LA PROMETIDA
Les dejo foto de Drag.
_ ¿Por qué padre? ¿Por qué yo?
Lo enfrento, mientras que los lagrimales me arden, quiero llorar pero me contengo, derramar lágrimas no arreglará mi situación.
_Annia, es un gran honor haber sido elegida como su prometida, ¿Sabes cuantas vampiresas te envidian en este momento? –Expresa papá con notorio disgusto, ya que llevamos varios minutos discutiendo sobre el particular.
_En ese caso, les cedo mi lugar. –Me cruzo de brazos.
Bernard Collin es mi padre y mano derecha de Draggon Stone, el gobernante de Villa Olivia, y con quien, para mi desventura, contraeré nupcias.
_No hay nada más que hablar jovencita, pronto serás su esposa, es mejor que aceptes tu realidad. –Asevera, aumentando mi frustración.
_Padre por favor, Stone es como un témpano; frío e inhóspito, carente de sentimientos.
_Mide tus palabras.-Me advierte.
_Sabes que digo la verdad, gobierna con puño de hierro, es mejor ganar respeto y no odio, recoges lo que cosechas.
_ ¡Suficiente! _Exclama papá alterado. –Esta conversación terminó.
Sale de la habitación dando un portazo, la foto de mamá que se encontraba colocada en la cómoda, se precipita al suelo. La levanto retirando con cuidado los fragmentos de vidrio, miro su imagen con nostalgia.
Cada cien años el rey actual sede el trono a un sucesor, pero uno de los requisitos previos para ser coronado, es el matrimonio. Mi vida era perfecta hasta que me dieron la funesta noticia de mi compromiso con Stone, aún se me retuercen las entrañas al recordarlo.
El odio que mi corazón profesa hacia él, se ha ido incrementado desde mi infancia. Debo aceptar que es apuesto, pero eso no compensa su trato hacia los demás. Para mí no es más que un déspota, que se ha ganado mi desprecio y juro, nunca tendrá mi amor.
Deambulo por mi habitación, me estoy asfixiando, es como si el aire me faltase, quisiera huir Pero ¿A dónde? Draggon me encontraría en un parpadear.
La pregunta ¿Por qué yo? Me agobia sin tregua. Conozco a mujeres muy hermosas, que aceptarían su proposición sin dudarlo, y es cuando otras interrogantes surgen ¿Qué me hace tan especial? ¿En qué difiero de ellas? Tantas incógnitas sin respuestas.
Hoy es el baile que cierra oficialmente nuestro compromiso, el vestido que usaré se encuentra sobre la cama, él me lo ha obsequiado; es rojo sangre, con un pronunciado escote en la espalda, y una abertura adelante que dejara expuesta mi pierna izquierda. Muy poca tela para mi gusto ¿Qué pretende? No me lo pondré. Abro el cajón de la mesa de noche y saco unas tijeras, tomo la prenda y la corto en pequeños pedazos. Listo, problema resuelto, busco en el armario y saco un vestido negro como mi humor en este momento, cubre mi dorso y brazos, era de mi madre, me pregunto ¿Qué pensaría ella de esta situación? ¿Lo aprobaría? Claro que sí, escucho esa vocecilla en mi fuero interno, posiblemente sería de la misma opinión que mi padre.
Me visto y coloco maquillaje discreto, sólo la pintura de labios es escarlata como la furia que me invade por dentro; unos pequeños aretes de perlas grises, que hacen juego con la gargantilla, terminan la decoración. Recojo mi cabello en un moño perfecto, y es todo.
Papá ingresa y al verme, mueve la cabeza en negación.
_No tientes a tu destino cariño. -Me aconseja con resignación.
_El vestido está arruinado. –Lo señalo. –Oh mira la hora, no queremos llegar tarde. _Me apresuro a comentar, mientras abandono la recámara.
Él me sigue, en frente de la casa hay una limusina parqueada.
_¿Limusina? -Hago la observación arqueando una ceja.
_Cortesía de tu prometido.-Me indica abriéndome la puerta.
Durante el trayecto me sumergí en mis pensamientos, tanto que cuando me di cuenta, papá tocaba mi hombro indicándome que habíamos llegado.
El castillo real se yergue majestuoso, completamente decorado con faroles de colores y luces tenues, la música se escucha de fondo. El chofer me ayuda a bajar, dirigiéndonos luego a la entrada principal. Al ingresar, algunas mujeres me observan con desaire, mientras que otras, leo en su expresión una pizca de compasión hacia mí.
Rostros pálidos y algunos demasiado lúgubres nos reciben. Sus falsas sonrisas me enferman, al menos deberían disimularlo mejor. Es obvio, que no están de acuerdo con la elección de su gobernante, siempre se ha elegido a vampiresas de alta alcurnia, pero nunca a una plebeya como yo, la simple hija de la mano derecha de su rey, que no ostenta ningún título real. La hipocresía se refleja en sus sombríos semblantes, es como entrar a un nido de víboras ponzoñosas. No soy de su agrado y lo peor es, que el sentimiento es mutuo.
La multitud se abre paso y de entre ellos aparece él, viste todo de negro, con su cabello castaño dorado desordenado, lo que lo hace verse más sensual. Tengo que admitir que luce muy atractivo, pero la belleza es solo superficial, su sola presencia me irrita.
Se acerca, tomando mi mano para luego besarla, su mirada me intimida, me pierdo un momento en sus profundos y felinos ojos azules. Fue convertido a los veintiocho años, quedando congelada su juventud, pero sus duras facciones lo hacen parecer más maduro, o al menos me da esa impresión, sin embargo, de antemano sé, que es más antiguo que muchos de los que se encuentran en esta sala.
De la mano me guía hasta la pista de baile, el piso es de mármol, imponentes candelabros cuelgan del techo. Las personas forman un círculo a nuestro alrededor, solo quedamos él y yo en medio de ellos, lo cual es bastante bochornoso.
_ ¿No te quedo el vestido que te mandé? –Me susurra al oído y su aliento dulce a anís me embriaga, haciéndome cosquillas.
_Sobre eso, hubo un pequeño incidente.
_ ¿Qué clase de incidente? –Inquiere al tiempo que comenzamos a movernos al rito del vals.
_Se arruinó. –Contesté, sonriendo al acordarme de mi travesura.
_ ¿Cómo sucedió? -Me hizo girar varias veces, mareándome un poco.
_Oh pues verás. –Comencé a titubear, maquinando qué excusa inventar.
_Estoy esperando Annia, ¿Qué pudo ocurrirle al vestido para que no te lo pusieras? –Increpó mientras que me atravesaba con su azulada mirada.
Pensé en mentirle, pero de antemano sabía que papá le diría la verdad, así que callé, la mejor palabra es la que no se dice.
_El que calla otorga, señorita Collin. –Sin esperarlo se detuvo, arrancó las mangas de mi vestido de un tirón, para luego colocarse de cuclillas y rasgarla tela hacia arriba, dejando mi pierna izquierda al desnudo ¿Por qué hizo eso?
_Mucho mejor. –Agregó con una sonrisa solapada.
_ ¡Cómo pudiste! –Exclamé molesta. Traté de alejarme pero él me sostuvo del brazo.
_No he autorizado que te retires. –Enunció con voz pausada.
Tragándome todos los improperios que deseaba gritarle, comenzamos a bailar de nuevo, con la diferencia que los demás nos imitaron. Nos mantuvimos en silencio hasta que la orquesta se detuvo e inició otra melodía. Me rodeo con su brazo por la cintura, al parecer no tenía intención de dejarme ir. Quité su mano con tosquedad mirándome con advertencia, debo admitir que me amilanó, pero no me quebrantaría, nunca me dejaría dominar, y era mi intención hacérselo saber.
_Annia, Annia. –Repitió mi nombre con desdén. –No me provoques, te aseguro querida que la paciencia no es una de mis virtudes.
Me aparté un poco de su lado ante su divertida mirada. El festejo continuó hasta altas horas de la madrugada, no bailó con nadie más, y para mi infortunio, tampoco me dejo sola en toda la noche. Todos llegaban a felicitarnos y yo estaba hastiada, no me molestaba en ser amable, la falsedad no iba conmigo.
Al fin los invitados se fueron yendo uno a uno, hasta solo quedar la servidumbre, y nosotros.
_Bernard. –Le extendió la mano a mi padre y éste la recibió de buen agrado.
_Drag. –Mi padre lo nombra por su diminutivo y le hace una reverencia.
Nos da la espalda sin despedirse de mí, ¿Quién se cree? Así que, ahora me ignora ¿Cuál es su juego?
-Vamos Annia, ya has hecho suficiente por hoy.
Su voz suena con cierto tono de decepción, no me gusta reñir con papá, pero desde que supe del compromiso es lo único que hacemos. Dejo atrás aquel glamuroso castillo que pronto será mi jaula de oro. Suspiro para mis adentros, en este momento la muerte suena tentadora, cualquier cosa que me libere de esta amargura que me invade, de este destino cruel del que no tengo escapatoria.
*************************************************************************************
Hola, les cuento que he decidido unificar la versión editada del Rey Vampiro con la original. Al principio esta era mi idea pero la omití, sin embargo, me decidí a llevarlo a cabo. Lamento los inconvenientes que esto pueda causar, simple y sencillamente no me encontraba conforme con el resultado final. También hacer de su conocimiento que la historia a sido modificada en su totalidad, por lo que si ya la leíste te invito a volverte a aventurar y ver los cambios.
Espero su comprensión.
Atentamente, La Autora.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top