Capítulo 1: Notas en el Aire
El teléfono vibró en mi bolsillo justo cuando terminaba de ajustar las cuerdas de mi guitarra. Lo saqué rápidamente y miré la pantalla: Notificación de Taylor Nation.
Mi corazón dio un giro.
Ha llegado el momento.
Llevaba semanas esperando una actualización sobre el concurso, pero cada segundo que pasaba me sentía más lejos de alcanzar esa oportunidad. Sin embargo, ahí estaba: una nueva notificación que podría cambiarlo todo.
Abrí la aplicación con manos temblorosas, y las palabras aparecieron frente a mí como un latigazo: ¡Es el momento de inscribirse! Recuerda que solo tienes 2 días para hacerlo.
—¡Mierda! —murmuré, levantándome de golpe y casi tirando la guitarra al suelo.
Josh, mi mejor amigo, levantó la vista del videojuego y arqueó una ceja. —¿Qué pasa? ¿Otra noticia sobre Taylor Swift?
—Es ahora o nunca, Josh. Si no me inscribo, se acabó —le solté, apenas consciente de que estaba hablando en voz alta.
—¿Inscribirte a qué? — preguntó, aunque su sonrisa delataba que ya sabía la respuesta.
—Al concurso. El concurso. El que me podría llevar a ser telonero de The Eras Tour. ¿No te acuerdas? Llevo hablando de esto sin parar.
Josh se encogió de hombros, esbozando esa media sonrisa de "ya te escuché, pero esto es divertido para mí".
—Ah, claro, ese pequeño detalle que te está volviendo loco desde que lo anunciaron.
Ignoré su sarcasmo y volví a la pantalla de mi celular. Telonero de Taylor Swift. En uno de sus conciertos. El pensamiento era casi demasiado para procesar. La idea de estar ahí, en un escenario frente a miles de personas, con Taylor Swift observando, casi me hizo perder el control de mis manos.
Josh dejó el control a un lado y se levantó, inclinándose hacia mí con las manos en las caderas y una expresión divertida.
La habitación estaba hecha un desastre, como siempre: la cama desarreglada, ropa tirada por todas partes y un par de cuerdas de guitarra enrolladas en un rincón junto a una pila de discos de vinilo. Josh, que ya estaba más que acostumbrado al caos de mi cuarto, caminó hacia mi escritorio, apartando con el pie una camiseta que claramente llevaba días en el suelo.
—Entonces, ¿qué se supone que debes hacer? ¿Grabar un video de ti mismo cantando, vestido como Taylor Swift en su era de Reputation? Porque sería una idea excelente.
—Gracias, pero no es tan sencillo —respondí, resistiendo la tentación de lanzarle una almohada—Tengo que ir en persona a una audición y cantar la canción que elija, ya sea propia o no. Tiene que ser algo que demuestre que tengo lo necesario para abrir el concierto de la década... sin quedar como un completo idiota. Bueno, al menos no más de lo habitual.
El concurso no era cualquier cosa, aunque a veces parecía que solo yo lo veía así. Ser telonero de The Eras Tour no significaba simplemente compartir escenario con Taylor Swift, lo cual ya era suficiente para ponerme a temblar como gelatina en terremoto. No, esto era más grande. Era presentarte frente a miles de personas, con cada uno de esos ojos esperando que no desafinaras, te tropezaras o, peor aún, hicieras un comentario de "humor inteligente" que nadie entendiera. Ah, y no olvidemos a la audiencia global, que seguramente analizaría cada detalle de mi actuación en TikTok a velocidad récord.
Para un músico emergente como yo —es decir, alguien que toca en bares tan pequeños que el eco del aplauso se escucha más fuerte que el público—, esta era la oportunidad que podía cambiarlo todo. Pasar de colgar videos en redes sociales esperando que el algoritmo me regalara un poco de amor, a estar bajo un foco real. El foco del mundo, ¿eh? Claro, porque todo el planeta está esperando que el tipo que ni siquiera llena un bar de 50 personas sea el siguiente telonero de Taylor Swift. Totalmente lógico.
Pero, ¿quién soy yo para preocuparme por eso, verdad?
Josh rió y se dejó caer en la cama, como si todo esto fuera simplemente otro capítulo de la novela que era mi vida.
—Te lo tomas tan en serio, amigo. Es solo Taylor Swift.
Lo miré, horrorizado.
—"Es solo Taylor Swift". ¿Me estás escuchando? —le dije, como si acabara de cometer la herejía más grande de su vida—. Taylor Swift, Josh. No me importa si te suena exagerado, pero esto es enorme. ¿Tienes idea de lo que significa esto?
Josh me miró y levantó las manos en señal de rendición.
—Bueno, bueno. Es que... a veces me olvido de lo en serio que te tomas todo esto.
Quise sonreír, pero había algo dentro de mí que no me dejaba simplemente disfrutar el momento.
—Solo me preocupa algo... ¿y si no soy lo suficientemente bueno? —admití, sintiéndome un poco idiota por decirlo en voz alta. Pero era la verdad. No era cualquier concierto; era el concierto de Taylor Swift. Sí, voy a cantar frente a un montón de gente... ¿y si hago el ridículo? Oye, nada nuevo para mí, ¿verdad?
Josh se quedó en silencio, mirándome como si intentara descifrar si yo en serio pensaba así o si estaba en una comedia en vivo. Y fue en ese momento, mientras él trataba de procesarlo, cuando algo me golpeó: en mi cabeza ya estaba asumiendo que iba a ganar. Como si solo el "qué pasa si lo arruino en el escenario" fuera mi problema, no el hecho de que en realidad tenía que pasar por una ronda preliminar donde la probabilidad de quedar como un perfecto desconocido era bastante alta. Claro, el ego intacto, pero sin ni una sola posibilidad de que un fan de Taylor me viera.
Josh esbozó esa sonrisa de 'te quiero aunque estés loco', y me dio una palmada en la espalda.
—Relájate, Trevor. Tienes talento —dijo, como si eso solucionara todo—. Pero si el talento no basta... sé tú mismo. Y deja que la gente vea a este Trevor: el que está tan metido en su cabeza que se imagina en el escenario antes de siquiera haber pasado el filtro inicial. A lo mejor eso te hace destacar.
Solté una risa, a pesar de todo, y una parte de mí supo que Josh tenía razón. Tal vez lo aterrador era eso: dejar que me vieran, tal y como era.
—Gracias, Josh. Aunque si no gano... no sé si podré volver a mirarte a la cara sin arrepentirme de no haberme vestido como Taylor en la era de Reputation.
—Créeme, Trevor, ese disfraz te lo estaré recordando por el resto de tu vida si no lo logras —dijo, riéndose mientras recogía de nuevo el control del videojuego.
Miré la pantalla del celular, la notificación todavía allí, esperando que tomara una decisión.
Mi dedo temblaba sobre la pantalla, dudando entre tocar el botón de inscribirme o dejarlo pasar. Cada segundo que pasaba me sentía más tonto por dudar. ¿Era realmente capaz de hacer esto? ¿Estaba realmente dispuesto a ponerme en el centro de todo?
Mi corazón latía más rápido, y por un momento, el sonido del videojuego de Josh se desvaneció en el fondo, como si todo el mundo hubiera desaparecido y solo quedara esa maldita notificación.
Un clic. Eso era todo lo que necesitaba. Pero, ¿y si no era suficiente? ¿Y si todo esto resultaba en un fracaso tan grande que ni siquiera podría mirar atrás sin avergonzarme?
Suspiré.
—Mierda —murmuré, finalmente tocando el botón.
Pero incluso mientras lo hacía, una parte de mí seguía preguntándose si era lo correcto.
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