LA TORMENTA
¿Por qué estoy aquí? ¿Por qué casi dejé que Draggon me besara? No puedo simplemente olvidar todo lo que me hizo. ¿A quién engaño? quería que me besara. Cuando era niña, lo admiraba, estaba tan enamorada de él, pero luego cambió, y cuando lo vi torturando a aquella mujer, primero le llegué a temer y luego a odiar, porque me había defraudado, o así me sentía.
Pero el Stone que vi hoy es diferente, ¿Será que aún queda que rescatar del antiguo Drag? ¿Puedo salvarlo? Después de todo, él también ha sufrido, aunque una cosa no compensa la otra. ¿Pero qué hay con Edgar? Necesito hablar con él de nuevo, estoy indecisa si ir o no a su habitación, pero requiero respuestas.
La tormenta azota las paredes del castillo con rudeza, el viento aúlla y resuena como un lamento. Veo el reloj de pared, son las 1:00 a.m. y no puedo dormir, no dejo de pensar en todo, me duele incluso la cabeza. ¿Por qué esa devoción de mi padre hacia él? Siento que papá me oculta información valisosa, ¿Pero qué? Solo llevo puesto una camiseta que él me prestó, me queda grande, huele a él, aspiro su aroma, es un olor suave, agradable.
¿Qué demonios te pasa Annia? ¿Dónde carajos está tu carácter? No lo puedes perdonar, no tan fácilmente, ¿O eres de las que se deja endulzar con un par de palabritas? Se acostó con Aranella ¡Con esa maldita bruja! Me da tanta rabia recordarlo. ¿Pero por qué? No debería de importarme, pero me molesta, ¡Oh por Dios! Que no sea lo que creo, por favor, por favor, no.
Me escabullo afuera del cuarto, todo está a oscuras, recorro los alrededores, hace frío, imagino que solo en mi cuarto y en del Rose hay calefacción, claro los vampiros no sienten frío. El piso está helado y lastima mis pies descalzos, pero no me detengo hasta estar en frente de su recámara. El corazón me late aprisa ¿Qué haces aquí? Retrocedo unos pasos, pero tomo valor y toco la puerta sólo dos veces y él abre.
Lleva puestos unos bóxer, y una camiseta negra, su cabello está desordenado y tiene pinta que tampoco dormía, veo sobre su cama un libro y la lámpara de mesa encendida.
-¿Es tarde para estar despierto? –Le pregunto.
-Lo mismo diría de ti. –Me sonrió, pasándose una mano por su cabello. -¿Necesitas algo? –Inquiere.
-Respuestas. –Contesto bajando la mirada.
-¡A la 1:00 a.m.! –Exclama -¿No podías esperar a que amaneciera?
-No puedo dormir, tengo migraña, pensando en lo que conversamos y.... –Titubeo.
-¿Y? –Me mira a través de esos ojos azules que me atormentan.
-¿Mataste a la esposa de Edgar?
-No. –Respondió cortante.
-Pero él... -No me dejó terminar
-Annia, te juro por la memoria de Sorem y mi hija, que yo no le hice daño. Cuando llegue otro vampiro huía del lugar, no había nada que hacer la herida era profunda y perdió mucha sangre. Lo único era convertirla y no creo que ella quisiera eso, ser igual al que la atacó.
-¿Por qué tendría que creerte? -Me debatía si darle el privilegio de la duda, quizás no estaba mintiendo.
-No tienes que hacerlo, y con honestidad no me interesa. Y no maté a ese hombre adrede, fue un accidente, lo empujé y al caer pegó la cabeza en esa piedra. Puedes preguntarle a tu padre o a tu hermano, ellos estuvieron ahí.
-Lo sé, papá me contó. Puedo hacerte otra pregunta.
-Adelante.
-¿Aún la amas?
-¿De quién hablamos? –Se recuesta sobre la puerta y se cruza de brazos.
-De tu esposa. –Lo miro fijamente, su rostro se endurece y su mandíbula se tensa. –Sí. –Susurra, y no entiendo el motivo, pero siento celos, celos que todavía la quiera, celos de que él la amó, que tuvieron una hija, que ella conoció a un Draggon muy distinto del que tenía en frente.
-Gracias por contestar mis interrogantes. –Le dije deseando que la tierra me tragara. –Buenas noches. -Intenté alejarme pero él me sostuvo del brazo, pero no de forma brusca, sino con delicadeza.
-Espera. –Pronunció en voz baja. -¿Por qué querías saber eso precisamente? –Me escudriñaba con su mirada y yo bajé la vista, no sabía que responder ya que ni yo misma lo entendía.
-Por favor suéltame. –Le solicité y él lo hizo.
-Nunca me vas a perdonar ¿Cierto? –Su voz sonaba con resignación.
El silencio inundó el pasillo, el frío calaba en mis huesos, comencé a tiritar y me abracé tratando de entrar en calor.
-No es tan fácil, compréndeme. –Me encontré con su mirada y él sonrió con amargura.
-He sido cruel contigo, y no te culpo si no me perdonas, yo no lo haría, con lo orgulloso que soy.
Me vi sonriendo al imaginar la situación.
-Te ves bien con mi camiseta. –Me evaluó de arriba hacia abajo y me sonrojé.
-Huele a ti. –Demonios en qué momento dije eso.
- Ah sí. –Su boca se curvó, mostrando lo que hace tiempo no apreciaba, una sonrisa sincera.
-¿Por qué me trataste tan mal? –Un vaho salía de mi boca, de verdad que tenía frío.
-Entra. –Se hizo a un lado e ingresé. Me abrió espacio entre las sabanas y me acurruqué buscando calor. Se sentó en la orilla de la cama. –En respuesta a tu pregunta, aunque suene ilógico, te trate de esa forma porque me haces revivir sentimientos que enterré en lo más profundo de mí ser, además el hecho que eres terca y te empeñas en llevarme la contraria. Haciéndote daño yo pretendía que....... –Hace una pausa para luego continuar. -Me odiaras Annia, no quería amor, me empeñé en alejarte de mí.
-Eso no tiene sentido –Expreso con el ceño fruncido.
-Congelé mi corazón, me prometí no volver a sentir nada por nadie, aprendí a ser calculador y meticuloso, ser temido y respetado, pero llegas tú, y pones mi mundo de cabeza. –Frota su rostro con sus manos y sonríe para sus adentros.
-¿Querías que me alejara de ti? Pues lo lograbas, ¿Por qué el cambio?
-Tu padre habló conmigo, me recomendó que si quería ganarte, no lo lograría de la forma en que me estaba comportando. Sí, lo sé es contradictorio, una parte de mí, anhelaba poder amarte pero la otra se empeñaba en hacerte sufrir.
Si antes estaba confundida, ahora lo estaba más.
-Pero ¿Por qué accediste? Pudiste simplemente hacer caso omiso de sus palabras.
-Lo sé, pero tú no lo mereces, no eres culpable de mi propia frustración. En ocasiones resultas ser realmente molesta, pero tienes una capacidad de amar y dar amor que admiro.
No sé si fue el hielo de la noche o lo que acababa de escuchar pero un escalofrío me recorrió la columna. No reconocía al hombre que estaba sentado junto a mí. En definitiva no era aquel Draggon que parecía disfrutar verme sufrir y por alguna descabellada razón, lo comprendía. Me vi colocando mi mano sobre su pierna, él la tomó y mirándome fijamente me dijo: ¿Podrás perdonarme?
El silencio se hizo presente ¿Podría simplemente olvidar todo? Stone se abría conmigo como ni siquiera lo ha hecho con mi padre, es un árbol caído ¿Merece que yo termine de arrebatarle la humanidad que aún queda en él?
-Dame tiempo. –Fue lo único que se me ocurrió decir.
-Entiendo, lo tendrás, gracias Annia.
Su perfecta dentadura volvió a resplandecer con otra sonrisa de alivio. Me quedé observando su apetitosa boca. ¿Qué fácil de conquistar eres Annia? Me reprendo a mí misma. No sé qué me impulsó, pero me acerque a él y lo besé, apenas se rozaron nuestros labios y una sensación de vacío inundo mi estómago. Lo conocía bien, ¡Las estúpidas mariposas!
Él me observó con detenimiento, ¡Qué diablos! Se pactó con sangre nuestra unión, no se podía romper, iba a ser la esposa del Rey de los Vampiros quisiera o no, borrón y cuenta nueva.
-Si me vuelves a fallar de alguna manera, juro que no tendrás otra oportunidad Draggon Stone y lograrás lo que ansiabas, mi desprecio eterno.
Sus ojos cambiaron, despertó un brillo en ellos. –Eso quiere decir que....
Asiento y por tercera vez una enorme sonrisa se ensancha en su rostro. Nos encontrábamos tan cerca, mi cuerpo respondía a su proximidad, me sentía frágil. Sus labios encontraron los míos de inmediato, cuando me di cuenta me vi correspondiendo a su beso, ¡Vaya que besaba bien! Mis manos se perdieron en su sedoso cabello. El viento continuaba quejándose, la nieve golpeaba la ventana, la tormenta no daba señas de querer irse.
-¿Quiero morderte Annia? –Me susurró al oído.
-Hazlo. –Murmuré.
Sentí su aliento sobre mi cuello, poniendo mi piel de gallina, primero me inundó de besos para luego sentir como rasgaba mi piel con cuidado y comenzó a beber de mí. Nunca nadie antes lo había hecho, era el primero como yo también lo fui al beber su sangre. Me dejé invadir por todas las emociones que me embriagaban. Cuando abandonó mi cuello, besó mis labios y el sabor metálico de mi propia sangre llenó mi paladar, quería morderlo también, como leyendo mis pensamientos hizo una leve incisión sobre su muñeca y me la ofreció, yo no era un vampiro completo, por lo cual no tenía colmillos.
La sangre comenzó a emanar y mi lengua la recogió, para verme sorbiendo y escuchándolo estremecerse. Ahora comprendía porque me enojé tanto aquel día cuando lo vi con Aranella, simplemente, aunque odiara reconocerlo, deseaba ser yo, y ahora lo tenía entre mis brazos, alimentándome de él, tan vulnerable.
-¡Oh Annia! –Expreso cerca de mi oído, mordiendo con suavidad el lóbulo de mi oreja.
Me volvió a besar, y mientras la tormenta seguía su curso, brindándole otra oportunidad aquel hombre que fuera mi verdugo, puede que me arrepienta luego, pero por ahora lo único que quiero es que resulte.
************
Ahhhh que piensan del capítulo, si estuvieran en el lugar de Annia ¿Hubieran sido más firmes? o ¿Se hubieran entregado a Drag así nada más? Que fácil que cayó Annia a los encantos de nuestro sádico vampirito, esperemos que Drag cumpla su promesa, porque Annia tiene su carácter y no creo que lo perdone por segunda vez si le falla.
Algunos me han pedido maratón pero se me complica demasiado, trato de actualizar lo más pronto que puedo, pido su comprensión. Otros me han dicho que los capis son muy cortos, pero yo prefiero que sea cortito pero sustancioso, no me gusta escribir por escribir, para rellenar espacio.
Estoy feliz porque El Rey Vampiro ha tenido muy buena acogida, aún no me puedo creer que vaya por 32.3 k lecturas, 3.48 k votos y 1.36 k comentarios, gracias de corazón y espero que me sigan apoyando.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top