrentar cualquier cosa que se presentara, aunque en el fondo, una chispa de ansiedad seguía latiendo como un tambor de guerra en mi pecho. La fiesta de Ally no iba a ser cualquier cosa; podría ser el inicio de un capítulo increíble en mi vida... o el final de mis esperanzas, y tal vez de mi dignidad.
Mientras caminábamos hacia la salida del supermercado, con el pulso acelerado y un futuro incierto, me preguntaba si me vería increíblemente bien en el disfraz de MIB o si acabaría pareciendo un extra de una serie de bajo presupuesto. Con esas hilarantes posibilidades en mente, nos dirigíamos a la fiesta, sintiéndonos como los agentes secretos de un universo donde la única misión era no hacer el ridículo.
¿Y si esta vez, en vez de ser el chico que se queda solo en la esquina, podría ser el que robara la atención? Todo podía pasar... incluso si eso significaba enfrentar a Jake en su terreno. Pero claro, eso era solo una idea. Una idea que se desvaneció rápidamente cuando mi teléfono vibró en el bolsillo.
Me detuve, con la mano temblorosa saqué el celular y vi el mensaje de Lara: "Te espero en la fiesta."
Algo en esas palabras hizo que mi mente se disparara en mil direcciones, pero no eran las preguntas que esperaba. ¿Era solo una invitación casual o había algo más detrás de esas palabras? ¿Estaba buscando algo de mí, o era simplemente una forma de seguir el guion de la noche? La tensión que ya sentía en el aire se volvió opresiva, como si las palabras de Lara estuvieran cargadas de un significado oculto.
Mi pulso se aceleró, mi mente enloquecida, y justo cuando intentaba procesar todo, escuché la voz de Josh detrás de mí, cortando el instante.
—¿Todo bien? —preguntó, y en cuanto vio mi rostro, supo que algo no encajaba.
La noche, que antes parecía una aventura incierta, ahora se volvía un rompecabezas aún más confuso. Ya no se trataba solo de si lograría no hacer el ridículo o si me vería bien con el disfraz. Algo más pesado se estaba formando en mi cabeza, y mientras me giraba para seguir caminando, el miedo a lo desconocido me envolvió.
¿Sería capaz de enfrentar lo que me esperaba detrás de esas puertas, o estaba a punto de encontrarme con algo que ni siquiera yo podría anticipar?
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